“El año de gracia de 1654. Lunes 23 de noviembre, día de San Clemente papa y mártir y de otros en el martirologio. Víspera de San Crisógono mártir, y de otros.
Desde aproximadamente las diez y media de la noche, hasta aproximadamente las doce y media.
Fuego. “Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob” (Ex 3, 6) y no de filósofos y sabios. Certeza. Certeza.
Sentimiento. Alegría. Paz.
Dios de Jesucristo.
Deum meum et Deum vestrum (Jn 20,7) “Tu Dios será mi Dios” (Rt 1, 16)
Olvido del mundo y de todo, excepto de Dios.
No se encuentra sino en los caminos indicados por el Evangelio.
Grandeza del alma humana.
“Padre justo, el mundo no Te ha conocido, pero Yo te he conocido” (Jn 17, 25)
Alegría, alegría, llantos de alegría.
Yo me he alejado.
Derelinquerunt me fontem aquae vivae (Jr 2, 13)
“Dios mío, ¿seré yo abandonado?” (Mt 27, 46)
Que yo no esté nunca separado de Él por toda la eternidad.
“Esta es la vida eterna, que te conozcan a Ti solo Dios verdadero, y a aquel a quién has enviado, Jesucristo” (Jn 17, 3).
Jesucristo. Jesucristo.
Yo me he separado, he huido de Él, lo he renegado, crucificado. Que no esté nunca separado de Él.
No se conserva sino por los caminos enseñados por el Evangelio. Renuncia total y dulce.
Completa sumisión a Jesucristo y a mi director.
La alegría eterna por un día de prueba en la tierra.
Non oblviscar sermones tuos (salmo 118, 16) Amén.”
B. Pascal[1]
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