La voluntad de poder de un país sobre otro, el patriarcalismo cultural que todavía margina a la mujer y la explotación de la naturaleza para conseguir beneficios materiales son factores de violencia e impedimentos para la paz. El patriarcalismo debilitó la dimensión de lo femenino, que nos hace más sensibles a todos, y rebajó la inteligencia emocional, nicho del cuidado y de la experiencia ética y espiritual.
Esta parcialidad, negando la dimensión anima (lo femenino), no ha dejado de afectar fuertemente a la ética. El núcleo de la moralidad clásica heredada de los griegos y perfeccionada por Kant, Habermas y Rorty tiene como base inconsciente la experiencia del animus (lo masculino). Por eso se funda sobre dos pilastras básicas: la justicia, que se expresa en los derechos y en los deberes de los hombres (dejando invisibles a las mujeres), y la autonomía del individuo, en la idea de que solamente un ser libre puede ser un ser ético.
Pero esta visión es parcial pues deja fuera dimensiones fundamentales, propias mas no exclusivas de lo femenino (anima), como son las relaciones afectivas que se dan en la familia, con los otros, con la naturaleza y con todos los que nos sentimos relacionados. Sin tales relaciones, la sociedad pierde su rostro humano. Aquí más que justicia se necesita la categoría mayor, que es la del cuidado. El cuidado es un paradigma que se opone al de la dominación. Es aquella relación que se preocupa y se responsabiliza por el otro, que se envuelve y se deja envolver con la vida en sus muchas formas, que muestra solidaridad y compasión, cura heridas pasadas y previene heridas futuras.
La base empírica es la experiencia –tan finamente analizada por el psicoanalista inglés D. Winnicott– de que todos necesitamos ser cuidados, acogidos, valorizados y amados, y deseamos cuidar, acoger, valorar y amar. Portadoras privilegiadas, mas no exclusivas, de esta experiencia son las mujeres. Ellas están ligadas directamente a la vida que necesita cuidado, como la maternidad, la alimentación, el desvelo en la enfermedad, el acompañamiento de la educación. Estas características son propias del principio femenino (anima) que se encuentra también en el hombre y que las realiza a su manera.
En el trasfondo de esta ética del cuidado hay una antropología más fecunda que aquella tradicional, base de la ética dominante: parte del carácter relacional del ser humano. Él es fundamentalmente un ser de afecto, portador de pathos, de capacidad de sentir y de afectar y ser afectado. Además de la razón intelectual (logos) está dotado de la razón emocional, sensible y de la razón espiritual. Es un ser-con-los-otros y para-los-otros en el mundo. No existe aislado en su espléndida autonomía, vive siempre dentro de redes de relaciones concretas y se encuentra permanentemente conectado. No necesita un contrato social para poder vivir junto a otros. Su naturaleza consiste en vivir comunitariamente.
Sin duda, para tener una cultura de la paz duradera necesitamos instituciones justas, pero el funcionamiento de éstas no puede ser formal ni burocrático sino humano, cuidadoso y sensible a los contextos de las personas y de sus situaciones. Más que nada, debemos alimentar una cultura generalizada de cuidado para con la Tierra, y las personas, especialmente las más vulnerables, y de atención a las relaciones entre los pueblos para evitar la guerra.
En vez del gana-pierde pasa a funcionar el gana-gana. Con esta estrategia se disminuyen los factores de tensión y de conflicto. Para llegar a la paz son relevantes las virtudes asumidas conscientemente, como la transparencia, la disposición al diálogo y a la escucha, la acogida cálida del otro. Lo enfatizó el presidente Lula al abordar la cuestión de Irán bajo la amenaza de la truculencia estadounidense y sus aliados por causa del enriquecimiento de uranio para fines pacíficos (pretexto para controlar el petróleo y el gas).
Pero hay una dimensión subjetiva y espiritual que refuerza la búsqueda de la paz. Es la capacidad de perdón y de olvido de viejas disputas y conflictos. Hoy que las culturas se encuentran, hacen patentes las tensiones históricas que separan a los pueblos. Hay que mirar siempre hacia delante en la construcción de una nueva relación fundada en una alianza de cuidado entre todos.
Vivir este tipo de humanismo necesario está dentro de las posibilidades de nuestro ser. Es la condición de la paz duradera, considerada ya por Kant como el fundamento de la República mundial.
[Traducción de MJG]
Querido Oscar totalmente de acuerdo, quizás mi mirada esté muy teñida de la femenidad y de lo que nos preocupa.
Aunque, sinceramente te diré ahora que nadie nos ve… Que quizás esté más repleta de los sentimientos que como mujer he padecido o vivido en más o menos gozo, o dolor.
La mirada de un hombre en temas relacionados con los femeninos casi ninguan vez son muy certeros porque van muy a lo no experimentado por ellos.
La persona sensible poca veces pone ciertas salvaciones en tejado alguno, ya sean con símbolos o dibujos, y aún menos con maternidad.
Esto es como la Salvación, que nos llega por una virgen…
Me crispa esta concepción misoginia, machista y patriarcal que solo sirve para condenar la sexualidad femenina, el disfrute del sexo…
Hola!
En los Escritos (Artículos) de Boff me siguen llamando la atención
las “citas“;
casi todas de científicos idóneos sobre el Asunto que tratan.
¡Muy bueno! ¿no es cierto?
¡Vamos todavía! – Oscar.
A lo dicho por Leonardo me atrevo a coñmpartirlo totalmente, tal vez agregaria que la unica cura para la humanidad enferma, es lo comunitario…Y la vida…que la…es la que esta preñada de un mundo nuevo… que a partir de refundar nuestras vinculaciones, sera dado a Luz…Aquello de que el que no nace de nuevo…Gabriel
Hola Carmen (Almendralejo)!
¡Qué interesante lo que dices de la Imagen colgada en este Post!
La tuya es otra mirada, que a mí no se me hubiera ocurrido.
Quien la haya puesto habrá tenido, también, su punto de vista
¿no te parece?
¿cuál será?
············
Acá se aplicaría lo que suelo charlar con M.Luisa
y que resumo en la frase:
– “Si dos ven lo mismo, no miran lo mismo”-
La realidad pareciera que no es:
* ni objetiva
* ni subjetiva
sino
* interpretación; opinión
¡Vamos todavía! – Oscar
··········
Nota PS.: ¿qué te parece pensará Leonardo Boff si viera la Imagen ilustrando su Escrito?
¿Qué lo “lustra” o lo “oscurece”?
Empiezo diciendo que no me gusta el juego de planeta, vida etc, visto desde el concepto de mujer, y mujer que se la reconoce (en esta imagen) como ¡mujer preñada!
La mujer en sí misma es persona, con la sensibilidad y la ternura que cualquier persona trae consigo, no por ser madre se debe adjudicar que se debe ser más o menos tierna, porque entonces la mujer que no quiere, no puede etc, ser madre queda excluida de esta ternura
Es una perversión, cada uno de los conceptos que nos han aplicado junto a la maternidad, y sobre todo la total responsabilidad de la procreación a la mujer, la del cuidado, en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y la riqueza familiar, como a la vez ser la proveedora y despensa del clan familiar.
Pero que es de donde nace y parte ¿la ética? ética como servicio a la persona, sin género y sin sexualidad… ¡ una ética que no esté reglamentada por encima de los derechos individual de la persona, que no venga cargada de millones de pensadores y pensamientos androcéntricos y patriarcalismo.
La mujer ha tenido que ver en una millonésima parte de toda la destrucción planetaria que existe nuestro planeta, de ahí que me parezca poco ético que nos representen ahora como mujer preñada de este planeta con un futuro de vida, no han sido nuestras manos e ideas, nuestras guerras y poder las que han vendido al planeta, de ahí que se entienda mal o huela mal esta imagen, y estos juegos de palabras.
O por lo menos yo las he percibido así…
no están en nuestro parte
Hola!
La Foto:
¡¡¡IMPERDIBLE!!!
Hola!
Palabras antecedentes a “cuidado“:
* “preocupación”
* das “Sorge”
¿algunas más?
¡Vamos todavía! – Oscar.