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Jesús para nuestro tiempo —2—

DiarmuidContinuamos la publicación del Primer capítulo de ‘Alcanzando a Jesús’ de Diarmuid O’Marchu inicida el domingo pasado. Reiniciamos la tradición en ATRIO de los martes teológicos. Esta vez con una serie de este autor “chocante”, cuyo lenguaje sorprende y que sugiere preguntando más que afirmando. Creemos que nos puede ayudar a reflexionar y buscar. Hoy seguirá presentando otras tres cadenas con las que las iglesias han encadenado a Jesús.

Segunda Cadena.  Del Cautiverio de la Supremacía Divina.

La Iglesia perpetuamente enseña la unión lograda de la divinidad y humanidad en Cristo, y perpetuamente fracasa en transmitir lo que promete. La promesa de que los dos mundos ahora están unidos es mantenida por una institución que insiste en mantenerlas separadas. Aquí Cristo está atrapado en una burda doble atadura, que debe desconcertarlo grandemente.

Don Cupitt.

Al reducir nuestra historia humana a un contexto congestionado de solamente unos dos mil años, inevitablemente distorsionamos el rol de Dios en esa historia. Las proyecciones humanas actúan creando varios falsos ídolos. En nuestro deseo de proteger la primacía de lo divino, empezamos imaginando lo divino de una forma que validará y justificará nuestro deseo humano de poder absoluto. En nuestro deseo de absoluta claridad sobre la interrelación de lo divino (la doctrina de la Trinidad), no confrontamos la relación opresiva y destructiva de los humanos, frecuentemente validada por la religión patriarcal.

Al esforzarnos por dar una atención prioritaria a la divinidad de Jesús, hemos caricaturizado su humanidad de tal manera que compromete seriamente el potencial divino de lo humano mismo. Como los apóstoles, hemos tratado con constancia de poner a Jesús en un pedestal divino, evitando así el desafío de una nueva manera radical de ser humanos. Inconscientemente, en gran parte, parece que nos centramos en su divinidad porque justifica nuestro deseo humano de poder absoluto. ¡Uno se pregunta si ésta no era la primera intención tras las doctrinas cristológicas de Nicea y Calcedonia!

  • Del Poder a la Confianza.

Sugiero que nos hagamos la pregunta, ¿por qué los humanos estamos tan preocupados por la divinidad de Jesús? Asumimos que dicha preocupación resalta nuestro crecimiento en la fe y refuerza nuestro sentido en la vida. A lo más, logramos estos objetivos de una manera parcial, con un enfoque dualista, más allá de esta vida que dentro de ella. El dominio de lo divino se proyecta en ese dominio eterno, perfecto más allá de la creación precaria y no digna de confianza de nuestra experiencia diaria.

¿Es eso lo que Jesús quería lograr mediante su testimonio de vida? ¿Fue la salvación del alma inmortal su interés primario? Según el Evangelio de Juan, la unión de Jesús con el Padre en gloria exaltada parece ser un tema central, pero necesitamos preguntarnos cuánto de ese interés pertenece a Jesús y cuánto pertenece a el/los teólogo/s que compilaron el Cuarto Evangelio.

Ya en los Evangelios Sinópticos detectamos un movimiento sólido que interpreta a Jesús como una figura divina exaltada. En la cultura de la opresión romana y la esperanza milenaria religiosa, la promesa de un libertador divino ejerce una atracción poderosa. ¿Pero era esa la prioridad de Jesús? ¡Sí, prometió liberación y una nueva vida! Para los discípulos en el camino a Emaús (Lc 24:13 y sig.) esto principalmente significaba liberar a Israel de la ocupación extranjera. ¿Fue esa la libertad que Jesús prometió, o fue mucho más que eso?

  • ¿Dónde recae el énfasis?

El erudito en escritura Robert Funk (1996) hace una observación intrigante. Dedicó más de treinta años de su vida a la exploración y enseñanza de las escrituras, y dio muchas conferencias en EE.UU. y Canadá. En ocasiones innumerables se le preguntó si creía en la divinidad de Jesús; los que lo escuchaban no estaban seguros de si creía o no, y frecuentemente se lo preguntaban en público. Pero nunca –en más de treinta años- se le preguntó si creía en la humanidad de Jesús.

Aquí sugiero que toquemos el crisol de nuestra fe cristiana. Me parece que al tomar el Reino de Dios como el foco central de su vida y ministerio, Jesús estaba ofreciendo una nueva manera radical de ser humano. Era una comprensión relacional, fundamentalmente diferente del enfoque patriarcal caracterizado por el poder y la dominación. Hay amplia evidencia en los evangelios de que los primeros seguidores, especialmente los doce, no podían comprender esta verdad esencial en la historia de Jesús. La preocupación por el mesianismo y la gloria exaltada fueron los mayores obstáculos para apreciar la verdad más profunda de lo que movía a Jesús.

Al ubicar a Jesús en el contexto reduccionista del tiempo lineal, los primeros cristianos no pudieron comprender la visión liberadora de Cristo en profundidad, el Jesús que marcaba y celebraba el cumplimiento de seis millones de años de creatividad divina en nuestra especie. Los primeros cristianos ignoraban la gran historia humana y en consecuencia no podían comprender la faz humana de Dios revelada por medio de esa historia, llegando al ápice evolutivo en la vida y ministerio de Jesús.

Al saborear la gran historia y discernir la gracia y creatividad de Dios puesta en práctica en ella, tenemos un acceso más auténtico y creíble a la divinidad de Jesús. Y también empezamos a darnos cuenta de que la divinidad de Jesús no es un interés primario para nosotros, sino la nueva manera radical de ser humano, el programa del Reino de Dios, para el cual Jesús es el discípulo primario.

La superioridad divina que le atribuimos a Jesús, el entendimiento que cuidadosamente honramos en el culto y la doctrina, bien puede ser un obstáculo mayor para un verdadero seguimiento de Jesús como el Cristo de la fe. Condenamos a Jesús a un cautiverio divino, así ofuscamos su divinidad y su humanidad. En el pedestal exaltado de proyección patriarcal, Jesús es tan divinamente santo y remoto que su nueva manera radical de ser humano termina arriesgándose y está seriamente comprometida. Se domestica el poder de su mensaje, se silencia el desafío, se eclipsa la gloria de Dios totalmente viva en lo humano por el hambre adictiva de poder y gloria. Nuestra preocupación por la divinidad de Jesús bien puede ser una gran distracción para saber quién es Jesús realmente.

Tercera Cadena.  El Cautiverio del racionalismo académico.

Los académicos están dominados por ortodoxias intelectuales que se perpetúan en el tiempo. Los catedráticos profesionales tiranizan a sus alumnos y también se tiranizan entre ellos. Si quieres pensar distinto, sal al desierto.

S. Warren Carey.

Ésta es la mejor época de la vida, cuando descubres que casi todo lo que sabías ya no sirve.

Tom Soppard.

En la Ética a Nicómaco, Aristóteles declara que el poder de la razón es la característica más importante de la naturaleza humana. En otras palabras, descubrimos la verdad a través de la razón. Conocemos nuestra realidad, pensándola clara y racionalmente. La imaginación y la intuición son inferiores, y la narrativa del cuento es para aquellos que no están tan avanzados para conocer los hechos concretos y duros de la realidad de la vida.

  • El Jesús Racional.

Una gran parte de la retórica Cristiana condena a Jesús a ser un gran razonador. Lo hacemos caber en el sistema dominante, rastreando su descendencia en la realeza masculina (Mt 1,1-17) y acentuando su status patriarcal como el primer nacido varón en una familia judía convencional. Nuestra cristología heredada muestra a Jesús como un judío fiel y leal, aunque un examen más exhaustivo de las fuentes muestra claramente una divergencia grande respecto a esa fe. Su obediencia al Dios Padre -aún hasta la muerte- ha sido usado para exonerar sistemas de opresión en y fuera de las iglesias cristianas. Y el seguimiento de Cristo ha sido postulado como una adhesión racional y una fidelidad a leyes y reglas sancionadas por la divinidad.

Aunque Jesús ha sido la fascinación de profetas y sabios, poetas y místicos, artistas y dramaturgos, muy pocas veces lo que ellos expresan ha sido tomado en serio. Aquellas expresiones que muestran a Jesús como un gran rebelde, un justiciero apasionado, un visionario de la imaginación profética, son muy ambiciosas y “salvajes” para el mundo de la retórica racional. La cultura dominante no podría contener, manejar o controlar este soñador tan creativo. Entonces, lo confinamos al culto del discurso racional, atribuyéndole certezas dogmáticas a lo que podemos establecer con argumentos racionales y deducciones lógicas.

La historia de Jesús se conoció como una serie de hechos alrededor de los cuales su vida fue escrita y explicada, una serie de verdades decretadas por eclesiásticos masculinos, una serie de normas indicando quién puede estar “dentro” y quién debe quedarse “fuera”. Dentro de lo posible se lo mostró como muy respetado por su cultura, un movimiento que comenzó mientras vivía y culminó al ser declarado el Pantocrátor, el gobernador del universo según Constantino. El triunfo del racionalismo fue así asegurado y controlaría la historia cristiana durante los próximos 1700 años.

  • Recuperando la Historia.

El discurso racional no aparece con fuerza en la vida o misión de Jesús. Él solamente contaba cuentos o historias, algunas de las cuales escandalizaron, y todas ampliaban la mente.

Transgredió los límites que incapacitaban a los pobres y marginados, y la nueva liberación fue la base de muchas de sus historias milagrosas. Desafió la convención-religiosa, social y política. Quizás lo más fantástico de todo, quebró el orden establecido, llamando a una nueva forma de gobierno, basada en la igualdad radical y la inclusión.

Las historias son de una importancia fundamental en nuestro deseo de acceder al Jesús real. Algunos catedráticos contemporáneos están convencidos de esto, pero pocos son los que continúan la lógica inherente de esta misión, proponiendo como Nicola Slee que la parábola puede ser el medio literario más genérico para descubrir la vida de Jesús. Slee (en Hampson 1996, 42-47) dice:

Como las parábolas, la historia de Jesús es contada con brevedad y con una descripción y evocación muy nítidas. La ausencia de explicación e interpretación es tal que es la historia misma la que sostiene el sentido, y el lector es importunado para que saque su propia conclusión. Y, como las parábolas, es una historia caracterizada por elementos de shock, sorpresa, extravagancia y contradicción, que sobrepasa los horizontes de la normalidad y obliga al lector a llegar a su decisión y juicio. Y, como las parábolas, es una historia que está abierta a múltiples interpretaciones, respetando tanto la libertad como la imaginación creativa de cada lector… (La historia de Jesús) no permite una imitación literal o una mera repetición, y obliga al que escucha a hacerse responsable de la aplicación en su propia vida y tiempo; la historia provoca un marco inicial que sólo puede ser completado por quien escucha, con sus propias palabras y formas. Y como la parábola, rechaza todo intento de tener un final cerrado.

El discurso racional está marcado por una serie de etapas establecidas; la estrategia de contar historias es como la naturaleza de la luz en la física cuántica, explota en erupciones creativas de energía. El discurso racional presupone a alguien que da y alguien que recibe, un maestro y un discípulo; el contar historias en cambio, es una interacción mutua, enriquecedora entre el que cuenta y el que escucha. El discurso racional busca separar las cosas en partes constitutivas; el contar historias invoca el principio de que el todo es más grande que la suma de las partes. El discurso racional tiende a beber de las tradiciones pasadas y de lo que es cierto; el cuento abre mundos de posibilidades alternativas. En el discurso racional hay un punto claro de llegada, mientras que las buenas historias siempre dejan las posibilidades bien abiertas. (Not.: 6).

Asociamos el contar cuentos con la infancia, y quizás haya habido un intento subconsciente de subvertir el poder de contar cuentos. Nos olvidamos de que a los adultos también les encanta contar historias y muchas veces lo hacen para comunicar su experiencia y sus conocimientos. El contar historias, o más precisamente, el compartir historias, es un medio poderoso de llamar al adulto en los otros. Podríamos sugerir que esa fue la razón principal de por qué Jesús (y muchos otros de los grandes líderes religiosos) usaron el medio del cuento o historia para impartir verdades profundas. No sólo fue una cultura predominantemente oral, sino que precisamente esa inclinación a la articulación oral es lo que los humanos han conocido por miles de años en su compromiso con la vida, con la creación, y con lo divino.

El discurso racional se deleita en los hechos y en el diferenciar lo que es cierto de lo que no lo es. El contar historias se regocija en el mundo de la creación, de la evolución, de la imaginación y del proceso. Mientras que el primero trata sobre la exactitud, el segundo sobre el expandirse. El racionalismo marca límites dentro de los cuales se puede ejercitar el control; en cambio, el contar cuentos nos abre a horizontes que nos inducen a seguir adelante.

Jesús contaba historias, y su capacidad para una buena historia no puede ser reducida a un análisis racional. Jesús se sentía en casa en el mundo de las historias, porque su propia identidad nació de la historia, precisamente, de la historia de la creación con toda su fertilidad relacional. Sólo cuando elegimos liberar a Jesús del tedio de lo racional, sólo entonces podemos conocer la sabiduría de la divina iluminación. Iluminada por esa sabiduría, la vida parecerá diferente, y entonces, podemos dejar ir ese apego equivocado que tenemos por el mundo del pensamiento racional.

Cuarta Cadena.  El Cautiverio de los Dogmas Absolutos.

Nunca se le hubiera ocurrido a nadie dudar de la existencia de Dios, si los teólogos no hubieran tratado tan arduamente de probarla.

-Anthony Collins.

Ante el gran misterio de Dios, ninguna figura religiosa y ninguna religión pueden atribuirse el derecho de tener la última palabra.

-Stanley J.Samartha.

Los cristianos tienden a ser juzgados, y muchas veces se juzgan a sí mismos, por su adhesión a alguna fe, ya evidente en la confesión de los cristianos de los primeros tiempos: “Jesús es el Señor”. Las fórmulas litúrgicas de la primera Iglesia se centran en el poder y el gobierno de Dios, transmitido por Jesús, apropiado por la Iglesia e impuesta a los fieles. Después del 325 d.C., el Credo de Nicea se convirtió en una fórmula universalmente aprobada. Se convirtió en “la única fórmula” del credo cristiano que ha perdurado hasta nuestro tiempo.

  • ¿La Fe o el Poder?

El credo es una constelación de verdades dogmáticas, a ser observadas en todos los tiempos y consecuentemente no sujetas a ninguna revisión o modificación. Está compuesto por una serie de afirmaciones declarando la supremacía de Dios, primero como Creador, luego como un gobernador supremo y finalizando con la legitimación de quienes ahora protegen las verdades dogmáticas, es decir, las autoridades eclesiales. El poder, y no la fe, es el valor central que los credos enuncian y proclaman.

El credo cristiano promulga la primacía suprema del Creador, quien tiene poder absoluto. El poder es pasado sin ninguna adulteración por la sucesión de la línea masculina, vía el Único Hijo engendrado. El Espíritu Santo, a pesar de su significado femenino en tantas tradiciones de fe, es construido como un poder dominante legitimando la autoridad de la Iglesia sobre el Pueblo de Dios. La intención es empoderar al Pueblo con el don de la fe, pero esta aproximación realmente los desempodera, haciéndoles destinatarios pasivos de verdades doctrinales más que co-creadores en un camino espiritual evolutivo.

En el modelo dogmático patriarcal, el crecimiento en la fe está determinado por un asentimiento verbal a afirmaciones de fe, una adaptación a un conjunto de prácticas religiosas y una adhesión a un sistema religioso, fomentando así fácilmente una cultura de co-dependencia. Sin duda, los cristianos han frecuentemente desobedecido estas restricciones, internalizando su fe por medio de un compromiso de mente y corazón, más que por uno basado principalmente en una observancia externa. Precisamente de ese mismo camino interior viene la primera sospecha de que ese modelo dogmático es muchas veces errado y frecuentemente no confronta el desafío de seguir a Jesús con autenticidad.

La nuestra es una exploración descrita por muchos catedráticos como una hermenéutica de la sospecha. Porque mucho de lo dicho y escrito sobre Jesús despierta sospecha, por ser tan parecido al modelo patriarcal de gobierno. Éste se fundamenta en la necesidad de alguien que está por encima de todo, en la protección y promoción del poder que gobierna, ajustándose a una cadena muy clara de órdenes, de arriba hacia abajo, con un grupo en la base que vive y se comporta con una obediencia incuestionable.

Una lectura rápida de los Evangelios sinópticos revela que Jesús no pertenece a este paradigma. Una toma de conciencia de la historia cristiana indica que la historia de Jesús ha sido truncada y domesticada para acomodarse a la cultura dominante. El estudio bíblico en el siglo XX comenzó a unirse a la hermenéutica de sospecha y a honrar su deseo de una búsqueda más transparente de la verdad. Para muchas de las Iglesias Cristianas esto se ha convertido en un tema urticante y muchas veces paranoico, al querer alimentar y buscar la adhesión de los fieles.

A pesar de que el sentido de sospecha está muy difundido en el mundo cristiano contemporáneo, no está del todo claro cuál es el próximo paso a dar. Una vez que nos damos cuenta de la imposición patriarcal y tratamos de rastrear un Jesús pre-patriarcal, todo el edificio cristiano comienza a temblar, a no dar seguridad y confianza.

La historia de Jesús está empapada de la voluntad dominante; sin los atavíos convencionales se siente frágil y superficial. Sin embargo, la historia de Jesús liberada de los añadidos patriarcales, se siente como un ataque al mismo patriarcado y el Jesús real comienza a emerger de una prisión muy opresiva.

  • Siendo Cristo para Otros.

Algunas veces gradualmente, otras veces, más rápidamente, un Jesús diferente comienza a emerger. Un Jesús revolucionario, buscando la igualdad, dotado de una sabiduría intuitiva, cambiando la conciencia hacia un empoderamiento radical de los débiles y marginados, siendo una amenaza sin precedentes a las fuerzas establecidas del poder y el control. El Reino de Dios se torna diferente entonces, Dios no es un tipo de dictador benigno, gobernando en nombre de los buenos, sino más bien, el que empodera las masas que “pueden derrocar a los poderosos de sus tronos y exaltar a los anawim” (Lc 1,52).

El dogma tiene poco peso o relevancia para las masas que buscan nueva esperanza. En su mundo, predicar a Cristo o enseñarlo, no tiene mucho significado, ser Cristo para ellos es lo que sería diferente, y ser Cristo para muchos no es una opción racional de la mente, sino una respuesta emocional, inspirada por el corazón. Al final del día es el amor más que “la verdad” lo que perdura.

Los dogmas han ayudado a mantener a los cristianos juntos en comunidades de fe, pero no son los dogmas los que animan e inspiran. Vivir la fe pertenece más al corazón que a la cabeza. La gente crece en la fe a través de encuentros con otros cuya fidelidad a Cristo es una experiencia vivida y testimonial, más que una fidelidad a una serie de verdades. La fe cristiana es una experiencia vivida más que un consentimiento intelectual a un credo formulado.

Los cristianos tienden a juzgarse entre ellos -y a los de afuera- por lo que creen. Esto inmediatamente crea un grupo que “está dentro” y otro que “está afuera”. Esta clasificación social y religiosa es la base de tanto racismo, fanatismo y sectarismo en nuestro mundo; la sangre ha sido derramada por eso y se han producido guerras; y en su nombre cada religión ha recurrido a brujas y exterminaciones brutales. Hay aquí poca semblanza con la radical inclusión del Jesús que nos ordenó amar hasta a nuestros enemigos.

Afortunadamente en nuestro tiempo, un número cada vez más grande de gente le da poca atención a los dogmas, ya sean religiosos, políticos o científicos. Al tener más educación y ser más críticos, se resisten a creer algo simplemente porque es una verdad incuestionable para las instituciones que gobiernan el mundo. Para los cristianos de nuestro tiempo, éste es a la vez un momento liberador y confuso. Intuitivamente saben que aquello que han abandonado tenía que ser abandonado, pero con qué reemplazarlo es muchas veces una búsqueda agonizante. No puede ser sino una evangelización totalmente nueva, una catequesis adulta, lo que ayudaría a esta gente, empoderándola. Y las Iglesias y las religiones no podrían responder apropiadamente hasta que comiencen a liberar a Jesús y a sí mismas del cautiverio de los dogmas absolutos.

17 comentarios

  • Rodrigo Olvera

    Juanel
     
    A Santiago le dices que Dios no puede intervenir de ninguna manera. A mí me dices que podría intervenir indirectamente a través de una causa externa al sistema (causa externa al sistema que por cierto no identificas).
    Así, no continúo el intercambio y me retiro de él.
     
    Saludos

  • Rodrigo Olvera

    Querida María Luisa
     
    Gracias por el esfuerzo. Creo que te entiendo mejor. Sigo creyendo que lo que tu dices no es lo que dice el autor; creo que es la reinterpretación que haces tú de lo que dice el autor, para que cuadre con tu cosmovisión. Te diré que me convence más lo que dices y como lo dices, que lo que dice y como lo dice el autor.
     
    No tengo en este momento salud y energía para profundizar el dialogo. Pero no quise dejar de pasarme a agradecértelo.
     
    Un abrazo, con mucho cariño. Confío en que habremos de continuar nuestros intercambios en otro momento

  • Juanel

     
    Me interesa muy mucho Rodrigo tu comentario. Sobre el punto 4 nada que añadir, pues también para mí Dios no es la causa ni del origen ni del desarrollo de los procesos evolutivos. Sin embargo, sí cabe la posibilidad de que una causa externa a nuestro sistema (dependiente de Dios supuestamente) estuviese actuando en él, determinando cuál de las posibilidades que tiene la ocurrencia del suceso siguiente se produzca, independientemente de su probabilidad (excluyendo la probabilidad nula). Aquí no hay nada parecido a un diseño inteligente. Si Dios actuase de este modo a través de esa causa externa, lo haría dejando a nuestro sistema evolucionar libremente, pues lo que haría sería nada más escoger una de las posibilidades que el propio sistema propone. El problema a dilucidar sería el cómo una causa externa pueda determinar el suceso siguiente dentro del sistema. Lo cual quizás en otra ocasión podamos discutir.
     
     
    Sobre la evolución humana en el punto 3, la tomo en el mismo sentido que tú, pues no solo se trata de nuestras características biológicas o fisiológicas, sino que incluye nuestras capacidades mentales, sociales, etc. Sin embargo, me llama la atención que digas que Jesús de Nazaret es un hombre primitivo. ¿Sólo por que vivió en el pasado, hace 2000 años, en un remoto pueblo de la Judea romana del s.I? Para mí lo humano en Jesús de Nazaret llega al límite máximo posible, no es superable, no queda nada más de lo humano por hacer. ¿En qué te basas para hacer una afirmación como esa? ¿evolución, progreso histórico,….? Decir que cualquiera de nosotros es más grande en lo humano que Jesús, es simplemente falso. En mi opinión no hay ninguno comparable, si tú conoces a alguien me gustaría que me lo presentases, pues debe de ser una persona formidable, extraordinaria.
     
     
    ¿Afirmar la encarnación en Jesús significa que lo ocurrido antes de él no tiene importancia? ¿importancia para qué o para quién? Es que sin evolución natural y humana, Jesús de Nazaret no podría darse, ni tampoco sin la historia de Israel incluso la de Roma. ¿Y después de él? Pues es que su proyecto no trata de un sólo individuo ni tampoco de unos cuantos, sino que lleva a toda la humanidad a la Plenitud y esto tiene que desarrollarse en la historia hacia el futuro.
     
     
    Sobre la vivencia personal con respecto a Jesús de Nazaret en el 2013 (punto 2), que decimos los cristianos que tenemos, resulta algo más complejo aclarar su sentido. Como supongo que has leído anteriores comentarios míos (en los cuales suprimo todo lo relativo a lo sobre-natural, alma, espíritu, capacidad de trascendencia o contacto con lo trascendente,etc.), explicar el sentido que le doy a mi relación con Jesús de Nazaret, ese hombre de hace 2000 años, pues no resulta inmediato. El sentido depende del que le doy a la oración. La oración podría suponerse como un monólogo al viento o como un diálogo con uno mismo, pero también podría abrirse a la Plenitud Humana porque puede ir contrastando la vida personal y social con ella. Si no pasara de aquí sería justo el idealismo que mencionas. Sin embargo, mi fe en la resurrección de Jesús lo cambia todo porque creo que Jesús de Nazaret vive como hombre en la Plenitud futura. En consecuencia la relación con un hombre vivo se hace más simple. Esa relación la veo sencilla por las características que para mí tiene la Plenitud, una Plenitud en la que el tiempo no supone ninguna limitación. Los hombres de la Plenitud en comunidad de amor entre sí y con Cristo, podrían estar pendientes de nosotros, pues de nosotros depende que la historia humana termine en ella. Supongo que ellos tienen los medios para establecer esas relaciones, aunque nuestros conocimientos estén por ahora muy alejados de esa posibilidad. Si ellos están pendientes de nosotros cuando oramos hay alguien detrás que escucha. Es esto en mi opinión lo que diferencia la oración de un idealismo. Pero para explicar estas cosas prefiero mil veces recurrir a la ficción científica, que echar mano a una metafísica del espíritu que cambia el sentido y el modo científico en el que se mueve mi inteligencia racional y emocional, para entender algo de mí mismo, de mi entorno y de lo que hago por ejemplo en mi oración, dirigida y embebida en Jesús vivo.
     
    Saludos cordiales

  • M.Luisa

    De forma más sintetizada  diré en mi  mi reflexión anterior:
    Cómo se entiende, si no,  la  inundatoria referencia a la sensibilidad que actualmente aflora en tantos  ámbitos  y contextos, en lo personal, en lo social, en lo político, en los  modernos movimientos  que van surgiendo etc., y que muchos autores plasman en sus artículos.
     
    No  ha de entenderse como  una sensibilidad que se le haya de añadir al nefasto resultado  que a la altura de los tiempos  ha producido  el pensamiento racionalista,   sino que se habrá de entender,  mediante   una retrospección  en búsqueda  por el afán de  hallar la raíz  de  aquella sensibilidad originaria  que la tradición filosófica  sobre todo la de Occidente dejó de lado. Por eso  se convierte en complejo  algo que   por el  mero hecho  de estar   inscrito en la propia naturaleza humana, sería de por sí sumamente sencillo. La resistencia a ello se puede detectar aquí mismo en ATRIO

    Ah! Rodrigo quisiera decirte también,  que al no poder abarcar  dando  mi humilde opinión a todos los artículos que van saliendo,  si  que quiero aprovechar la ocasión  para decirte,   que estoy totalmente  de acuerdo contigo  en cuanto a lo  concerniente a la actitud  de Bergoglio  que no es precisamente la adecuada para   mantener  viva en  él  la esperanza  aunque  tal vez la hubiera habido   en un primer momento.   

  • M.Luisa

    Gracias, Rodrigo!
    Veré  si consigo   no perderme siguiendo tus puntualizaciones.
    Dices:
    1-    Para mí ambas expresiones son descendente.
     
    En mi opinión creo que no es así.  En ellas distingo por un lado la tradicional forma  dualista  del pensar   y por el otro  la  postmoderna y grandiosa  aportación del pensamiento unitario, que en realización ascendente muestra los hechos    que en el contexto  que se analiza,  esta unidad  de alternativa  es  lo que el autor,  aludiendo  a Teilhard de Chardin,      llama cúlmen  en la dimensión biológica de nuestra existencia  por lo que el dinamismo intelectivo hay que entenderlo desde una emergencia material.
     
    2-    No es que  Jesús, “esté”  cronológicamente,  hablando   en el año 2013 y que por ello podamos vivenciarlo, cosa por lo demás absurda, no,   no va por ahí el asunto. El estar apunta  en cuanto a la cognición humana  a este momento primario  de ella  que consiste en  mera actualidad   es    el yo siento que me referí días atrás como anterior al yo pienso cartesiano. Si se atiende al yo pienso  se resbala sobre la impresión como momento sensible   y es cuando a la intelección humana se la dota de intencionalidad con lo cual a partir de ahí en adelante  ha sido lo propio   del idealismo moderno. En cambio si  la acción que implica el término  intelección, como tantas veces he hecho notar,   no se la considera  como una acción de la inteligencia sino  como actualidad,    entonces  ahí es cuando se ve  que ese “estar”  es un mero “quedar”  (en actualidad)  la realidad en la inteligencia. Ahora bien   no pensemos   que este momento es estático porque al ser impresión de realidad  en tanto impresión  dinamiza los momentos intelectivos  ulteriores  como es el logos y la razón. Lo que sucede es que   éstos ya no actúan  por libre  sino que    al albergan  en ellos  la sensibilidad del primer momento. No es pues  la presencia física de Jesús   sino  sus  hechos  los que se actualizan al realizarlos.
     
    3- Naturalmente que  al hablar de humanización  hay que ir más allá de los aspectos fisiológicos y biológicos  pero sin embargo los otros aspectos como los neuronales, mentales, culturales y sociales emergen de aquellos. Lo que diría en este punto atendiendo  a lo ya dicho sobre todo en el primero y para no alargarme es que no es Jesús el que concretiza  los valores y menos de una vez por siempre,   sino quien ofrece la alternativa para hacerlos posibles  en todo tiempo. Esto puede verse con claridad en  algo que ya apunté en otro hilo haciendo referencia a lo que Zubiri llama proceso  de subtensión -dinámica  y en la cual  la facultad de la inteligencia sentiente  del animal  hiperformalizado que es el hombre  hay que situarla a su vez en el marco de la evolución biológica  y de la lucha por la supervivencia. La formalidad humana de hacerse cargo de las cosas en tanto que realidades  ha surgido pues en este proceso de evolución biológica- material

    4-  En este punto y   en  un esfuerzo de comprensión  distingo el calificativo divino  como  intencionalidad propia del pensamiento dualista  pero si nos atemos   a que,  de lo que habla el autor  no  es de creación  en su aspecto  cósmico sino de creatividad donde el  mismo término engloba  precisamente las dos tensiones del proceso de subtensión  dinámica  explicado  de forma resumida anteriormente,  entonces procede mejor  hablar  no de una  referencia  a lo divino  sino  de la cualidad   de lo real como poder
     
    Gracias de nuevo por tu atención

  • Rodrigo Olvera

    Querida María Luisa
    Tomo muy en cuenta tu deseo de diálogo, y lo honro contestándote de manera breve.
    1.- Para mí ambas expresiones son descendentes.
    2.- Una persona en el 2013 no puede tener una vivencia de Jesús de Nazareth, a menos que se afirme que Jesús ESTÁ (por seguir la distinción de énfasis entre ser o estar) en el 2013. Suponiendo que se afirme que Jesús ESTÁ en el 2013, tiene que estar de un forma en que no tiene materia, ni peso, ni es perceptible a los sentidos. Pero entonces, no ocurre el punto disparador de la vivencia, que se ubica justo en la percepción sensible para de ahí avanzar a la aprehensión y comprensión.  No, no hay vivencia de Jesús de Nazareth en el 2013 sino idealismo (por no estar arraigados en una percepción sensorial).  Pero aún suponiendo que se pueda tener una vivencia desligada de la percepción sensorial, es imposible tener una experiencia de Jesús como cúlmen de la creatividad divina, porque sería necesario que haya terminado la historia de la humanidad para vivenciar cual de sus puntos de evolución fue el punto cúlmen. Por éso digo que así como afirmar la encarnación supone que nada de lo que ocurrió antes de Jesús importa, asi afirmar que en Jesús ya se dio el cúlmen de la evolución humana significa que nada de lo que ha ocurrido y siga ocurriendo después importa.
    3.- Desde la humanización (recordemos, el homo sapiens no es el único homo, mucho menos es el único homínido), la evolución no toma en cuenta sólo los aspectos fisiológicos y biológicos, sino los aspectos neuronales, mentales, culturales y sociales. Tomando en cuenta ello, Jesús de Nazareth está muy lejos de ser el cúlmen de la evolución humana. En muchos aspectos de la evolución cultural de la humanidad, Jesús es basntante primitivo. Como seguramente nosotras y nosotros algún día lo seremos respecto de las futuras evoluciones. Parafraseando el evangelio, Jesús puede que haya sido el cúlmen de la evolución de la humanidad en el tiempo axial que le tocó vivir, pero la persona más pequeña de nuestra época es más grande que él.
    4.- Por supuesto que el adjetivo calificativo de “divina” hace referencia a Dios. Si no se quiere hacer referencia a Dios se pudo utilizar otro adjetivo, como cósmica, holística, etc. El autor está afirmando un Dios cuya creatividad pone en marcha los procesos de la evolución. Eso es mero “diseño inteligente”.
     
    Un abrazo, querida amiga.

  • M.Luisa

    Bien, querido Rodrigo, se brusco, no hieres mi sensibilidad con ello,  no me gusta el silencio que no me ayuda a descubrir  los errores de mis propias equivocaciones. He leído tu  enlace el de Hawking  pero lo que se cuestiona allí es la idea de dios,  lo mismo que yo rechazo.
     
    ¿No sé cómo lo ves,  tú?

    Mostrar no es afirmar. Lo real de la creatividad    es lo que en la frase se expresa  con el adjetivo “divina”   creatividad divina. Ese término no hace ahí  referencia alguna a Dios sino a la realidad de las cosas en  su riqueza interna  Creación no es intervención. La intervención aparece cuando hay preocupación por la divinidad  y en tanto preocupación se acaba afirmándola  en un juicio “Jesús es dios”. Pero  como digo mostrar no es afirmar. Mostrar a Jesús como culmen de la creatividad divina  es la tarea por excelencia  que ha de ocupar a los humanos en la realización del mundo. En esa tarea   ascendente de realización  está la humanidad entera implicada y ahí es donde  puede apreciarse que   no se trata  de circunscribirla  culturalmente en la figura de Jesús   sino en  la  humana universalidad  de sus hechos.
     
    También un sincero abrazo para ti!!

  • Rodrigo Olvera

    Querida María Luisa
     
    Hay silencios que son indiferencia y hay silencios que son cortesía. Cuando se trata de ideas, yo puedo ser muy brusco. Por lo poco que te conozco, sé que eres una mujer con una gran y maravillosa sensibilidad; y lo menos que quisiera hacer es herirla. Sé que alguna vez en el pasado he podido hacerlo.  Me importas mucho más tú como persona y como amiga, que los argumentos de ideas en que pueda disentir. Espero me comprendas y no me lo tomes.
     
    Un abrazo sincero y lleno de cariño

  • Rodrigo Olvera

    Aquí un ejemplo de que – si la intención es hablar al mundo de hoy- la afirmación de que Jesús es el cúlmen de la creatividad divina (versión sofisticada de diseño inteligente) es tan inaceptable como la de Jesús encarnación de Dios.
     
    http://pijamasurf.com/2013/04/que-hacia-dios-antes-de-la-creacion-preparar-el-infierno-para-quienes-hicieran-estas-preguntas-stephen-hawking/

  • Juanel

     
    No sé cual es el motivo por el cual el autor nos propone el abandono de la razón para poner en su lugar la atención en la narrativa del contar historias. Hay muchos sesudos ensayistas que nos deleitan con historias inolvidables. Podemos poner atención en ambas cosas. La mayoría reconocemos que tenemos una capacidad de comprensión insuficiente como para que despreciemos una de ellas, en este caso la razón. En mi opinión, cuando se trata de asuntos tan complejos como el tratado aquí deberíamos poder emplear todas nuestras capacidades, tanto la inteligencia emocional como la racional, empatía emocional y rotundos argumentos racionales. Lo necesitamos todo.
     
     
    El abandono de los dogmas de la Iglesia y especialmente la fórmula del Credo, como nos invita el autor, me parece poco acertado. Lo que si me parece bien es que se abandone la consideración que tienen en la Iglesia de presión e imposición para el desarrollo de la fe. Los dogmas como los mandamientos pueden tomarse de modo muy diferente a principios y normas de obligado cumplimiento o aceptación. Si sólo son tomados como guías por donde conducir el pensamiento o el comportamiento para profundizar en la fe, no implicarían necesariamente la exclusión y el poder podría diluirse. Es el poder el problema y no los dogmas y mandamientos por sí mismos. El seguimiento a Jesús no puede transformarse en una carrera académica de exámenes a superar, quedando eliminado o excluido si no superas la moral o la dogmática. El seguimiento a Jesús es algo muy diferente. Sin embargo, si hay interés por profundizar en estos temas el seguimiento a Jesús no se opone a ello, al contrario, puede colaborar a hacerlo más profundo y coherente. En mi opinión, lo que habría que hacer es trabajar por hacerlos más comprensibles en nuestro mundo actual y no simplemente abandonarlos.
     
    Saludos cordiales

  • M.Luisa

    Hola Rodrigo!
    Bueno,  no voy a pedirte que  atiendas  a mi comentario de ayer si no lo deseas,    aunque ya sabes  que  tus intervenciones   las tengo  en gran consideración.  Lo único que intenté con el pequeño matiz de mi  objeción   fue    aprovechar la gran diferencia  entre el significado ascendente  y el  descendente  de las dos formulaciones  que reseñaste del autor. Y lo hice   para, de algún modo,  con ello,  circunscribir de raíz     la  base en la cual, según mi modo de ver deben sustentarse    todos los cambios que se espera de la iglesia incluidos  los  del  último articulo de  J. Arregi

  • M.Luisa

    No sé si te das cuenta Rodrigo que  las dos preocupaciones que  registras en los dos planteamientos   no son  del mismo rango  o, aun mejor diría, que   la del segundo   tan sólo  deviene para los humanos  como mera “ocupación”. Es lo que tantas veces   aquí al referirnos a la trascendencia solemos decir   que si la hay ésta ha de  surgir de abajo arriba.
     
    Por tanto,  mostrar a Jesús como culmen de la creatividad  divina en la  especie humana no es una “distracción” sino  todo lo contrario:   la tarea   que ocupa a lo humano por excelencia. La divinidad en este caso no es  el resultado de ninguna afirmación sino  como resultado de una vivencia.
    Un cordial saludo
     


  • Antonio: De corazón te agradezco por habernos buscado esta bellísima ponencia de Diarmuid. La primera entrada me dejó bastante perplejo. Pero esta segunda entrada prueba el viejo dicho: “El juego bien merecía la candela.” Es tan clara y tan según mi gusto que sólo añado: Amén, Amén.

    Se encaja perfectamente bien con el trabajo del Padre José María Vigil de “Diakonía” con su trabajo con EATWOT, “International Theological Commission” sobre “El nuevo paradigma”.

    Antonio, no me vas a creer, pero a pesar de mis 85,5 años, leí esta segunda entrada casí sin respirar de alegría.

    Como dijiera Oscar: ¡“Ahora SÍ” realmente estamos caminando!

    Justiniano de Managua

  • Elisa

    No me parece adecuado utilizar, interpretándola erróneamente, la historia para seguir barnizando a una figura creada a partir de varias décadas después de su paso por este mundo. Lo que sorprende es que hubieran personas que crearan todo un movimiento al rededor de alguien que en circunstancias normales hubiera pasado desapercibido como ocurrió con otros tantos coetáneos suyos que predicaron en la Palestina de esa época. Durante siglos se ha engordado el mito con las aportaciones de muchos que ha querido seguir interpretando según su ideología, su contexto, y adaptando a su época, el supuesto mensaje de aquél pobre rabino  fariseo que ni dejo mensaje especial ni quiso hacerlo. Pienso que Pablo de Tarso tiene un mérito transcendente, es el creador real del mito, que existe únicamente a partir del hecho de su crucifixión y de su resurrección,  de no haber sido así nada hubiéramos sabido sobre el tal Jesús, además de ser el primero en escribir sobre el Nazareno, los evangelios son posteriores y  nada  fiables desde el punto de vista histórico, incluso con errores garrafales geográficos, y cuyo único interés es desde un punto de vista literario.

  • Rodrigo Olvera

    Vinculado con el título y la intención de la obra
     
    ¿Puede nuestro tiempo aceptar que el cúlmen de la creatividad divina en la especie humana se realizó únicamente en un varón palestino del siglo I? No; no más de lo que pueda aceptar que Dios se ha encarnado exclusivamente en un varón palestino del siglo I.

  • Rodrigo Olvera

    Dice el autor Nuestra preocupación por la divinidad de Jesús bien puede ser una gran distracción para saber quién es Jesús realmente.
    De acuerdo
    La preocupación por mostrar a Jesús como “cúlmen de la creatividad divina en la especie humana” puede ser la misma distracción, con otras palabras.
    Simplemente “cúlmen de la creatividad divina en la especie humana” es una fraseología más larga a “divinidad”.
     
    ¿Por qué tanta resistencia a aceptar que Jesús fue un hombre más; extraordinario en su contexto, pero sólo un hombre?
     
     

  • Gonzalo Haya

    El autor, con un lenguaje propio bastante libre, es una muestra de la tendencia actual de vuelta al Jesús de los evangelios sinópticos, superando formulaciones dogmáticas racionalistas. Es importante insistir en ello para liberarnos de las cadenas de la religión, y para retomar el mensaje del Reinado de Dios, de unas gozosas relaciones humanas en justicia y fraternidad.