Nací poco después de la Segunda República, pero he aguantado mucho más que ella. Debe ser porque soy bastante más inofensivo. He sido muchas cosas, desde empresario a cura obrero. Y muchos años estudiante. Pero me acuerdo muy poco de las cosas que estudié. De mis estudios de Teología lo que se me ha quedado grabado es el final del curso de Teodicea que Caffarena daba en Granada. Después de un año de analizar pruebas de la existencia de Dios, de argumentos y contra argumentos, acabábamos diciendo que la fe es una opción entre el absurdo y el misterio. Y en eso ando. Así es que si la fe es la opción por el Gran Misterio, no me importa nada haberme olvidado de prácticamente todo lo que estudié en los cuatro años de Teología. La gente que dice saber mucho del Misterio, sean teólogos u obispos, no me dan ninguna confianza.
Lo que sí están muy claras, y me parecen divinas, son las líneas maestras de lo que dijo Jesús. Una Buena Noticia liberadora. Algo que siempre le ha hecho mucha falta al mundo, y hoy más que nunca.
Dejé lo de cura, me casé, y seguí lo de obrero hasta la jubilación. Y tengo que reconocer que como obrero cogí el final de los buenos tiempos. Eso del final de los buenos tiempos se lo decía a mis compañeros, pero no se lo creían. Y así anda la gente hoy, con cara de pasmo y sin reaccionar ante la lluvia de palos que nos ha venido encima.
Ahora estoy metido en una cooperativa, en lo que llamamos Centro de Convivencia para personas mayores. Y dándole vueltas a dos ideas que considero fundamentales: una es el estilo de vida de la sociedad capitalista. Sobre eso he escrito un pequeño librito titulado Otro Bienestar es Posible… y necesario. La otra cosa es la autocrítica de los fundamentos de la izquierda. Hoy tenemos una izquierda claramente conservadora. Eso es un sinsentido total, y así nos va.
Antonio Zugasti
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