Sin querer robarle protagonismo al post de Boff Teología hecha por mujeres a partir de la feminidad, y ante la pregunta de Oscar sobre de qué mujer hablamos, me ha parecido necesario complementarlo con la pregunta ¿qué entendemos por feminidad, qué se espera de la teología hecha por mujeres. Y, como en un comentario en el hilo de Boff resultaría demasiado extenso e intenso, me permito una reflexión aparte para poder hacernos planteamientos imprescindibles cuando hablamos de la mujer y su implicación en los diversos campos sociales, políticos y, en este caso, religioso.
Al hablar de feminidad se le suele adjudicar una serie de cualidades femeninas, poco menos que congénitas a la mujer. No discuto que algunas de ellas estén en la constitución del cerebro de la mujer, no lo voy a discutir porque no sé nada de neurociencia, pero lo dudo muchísimo. De hecho he leído que la antropóloga norteamericana Margaret Mead estudió la tribu de los tchambull, (Papúa Nueva Guinea) en la que se encontraron unas actitudes en relación al sexo que son precisamente el reverso de las que predominan en nuestra cultura: allí la mujer es la que domina, ordena y es fría emocionalmente, mientras que el hombre se muestra sometido y dependiente.
Con esto quiero indicar que a lo que me voy a referir es a la feminidad como resultado de lo que las mujeres hemos vivido desde que apareció esta especie en el planeta tierra y de cómo se nos ha obligado a vivir, desde el dominio masculino, condicionando nuestro ser y estar en la vida.
Nadie discute que el sentido maternal es propio de mujeres, al igual que el sentido paternal es propio de los hombres. Y yo me pregunto ¿Por qué al sentido maternal se le atribuye cualidades adquiribles que no se le atribuyen al sentido paternal? ¿Es que el instinto paternal no ha podido ser modelado por la inteligencia humana? Al igual que este aspecto concreto, debemos preguntarnos por otros muchos que nos han hecho desiguales en nuestros comportamientos. A veces, si no rompemos el envase, no sabemos lo que hay dentro, y tenemos mucho miedo a lo que podemos encontrarnos y a lo que debamos desechar. Estamos en un cambio de época, no en una época de cambios, y hay que echarle valentía, de lo contrario, será la corriente la que nos lleve y no a la inversa.
El que se espere de una mujer que sea tierna, sacrificada, amable, afable, servicial, entregada, con especial sensibilidad para los valores sociales, religiosos, estéticos, más propensa a la dependencia y a la afectividad, etc. etc. ¿no es el resultado de su historia, de la vida de las mujeres y de lo que se ha esperado de ellas, bajo gravísimas condenas de todo tipo si no respondían a estas expectativas?
El que se espere de un hombre poder, control social, fortaleza, interés por la política y la economía, etc. etc., ¿no es lo que ha producido el resultado social que sintetizamos en el patriarcado, el androcentrismo o el machismo?
¿Son estas expectativas sociales resultado de un determinismo biológico?
¿Se espera de la teología feminista lo que hasta ahora se ha esperado de las mujeres en general? ¿O se espera que los hombres aparquen su rol de creadores de dioses y religiones, y escuchen qué tenemos que decir las mujeres desde la sumisión histórica que nos ha tocado vivir a esos dioses y a esas religiones? ¿O quizá se tengan que aparcar dioses y religiones creadas por ellos mismos y partir de cero a ver qué alternativas hay a dioses masculinos y religiones machistas, constructos humanos exclusivos de hombres? ¿Se espera que las mujeres aportemos una feminidad flácida, melosa, dulce, tierna, maternal, insulsa, a la teología de dioses poderos, omnipotentes, todopoderosos, invulnerables y áridos como cardos?
Pienso y creo que si desde el principio la cuestión se plantea equivocada, difícilmente vamos a hacer el camino en común. Será un proyecto frustrado.
Plantémosle cara con valentía al tema, y no temamos, que el resultado no va a ser peor de lo que lo hemos hecho hasta ahora en esta relación desigual de hombres y mujeres. ¡Cuántas mentiras nos han contado los hombres sobre dioses y demás derivados!
Vengo desde el ayer de años y siglos,
desde el pasado oscuro y olvidado,
con las manos atadas por la Historia,
con la boca tapada por silencios impuestos.
Vengo cargada de sufrimientos antiguos,
amasados en chozas, campos y ciudades,
arrastrando cadenas y muchas humillaciones
supuestamente “eternas” por insuperables.
Vengo del anonimato de l@s “donnadie”,
del quejido mudo de l@s “sinvoznivoto”,
de la marginación de l@s “poquitacosa”,
del abuso de poderíos remotos o recientes.
(Siento no poder poner el nombre de la autora, lo he sacado de un archivo antiguo y no sé quién lo ha escrito. Mi reconocimiento a la que lo escribió. Es sólo un fragmento, quizá vaya añadiendo alguno más).
Hola!
La primera doctora en informática en Estados Unidos fue una monja
http://www.aica.org/9698-la-primera-doctora-en-informatica-estados-unidos-fue-una-monja.html
Wisconsin (Estados Unidos) (AICA): Una monja católica estadounidense lanzó el “basic”, previó la inteligencia artificial y fue la primera doctora en informática de los Estados Unidos.
En la década de los ’60 del siglo pasado el Dartmouth College, en los Estados Unidos, permitió que las mujeres también pudieran estudiar ciencias computacionales.
En ese momento nadie imaginó que el primer doctorado en este campo para una mujer estadounidense sería obtenido por una religiosa: la Hna. Mary Kenneth Keller, que comenzó a desarrollar un lenguaje de programación que fue llamado “basic”.
El programa fue toda una novedad en aquella época pues hasta el nacimiento del “basic” sólo matemáticos y científicos podían desarrollar software a medida. A partir de la invención de la Hna. Keller más personas pudieron acceder a este lenguaje de programación.
……………….
Estimado Iñaki: La conclusión la obtengo de la convicción sobre la base de la literatura clínica, de que permanecer en una situación opresiva no fortalece (como si se tratara de los músculos del cuerpo y los ejercicios mecánicos) sino que progresivamente debilita y mata.
Es la mujer que logró escapar suficientemente a la opresión la que ha venido liberando a “la mujer” en general. Muchas mujeres maltratadas han sido abandonadas por sus maridos victimarios y han logrado recuperarse sin ningún marido al lado. De la opresión resulta casi inevitablemente la adaptación a ella.
A modo de hipótesis y como ilustración, sugiero que en muchas ocasiones fueran esas mujeres las que poco a poco propulsaran la liberación de la mujer. Hay mujeres históricamente significativas que nunca fueron maltratadas en matrimonio aunque en general es difícil que no hayan experimentado opresión de una u otra forma. Por ejemplo, algunas heroínas bíblicas; Teresa de Jesús que fue autodidacta en gran medida, la extraordinaria Hildegard of Bingen, que la encerraron en un monasterio a los ocho años (más o menos) y no solamente fue fundadora, poetisa, artista plástica y compositora brillantísima, sino que creo en sus monasterios un ambiente de libertad política para los seglares de su época sin precedente.
Y desde la otra vertiente ideológica mujeres como Rosa Luxemburgo o la Dolores Ibárruri que cito simplemente porque, se simpatice o no con su obrar o con su visión del mundo, fueron mujeres notables incluso, para muchos, en un sentido negativo. La lista pudiera ir en todas direcciones e interminablemente.
Un ejemplo extraordinario es objeto de un libro muy agradable de leer y añade un ejemplo andalusí. Se trata de (título) “Wallada La Omeya: La Vida Apasionada y Rebelde de La Ultima Princesa Andalusí” que se escapó hasta a la opresión de su propio padre de un modo extraordinario.
Con todo, agradezco que me haya dispensado atención. Un abrazo.
Iñaki, no entiendo porqué tienes esa idea de adherir a los derechos cualquier otra cosa, antes era la felicidad ahora son las obligaciones. No sé cómo hacerme entender que los derechos son el absoluto pata cualquier persona, hombre o mujer, punto. A partir de tener garantizados los derechos, cada ser humano que haga lo que quiera con su vida: si cumple o no con sus obligaciones, si es feliz o no lo es, nada tiene que ver con los derechos. Los derechos de una persona le pertenecen, no los adquiere, o nadie se los regala, son suyos, mientras que las obligaciones las adquiere o las rechaza, la felicidad la adquiere o la rechaza dependiendo de su libertad de elegir.
estoy muy de acuerdo en casi todo con Ana. Hasta que la Iglesia no ponga a la mujer en el sitio que le corresponde, no hay nada que hacer. He estudiado filosofia y letras, teologia…he leído y releído a teólogos y teólogas y siempre encuentro que éste tema en los ámbitos eclesiásticos, se toma con papél de fumar. Parece que es mejor poner paños calientes, no enfrentarse demasiado, está mal visto y se nos tacha de “feministas” en el mal sentido. Hasta cuando?. Por mi parte, ya he tirado la toalla y me he ido de la Iglesia Católica, que no, del grupo que quiere seguir a Jesús. Y me he ido porque me sentía asfisxiada en ése ambiente, que ya no me tenía nada que decir. Los dioses, comenzaron siendo femeninos, con la sedentarización, se impusieron los dioses patriarcales, y……hasta hoy. Sin embargo, yo si creo que nos diferenciamos en algunas cosas el sexo femenino y el masculino, y no precisamente en detrimento de aquél. Por los últimos estudios antropológicos. Así que ya está bien de medias tintas, e ir pisando huevos para no herir conciencias que no lo merecen. No tenemos nada que “pedir”. Nuestro puesto en el mundo, está en pié de igualdad desde que nacemos como personas.
Amigo George R.P, se agradece tu comentario, pero me vas a tener que perdonar. No acabo de entender como has podido llegar a semejantes conclusiones, leyendo un par de parrafos míos. Es evidente que me explico muy mal y soy merecedor de las reprimendas de Ana R,( mi paciente profesora en temas de feminismo), por mi empeño en mezclar derechos y felicidad. Detodos modos, permíteme una pregunta: ¿No los estarás sacando de contexto?.
No cabe duda que, como persona, doy prioridad a la felicidad específica que considero solo puede brotar de un equilibrio entre derechos y obligaciones. La mujer no agradece, sino que padece históricamente la opresión, el maltrato y lo que quieras añadir, del hombre machista. Este individuo(más que persona), abusando de su fuerza bruta ha sometido y somete a la mujer, desde in hilo tempore, no solo físicamente sino también culturalmente. Fijate en los talibanes que, en pleno siglo XXI, siguen poniendo dificultades al acceso de las niñas a la escuela. La mujer es evidente que no se resigna a semejante trato y lucha, a su manera, para liberarse de semejante atropello. Para mi, es de este terrible combate del que la mujer sale fortalecida psíquicamente, al tiempo que el bruto animal maltratador queda a la altura del barro, lanzando coces desesperadas. Desgraciadamente son demasiadas las que van quedando por el camino, pero cada vez son más las que van conquistando la dignidad que como personas les pertenece. No hay mas que ver cómo copan nuestras universidades, acaparan títulos, ocupan cargos de responsabilidad, etc.. Van tan rápido que su mayor riesgo pudiera ser, diría yo, el caer en algún tipo de masculinización.
Maternidad. Utilizo la palabra envidia en sentido de admiración. Veo quer no te fijaste en los signos en los que encierro la palabreja.Tengo cuatro nietas de cinco a siete años de edad y he vivido la experiencia y peripecias de todo tipo, de mi hija y mi nuera, tituladas ambas trabajando por cuenta ajena. Pues bien, para mi los periodos de embarazo primero y lactancia a continuación, son algo que no admite punto de comparación. El fenómeno tan característico de dependencia-renuncia-felicidad, de una madre con respecto a su ser querido, puedo quizá intuirlo, pero jamas sentirlo. A eso me refiero.
Dos afirmaciones leídas en el último comentario de Iñaki me han provocado un comentario aunque respeto las divergencias de opinión:
“¿Cómo ha sobrevivido y sobrevive la mujer en esta situación? A mi modo de ver porque, al soportar semejante carga, se ha hecho a sí misma psíquicamente mucho más fuerte que el hombre.”
La mujer no puede agradecer su victimización. Si tuviera que agradecerla estuviera agradeciendo el maltrato lo cual es un absurdo. La realidad parece diferente. Nadie sabe cuántas mujeres han muerto en vida y cuántas han muerto físicamente como resultado de la violencia del hombre a lo largo de la Historia. No me refiero solamente a la violencia llamada doméstica, a la que ocurra en el seno de la familia, sino a la que ha tenido que tolerar siglo tras siglo porque no se haya reconocido su dignidad humana y los derechos que la misma implica.
Hasta hace muy poco tiempo muchas mujeres hacían—quizás la mayoría sobre todo de clase media—lo mismo que ahora este obispo de Granada le aconseja: ser sumisa para ser mejor mujer. Esa distorsión moral era reflejo de otra distorsión aprendida a lo largo de los siglos desde que tuvo que inventar el maquillaje para competir por el marido y sigue manifestándose en el uso voluntario de la cirugía para corregir defectos que solamente resaltan de la comparación con un modelo que satisfaga más al hombre que a la propia mujer. He mirado muchos anuncios de cirugía cosmética y es común ver al cirujano (más que a la cirujana) marcando con un plumón por dónde debe quedar la silueta del cuerpo perfecto.
La opresión debilita y destruye. No hay vuelta de hoja y afirmar lo contrario es por lo menos irracional. El sufrimiento podrá ser en muchas situaciones inevitable pero no hay modo de que pueda ser razonablemente necesario.
El segundo punto que quiero comentar es el de la comparación y la envidia acerca de la maternidad.
“Hablando de desigualdad, la maternidad merece un capítulo aparte. ¿No queda el macho en un escalón inferior, al verse privado de la gratuidad del don maternal hacia el indefenso fruto de su vientre? ¡Qué envidia!”
Ya dije en un comentario anterior en este mismo hilo o en otro, que la estructura genética de la mujer sea más completa que la del hombre. Pero comparar constituye otra forma velada de opresión si la comparación conduce a la envidia o al menosprecio aunque sea de sí mismo. La maternidad de la mujer tiene el mérito que le corresponde. La no-maternidad del hombre tiene el suyo. La envidia no es un sentimiento sano. No sé para qué un hombre quisiera parir.
El problema de la oposición del hombre y la mujer—al punto de causar alguna clase de envidia—resulta de la percepción sociológica darwinista en la que la dominación sea necesaria. En el resto de los animales quizás pudiera ser el caso pero la alternativa a la opresión es la solidaridad, la colaboración en la que nadie tiene que compararse con nadie ni desear lo que sea o posea nadie.
Es cuestión de necesidad. Para que el Planeta perdure es necesaria la riqueza de la diversidad que no tiene que implicar, sino excluir la competencia o lucha de contrarios.
La humanidad conoce de sobras por las muchas catástrofes que ha sobrevivido, que la riqueza de la diversidad florece en la colaboración y no en el dominio, en la satisfacción de ayudar a que el otro o la otra sean como desean ser, en la convivencia y el respeto, en el amar y el servir compasiva y gratuitamente y estos sentimiento precisamente se orientan en el sentido contrario a la envidia.
Agradecido por vuestra paciencia, apreciadas amigas, enseñando al que no sabe y habla. En primer lugar retido lo de “a la ligera”, puesto que mi intención no es ofender. De todos modos, permíteme precisar, querida Ana R., que mi frase no es una afirmación sino una pregunta.
Creo entender lo que me quereis decir y estoy básicamente de acuerdo. Sin embargo, a pesar de vuestras aclaraciones, no consigo hacer desaparecer determinadas sombras. Tal vez sea mi empeño en mezclar churras con merinas.
Instructivo el ejemplo del recipiente, pero al referirme a las personas en general, prefiero hablar de una básacula con dos platillos. En uno de ellos coloco el absoluto de los derechos y en el otro, como contrapunto, las obligaciones. La felicidad la sitúo en el punto en el que el fiel de la balanza indica un equilibrio absoluto. Esta felicidad, a la que intento referirme, tiene muy poco de relativa.
Es evidente e injusto que, a lo largo de la historia, el hombre machista haya acaparado abusivamente derechos y la mujer, en función de su grado de sumisión, haya tenido que cargar con montañas de obligaciones. De ahí que la convivencia feliz entre sexos haya sido y siga siendo muy complicada.
¿Cómo ha sobrevivido y sobrevive la mujer en esta situación?. A mi modo de ver porque, al soportar semejante carga, se ha hecho a si misma psíquicamente mucho más fuerte que el hombre. Así, en muchísimas ocasiones se le ve como a una auténtica maratoniana. Ni se jubila y resiste carros y carretas sin derrumbarse. Le cuesta, mucho mas que al hombre, el sentirse frustrada cuando las cosas no le salen bien y hace lo que sea por salir adelante.
A pesar del rebrote de jovenzuelos machistas y maltratadores que pululan por las redes, diría que el camino de hombres y mujeres hacia la igualdad (no uniformidad), como personas con plenos derechos, es cada vez menos escarpado.
Hablando de desigualdad, la maternidad merece un capítulo aparte. ¿No queda el macho en un escalón inferior, al verse privado de la gratuidad del don maternal hacia el indefenso fruto de su vientre?. ¡Que envidia!.
Iñaki, dices: “La pregunta que me hago es si, este movimiento, no estará absolutizado en exceso los derechos, al tiempo que relativiza un poco a la ligera el concepto de felicidad.”
Vamos a ver, los derechos nunca se absolutiza en exceso, son absolutos en sí mismos, sin escapes posibles, es un coto cerrado, indiscutibles y sin matices que los aminoren. No se puede tener un poquito de derecho, a trabajar, a ser respetad@, a la salud, no ser maltratad@, etc. etc.
Por otra parte, no sé de dónde sacas que el feminismo relativiza a la ligera el concepto felicidad. Lo de “a la ligera” me parece ofensivo para el feminismo. No es el feminismo el que relativiza la felicidad, es que la felicidad es relativa, depende de cada persona. A una persona le hace feliz el sado, a otra persona le hace feliz llorar día tras día por cualquier contrariedad ante la que a otra le hace feliz la lucha por superar la contrariedad, otras personas encuentran la felicidad en una entrega generosa a costa de su bienestar, a otras les hace felices vivir en rencor permanente ante alguien al que considera su enemigo, etc. etc. etc. No existe la felicidad absoluta como concepto, sino en relación a cada persona.
Veamos si un ejemplo muy plástico te lo aclara: cuando necesitamos tomar algún líquido necesitamos un recipiente; el recipiente sería un absoluto, el líquido puede ser muy variado. Pues los derechos son lo imprescindible, después cada cual echará en su recipiente lo que considere le da felicidad.
Pues eso, para el feminismo, los derechos de la mujer no son discutibles ni maleables a gusto de gestores externos que nos los reconocen o nos los niegan. Y esto es válido para hombres y para mujeres. A partir de ahí, las personas buscarán su felicidad según sus opciones. Pero si a una mujer se la humilla o se la insulta, etc. etc.- contra el derecho a su dignidad-, difícilmente será feliz, por ejemplo.
Y, respecto a las mujeres de tu entorno, deben tener sus derechos asegurados, pero si abres la ventana al mundo, verás hasta el vómito las condiciones de millonadas de mujeres carentes de derechos. Para no ir muy lejos, en España hemos enterrado a 44 mujeres, este año, se han presentado 130.000 mil denuncias por maltrato, hay un alto porcentaje de mujeres maltratadas que no denuncian por razones varias,….¿De qué felicidad se les puede hablar a estas mujeres?
No me enfado Iñaki:
Desanima comprobar que caminamos todavía… en este tema ¡en pañales!
Y resulta cansino.
Hasta que los hombres no caminen al lado de las mujeres, trabajando sencillamente por lo que es justo yyy… necesario.
Todas las personas ganaríamos en ello ¡Todas!
Los problemas que conlleva esa ceguedad, causa un gran dolor a las mujeres en especial, porque están en muchos lugares convencidas que así debe ser… y en otros, la vida que tienen que soportar es durísima.
No defiendo a la mujer por encima de todas las cosas; siempre he reconocido que ella misma tiene mucho que hacer en ese camino ya comenzado hace siglos por mujeres espléndidas.
Es una labor en común para que pueda llegar con el tiempo…
¡A buen puerto y como futuro saneado para generaciones venideras!
mª pilar
No te me enfades Mª Pilar. Yo te reconozco todo lo que quieras y te doy la razón al cien por cien, dada la casuística concreta hacia la que derivas. Yo, un poco zoquete y cabezón a la hora de entender algunas cosas, he tenido y tengo la suerte de convivir, en mi entorno familiar, con mujeres que me dan vuelta y raya. De ahí quizá mi forma sesgada de acercarme al tema del feminismo. La pregunta que me hago es si, este movimiento, no estará absolutizado en exceso los derechos, al tiempo que relativiza un poco a la ligera el concepto de felicidad.
Si el hombre, teniendo todo a su favor no sabe ser pleno (dichoso-feliz o no) y para demostrar su ser “superior” (según ellos) tiene que rebajar, maltratar, esclavizar, insultar, injuriar, menospreciar a la mujer…
Tiene que tratarse de ese flagrante problema, de verdad está enfermo, en su mente y en su corazón…
También la mujer puede padecer la misma enfermedad, por supuesto, el tema es otra cuestión…
No querer, desear, trabajar unidos ambos hombres y mujeres, en conseguir el respeto y reconocimiento mutuo al que ambos tienen derecho, reconociendo que a las mujeres se les ha negado convirtiéndolas en meros artículos de uso…
Tan difícil es de reconocer???
m pilar
Ya sé, Iñaki, que tienes una duda recurrente sobre el tema de la felicidad asociada al sexo de las personas. Pienso que la felicidad en una cuestión individual, ya sea para hombres como para mujeres. Así nos encontramos con personas que encuentran la felicidad en situaciones de lo más variadas, desde una persona que es feliz en el sufrimiento sobrevenido o buscado, incluso hay quien es feliz siendo masoquista, o en conductas de lo más abyectas, las hay que son felices en un estado permanente de rencor, de odio, etc. etc. Son estados de ánimo elaborados para consumo personal. Y la mayoría de las personas buscan la felicidad en miles de posibilidades que da la amplia gama de eso que llamamos amor.
Punto y aparte. Otra cuestión son los derechos de cada persona, sea hombre o mujer. A nadie se le pueden negar unos derechos que son suyos, da igual el sexo al que pertenezcan. Son suyos, a partir de aquí, que cada cual gestione su felicidad o su infelicidad como quiera.
En el tema de la mujer, lo que se pide es que se le reconozcan a nivel social, laboral, legislativo, religioso, etc. todos sus derechos como persona. Y esto no tiene que ver con la felicidad, aunque la negativa de sus derechos, incluido el derecho a la vida, sí la puede hacer muy infeliz. Pero nadie es quien para quitar los derechos a la mujer por el hecho de serlo, porque así será más feliz ¡¡¡!!! La felicidad nos la gestionamos cada cual, los derechos son nuestros, no de quien nos los quiera gestionar.
Querida Ana, estoy siguiendo el hilo con mucho interés y he aprendido mucho de derechos , desigualdades, opresiones, humillaciones, etc., entre machos y hembras, pero al parecer no lo suficiente. En esta temática siempre me quedo empantanado en un punto oscuro: el silencio en torno a la felicidad de las personas, con independencia del género. La pregunta que me hago como varón, una y otra vez es..¿De qué me sirve disfrutar de todos los derechos, el tener todas las desigualdades a mi favor, el poder oprimir a quienes conviven en mi entorno, etc., si soy un perfecto desgraciado?. En fin, no creo posible demostrar que el hombre, por el simple hecho de serlo, sea en general más feliz que la mujer. ¿Por qué?.
No sé por qué, me viene a la memoria el….è pure se muove de Galileo Galilei, camino de la celda. Admito que los derechos son una cosa y la felicidad otra…y sin embargo siempre acabo dándole la prioridad a la última.
En público.es ya han bautizado el libro como “Càgate y ve a su misa”.La del arzobispo…
Ante el revuelo armado por el libro de la sra. Constanza Miriano, la autora, muy coherentemente ha declarado: “Si lo que les molesta es la palabra sumisa, que quemen la biblia”.
Sí señora, ha dado en el clavo. dejemos entre las llamas del pasado todo lo que la Biblia, AT y NT, han puesto en boca de Dios contra las mujeres. Dejemos de llamar sagrados a unos libros tan impresentables y violentos contra las mujeres, dejemos de decir que son palabra de Dios. Desenmascaremos tanta mentira, tanto machismo, tanto engaño.
Leamos, quien quiera, estos libros como lo que son, el reflejo de sociedades y formas de pensamiento y de comportamiento de otras épocas, y demos a Dios lo que es de Dios… y a los varones que los han escrito, lo que es suyo: su autoría.
Una diputada socialista de Granada le va a preguntar a Ana Mato si el libro “Cásate y se sumisa” incita a la violencia de género-dice el plural.com…-.Craso error.La ministra de Sanidad leyó muy de joven el libro “Càsate y lo que tu marido dice va a misa”.Extracto algunas de las frases memorables de este libro:”No tengas lengua de serpiente,no incomodes a tu marido con preguntas de portera…¿Qué tu marido aparca un jaguar en el garage.?.No preguntes so cotilla.¿Acaso tu marido te tiene que dar explicaciones de porqué vive por encima de vuestras posibilidades?.Deja a tu marido la economía familiar que si no te darà con la gürtel…”.
Desde la Perfecta Casada de Fray Luis de León por allá por 1583,
Los Consejos de las Viudas de la Zarzuela “La corte del Faraón” de 1910,lejos lo más entretenido en este tipo de adoctrinamiento (http://www.youtube.com/watch?v=2Rqocw5Ke88
pasando por la Señorita Primo de Rivera y su” Guía de la Buena Esposa” en 1953 rematamos con la italiana y el Obispo de Granada en pleno siglo 21.
Lo curioso es que todos los que escribieron manuales en serio eran solteros, y todos dicen lo mismo que dicen las viudas de la zarzuela, que por supuesto está en broma.
Me pregunto, ¿Existe un Manual del Buen Esposo? ¿O del Perfecto Casado, o un “Cásate y no seas un cabrón flojo, desordenado, infiel y explotador de mujeres”?
Gracias, Vicedo y Duato, por este reportaje. Es dolorosísimo ver que ocurran estas cosas, y un@ duda si estamos hablando de especie humana o de qué especie, puesto que los animales raramente atacan a sus hembras como lo hacen los humanos.
Cada milímetro de libertad y dignidad que vayamos consiguiendo en distintas parcelas del planeta, un día u otro llegará a esos lugares del mundo en los que las masacres son tan brutales y tan sin sentido. Es la causa de la MUJER la que defendemos, estén donde estén las mujeres.
No es un tema baladí, no es un tema más, no es cosa de mujeres, son crímenes de lesa humanidad. Siempre sospecho de una cierta indiferencia y frialdad cuando se trata este tema, mientras que derramamos raudales de tinta hablando, por ejemplo, de la vida después de la muerte, o de temas del catecismo, mientras, los cientos de millones de mujeres que viven muriendo y sufriendo, apenas se nos ocurra qué decir o hacer.
Este es el objetivo del feminismo, la lucha sin cuartel por la defensa de la mujer.
Muchas gracias Sr. Vicedo y Antonio por ponder el enlace disponible. Es extraordinariamente doloroso pero igualmente contundente y revelador.