Por Diego Mas Mas
El periodista E. Folch califica de “absurda” la fiesta de la Inmaculada, criticando que haya dos días de fiesta casi seguidos y a las puertas de la Navidad, cuando tenemos varios meses sin ninguna; lo atribuye al sin sentido de que un estado aconfesional aún permita esos privilegios a la Iglesia católica.
Ya se señaló esa clara contradicción cuando se aprobó la Constitución, pero hoy, cuando la mitad de los españoles se declaran no católicos, es aún más chocante el que casi la mitad de las fiestas sean confesionales. Máxime la de la Inmaculada, cuando el mismo Vaticano acaba de abandonar la injusta idea de un pecado original con el que naceríamos todos menos María, concepción que sirvió de excusa a muchos dictadores para tratar cruelmente a sus súbditos.
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