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En memoria de un indignado siempre joven

COMPROMETIDO, INDIGNADO, SABIO Y ETERNAMENTE JOVEN
MARI PAZ LÓPEZ SANTOS, MADRID.
ECLESALIA, 11/04/13.-

El título de este escrito, aunque es largo, se queda escaso para hablar de José Luis Sampedro. Hasta para morirse eligió lo que quería hacer y no dejó que hubiera interferencias.

Ayer cuando supe la noticia por Internet no pude por menos que sonreír pensando que había puenteado al dios Comunicación, eligiendo morir en privado, con sosiego y sin espectáculos funerarios de celebridad.

Cada vez quedan menos. Sampedro vivió con una ética que es noticia porque cada vez resulta más extraña en el día a día; se comprometió en la denuncia de las barbaridades del sistema político y financiero a nivel mundial; mostró su indignación y supo contagiarla a otros, animando especialmente a los jóvenes, desde su propia e incombustible “juventud”, a no resignarse ante tanta injusticia y corrupción; y dejó el testimonio de su sabiduría en la gestión de la libertad con la que vivió 96 años, lúcidos y lucidos (¡atención al acento!) hasta el minuto final… y más: nos deja el testigo para que todos nos animemos a seguir por el camino de la rebeldía ética y la chispa de la denuncia activa con los dones que hemos recibido.

José Luis Sampedro utilizó la palabra, tanto hablada (profesor de Universidad, conferenciante, etc.) como escrita (ha dejado escritos muchos libros), pero también dejó ver otra herramienta: su propia vida, sus elecciones, opciones, renuncias… “En esto fundo la dignidad del hombre: en dar sentido humano a cuanto le sobreviene”, dijo.

Humanista y economista, Sampedro hace compatible lo aparentemente incompatible. Se entenderá leyendo su explicación: “Hay dos tipos de economistas: los que trabajan para hacer más ricos a los ricos y los que trabajamos para hacer menos pobres a los pobres”.

Otra perla más: “El tiempo no es oro; el oro no vale nada. El tiempo es vida”. Fue rico no por la cantidad de años que vivió sino por cómo los vivió: el destello del oro no le cegó y así podía ver más allá la realidad del mundo, denunciando activamente la injusticia y el deterioro de la sociedad. Insistía: “Poner el dinero como bien supremo nos conduce a la catástrofe”. Lo estamos viviendo.

Para terminar “escuchemos” a José Luis Sampedro en la parte final de su discurso titulado “De la frontera” al entrar en la Real Academia Española de la Lengua, el 2 de junio de 1991:

“No hay convivencia sin tolerancia mutua, y así vuelvo a mis palabras iniciales, para rogaros tolerancia hacia el hombre que soy, humilde y fronterizo; aunque acaso no sea tanta mi humildad, puesto que vengo envaneciéndome de ella. ¿O quizás en el fondo la humildad tiene también su orgullo? «Llaneza muchacho, y no te encumbres, que toda afectación es vana», recomienda el maestro de todos por boca de maese Pedro, el del retablo. En todo caso, me sosiega saber que mis venideros pasos hacia mi última frontera los daré en vuestra compañía y al amparo de vuestro saber. Me esforzaré por no desentonar en esta Casa y, por si en alguna ocasión no lo consigo, permitidme justificarme de antemano concluyendo con una leyenda japonesa:

“En un antiguo monasterio el monje jardinero llevaba varias semanas preocupado. Había anunciado su visita el abad de otro cenobio cuyo jardín era reputadísimo, e importaba no desmerecer ante sus ojos. Para eso el monje venía perfeccionando el pequeño microcosmos de su jardín, repasando las ondas de arena finísima que representaban el océano, tallando el boj delimitador, aclarando el musgo y los líquenes que envejecían la roca central, símbolo de la montaña sustentadora del cielo. La víspera de la anunciada visita su propio abad acudió a felicitarle, pero el monje se sentía inquieto ante su jardín: algo faltaba. De pronto tuvo una inspiración. Se acerco al cerezo que descollaba entre los arbustos y sacudiéndolo con cuidado logró desprender de una rama la primera hoja del otoño. La hoja osciló despacio en su caída y se convirtió en una mancha amarillenta sobre el verdor impoluto del césped. El monje sonrió: el jardín perfecto quedaba completado con la imperfección. Ahora si representaba el cosmos”.

Quisiera poder desempeñar aquí, al menos, la misma función que aquella hoja. Y quisiera creer, además, que mis palabras no han disonado demasiado en la serena armonía de esta solemnidad. Muchas gracias”.

No era hombre creyente, en el sentido que tenemos los creyentes del ser creyente, así que para los que no crean en los no-creyentes, recordar que la fe es un don, se tiene o no se tiene; pero el amor es un sello impreso en el corazón humano y José Luis Sampedro demostró que ese sello lo llevaba grabado a fuego; el que nunca se apaga. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

5 comentarios

  • oscar varela

    Una carta
    Por: Jesús María Dapena Botero (de Vigo, España Argenpress Especial CULTURAL.)
    http://cultural.argenpress.info/2013/04/una-carta.html

  • José Ignacio Ardid

    Sigo pensando que fe, espiritualidad y esperanza son los distintos nombres que nos retratan y que reflejan lo que Somos. Son talentos que tenemos y que debemos desarrollar, sabemos que Sampedro hizo todo lo posible por llevarlos a buen puerto y dejarnos un excelente mensaje de sabiduría.

    Otro ejemplo que nos puede ayudar en nuestro camino y en estos momentos de la historia.

    Saludos,

  • Héctor

    Sampedro ha sido y seguirá siendo el gran sembrador de  esperanza y  optimismo: toda su vida fue una siembra continua y una manera más positiva de ver la vida. En la universidad, en los medios, en la calle, en sus libros fue dibujando una nueva manera de ser y de vivir. Yo diría que su larga vida ha sido todo un éxito no tanto por lo que dijo sino por lo que hizo. Lo que hizo fue poner a miles de personas en camino: el camino de la libertad que le enseñaba a creer en si mismo y en los demás.
     
    Hemos pensado y repensado lo textos de Sampedro, sus trazados luminosos de la realidad y de la vida, hemos aprendido a caminar y a ser como él. Si esto fue verdad mientras vivía entre nosotros, lo seguirá siendo y con más fuerza desde el día que el río llegó al mar para identificarse con él y hacerse cosmos más realmente cómo siempre había soñado. La prensa los medios de comunicación nuestro recuerdo son como ese mar inmenso y él está ahí con toda su fuerza.
     
    Sampedro dijo que a su muerte no esperaba encontrar a un señor que le estaba aguardando.  Sampedro no permitía que su mente, la mente del universo entero, fuera sustituida por verdades que podrían ser útiles a personas que las necesitaban para sentirse más seguros en sus vidas y a la hora de su muerte.  Esas verdades, los libros antiguos que las proponían y las instituciones totalmente históricas y humanas establecidas a su alrededor, no le servían ni le hacían falta a él.  Todo ese mundo de creencias no tenía justificación alguna cuando se intentaba proponerlas como verdades absolutas e incontestables. Las instituciones daban valor a los libros sagrados, porque Dios mismo había hecho que se escribieran esos libros.  Sampedro nunca pudo entender  cómo los libros se proponían precisamente como la fuente del valor divino de las instituciones. ¿Quién estaba antes las instituciones o los libros sagrados?
     
    Esta manera de ver las creencias que mantienen esclavizada a tanta gente les permite ahora dedicar todo su entendimiento a la tarea inmensa de mejorar la vida de sus semejantes. Esas personas permanecen acorraladas por el miedo, miedo a la muerte, al pecado, a los mandamientos, al infierno. Sin un cielo por arriba y sin un infierno por abajo quedaban libres para cultivar la tierra y ayudarse unos a otros como hermanos.
     
     

  • mª pilar

    Hermoso “retrato” sobre José Luis Sampedro.

    Era-es (en nuestros corazones) una fuente de Vida, no solo sus pensamientos, palabras, enseñanzas, escritos…
     

    ¡¡¡Es impresionante… SU VIDA!!!
     

    Y su muerte… mejor dicho su estilo a la hora de marchar, de este caminar presente.
     

    Ahora más que nunca, se hace necesario recordar cuanto nos dejó dicho, porque tristemente estamos viviendo un momento crucial.
     

    O saldremos de él para levantar de nuevo las cabezas hoy “hundidas en el temor de lo por-venir”.

    O quedaremos atados por el brillo que el oro, ejerce para una pequeñísima parte de la humanidad, y esa pequeña parte tiene tanto poder, que pude arrastrarnos a una vida oscura y dolorosa.
     

    ¡Gracias Atrio! Por dedicarle un recuerdo especial al ¡Hombre! genial y bueno que fue! y a su espíritu, que libre estará junto aquellas personas que le recuerden y pongan a caminar en sus vidas aquello que con tanto amor enseñó y vivió.

    mª pilar

  • Iñaki S:S,

    Estamos ya cansados del protagonismo de demadiados ídolos de barro, así que  es de agradecer a ATRIO que dedique unas líneas a un personaje tan singular como Jose Luis Sampedro. Da la impresión que en vida ha sido un predicador en el desierto, pero algún día habrá que hacerle caso porque sus idéas están mas vivas que nunca.
    Me permito dedicarle un par de ideas de un poeta francés contemporáneo:
    “El amor es un mundo en el que se puede vivir, porque hay suficiente sitio para trodos”.
    “Fuera de ese mundo la vida, en su conjunto, consiste en ir envejeciendo, desarrollando enfermedades hasta la hora de morir, mientras nos afanamos en rellenar toda clase de papeles administrativos”