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Francisco y los cambios en la Iglesia Católica

logoFrei Betto es un dominico brasileño que siempre ha profesado un socialismo real muy cercano al de Cuba. Desde años Fidel lo ha considerado su amigo, facilitando un libro de conversaciones con él hace años. Fidel y la religión. Lula lo quiso en su gabinete, pero Betto denunció las prioridades desarrollistas y alianzas con el capitalismo que como presidente adoptó y secretario general del Partido de los Trabajadores. En fin, que no es blando. Y ahora sigue defendiento las declaraciones anticapitalistas de Francisco, ¿Porque cree que va a ser capaz de cambiar en ese sentido a la Iglesia? ¿O por táctica de no desaprovechar lo aprovechable que venga de Roma, para la construcción del nuevo socialismo?  Para lo que estos días se discute sobre quiños entre cristianismo y matxismo puede ser interesante este testo tomado de ALAI.

La inesperada renuncia del Papa Benedicto XVI sorprendió al mundo, especialmente a los fieles católicos. Hace 600 años que un Papa no renunciaba. Fue un gesto de humildad de quien entendió que no podía seguir en el timón del barco de Pedro en los mares agitados de los escándalos: pedofilia, corrupción en el Banco del Vaticano, red de prostitución masculina que implicaba a seminaristas en Roma, reducción del número de católicos en Occidente, etc.

Se eligió al cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio. Él había sido el segundo más votado en el cónclave que entregó las llaves de Pedro en manos del Cardenal Ratzinger.

Sorprendió también el nombre adoptado por el cardenal Jorge Mario Bergoglio: Francisco. Nunca antes un Papa había rendido un homenaje al santo de Asís (1182-1226), considerado la mayor celebridad en el último milenio. De la misma manera que nunca un Papa se hizo llamar Pedro II ni tomó los nombres de los evangelistas Mateo y Lucas.

¿Quién es Jorge Mario Bergoglio?  Un sacerdote de la Compañía de Jesús, cuya vida se caracteriza por ocupar funciones de gobierno entre los jesuitas, lo que lo catapultó al episcopado. No hay evidencias de que Bergoglio haya procedido como tantos sacerdotes y obispos argentinos que dieron apoyo explícito a la dictadura militar (1976-1983), responsable de la muerte de más de 30 mil ciudadanos y el secuestro y desaparición de cerca de tres mil bebés, hijos de presuntos terroristas.

Bergoglio nunca se destacó por denunciar violaciones de derechos humanos cometidas por los militares, como lo hicieron los obispos Novak y Angelelli, este último murió en un accidente de tráfico, en 1976, que muchos creen fue provocado por los militares. El superior de los jesuitas argentinos y actual Papa prefirió actuar tras bastidores a favor de los perseguidos.

Bergoglio es doctrinalmente conservador. No se espere de él que admita la unión civil de los homosexuales y el fin del celibato obligatorio. Sin embargo, la elección del nombre de Francisco simboliza cuatro dimensiones características del santo de Asís:

1) La crítica del sistema productivo que genera desigualdades sociales. Hasta el siglo XIII, en Europa, la pobreza andaba en medio de guerras y pestes. Toda familia, aun estando sometida a la servidumbre, tenía su parcela de tierra para cultivar alimentos y criar unos pocos animales que le garantizaba el sustento.

Bernardone, padre de Francisco, introdujo, gracias a la manufactura, la producción en serie de textiles, cuyos tintes importaba de Francia (lo que le llevó a homenajear en el hijo a la nación extranjera, bautizándolo como Francesco: aquel que viene de Francia).

El nuevo sistema de producción abarató los textiles, conduciendo a la miseria y al desempleo a numerosos artesanos de la rama textil.

2) La opción por los pobres (fundamento de la Teología de la Liberación). Francisco, cuando se encuentra con los pobres generados por las nuevas relaciones de producción, se arranca las prendas fabricadas por su padre y, desnudo en plaza de Asís, manifiesta su rechazo al capitalismo naciente y su adhesión a la defensa de los derechos de los pobres.

3) El amor por la naturaleza. Francisco es el santo patrono de la ecología. Se destacó por el amor a los animales y por sus cánticos amorosos hacia el Sol y la Luna.

4) La reforma de la Iglesia. Francisco escuchó en la capilla de San Damián, que Jesús lo convocaba para reconstruir la iglesia que estaba en ruinas. En efecto, en las afueras de Asís había una iglesia en ruinas, la Porciúncula (ahora dentro de la catedral). Él y sus amigos se propusieron reconstruirla. Hasta que entendieron que el llamado de Jesús tenía un significado mucho más amplio: el de reconstruir la Iglesia Católica, entonces distante del pueblo e identificada con la nobleza europea.

Si el Papa Francisco, al adoptar ese nombre, también pensó en Francisco Javier (1506-1552), el santo jesuita que predicó el Evangelio a los orientales, entonces el nombre del nuevo pontífice expresa todo un programa de renovación de la Iglesia Católica, comenzando por el reforma de la Curia Romana, por la formulación de una nueva moral sexual y por una nueva evangelización que implemente las propuestas del Concilio Vaticano II, como el ecumenismo y el diálogo interreligioso, admitiendo que también fuera de la Iglesia hay salvación.

El hecho es que, en menos de un año de pontificado, Francisco reforma el papado, despojándole de pompas y símbolos nobles; crea una comisión de ocho cardenales para que lo asesoren en la conducción de la Iglesia, castiga a los sacerdotes y obispos corruptos, combate la homofobia, autoriza el bautismo para los hijos de madres solteras y se posiciona en favor de los pobres.

Francisco y la economía de mercado

Francisco divulgó el 26 de noviembre 2013, el documento “Alegría del Evangelio”, en el que expone claramente su punto de vista. Su voz profética incomodó a la CNN, poderosa red de comunicación de los Estados Unidos, que le concedió la “Medalla de cartón”, destinada para aquellos que, en materia económica, hablan tonterías…

¿Cuáles son las “tonterías” pronunciadas por el Papa Francisco?  Juzgue el lector: “hoy tenemos que decir ‘no a una economía de la exclusión y la inequidad’. Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano congelado y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad.

“Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida.

“Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del ‘descarte’ que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son ‘explotados’ sino desechos, ‘sobrantes’”. (53)

Además Francisco condena la lógica de que el libre mercado puede, por sí mismo, promover la inclusión social: “Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto, los excluidos siguen esperando.

“Para poder sostener un estilo de vida que excluye a otros, o para poder entusiasmarse con ese ideal egoísta, se ha desarrollado una globalización de la indiferencia. Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe.

“La cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera” (54).

El Papa subraya que los intereses del capital no pueden estar por encima de los derechos humanos: “Una de las causas de esta situación se encuentra en la relación que hemos establecido con el dinero, ya que aceptamos pacíficamente su predominio sobre nosotros y nuestras sociedades. La crisis financiera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica: ¡la negación de la primacía del ser humano!

“Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro (cf. Ex 32,1-35) ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano. La crisis mundial que afecta a las finanzas y a la economía pone de manifiesto sus desequilibrios y, sobre todo, la grave carencia de su orientación antropológica que reduce al ser humano a una sola de sus necesidades: el consumo”. (55)

Sin citar el capitalismo, Francisco defiende el papel del Estado como proveedor social y condena la autonomía absoluta del libre mercado: “Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común.

“Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes y sus reglas. Además, la deuda y sus intereses alejan a los países de las posibilidades viables de su economía y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real. A todo ello se añade una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales. El afán de poder y de tener no conoce límites. En este sistema, que tiende a fagocitarlo todo en orden a acrecentar beneficios, cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta”. (56)

En fin, un profeta que pone su dedo en la llaga, porque nadie ignora que el capitalismo ha fracasado para las dos terceras partes de la humanidad: las 4 mil millones de personas que, según la ONU, viven por debajo de la línea de pobreza.

*Carlos Alberto Libânio Christo (Frei Betto), es un sacerdote dominico brasileño, teólogo de la liberación.  Traducción ALAI

4 comentarios

  • h.cadarso

    He leído y releído la “Evangelii Gaudium”. Me convence la visión y el retrato que hace el Papa Francisco del desorden económico mundial, Como divujo de la realidad lo veo genial, audaz, clarividente.
    Ahora bien, a la hora del tratamiento de este mal que aqueja a nuestro mundo creo que el Papa fracasa rotundamente y mantiene el mismo disco rayado de sus predecesores y de la doctrina social de la iglesia. Es decir, que son los políticos, los sabios, los que gobiernan, los que han de enderezar el rumbo de la economía e instaurar un orden nuevo. Los pobres son objeto de los cuidados y remediosde los poderosos y sabios y gobernante, pero en ningún caso protagonistas y primeros luchadores en la búsqueda e implantación de un nuevo orden social. Todo para los pobres, pero nada con los pobres…
    Explícitamente dice en la Evangelii Gaudium que debemos rezar para que Dios nos envíe políticos buenos. Como si un buen político lloviese del cielo igual que una lluvia bienhechora, por arte de birli birloque, como un regalo de Dios.
    Yo creía que a los buenos políticos hay que elegirlos, y luego apoyarlos en su gestión y controlarlos para que no se desmadren. Y que justamente esto, votar  de manera responsable, participar en la vida política, apoyar las iniciativas acertadas y conbatir las desacertadas, esto es la oración que debemos hacer a Dios.
    Pero de eso parece que Francisco no dice nada. Francisco habla con Obama, recibe a Obama, reclama de Obama “buenas” acciones (!iluso Francisco!). Tengo la impresión de que hasta ahora la Iglesia católica no se ha interesado en animar al pueblo, a los pobres, a intervenir en política con toda la fuerza de que dispone el pueblo. Esa es la gran asignatura pendiente de la iglesia católica; menos gemir a favor de los pobres, menos protestar por lo mal que se trata a los pobres, menos pedir misericordia con los pobres, y más espolear a los pobres para que se rebelen contra todo abuso e injusticia.
    Vamos, quiero decir que la Iglesia católica debió estar al lado de la República española en 1936. Que debió hacer frente al nacismo en 1940 y desde los comienzos de esta lacra. Que debió oponerse con todas sus fuerzas y al lado de los pobres y oprimidos a todas las dictaduras de América latina. Que debía animar al pueblo bengalí, a los oprimidos del Sudeste asiático y de Filipinas y de todo el mundo, a hacer frente a toda tiranía y abuso de poder…

  • olga Larrazabal

    Me parece que en USA es popular Juan Pablo II,  en parte por la cantidad de descendientes de eslavos que existe en ese país.  Y los eslavos son tremendamente nacionalistas.  Y para los polacos, y los eslavos que eran mirados con bastante desprecio por los anglo sajones, tener un papa tan lucido, políglota y con facha de actor de cine era un activo para su ego.
    Francisco es sudamericano de origen italiano y las naciones sudamericanas no tienen esa sensación de hermandad que tienen los eslavos, y menos con  la gran población latina de USA.

  • xabier m. arana

     Disculpen, pero Frei Betto no quiso ordenarse sacerdote. Quiere ser simplemente un “Frade”. Frei Betto. Hermano domínico.

  • oscar varela

    Entrevista a Domingo Bresci ex compañero de seminario del Papa
    “EL PAPA ES CONSERVADOR POPULAR Y CONDUCE COMO PERÓN”
    Por Claudio Mardones – Info News – 13.03.2014
    http://nacionalypopular.com/index.php?option=com_content&task=view&id=22959&Itemid=1

    “A Francisco le toca conducir una Iglesia considerada anacrónica, desgastada y desprestigiada, que hacia adentro enfrenta grandes problemas y hacia afuera es inadecuada para los interrogantes del mundo de hoy. “

    Este es el trasfondo de la situación que enfrenta la Iglesia y todas las religiones: un cambio de época, con una crisis civilizatoria de valores, sentidos y proyectos”, resume Bresci ante Tiempo Argentino.
    –¿Cuál es el modo de conducción de Bergoglio al frente de la Iglesia Católica?

    –Pienso que es lo más parecido a lo que Perón y el peronismo hicieron en la Argentina.

    –Pero ¿cómo influye esa formación en su Papado?

    –Para mí, antes de decir que es peronista, debo recordar que su formación es nacionalista.
    Es un ferviente lector de Leopoldo Marechal y seguidor del cura Leonardo Castellani, un jesuita que llegó a integrar la Alianza Libertadora Nacionalista, y tuvo mucha afinidad con Methol Ferré, inspirador del nacionalismo latinoamericano.
    Bergoglio no es liberal, pero dentro del debate general que se debatió entre los ’40 y ’50 dentro de la Iglesia se era nacionalista o liberal.
    Si eras liberal eras laicista anticlerical, y si eras nacionalista eras católico jerárquico.
    Bergoglio estaba en esa corriente, por eso nunca le van a encontrar ninguna afinidad con los radicales.
    Naturalmente, el Papa Francisco está dentro de la ancha avenida del peronismo, y dentro de ese peronismo, creo que es un conservador popular, porque dentro de la izquierda no estaba.
    Creo que tiene muchas actitudes de Perón.

    –¿Por ejemplo?

    –Se parece a Perón en la forma de conducción y concepción de la realidad, y siempre se manejó con un método de conducción que nosotros identificamos con el peronismo.
    ¿Qué quiero decir con peronista?
    Que tiene comportamientos que hacen a ese modo de entender la acción y a la concepción que adoptó el peronismo.
    También tiene esta práctica de recibir a todo el mundo, como si el Vaticano fuera la Puerta de Hierro de Perón.
    Él, en el Vaticano, como verdadero Santo Padre, porque a Perón le decíamos que se creía el Santo Padre, recibe a todos y se da el gusto de recibir a todo el mundo, les manda cartitas y mensajes.
    Eso de atender a todas las alas es muy propio del peronismo.

    –¿Y el adoctrinamiento?

    –Ese es otro elemento muy importante.
    Perón hacía adoctrinamiento, daba clases, y en la última exhortación apostólica Evangelii Gaudium, Francisco también realiza su propio adoctrinamiento especialmente en la parte donde habla “del bien común y la paz social”.
    Cualquiera que lo lea, podrá ver que es un programa de formación política con cuatro bolillas: la primera, señala que el tiempo es superior al espacio; la segunda, dice que la unidad prevalece sobre el conflicto; la tercera, advierte que la realidad es más importante que las ideas; y la cuarta, reza que el todo es superior a las partes.
    De esto mismo hablaba Bergoglio acá en Buenos Aires.
    Por ejemplo, la actual senadora del PRO Gabriela Michetti lo escuchó en la curia y ella hace este enunciado de formación cuando reconoce que fue un maestro político para ella.
    En la exhortación apostólica está el programa de formación política de Francisco y ahí se mete hasta los huesos.
    Es una concepción sociopolítica que también aplicará a la conducción de la Iglesia, pero que ahora incluye en un documento papal, algo insólito.
    También rescata lo mejor de la Doctrina Social de la Iglesia con su postura antimercado, antisistema financiero internacional, con una crítica anticapitalista, que está en línea con documentos que el Vaticano sacó el año pasado sobre el sistema financiero internacional que nadie conoce.

    –¿El cambio de relación del gobierno con Bergoglio fue un volantazo?

    –Creo que la oposición tenía la esperanza de que Bergoglio mantuviera un perfil opositor como había sido antes del Cónclave 2013, pero la relación pasó de la tensión y desconfianza a una relación de distensión y confianza.
    Estos signos de distensión y confianza comenzaron cuando la recibió a Cristina y le dio el lugar que le dio.
    Luego vinieron los llamados reservados y su decisión de no intervenir en la política interna.
    Aunque algunos dicen que es insidioso, lo cierto es que a todos les dice que “cuiden a Cristina”.
    Él se abrió, dejó de ser el jefe de la oposición como lo llamaba Néstor Kirchner para ser un hombre respetuoso sin demonizar al gobierno, como parecía hacerlo antes. Ahora respeta los procesos institucionales.
    –Hace poco, ante los miembros de la Pontificia Comisión para América Latina, Bergoglio habló de la juventud y aprovechó para referirse a la guerrilla en los ’70 a través del “buen manejo de la utopía”.
    Dijo que “en América Latina” hubo “experiencias de un manejo no del todo equilibrado de la utopía” y que “al menos en el caso de Argentina” pudo decir “¡Cuántos muchachos de la Acción Católica, por una mala educación de la utopía, terminaron en la guerrilla de los años ’70!”

    Como sacerdote tercermundista, ¿cuál es su opinión sobre estas definiciones?

    –En realidad sólo mantuvo la postura que siempre tuvo, de la memoria incompleta, sesgada, y ahora habla de una malentendida utopía, que podía conducir a la guerrilla, refiriéndose a un grupo de católicos que se desviaron por un grupo de sacerdotes.
    Lo considera como un desvío, pero en rigor hay una larga historia de los católicos que se sumaron a la lucha, algunos optaron por la lucha armada y otros no.
    No por querer el cambio a fondo eras guerrillero.
    En aquellos años, en el movimiento de curas del Tercer Mundo nos agarramos de lo que decía la encíclica Populorum Progressio de Paulo VI: “Ante una tiranía evidente y prolongada los pueblos tienen el derecho para buscar cambios profundos y urgentes.”

    –¿Cree que ahora el Vaticano va a aportar información sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura en Argentina? ¿La Iglesia local ha aportado alguna información en todos estos años?

    –La jerarquía nacional nunca hizo nada, ni por el cura Mugica, ni por Angelelli, ni por los palotinos, ni por Ponce, ni por los riojanos, ni por los miles de muertos católicos.
    Hace algunos años Bergoglio hizo el gesto, a pedido de los curas, de gestionar el traslado de Mugica del cementerio de la Recoleta a la Villa 31 de Retiro y fue el primer obispo que se animó a ir a un 11 de mayo para un aniversario de su asesinato en la Parroquia San Francisco Solano.
    También presidió en La Rioja la conmemoración de los 30 años del asesinato de Angelelli y acompañó el reinicio de la causa sobre el asesinato de los palotinos.
    Con Angelelli, mandó a monseñor Giaquinta para saber que pasó, pero este le dijo que no era categórico que fuera un accidente provocado.
    En esa línea es positivo. Alguno pensará que es un simulacro, pero yo pienso que es bastante sincero.
    Lo concreto es que actualmente él propicia propicia la apertura de los archivos del Vaticano y dio la orden al Episcopado para que, ante cualquier pedido de la justicia, aporte información.

    –El año que viene, con las próximas presidenciales, ¿cree que Bergoglio se transformará en un gran elector para la Argentina?

    –No, para nada.
    Cuando decidió postergar su visita a 2016 dio un mensaje claro.
    Ni el Papa ni el Episcopado van a hacer algo así.
    Si hay divisiones o enfrentamientos, ellos no se van a poner en la situación de profundizar las diferencias.

    –¿En qué modelo de Iglesia ubica a Bergoglio?

    –La más típica es la cristiandad y su antípoda es la profética–liberadora. Entre una y otra, hay variantes.
    A Bergoglio se lo ubica en el modelo de neocristiandad que apunta a re-prestigiar la institución de la Iglesia y a reforzar su presencia en la sociedad. Jorge está formateado en esa manera y, ante ese desprestigio que le transmitió Benedicto a Bergoglio, optaron por esto.
    A nivel general y mediático, cuando levantan su figura, se levanta la figura de la Iglesia.
    En el país de los ciegos el tuerto es rey, pero la gran pregunta es hasta dónde se profundizará.
    Habrá que dejar decantar todo lo que dice y lo que hace.
    Él busca represtigiar a la Iglesia y creo que habrá un cambio, importante e interesante, pero no una revolución, porque, en rigor, Bergoglio está modificando formas y revisando contenidos.
    El Concilio Vaticano II habla de la autonomía de lo temporal y rompe con la cristiandad por encima de todo, como competidora con la sociedad civil.
    Hay un vacío de liderazgo a nivel internacional que, en muchos casos, llena la Iglesia.
    Con un tipo que se las trae, adquiere un liderazgo moral, una representatividad social en el mundo, pero esto se sigue utilizando como Iglesia–poder.

    –¿Cómo cree que Bergoglio se ve a sí mismo desde ese lugar de poder?

    –Como un reformador de la Iglesia.
    Por sus antecedentes, su trayectoria jesuítica, es un reformador, semejante a lo que pasó con Francisco de Asís que escuchó a Dios decirle “ve y reforma a mi Iglesia”.

    –¿Cómo impactó el informe de la ONU sobre el abuso de menores?

    –No incide mucho en este contexto.
    Francisco postula pedofilia cero, y el dato a tener en cuenta, para valorarlo, es preguntarse quiénes están a favor y en su contra.

    –¿Quiénes están a favor, y quiénes en contra?

    –A su favor, están impensadamente todos los teólogos de la liberación, a los cuales les discuto.
    Pero hasta el sacerdote Hans Küng, uno de los más críticos de la Iglesia, llega a decir que con Francisco algo está pasando.
    Los demás teólogos coinciden en verlo, y todos han sufrido tanto que esta presencia no les resulta un dato menor.
    Cuando lo vea oportuno y cuando lo crea necesario, Bergoglio se va a reconciliar con la teología de la liberación.
    Los tipos que las pasaron todas, ven esto y ven que Bergoglio está cumpliendo un papel, más allá de todos los reparos que puedan tener en su contra.

    –¿Quiénes lo aborrecen?

    –Es una linda lista: el Tea Party, la cadena Fox, el magnate Paolo Rocca, el docente conservador Benegas Lynch.
    Es decir que los que tiene enfrente son peores.
    Por eso creo que se abrió una puerta y se instaló un debate cuando no había debate ni había ninguna puerta abierta.
    Bienvenido sea, hay una corriente que vuelve a retomar su fuerza.
    Para mi historia de cura en tantos años me alegra y me abre expectativas favorables.
    Nadie esperaba que esto sucediera y esto abre una expectativa histórica.
    Bueno, así se produce la historia de cosas impensadas e imprevistas. «

    C. M –¿Cómo caracteriza a Bergoglio frente a Juan Pablo II y Benedicto XVI?

    –Los Papas son personas definidas por su historia personal, sus orígenes y por aquello que les ha tocado enfrentar.
    Juan Pablo II, polaco, mentalidad eslovena, con la invasión comunista en su tierra, de un origen muy católico, era de un anticomunismo visceral a tal punto que se transformó en un factor decisivo en la caída del comunismo, a través de sus acuerdos con Estados Unidos.
    Sin embargo, fue un tipo fantástico, con un gran carisma y aceptación.
    Todavía Juan Pablo tiene más aceptación que Francisco en Estados Unidos.
    Carol Wojtyla era esto, lo que no puede ser de otra manera y así llegó a Papa, y se preguntó cómo rescatar a su Polonia natal.
    Y ahí la Nación se une a la fe católica.
    En ese sentido, él era europeísta y veía desde ese prisma la realidad.
    Pensaba que había que rescatar a Europa y lo otro existía colateralmente.
    Ratzinger viene de una cosa parecida, nacido en el nazismo, Alemania, su nacionalismo, una mentalidad alemana y una teología muy fuerte.
    Otro europeísta, más que Juan Pablo II, que piensa que la civilización es Occidente, Occidente es Europa y Europa es el cristianismo, y que lo que hay que hacer para revitalizar el cristianismo es reconstruir Europa.
    Le dieron una patadita porque la Unión Europea no permitió que apareciera Dios en su Constitución, el primer revés que le mostró que eso de lo que hablaba no existió más.
    Él pensaba que estábamos en la Edad Media, pero es notable que un tipo así condujera hasta hace poco a toda la Iglesia con esta mentalidad.
    Juan Pablo II, como Ratzinger, apoyaron el Concilio Vaticano II, pero, tanto uno como el otro, se asustan de los efectos no deseados del Concilio y, apretados por los sectores conservadores, empiezan a frenar los cambios que tendrían que haber ocurrido y todo fue peor.

    –¿Cuáles son los efectos no deseados para los conservadores?

    –Ante todo es el reencuentro con el mundo que es la reconciliación con la modernidad.
    En el siglo anterior se había condenado la modernidad y todo lo que tuviera que ver con ella porque el mundo estaba endiablado, y, dentro de la Iglesia, la colegialidad, la liturgia autóctona, el cambio de funcionamiento del sacerdocio, el papel de los laicos, la revisión de las congregaciones.

    –Ahora, eso es gran parte de la agenda de Bergoglio…

    –Exacto. Otra cosa que los caracterizó, es que Juan Pablo II y Benedicto insistieron mucho en el tema disciplinario y doctrinal, les faltaba una tercera pata, lo pastoral, que es la atención a las realidades concretas, al hombre concreto, cómo esa doctrina y esa disciplina llegan a la gente y a las instituciones.
    Eso es una cuestión pastoral, porque disciplinaria y doctrinariamente está todo dicho.
    Bergoglio asume un trato más pastoral con las personas, y eso se traduce en la visita a los barrios, a las villas.
     
    Francisco critica mucho a los curas porque le ponen muchos obstáculos a la gente para recibir los sacramentos.