Hace ya muchos años, a la salida de Miranda de Ebro, una joven hacía auto stop. Yo me detuve, como solía. Ella se acercó a la ventanilla derecha y me dijo: “Estoy trabajando”. No lo entendí hasta que repitió sus palabras con un confuso ademán de invitación y disgusto. Titubeé, me disculpé un poco […]
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