El 21 de Abril de 2009 murió el “Cura de Fabara”. Sus amigos crearon la asociación cultural que lleva su nombre: Asociación Wirberto Delso (AWD),que todos los años organiza en Fabara un foro sobre asuntos de interés general y abierto a cuantos ciudadanos se interesen por lo que a todos concierne. El primero fue sobre “La crisis como reto global” y se celebró el 3 de Diciembre de 2011. El segundo se convocó bajo el título de “Seguro que hay otra salida”, se concentró en la crisis económica y tuvo lugar en la misma villa el 17 de Noviembre con la aportación de una interesante ponencia de Arcadi Oliveres. Y el tercero, que se celebrará el día 30 de los corrientes en el mismo sitio, versará sobre “La crisis de las instituciones y la desmoralización social”. Se presentarán sendas ponencias, una de M. Reyes Mate, filósofo, y otra de Cristina Monge politóloga y ciudadana activa en la sociedad civil.
La crisis institucional, no solo de las instituciones públicas o del Estado, sino también de las privadas como es el caso de la Iglesia o de la banca es evidente en España. Según la opinión pública consultada en las encuestas o simplemente expresada en los medios de comunicación social, los políticos están por debajo de los militares, a la altura de los obispos y a ras de tierra con los banqueros. Lo explica una desconfianza generalizada de los ciudadanos en las instituciones que representan y administran el poder divino y humano de este país. El estado de ánimo frente al Estado de Derecho y sus instituciones: el desencanto y desafección política de los ciudadanos, va parejo con el estado de ánimo de los fieles frente a la institución de la Iglesia.
La así llamada sociedad civil, la que cuenta, la “buena sociedad”, la acomodada, la establecida y organizada en fundaciones, asociaciones y empresas de todo tipo y negocio, la sociedad no gubernamental que critica al gobierno del que vive o para vivir de él –incluso la que participa en el gobierno entrando por la puerta de servicio sin entrar en los partidos políticos– también está bajo sospecha del pueblo soberano que nunca ha llegado a serlo en una democracia realmente existente. Esa sociedad civil, la que cuenta, ha sido y sigue siendo la sociedad burguesa.
Frente a todas esas instituciones los ciudadanos de a pie, el colectivo del hombre de la calle, el pueblo llano es la sociedad civil que no cuenta o cuenta menos para el Estado. Lo mismo que el pueblo fiel para la institución de la Iglesia. No es que no sean necesarias las instituciones, que lo son; no menos que el cuerpo para el alma, el orden para la convivencia y la ley para el espíritu que da la vida. Pero cuando la institución se pervierte y domina el cuerpo, el orden y la letra de la ley sobre la vida, se mata el espíritu y se esbafa* la institución y solo queda el aparato.
Una institución esbafada y sin vida, sin espíritu, es el producto de un mal servicio público y el acomodo de peores ministros. En realidad no son las instituciones las que se pervierten, en todo caso envejecen y se hacen inservibles cuando no se adaptan y reforman para servir a la vida que nunca se para. Los que se pervierten y las pervierten son los que se instalan en ellas, los que se acomodan, los ocupas que están y se aprovechan de su estado. Una institución es de suyo lo que no se mueve, y los que la corrompen los okupas que están para quedarse. Los banqueros que arruinan los bancos y las cajas de ahorros , los gobernantes que desmontan el Estado de bienestar y todos los “clérigos” –consagrados o no, los expertos– que viven de las instituciones y no para prestar el servicio que se supone, estos son los que las matan.
Lejos de las instituciones y fuera de ellas, contra ellas, hay una sociedad desmoralizada que no se mueve y, en todo casa, individuos cabreados o indignados que se echan al monte o la plaza para luchar contra molinos de viento. La pregunta es cómo levantar la moral y crear un mundo nuevo. Actualizar las instituciones obsoletas, desocupar las ocupadas por el egoísmo privado, por los corruptos, crear otras: inventar odres nuevos para vino nuevo. Recuperar el coraje perdido, realizar la justicia pendiente de las víctimas, poner a trabajar la esperanza, encarnar las buenas ideas, acuñar los mejores valores y ponerlos en circulación. Dar cuerpo al espíritu, fijarlo aquí y ahora: con los pies en tierra, de cuerpo presente.
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* Esbafar, palabra aragonesa equivalente a evaporar.
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