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110 Días de papado

ArregiMiro con asombro las esperanzas que sigue despertando entre los católicos –y tantos otros que no lo son– el papa actual, el bendito papa Francisco a quien bendecimos como él nos pidió. Ya lleva 110 días, y no soy quién para decir cuánto hay de esperanza y cuánto de expectativas ilusorias en esta euforia papal que siguen mostrando los mejores –los más sencillos, inquietos, abiertos, los buscadores de lo nuevo entre los ruinas de lo viejo– de dentro o de fuera de la Iglesia católica.

Yo no comparto la euforia y tantas expectativas, pero quiero compartir y cuidar la esperanza que late en ellas. Pido perdón de antemano a quienes estas líneas puedan parecer demasiado escépticas, exigentes o simplemente impacientes. Pido perdón, y también licencia para errar. Y si algún día viera que yerro, seré el primero en alegrarme y en reconocerlo, con la bendición del papa Francisco.

1. No basta con que el papa sea buena persona. El papa Francisco atrae. Rezuma bondad. Su porte natural, su mirada directa, franca, su rostro afable, sus brazos grandes y acogedores; su trato llano, cercano; su estilo personal austero, sus zapatones viejos, su residencia en Santa Marta en vez del Vaticano, casi como uno más, su asiento vacío en el concierto para gentilhombres de otros tiempos; su palabra sencilla, descomplicada, fresca… todo eso nos toca el corazón, y también la razón, porque es un espejo de lo mejor que somos y que no llegamos a ser del todo y a lo que en verdad aspiramos en medio de todas nuestras contradicciones.

¿A qué se deben entonces mis cautelas? Se deben a que en un papa no cuenta solo su persona, sino aun más la institución y la ideología que la sustenta. El problema de fondo es el sistema católico, un sistema teocrático, una monarquía absoluta sustentada en “dios”. Y mientras eso no cambie, nada sustancial cambiará, por bueno que sea el papa. Después de un papa humilde, austero y dialogante, puede venir otro más duro, ostentoso y rígido. ¿Qué habríamos adelantado?

2. Tampoco basta con reformar la Curia. Las curias vaticanas forman parte de ese sistema y de todas sus contradicciones. Un enorme aparato de poder sacralizado, de poder sustraído a todo control. Un mundo corrupto de lobbies, como nos acaba de decir el mismo papa (¡y qué más da que los lobbies estén formados por heterosexuales o por gais!). Un inmenso engranaje, del que el papa es cabeza y cautivo a la vez. Es imposible que una persona ejerza un poder absoluto, y es inevitable que el poder se diluya en organismos incontrolados, que oficialmente dependen del papa, pero de hecho y en la sombra manejan los hilos. Una contradicción difícil de resolver.

Ahora bien –se dirá–, el papa Francisco ya ha anunciado reformas radicales en la Curia. Es verdad, y estoy seguro de que las llevará a cabo. ¿Bastará? Creo que tampoco bastará con eso. Y ello porque las curias vaticanas no poseen la última llave del sistema. Las llaves están en manos del papa. Todo el poder está concentrado en una persona, y mientras eso no cambie, lo esencial del sistema seguirá vigente (por mucho que se depuren las curias, se suprima el Banco o incluso se anule el Estado del Vaticano). Seguirá en pie el poder absoluto, y otro papa podrá rehacer lo que éste deshaga.

3. Otra teología, otra Iglesia. “Francisco, repara mi Iglesia que amenaza ruina”, dijo Jesús a Francisco de Asís desde el crucifijo de San Damián, según la leyenda. En nuestra sociedad moderna, la Iglesia católica – o el cristianismo católico– es un edificio en ruinas (podría decirse algo similar del cristianismo tradicional en conjunto, pero dejemos eso de lado). Y no se trata solo, ni siquiera en primer lugar, de su estilo de funcionamiento, ni siquiera de sus riquezas institucionales y escándalos personales, por graves que sean. Hay un abismo creciente entre la Iglesia y la cultura, como se hace patente en el vacío progresivo y desolador de las Iglesias. La Iglesia ya no constituye una buena noticia, un lugar de consuelo y liberación.

“Francisco, repara mi Iglesia”. Si no se repara, se irá cayendo. Pero, para repararla, es preciso remover los cimientos hasta los mismos fundamentos, hasta refundarla en Jesús. No para repetir a Jesús, sino para hacer presente hoy su buena noticia. Que la Iglesia se deje inspirar por el aliento y la energía sanadora de Jesús, por su rebeldía profética, por su confianza apacible, por su esperanza activa. Que reinvente los dogmas o deje libertad para hacerlo, que las creencias valgan en la medida en que inspiran, que todas las normas morales vinculen en la medida en que ayudan a las personas y a todos los seres a respirar y vivir. Que reinvente todo los ministerios de servicio y de autoridad eclesial, rompiendo de una vez la lógica del poder sacralizado, clerical y patriarcal.

Mientras no suceda eso, la ruina de la Iglesia seguirá avanzando, y seguirá sepultando la buena noticia. ¿Pero es posible reparar esta Iglesia?

4. Solo haciendo que sea plenamente democrática. La Iglesia católica podrá ser Iglesia liberadora de Jesús con una condición, no suficiente, pero sí necesaria: su plena democratización, desde la última parroquia hasta la cúpula vaticana. La Iglesia católica no podrá ser y anunciar una buena noticia a los hombres y mujeres del siglo XXI, mientras el poder absoluto y vitalicio siga concentrado en manos de un papa, y éste siga nombrando a los obispos y cardenales que elegirán al papa siguiente; mientras no sean las comunidades quienes elijan a sus dirigentes, varones o mujeres, para todas las funciones, superando radicalmente un esquema clerical totalmente ajeno a Jesús; mientras los obispos (varones o mujeres) no sean elegidos por sus diócesis, y el papa no sea un presidente o presidenta elegida por las diversas iglesias locales para un tiempo limitado; mientras los tres poderes (legislativo, judicial, ejecutivo) no se distingan y vuelvan a las comunidades, que es la única manera de que el poder sea humano (y solo así divino).

Vayamos al meollo: la gran reforma que, desde el corazón del mundo de hoy y de todas las criaturas, el Espíritu o la Ruah creadora y consoladora pide a la Iglesia requiere que el papa, con su poder todavía absoluto, declare nulo el poder absoluto del papa, es decir, que anule los dos dogmas que lo sustentan, que fueron promulgados por el Concilio Vaticano I (1870) y que el Vaticano II dejó intactos por imposición de Pablo VI: la infalibilidad y el primado absoluto del papa sobre todas las iglesias.

No basta con que el papa Francisco sea un nuevo Juan XXIII, pues después de éste vinieron Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI, y 60 años después estamos donde estábamos antes; en realidad, hoy estamos mucho más lejos del mundo, pues el mundo ha cambiado mucho desde entonces. Mientras el papa detente todo el poder, todo dependerá de cómo sea el papa (y los poderes ocultos nombrados o tolerados por él).

5. ¿Podemos esperar tanto del papa Francisco? A mi modo de ver, nada de lo que sabemos de su pasado y le hemos oído decir o visto hacer en estos 110 días permite esperar que promueva la reforma radical que urge en la Iglesia. No se lo reprocho, pues también él, con toda su bondad, es rehén del sistema. Pero en su bondad y frescura también es testigo del Espíritu de la Vida que ama y respira en todos los seres y que sigue recreándolo todo desde el corazón de todo. En él sí esperamos, y seguiremos empujando la reforma de la Iglesia desde abajo, sea o no sea promovida desde arriba.

Para orar

Invocación a la Divina Sabiduría-Sophía

“Oh Sabiduría-Sophía,
Poder y esplendor de Dios.
Alimenta en tu mesa generosa nuestros espíritus hambrientos.
Yo soy el camino, la verdad y la vida:
Venid a mí, venid a mí.
Yo soy la Luz que os muestra el camino:
Venid a mí, venid a mí.
Yo soy el vino, la fuente de vuestro crecimiento:
Venid a mí, venid a mí.
Yo soy el agua viva que sacia vuestra sed:
Venid a mí, venid a mí.
Yo soy el Pan vivo que os da fuerza:
Venid a mí, venid a mí.
Yo soy la vida vertida en vuestros corazones:
Venid a mí, venid a mí.
Yo soy la resurrección y la vida:
Venid a mí, venid a mí.
Yo soy la Vida de la creación entera.
Venid a mí, venid a mí.

(Colleen Fulmer)

16 comentarios

  • Guadalupe Compeán Flores

    José dóde andas??
    Porque ya no has publicado, te extraño!!!
    Espero que estes bien!!
    Saludos
    Guadalupe

  • oscar varela

    CARTA ABIERTA AL PAPA FRANCISCO PASADOS LOS 100 DÍAS DE SU PONTIFICADO.
    Nicolás Alessio, sacerdote, teólogo
    http://www.redescristianas.net/2013/07/12/carta-abierta-al-papa-francisco-pasados-los-100-dias-de-su-pontificadonicolas-alessio-sacerdote-teologo/
     
    Hermano Francisco: Quiero escribirte para conversar tan solo dos temas:
    1.- La homosexualidad no es una enfermedad. Es solo una manera más, entre otras, tal vez “extraña” para algunos, de vivir el amor, el erotismo y la sexualidad. Este es el primer tema.
    Es urgente abandonar esta posición para no seguir siendo cómplices de la violencia, los prejuicios, el desprecio, el maltrato, las agresiones, los insultos, los agravios, las exclusiones, los abusos, que a lo largo de los siglos se han producido y se siguen produciendo contra la comunidad homosexual.
    Por otro lado, habría que pedir perdón públicamente a la comunidad homosexual mundial por esta doctrina que ha alentado y legitima tanta homofobia.
    2.- No somos dueños de la verdad. La verdad nos desborda.
    ¿Cómo hablar de diálogo sincero cuando nos creemos voceros de verdades supremas, últimas, absolutas?
    Deberías urgente levantar, anular, borrar, quitar todas estas censuras, penas o sanciones.
    No hay que temer cuando la verdad se busca honestamente.
    El proceso iniciado por mi Arzobispo Carlos Ñáñez, por haberme manifestado públicamente a favor del Matrimonio Igualitario ha culminado, como sanción y como castigo, con mi expulsión del estado clerical.
    Ahora estoy en otra “trinchera”, pero no he claudicado en ninguna de mis convicciones.
    Julio 2013
    …………….
    PS.: Agradezco el continuado Servicio que hace Juan Cejudo Caldelas. – Oscar.

  • josefa

    No he leido otro comentario tan completo del sí y el no  (lo vemos todavía) del Papa Francisco. Me temo que su teología y su “mansedad”, impiden las necesitadas formas y reformas que exigen lo que debiera ser la vuelta a las subversiones de Jesús sobre lo que él origino la transparencia de Dios.
    El Vaticano y el Templo …. No….

  • Carmen Pereira

    También yo coincido con José Arregi . Pongo en sordina las expectativas de reforma en la curia romana. Francisco será incapaz de hacer gran qué. No podrá hacerlo solo ni acompañado de esa reducida comisión contaminada de prelados.  Refiriéndome al tema que recalcan tanto Celso Alcaina como Francisco Asensi, me confieso escandalizada por las canonizaciones en sí y por el método perverso de llevarlas a cabo. Es una evidente manipulación de Dios, amén de una discriminación insoportable. Es soberbia arrogarse el poder de delimitar lo natural de lo sobrenatural. Es soberbia atribuir a Dios aquello que pudiera deberse a otras causas. Es soberbia e inconsciencia atribuir un hecho (siempre una curación) al candidato a santo, sólo por el testimonio del sanado y por haber besado su estampa. Repugna a mi razón que una superiora o fundadora de un instituto eclesiástico – y lo mismo se aplicaría a persona relevante en esta vida terrena- realice milagros, mientras que la simple monja, o cura de aldea o barrendero municipal,  sean incapaces de doblegar el designio divino sobre la Naturaleza cósmica. Y si la Religión se opone claramente a mi razón, me quedo con la razón. A propósito de la inconsistencia y ridiculez de las canonizaciones, quiero recordar aqui el artículo que Celso Alcaina colgó en su blog y traído a Atrio el 2 de abril de 2011: “Santo es Dios”. En ese escrito, se novelaba la supresión de la Congregación de Canonizaciones y la renuncia del papa a tíulos que incluyeran la palabra santo.

  • ana rodrigo

    Nada más dejar constancia
    *de mi falta de tiempo para poder participar en atrio.
    *que me muero de ganas por hacerlo.
    *Que estoy de acuerdo con todo lo escrito hasta ahora en este post.
    * Y añadir, por mi parte, la convicción de que el Vaticano es una cueva de “bandidos” con respecto al proyecto de Jesús y al Dios de Jesús.
    *Y que esta iglesia  tal como está configurada actualmente y en gran parte de su pasado, no tiene remedio si no se toma desde su raíz y se fumiga todo aquello que nada tiene que ver con su razón de existir: crear la sociedad alternativa según los valores que Jesús vivió y dejó como legado.

  • Celso Alcaina

    Cuando redacté y colgué el comentario anterior, no había leído el de Asesi porque fueron colgados simultáneamenre. Tomaba como pretexto y me refería a cuanto Josefa escribía. El comentario de  Paco Asesi me resulta igualmente clarificador y aceptable en todos sus términos. Somos legión quienes deseamos cambios en la Iglesia. Pero somos muchos los conscientes de que Francisco sólo logrará maquillajes que no afectarán al meollo, a su naturaleza. Hoy sólo aludo a la Congregación para las Causas de los Santos. Hay mucho más. Tenemos una iglesia artificialmente constituida sobre bases apenas jesuánicas. Ésas son las bases a descubrir, a potenciar. Caiga quien caiga. Si fuere preciso, el primero, el papa.

  • Celso Alcaina

    Josefa cita, entre los despropósitos de nuestra iglesia, los milagros y las canonizaciones. No me resisto a participar y acentuar su criítica. Todas las canonizaciones son un paripé y un insulto al Dios en quien creemos. Una burda manipulación de Dios, a quien se utiliza para el culto a la persona. Además, es una escandalosa discriminación por amiguismo, por dinero, por prestigio social, por sectarismo, por demagogia. Pero, díganme, si no, a qué viene que el papa anterior sea canonizado por su sucesor y deudo. Que a un papa (o a un Juan de Ávila) se le perdone un milagro porque sí. Que a unos se le acorten los plazos establecidos, mientras a otros se les paralice la posición durante siglos. Que en los procesos de beatificación no se admitan testimonios negativos. Que los médicos peritos (siempre limitados en su ciencia, sumisos católicos) sean designados selectivamente sólo por la curia. Que los milagros se refieran siempre a “curaciones” y no a otros eventos igual y presuntamente bajo la potestad de ese dios, a quien hacen responsable de la maravilla. Que el candidato a santo realice “milagros” sólo con el objetivo de ser elevado a los altares dejando luego de producir esos efectos “médicos”. Que el dios que curó a Floribeth se inhiba ante semejantes dolencias de otras muchas personas, incluso cuando han invocado al mismo futuro santo. Que el Dios que dotó de leyes rígidas e intocables a nuestro mundo rompa esas leyes y se rinda ante la súplica de un “enfermo” para glorificar a un humano. Que sólo los que disponen de mucho dinero y/o enchufes en el Vaticano logren las beatificaciones y canonizaciones…
    Todos o muchos católicos de buena fe esperamos una reforma a mejor de la curia romana por tratarse de un espejo de la institución. El departamento curial de las “causas de los santos” debería ser suprimido. Constituye  una ofensa a Dios, al nuestro, al de todos. Dudo que Francisco se atreva. Por favor, Padre Francisco, hágalo antes de que los actuales curiales o cardenales lo eleven a los altares convirtiéndolo en ridicula estatua.
     

  • francisco asensi

    A propósito de las próximas canonizaciones (Juan Pablo II, Álvaro del Portillo del Opus Dei, mártires de nuestra guerra civil…), uno se pregunta ¿otra Iglesia es posible? Estamos donde estábamos. Una de cal y otra de arena. Somos nosotros, ilusos, quienes, al ver una golondrina, creemos que ya llegó el verano. ¡Ni la primavera ni el verano!  La Iglesia-institución  con todos sus dogmas (creaciones humanas, hoy inservibles) es un poder religioso que nada tiene que ver  con el Jesús de los Evangelios. Si esta Iglesia no fue fundada por Jesús, ¿por qué nos aferramos a ella? Juan XXIII intentó “evangelizar” la Iglesia. Ahora el papa Francisco canonizará a Juan Pablo II que anuló el Concilio Vaticano II ¿Qué pensar de contradicción tan garrafal?
    Pues eso, que otra Iglesia no es posible.

  • josefa

    ¿Quién pone el cascabel al gato?
    Están dándo demasiadas noticias que corresponden a … milagros, … … más gloriosa  cadena de santificaciones, los grupos  y sus celebraciones específicas de pietismo y al aire particular , siguen en su terreno. Lo de Brasil y las masas de estos  ya tienen su exaltada reunión y coste… ¿…?  ¿España está en lo mismo y por los mismos representantes jerárqicos?

  • oscar varela

    ¡¡¡Maddi!!!

    Me adhiero a la sorpres-alegría de rodrigo.

  • Rodrigo Olvera

    Hola Maddi
     
    Un gustazo leerte y mucho más con lo acertado de tu comentario.
     
    Un abrazo

  • oscar varela

    Hola!
     
    A) Leo: QUE …
     
    – Que la Iglesia se deje inspirar por el aliento y la energía sanadora de Jesús.
    – Que reinvente los dogmas o deje libertad para hacerlo,
    – Que las creencias valgan en la medida en que inspiran,
    – Que todas las normas morales vinculen para ayudar a respirar y vivir.
    – Que reinvente los ministerios de servicio y de autoridad eclesial.
    ……………..
    ¿Pero es posible reparar esta Iglesia?
    …………….
     
    NO! Mientras …

    – mientras el poder absoluto y vitalicio siga concentrado en manos de un papa,
    – mientras no sean las comunidades quienes elijan a sus dirigentes
    – mientras los obispos (varones o mujeres) no sean elegidos por sus diócesis
    – mientras los tres poderes (legislativo, judicial, ejecutivo) no se distingan y vuelvan a las comunidades
    …………………….
     
    B) Me pregunto:
     
    Todos aquellos “in-convenientes” los encuentro no solo en la Iglesia
    sino como instalados en las Instituciones en general;
    más aun, diría que en nuestra propia “falta de comprensión” para con-vivir (en n/Continete; n/Ciudad; n/Barrio; n/Consorcio; n/Familia; en fin: con “nosotros mismos”) …
     
    … entonces …
     
    ¿de dónde sacamos fuerza y proyecto para superar esos “mientras”?
    ……………………
     
    Es decir: ¿Cómo ¡Ir todavía!? – Oscar.
     
     

  • oscar varela

    Hola!

  • Celso Alcaina

    Suscribo de principio a fin este artículo de Arregi. Es más, me hubiera gustado ser yo quien lo hubiera escrito, aunque fuera con un estilo menos pulido. Son afirmaciones con las que yo coincidía, aunque dispersamente, en mis aportaciones. Al mismo tiempo que admiro el talante de Francisco, hago mías las dudas, los recelos, el escepticismo del autor. Conozco de primera mano la situación. Son evidentes las limitaciones – y contradicciones – de cualquier papa (0 papado), no sólo ante “su” curia; también ante “sus” obispos,  “sus” cardenales, “su” corte. Y, sobre todo, ante “sus” dogmas, ante la “palabra de Dios escrita”, ante la “Tradición”, ante la historia, ante la política, ante la diplomacia, ante el dinero. También yo, como Xosé, quisiera equivocarme. En todo caso, aún esperando pequeñas posibles mejoras eclesiásticas, los ahora vivientes no veremos esa iglesia anhelada, la que recogiera el genuino movimiento de Jesús.
     

  • Efectivamente, se trata de un problema sistémico. Buena gente la hay en todos los sitios, afortunadamente. Lo que es necesario son estructuras flexibles que hagan posible la participación universal de los creyentes en la acción y en la toma de decisión… La Fe Bahá’í tiene esa estructura  😉
     
    “Soy la sabiduría y la verdad: Sophia la Eterna,
    La planta perenne, más allá del tiempo, soy única,
    Soy el rio, soy el útero,
    La planta perenne, Sophia… Sophia…”
     

  • oscar varela

    Hola!
     
    Me es comprensible el escepticismo del Autor, al mismo tiempo que me parece no ahondar en el problema en que estamos hoy com-prometidos.
     
    Estimo que andamos necesitados de una “nueva” comprensión del “ser humano” y del “mundo”; e.d. de la “vida humana”.
    ………………….
     
    Esa extraña realidad —la vida humana— no es una cosa física ni una cosa psíquica. Es un puro acontecimiento de carácter dramático. Es lo que me pasa a mí y lo que te pasa a ti, donde yo o tú no somos sino eso que nos pasa.
     
    La más notable peculiaridad de esa realidad que consiste en acontecer está en que posee de suyo, por sí misma, estructura.
     
    La realidad física y la realidad psíquica no se presentan a nuestra percatación como estructuradas, sino al revés: son polvo de realidad que reclama una estructura. Nuestra mente, solícita, acude a ese defecto y pone en los fenómenos físicos, en los fenómenos psíquicos una ar­quitectura que ellos no tienen. Por eso física y psicología son construcciones.
     
    En cambio, nada de lo que nos pasa en nuestra vida nos pasa aisladamente, sin conexión. Nos pasa esto porque o en vista de que nos pasa esto otro y, en última instancia, porque nos pasa querer vivir. Si no quisiéramos vivir, si de verdad quisiéramos no vivir no nos pasaría nada, ni siquiera nos dolerían las muelas.
     
    La estructura de la vida es, por lo pronto, individual, concreta la de cada vida. Pero hay, al mismo tiempo, una estructura formal de la vida que nos permite hacer afirmaciones generales, como ésta: el hombre al vivir está siempre en alguna creencia referente a lo que le rodea y a sí mismo.
     
    Dicho de otro modo: se vive siempre desde ciertas creencias. Más propiamente que en la Tierra, donde el hombre está es en sus creencias. La modifica­ción más grave que puede experimentar la vida humana es un cambio de sus creencias básicas.
    …………………..
     
    Poco después de 1600 el ser humano sale de la duda renacen­tista y se instala en una nueva creencia, en la creencia -moderna». Sustituye a la fe en Dios la fe en la razón.
     
    La razón no es sino una fe como la otra. Antes era Dios quien revelaba lo necesario para cumplir su destino. Ahora se cree que el intelecto humano es un maravilloso instrumento que si le hacemos funcionar bien nos revela el ser de las cosas.
     
    El prodigioso fruto de esta nueva fe fue la ciencia fisico­química cuyas aplicaciones han transformado la vida mate­rial del hombre. Jamás creencia alguna ha cumplido mejor sus promesas iniciales.
     
    ……………..
     
    La eficiencia admirable de la razón en algunos órdenes trae consigo que no se pueda dejar de creer en ella y, sin embargo, la crisis nos muestra el gusano de la duda. Sentimos la ambigüedad. 
     
    La razón había prometido resolver al hombre todos sus problemas. Pero ha ocurrido que mientras resolvía los problemas que plantean los objetos corporales, han fracasado una y otra vez ante los problemas propiamente humanos. Esto nos ha hecho caer en la cuenta de que la famosa razón no era toda la razón sino solo la razón física o naturalista.
     
    Se trata de una limitación a que la razón se condenó desde su primer paso, dejándose influir por la tradición griega partió desde luego en busca del ser de las cosas, donde ser significa algo fijo y estático, el ser que ya es cada cosa. El prototipo de ese ser era el ser de los conceptos y de los objetos matemáticos, un ser invariable, un ser siempre lo mismo. Como se encontró con que las cosas corporales eran mudadizas, eran movimiento tuvo que bus­car lo que en su cambio no varía, lo que en su movimiento permanece. A eso es a lo que llamó la «naturaleza» de las cosas. Y, en efecto, las ciencias físicas, químicas y biológicas buscan en los fenómenos su ser fijo, su naturale­za. Y lo mismo quiso esa razón hacer con el hombre. De aquí su fracaso.
    …………………..
     
    Ahora estamos perdiendo la fe exclusiva en esa razón y hemos quedado libres para buscar el«ser» del humano sin que nos estorbe el prejuicio del natura­lismo. Hemos caído en la cuenta de que la razón física tenía que fracasar ante los problemas humanos. Porque el ser humano no tiene «naturaleza», no tiene un ser fijo, estático, previo o dado.
     
    No solo varía como los cuerpos, es decir con una pseudo-variación que circula dentro de unos límites invariables, dentro de la ley de sus variaciones, sino que varía ilimitadamente. Es algo radicalmente plástico capaz de ser esto y lo otro y así sin límites.
     
    Para hablar del ser del humano tenemos que inventar un concepto de ser no-eleático, como se ha inventa­do un espacio no-euclidiano. El ser humano es el humano paleo­lítico pero también es la Marquise de Pompadour, es Genghis Khan y es Stephan George, es Pericles y es Charles Chaplin. Las formas más dispares del ser pasan por el humano sin que este se adscriba a ellas.
     
    Cada una de estas formas de ser significa una experiencia fundamental que el hombre hace, la cual una vez hecha revela su limitación. Esta limitación le abre los ojos para otra forma de ser no ensayada. Es decir que pasa a ser una cosa porque antes fue otra determinada.
     
    El hombre, que no es, se va haciendo en la serie dialéctica de sus experiencias. Y por tanto lo único que podemos saber del hombre es lo que ya ha sido.
     
    En suma, que el hombre no tiene naturaleza sino que tiene… historia.
    ………………
     
    Ha llegado el momento de que la razón que era sólo física se libere de esta limitación y de que el hombre crea en la razón histórica. Porque hasta ahora lo que había de razón no era histórico y lo que había de historia no era racional.
     
    Necesitamos una nueva revelación y esa revelación sólo puede venirle de la razón histórica.
    ……………
     
    NOTAS:
    1)      en otro Post re-aparece el asunto de la “resurrección”. Lo acá dicho a mí me sirve para darme cuenta que la “resurrección” no encontrará solución alguna en esos planteos “físicos” de qué sea la “vida humana” que resucitaría.
    2)      El pensamiento expuesto es casi literalmente expresado por José Ortega y Gasset.