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Otra música, la música

ArregiEl pasado día 8, acompañado de dos franciscanos, asistí en Bilbao a un concierto en homenaje a Félix Ibarrondo, amigo franciscano músico compositor (no sé en qué orden debo escribirlos), con ocasión de sus 70 cumpleaños. La soprano Donatienne Michel-Dansac y el grupo Krater Ensemble interpretaron tres obras del propio Ibarrondo, así como sendas composiciones de Georges Aperghis y de Beat Furrer, y una obra de estreno de Xabier E. Adrien.

Es una música muy distinta de aquella a la que estoy habituado, y me brinda la ocasión para volver a plantear cuestiones de largo alcance y de difícil respuesta: Si los cánones estéticos cambian tanto, ¿qué valen nuestros juicios? En asuntos de belleza, ¿todo es en el fondo cuestión de gustos? (En asuntos de verdad, ¿todo es solamente cuestión de opiniones?). Y si decimos que no, ¿qué es la belleza?, ¿qué es la música?, ¿cuándo una música es bella?

Si hubiéramos escuchado unas Cantatas de Bach, la Patética de Beethoven o Las vísperas de Rachmaninof, yo no hubiera duda en decir: “¡Qué belleza! ¡Qué maravillosa armonía! ¿Qué sobrecogedoras melodías!”. Y nadie me lo hubiera discutido. Pero ¿qué decir de la música de Ibarrondo? ¿Son bellas sus obras Iruki, Silencios Ondulados y Ekain que disfrutamos –pues es indudable que disfrutamos– la semana pasada? Reconozco que quedé y sigo perplejo y no sabría qué responder. Y no es tanto porque dude de Ibarrondo, sino de mi capacidad o criterio para decir: “Esto es bello y esto no”.

Una muestra de la música de Félix Ibarrondo:
Aritz, con cuatro guitarras

Y en este otro vídeo le vemos ensayar y comentar:
AIKAN (con Sigma Project)

No podemos vivir sin la belleza, pero ¿qué es la belleza? Es la Gracia que nos agrada y arrebata y sin la cual no podemos vivir. Pero ¿quién sabe decirlo? ¿Qué cuadro, qué escultura, qué pintura, qué música es bella? No todo debe de ser bello (un sentimiento de odio, un gesto de desdén…), ni todo debe de ser bello por igual, pero ¿cómo se mide la belleza y quién es capaz de medirla?

Normalmente llamamos bello a aquello que nos gusta. Pero a veces sucede que algo nos gusta porque nos han dicho que es bello y comúnmente nos gusta aquello que conocemos o nos resulta familiar, como aquellos sonidos, perfumes y colores que quedaron prendidos al alma en los años de una infancia feliz. Si yo pudiera volver a escuchar el dulce gemido que producían la madera de los ejes y el hierro de las ruedas de aquellas viejas carretas por los caminos de tierra y piedra de mi infancia, creo que para mí sería la música más bella del mundo. O aquel monótono quejido del rodillo de piedra pisando la tierra en los caseríos vecinos…

Claro que los gustos hay que educarlos (¡ojalá nos gustara, por ejemplo, solamente aquello que nos hace bien y nos hace mejores, y no disfrutáramos tanto con tanto espectáculo indigno!). La historia está llena de artistas que no fueron profetas en su tierra y en su tiempo (tampoco Ibarrondo lo es) y solo más tarde o en otros lugares fueron reconocidos. ¿Su obra era bella a pesar de no ser reconocida o tal vez no es bella a pesar de ser reconocida como tal? No sé qué decir. ¿Será acaso que las cosas son bellas más allá de mis gustos y criterios y, sin embargo, cada vez que afirmo que algo es bello lo hago única e inevitablemente desde mi gusto y criterio?

Llegado hasta aquí y llevado por la analogía, no me resisto a hacer un comentario sobre eso que llamamos “verdad religiosa”, “verdad teológica”, “verdad revelada”. ¿Qué es la verdad? Quien habla, por objetivo y ortodoxo que pretenda ser (o incluso infalible, como en el caso del papa…), en realidad habla siempre desde una perspectiva particular; lo que dice nunca se identifica enteramente con “lo que es”. Solo el que calla es realmente “objetivo”. Pero, puesto que no es posible callar del todo, debemos reconocer que todas nuestras “verdades” teológicas, en cuanto hablamos, dejan de ser “la verdad” y son solamente “nuestra verdad”. Y lo mejor que podrían hacer los teólogos (y todas las jerarquías religiosas) sería aprender a ser muy modestos. Y lo mejor de todo sería que, siendo todos muy modestos, todos se empeñaran por hacer una teología bella, cada uno a su manera, sin pretender resolver la insoluble cuestión de la belleza en sí, pues es seguro que quien pretendiera resolver la cuestión de la belleza la estaría matando. Lo mismo pasa con quien pretende haber resuelto la cuestión de la verdad en sí: quien pretende poseerla la está negando.

Volvamos a la música. Mi oído, como el de casi todos nosotros, está acostumbrado a melodías tejidas y ordenadas en tonos armónicos, en torno a los cuales gravitan todos los sonidos con sus medidas. Melodías gregorianas, renacentistas, barrocas, clásicas, románticas. Melodías centenarias de tantas etnias, pueblos y culturas. Melodías que, cuando por algo nos conmueven y transportan, llamamos bellas. La tierra está llena de bellas melodías. Pero la música de los grandes compositores de hoy es muy distinta. También la de Félix Ibarrondo es otra música.

La llaman atonal, porque carece de ese tono de base (Do mayor, La menor…) que da unidad y armonía al conjunto, o al menos es lo que creemos. Sonidos suaves y fuertes, graves y ligeros, dramáticos y líricos, como gritos o gemidos o himnos que suben de las entrañas, como sonidos del agua o del viento, el leve suspiro del violinista, el ruido de las hojas de la partitura… todo se conjunta sin orden aparente, como en el alma, en el bosque, en el mar. Como en la vida. ¿Significa que no hay armonía ni melodía en esa sucesión aparentemente desordenada de notas que son gritos, gemidos o ruidos? No es tan seguro que no haya otras armonías y otras melodías, y belleza más allá de nuestros gustos y  hábitos. Lo que es seguro es que debemos seguir educando el gusto y ensanchando el criterio. Y escuchando no solamente la música, toda música, sino también a los músicos.

¿Qué es la música? “La música es sonido vivido”, dice Ibarrondo. O sonidos de la naturaleza amaestrados por el músico. “El trabajo del compositor es el del orfebre o el del cantero”. Como el cantero extrae la piedra de una cantera, el músico busca los sonidos en la materia; como el escultor talla la piedra y la pule, así el compositor da forma a los sonidos del universo.

¿Y qué es el sonido? El sonido es vibración de ondas. Y todo vibra: una onda empuja a otra onda, como cuando dejamos caer suavemente una piedrecilla en un estanque de agua. Esa agua que vibra está sonando, aunque no nosotros no podemos oírla. El átomo y las galaxias vibran y suenan, como las cuerdas de un arpa, como los tubos de un órgano, aunque nuestros oídos sean incapaces de captar su sonido silencioso y toda su belleza. Es como si todos los seres estuvieran animados por una misteriosa vibración silenciosa. Pues bien, la música es el arte de hacer oír, palpar, vivir la vibración y el sonido de la vida, de la realidad, del universo. O  –¿por qué no?–  el arte de expresar con sonidos y silencios la vibración silenciosa de Dios en todo más allá de todo.

Así, toda música bella –sea tonal o atonal, y aunque no seamos capaces de decidir cuándo es bella y cuándo no– es “religiosa” en el mejor sentido de la palabra, que poco tiene que ver con las instituciones religiosas y sus sistemas. Todo sonido bello, y sobre todo el silencio, es revelación de la Belleza y de la Bondad que nos sostienen y que nuestras entrañas anhelan. A Félix Ibarrondo le pidieron que subiera a dirigirnos unas palabras. Subió y dijo: “Música es cuando hay una transcendencia, más allá de lo que se ve y se oye. Gracias a la música podemos captarlo, vivirlo”. El silencio forma parte de esa música absoluta o tal vez es su mejor expresión. Todo vibra también en el silencio, sobre todo en el silencio, como en la obra 4’ 33” de John Cage: un famoso pianista se sentó al piano, y siguieron 4 minutos y 33 segundos de puro y pleno silencio.

Toda música, también esa música que nos resulta extraña porque no hemos cultivado el gusto y la mente, sus notas y sus bellos sonidos en aparente desorden… toda música –aquella y ésta– nos remiten a la realidad anterior, a la vivencia originaria, a las entrañas de la vida que gime y canta. La frente que se hunde hacia la tierra y que del fondo de la tierra, en forma de elegía o de himno, se alza al “cielo” más allá de todo espacio, al “cielo” que proclama la gloria de Dios en todo el universo, al corazón de Dios que vibra y suena en el cosmos entero desde las entrañas de las galaxias a las entrañas de la tierra y a nuestras pobres entrañas que sufren y gozan.

Cuando, después del bautismo, Jesús salió de las entrañas del Jordán y el agua hizo silencio, desde el corazón vibrante del agua, del cielo y del silencio, a Jesús le pareció escuchar una música maravillosa: “Tú eres mi hijo amado”. Afina tu oído y escúchalo también tú en el sonido y en el silencio, y atrévete a decir, a pesar de todo, “Alabad a Dios, que la música es buena. Dios [o el Corazón vibrante, latiente, de todo cuanto es] merece una alabanza armoniosa” (Salmo 147).

Para orar. Salmo 150

¡Aleluya! Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.

Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.

Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras.

Alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con laúdes y flautas.

Alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con patillos vibrantes.

Todo ser que alienta alabe al Aliento. ¡Aleluya!

27 comentarios

  • pepe sala

    Mi buen Santiago… pones muy buena voluntad en tu consejo; pero no me convenceréis  ni con la ayuda de mi esposa. ( Ya se resolvió el asunto de la compañía.)
     
    La ópera que me tedría que tragar se titula Nabuco, y dura TRES HORAS. Imposible para mís asnales gustos musicales.
     
    La culpa de mis gustos asnales también la tienen lo curas. ( faltaba más…)
     
    Recuerdo la primera clase de música en el Seminario. No se me olvidará nunca, aunque tampoco me ha traumatizado ni puesto en contra de la música. ( ya he dicho que me gusta mucho tocar la armónica.)
     
    Tenía yo 11 añitos, mucho gusto por el solfeo, buen oido y muy buena voz blanca. ( fui el solista del coro durante años, hasta que me cambió la voz.) Nuestra primera clase nos la impartió el P. Arsenio, un GENIO de la música y un virtuoso increible de cualquier instrumento musical. ( piano, armonio, guitarra. Daba conciertos en los mejores teatros de Valladolid y me consta que siguió el mismo camino en Alemania, donde fue destinado por los Oblatos de María Inmaculada.)
    En reconocimiento del mejor profesor de música que he conocido, tengo que decir que nos metió el AMOR por el solfeo y la música de tal forma que muchos alumnos suyos le seguimos recordando aún. ( pasados 50 años)
     
    Pero nadie es perfecto, Santiago, y el P- Arsenio cometió un grave error con nosotros. En la primera clase de música ( como decía) nos sentó a los 40 alumnos de 1º y nos endiñó (DE TACADA Y SIN PAUSAS) la 5ª y la 9ª sinfonía de Bethovem.
     
    Quedamos vacunados de música clásica y aún lo recordamos en ocasiones que nos juntamos antiguos alumnos del Seminario.
     
    Cierto es también que el P. Arsenio sacaba lo mejor de cada uno de nosotros y conseguía hacer un orfeón uniendo voces que les mandarían callar en la tasca del puerto. Recuerdo voces de algunos compañeros de clase  que nos hacían partirnois de risa ( sana) en las sesiones de teatro que se acostumbraban a montar. ( Juanjo Millás era el fenómeno de director que más jugo sacaba a los escenarios de nuestro Seminario.) Un alumno muy querido por todos ( Vicente Pacho) era el que nos hacía retorcernos por el suelo escuchando su repetidísima canción sobre la muerte del torero Manolete:
     
    “” En la plaza de Linares
    llena de público estaba”… etc.
     
    Pocas veces se escapaba Vicente Pacho de salir al escenario a deleitarnos con su canción. Ya he dicho que yo tenía una excelente voz blanca y era el solista del coro. Nadie se interesaba por oir mi voz y todos disfrutábamos un montón oyendo a Vicente Pacho.
     
    Vuelvo a insinuar los diferentes estilos y gustos musicales. Hoy en día yo me he sumado gustoso al ” mester de juglería”, sin dejar de reconocer la superioridad artística del ” mester de clerecía”.
     
    No me tragaré la ópera de Nabuco… ( encima que no me podría dormir en el acto, porque los ” berridos” de los actores-actrices me darían unos sustos de muerte.
     
    Saludos, pues.

  • Santiago

    Pepe Sala,  coincido con la opinión de que debes seguir el consejo de tu esposa para que la acompañes a la ópera. Hay que felicitarla de verdad. Y no te arrepentirás. Entrarás en un mundo maravilloso de una música que intenta penetrar en lo mas profundo del alma…a través del mismo drama de la vida…Ya Montserrat Caballé ha dicho que la música operática  es de las músicas mas bellas  que se han compuesto en la historia del mundo….puedes empezar por Puccini que es quizas el mas “verista” de todos los compositores          porque refleja el drama real vital con notas sublimes…sin caer en la acrobacia de la coloratura.
    Sin embargo, Plácido Domingo dijo en una entrevista que la interpretación y la expresión de toda música es muy dificil, ya sea popular o clásica. Reconozco que prefiero lo melódico y lo lírico junto con lo  del drama que se une a la musica para darle la mayor expresión. Pero lo importante es que te llegue adentro…no importa que sea a-tónica, “avant-garde”, folklórica…para cada uno será diferente….tocará diferentes fibras anímicas…pero la musica es la maxima expresión del espíritu que te conduce a las mas altas cimas de algo que roza con otra dimensión, por no decir otro mundo…Por eso el mismo Ibarrondo afirmó que música es cuando hay una trascendencia, “mas allá de lo que se ve y se oye”. Y en eso podemos  y estamos todos unidos. La música es lo sublime hecho una realidad que se siente y se disfruta….Sin despreciar el esfuerzo de los trabajos de los compositores c0ntemporáneos y populares me quedo ensimismado cuando escucho a Saint-Saens, a Bellini, a Chopin, a Donizetti, a Mozart, a Verdi, a Beethoven. a Rossini..algo “fuera de lo común” posee la musica escrita por estos personajes que pertenecieron a un “pasado” histórico  y a un periodo irrepetible en el desarrollo de la cultura.
    Y han  sido muy interesantes   todos los comentarios sobre el  tema..Y tambien hay que dar gracias   al         autor de este artículo, Jose Arregi, por su bien hilvanada   información         con un cordial saludo    de Santiago Hernández

  • Maddi

    Aggggg la letra ha quedado fatal!!
    Oscar, Antonio, o alguien que pueda arreglarlo, por favor!!
    (Y luego borrais este comentario, plz!)

  • Maddi

    Pues ¡¡Muchas gracias, Pepe!! Aquí la morenuca agradece la toná guapuca 🙂
     
    Hombre, pero aprovecha para ir a la ópera, que lo cortés no quite lo valiente. Menuda suerte que tenéis de poder ir, aquí apenas hay ocasión. Lo que no daría yo por poder escuchar, por ejemplo, esto mismo en vivo y en directo… (sublime)
     

     
    Luna que desde lo alto en el cielo,Con tu luz todo iluminas,Y vagas por la superficie de la Tierra,Bañando con tu mirada el hogar de los hombres.Detente un momento,Dime, ¿dónde está mi amor?Dile, Luna plateada,Que es mi brazo quien lo abraza,Para que se acuerde de miAl menos un instante.Y dile que yo espero,Iluminalo todo, desde lejos,Y si aparece en un sueño para el alma humana,¡Oren para que se despierte con este recuerdo!¡Luna, no te escondas, no te escondas!¡Luna, no te escondas más!

  • oscar varela

    Hola!
     
    Las Artes humanas –la de los Artistas- ya hace un siglo que van camino a ser “Asunto gremial”.
    Nadie que no sea “artista” entenderá esas “cosas que hacen los artistas”.
     
    El Arte contemporáneo se aventuró y consiguió
    tirar por la borda el lastre de patetismos del Poder: políticos y religiosos.
     
    Se decidió ser humilde sin los aspavientos de salvaciones.
     
    Se decidió, en fin, por una de las cosas más “serias” de la Vida:
    Absortos en JUGAR.
     
    Por ejemplo:
    http://www.todotango.com/Spanish/las_obras/Tema.aspx?id=2VBviqkCdRg=
     
    BALADA PARA UN LOCO
    Tango 1969 – Astor Piazzolla y Horacio Ferrer
     
    (Recitado)
     
    Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste? Salís de tu casa, por Arenales. Lo de siempre: en la calle y en vos. . . Cuando, de repente, de atrás de un árbol, me aparezco yo. Mezcla rara de penúltimo linyera y de primer polizón en el viaje a Venus: medio melón en la cabeza, las rayas de la camisa pintadas en la piel, dos medias suelas clavadas en los pies, y una banderita de taxi libre levantada en cada mano. ¡Te reís!… Pero sólo vos me ves: porque los maniquíes me guiñan; los semáforos me dan tres luces celestes, y las naranjas del frutero de la esquina me tiran azahares. ¡Vení!, que así, medio bailando y medio volando, me saco el melón para saludarte, te regalo una banderita, y te digo…
    (Cantado)

    Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao…
    No ves que va la luna rodando por Callao;
    que un corso de astronautas y niños, con un vals,
    me baila alrededor… ¡Bailá! ¡Vení! ¡Volá!

    Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao…
    Yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión;
    y a vos te vi tan triste… ¡Vení! ¡Volá! ¡Sentí!…
    el loco berretín que tengo para vos:

    ¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
    Cuando anochezca en tu porteña soledad,
    por la ribera de tu sábana vendré
    con un poema y un trombón
    a desvelarte el corazón.

    ¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
    Como un acróbata demente saltaré,
    sobre el abismo de tu escote hasta sentir
    que enloquecí tu corazón de libertad…
    ¡Ya vas a ver!

    (Recitado)

    Salgamos a volar, querida mía;
    subite a mi ilusión super-sport,
    y vamos a correr por las cornisas
    ¡con una golondrina en el motor!

    De Vieytes nos aplauden: “¡Viva! ¡Viva!”,
    los locos que inventaron el Amor;
    y un ángel y un soldado y una niña
    nos dan un valsecito bailador.

    Nos sale a saludar la gente linda…
    Y loco, pero tuyo, ¡qué sé yo!:
    provoco campanarios con la risa,
    y al fin, te miro, y canto a media voz:

    (Cantado)

    Quereme así, piantao, piantao, piantao…
    Trepate a esta ternura de locos que hay en mí,
    ponete esta peluca de alondras, ¡y volá!
    ¡Volá conmigo ya! ¡Vení, volá, vení!

    Quereme así, piantao, piantao, piantao…
    Abrite los amores que vamos a intentar
    la mágica locura total de revivir…
    ¡Vení, volá, vení! ¡Trai-lai-la-larará!

    (Gritado)

    ¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!
    Loca ella y loco yo…
    ¡Locos! ¡Locos! ¡Locos!
    ¡Loca ella y loco yo

  • olga larrazabal

    La musica como todo arte estetico, es un grito que proviene del alma del autor y refleja el lenguaje del autor para expresar sus sentimientos. Ese grito a veces nos llega al alma.  A veces no lo podemos interpretar y no nos llega.  Es un problema de los lenguajes del alma.  No son necesariamente comprensibles a todo el universo humano, aun cuando quieran comunicar cosas bellas a los ojos del autor.

  • Josefina G.C.

    perdon, donde dice , el tanto, quise decir tango.

  • Josefina G.C.

    En la sintonía a-tonal de tus amigos músicos, y su, para nuestras costumbres rara belleza, así como en la sintonía siempre llena de buenas vibraciones de tus artclos. José Arregui.
    Son tantos los sonidos y vibraciones que suenan en nuestra mente, entero ser, una guitarra, un violín, un piano, cuanta belleza¡, desde las nanas, la popular que alegraba excursiones, la romántica , la sacra, gregoriano, el desgarro del quejío del cante jondo con sus ayes de dolor que salen desde y van hasta lo mas profundo de las entrañas, el fado, el tanto, las cumbias mas bellas del mundo, la habanera, la marimba, la clásica, la músca celta, y como suena y hace vibrar un tambor africano, hasta la mas mística para meditación, de cuantas me olvido?, que despreciar?, donde no hay belleza?, donde no hay disfrute?, estando todo bien y aún sin estar, quien?, hasta a las fieras amansa, se dice, no?, la vida es puras vibraciónes, cierto que como vibra también en el silencio.
    Y que le voy a hacer más que seguir yendo todavía Oscar?, siempre me gustó este tu lema, como también tu saber y decir aunque a veces te haces de rogar-para mi-entender, no así Olga, me alegra vuestro estado felicitante, de corazón, disfrutenlo,.
    Por eso daba reiteradamente y doy gracias y ánimo a los que pueden ser voz de los sin voz, porque si se calla el cantor, vuelve a callar la vida.   
    Buena tarde.

  • pepe sala

    Buenu, buenu… ” el mester de clarecía” tiene una música muy espiritual.
     
    Yo gusto más del ” mester de jugleria” y voy a compartir con vosotros-as una tonada ( se dice ” toná”) de mi tierruca. Como Maddi es muy ” morenuca”, se la dedico especialmente :
     
    http://www.iygu.com/_4RMsUX8j8hGq
     
    ( Disculpas por mis gustos tan elementales; pero para algo se admitió aquello de ” para gustos están los colores”… y la mala música. Mi esposa lleva casi un mes tratando de convencerme para que la acompañe a la ópera. He tratado de endiñarle el marrón a mi hijo ” el filósofo”, pero se me ha excaqueado . Parece que una hermana de mi esposa cargará con el mochuelo. Y si no hay otra solución…haré méritos para la salvación de mi alma.)
     
    Saludos, pues.

  • Maddi

    Siguiendo el ejemplo de Oscar voy a compartir con vosotros una música que me conmueve profundamente. No oí este estilo de música hasta bien cumplidos los veinte, pero desde el primer momento me identifiqué con ella a pesar de que no sabía nada de sus orígenes ni lo que decían ni ná de ná.
     
    Es lo que se llama rebétiko, un estilo de música popular griega que surgió entre los griegos que fueron expulsados de Asia menor (Constantinopla y Esmirna principalmente) al formarse el estado turco. Estos desarraigados eran gente más bien pobre se asentaron en barrios marginales en la zona del puerto del Pireo, en los bajos fondos. Esta canción que he subido es para mí una de las más bellas que existen.
     
    http://www.goear.com/listen/8e5ace6/sagapo-giorgos-dalaras
     
    La letra dice más o menos:
    Te amo/te amo porque eres bella/te amo porque eres bella/te amo porque eres tú
    Y amo/y amo todo el mundo/amo todo el mundo/ porque tú estás en él
    La ventana /la ventana está cerrada/la ventana está cerrada/la ventana sin abrir
    Abre/abre una hoja/abre una hoja/ para que vea tu imagen
     
    (me recuerda a una hermana carmelita que nos decía que belleza, pureza y amor son notas del mismo acorde… porque el amor en la mirada restituye al ser humano su imagen verdadera que no es sino belleza… algo con lo que estoy completamente de acuerdo)

  • Maddi

    He subido Silencios Ondulados a la red para compartirla con vosotros… quizá os guste un poco más que la grabación que ha compartido Antonio.
    http://www.goear.com/listen/02626d7/silencios-ondulados-felix-ibarrondo
     
    Respecto a la musica a-tonal, más que concierto me provoca des-concierto… Me recuerda la música de las películas, esa que se usa para provocar sorpresa, suspense… incertidumbre… me trasladan a un no lugar, a un espacio aséptico e impersonal… en escala de grises… azul gris como mucho…
     
    Puedo intentar entenderla, sentirla, muchas obras me pueden resultar sugerentes, me parece más que interesante todo lo relativo a los microtonos… pero no me conmueven… quizá sea falta de educación… o que no sintonizo en esa frecuencia… o que aún no he llegado a estar cómoda en ese estado anímico… yo que sé. Más o menos lo que nos pasa a casi todos, que preferimos los lugares comunes, o al menos aquello que nos lleva a un estado anímico familiar ergo facilmente gestionable 🙂
     
     

  • oscar varela

    Hola!

    La “Belleza” le queda chica, muy chica, a una Estética de la Vida.

    Un Castillo (casa del guerrero)
    Un estilo “gótico”

    No tienen “belleza”, sino expresión de ganas, impulsos dinámicos.
    No se rigen por el modo “armónico” del sentir griego.

    No hay peor Odeón que una Catedral gótica,
    porque allí, la MÚSICA que la arquitectura de sus piedras con-cuerdan
    son expresiones de una lucha por el Poder (celestial o diabólico)
    sobre las almas creyentes.

    ¿Se le negará el ingreso a la Estética?

  • oscar varela

    Recuerda  Arregui tiempos de su niñez:
     
    Del Tiempo I’ MamaLos Chalchaleros – (Zamba)

    (Glosa)
    “Cuando de estar estando me acuerdo de ¡cuáaanta!… cuando vivía mi tata; cuando mi mama me sabía retar; cuando me salía pa’l cerro a juntar las cabras, con la honda colgada al cuello y…¡méeeta silbar!
    Y me veo ahura tan lejos y tan solo como m’hei quedao, m’entra una tristeza… y me da pereza de seguir pensando…
    Total, ¿qué vu’a remediar, ah?”
    ——–
    (cantando)
    El viejo patio que da al callejón,
    la galería, el aljibe, el rosal,
    la pajarera, la hamaca, el malvón,
    me llevan siempre en el recuerdo a mi pago i’Pomán.
     
    Veo a mi tata, contento y feliz,
    pitando un “chala” y meta “matiar”,
    mientras mi mama, dele trajinar,
    secando va sus santas manos en el delantal.
     
    (Estribillo)
    Qué tiempo feliz el de la niñez,
    ¡velay, yo no sé para qué pasará!
    Palabrita i’Dios que da gana i’llorar
    de sólo pensar que no volverá.
    Mi vieja casita del pago i’Pomán,
    porque sos parte de mi vida te quiero cantar.
    Veo la cuja, el brasero, el telar,
    la paila i’cobre, el huso de hilar,
    y en la batea, con puyos tapao,
    está leudando el amasijo para hacer el pan.
     
    Me veo chango, en el patio jugar
    y al caschi moto mirarme y torear,
    oigo a mi mama (fregando la olla
    para hacer el guaschalocro) cantar y cantar.
     

  • oscar varela

    Bueno:
    ¡Saludos y felicidades a los Antonios!

  • Antonio Duato

    Exacta, Antomio, la historia de Pierino Gamba en Valencia, aunque yo la anécdota la desconocía. Pero le pega al gran primer vilenista que se llamaba Abel Mus, padre de una profesora colega en el Benlliure. Llegué a ir a un conciertto de Pierino. Mis padres, muy aficionados, llevaban cada vez a uno o dos de los hijos.

    Y Felicidades, Antonio, por tu fiesta de Sant Antoni del porquet. Creo que los dos tenemos al mismo patrón. Y para mí, además, es el cumpleaños. Leyendo como los arameos o los árabes… 18. Es una buena edad para empezar una nueva vida. Cada año, o cada día, se empieza a vivir. ¡La vida es música!, el arte más ligado al tiempo y al silencio. Me felicito de teneros a todos vosotros cerca. Es felicitante tener ATRIO, sin más pamplinas.

  • oscar varela

    Leo de Rodrigo:

    – ¿Es esta canción bella?
    ¿Es esta canción verdadera?-

    ¿Y si le saco los sigos de pregunta a lo que seguía?
    (¿Son jóvenes? ¿Son terroristas?)

    queda:
    Son jóvenes (se les ve en la carita)
    Son terroristas (a algunos les causa “terror” ¿no?)

    No hay duda, entonces que es “verdadera
    Queda por decir si es “bella“.

    No hay caso de tergiversación: ¡Así es la vida! – Oscar.

  • Ciertamente, la emoción estética que nos produce la música y la consecuente elevación espiritual que la misma nos proporciona a menudo, conectan con la dimensión misteriosa de la existencia humana, de la condición humana.
     
    Luego de leído el post de Jose Arregui y dado que, aunque melómano empedernido, de técnica musical sé lo que el conocido Bartolo (aquel que dicen que ni sabía tocar una flauta con un agujero solo), o sea, nada, como quien dice, me gustaría compartir una reflexión que curiosamente hace días que me ronda la cabeza, precisamente desde que por pura casualidad escuché un cedé de la intérprete vasca (como Jose Arregui) Ainoha Arteta. Se trata de un disco en que interpreta piezas muy conocidas de la música popular.
     
    Ainoha Arteta es una intérprete magnífica, sobre todo de música clásica; no añado nada con afirmar algo sobre lo cual hay consenso entre la crítica especializada y el público. En ese disco, interpreta canciones tan universalmente celebradas como el “Ne me quitte pas”, de Jacques Brel, “Tears for Heaven”, de Eric Clapton, o “Lamento borincano”, de Rafael Hernández Marín.
     
    Precisamente es sobre esta tercera canción que he señalado sobre la que querría centrar mi reflexión. Se trata, como ya he adelantado, de una pieza escrita “en el exilio” norteamericano, en el año 1929, por Rafael Hernández Martín. En esa canción, el intelectual iberoamericano describe las duras condiciones de pobreza, de miseria incluso, en que viven los campesinos de Puerto Rico, en el primer tercio del siglo XX (de ahí el título, “Lamento borincano”, pues Borinquen es el nombre ancestral de Puerto Rico).
     
    Cantada por un amplio repertorio de cantantes de estilos muy diversos, hasta de música clásica, como Plácido Domingo y la citada Ainoha Arteta (también, Los Panchos, José Feliciano, Caetano Veloso…), conozco la versión que de ese tema entrañable que ya es, por derecho propio, parte de la cultura popular de Puerto Rico y aun de toda Iberoamérica, incorporé en su disco Canto libre (aparecido en el año 1970), el chileno Víctor Jara.
     
    Adonde quiero llegar: me gusta la forma como canta o interpreta Ainoha Arteta ese himno de los pobres que es “Lamento borincano”. sin embargo, me emociona más la forma interpretativa de Víctor Jara, que acaso poseyera mucha peor técnica interpretativa como cantante que Ainoha Arteta, pero que, desde luego, otorga a su interpretación una emoción tan honda, tan como extraída de la mismísima entraña del pueblo…
     
    Es como si me pareciera necesario considerar que el chileno Víctor Jara -quien pasó, como bien se sabe, de una primera juventud muy católica, que le llevó a ser postulante o novicio de una determinada orden religiosa, a una militancia izquierdista y a una toma de opción política muy clara- es capaz de traducir mejor toda la carga emotiva de esa canción del pueblo, por ser justamente él parte esencial de ese pueblo empobrecido, oprimido.
     
    En Ainoha Arteta sobresale una estupenda técnica interpretativa, en tanto en Víctor Jara -que a mi juicio no era un mal intérprete tampoco, desde un punto de vista estrictamente técnico, musical- lo que impacta es toda la carga de profunda emoción como arrancada de la entraña del pueblo, de las raíces del Pueblo, escrito adrede ahora con mayúscula.
     
    Por supuesto, he escrito esta reflexión, que me ha llevado menos de media hora, calculo, escuchando canciones de Víctor Jara, luego de haber apagado el noticiero de la radio…
     
    Esto es lo que quería compartir.

  • oscar varela

    Hola!

    Leo de Arregui:

    – que quedé y sigo perplejo y no sabría qué responder.

    La perplejidad es un estado ante el cual hay dos caminos (bivio)
    (ver el caso típico de Edipo, en la encrucijada)

    Se trata d eun estado cataléptico (de fe o creencia) que afecta la voluntad.

    De este estado no se sale ideando con la cabeza
    sino pensando con los pies.

    Acá, me parece que el Autor siguió ideando una teología ya desvencijada e in-operante.

    Una lástima!

    Yo intento ¡ir yendo todavía! 
    al modo de idear los pasos que voy dando – Oscar.

  • oscar varela

    perdón!

    El tarado soy yo: Oscar … no Olga,
    que no miro quién está usando la misma y única Compu
    que tenemos frente al mar Pacífico.

    … pero seguiré “dando la nota!

  • olga larrazabal

    Hola!

    Leo:

    – ¿Y qué es el sonido? El sonido es vibración de ondas. Y todo vibra-

    Amplío la pregunta:

    ¿Y qué es el ruido? El ruido es vibración de ondas. Y todo vibra-

    ¿Sonido es lo mismo que Ruido?

    Acá hay algo que no me “suena“.

    ¿Qué le voy a hacer? – Oscar.

  • olga larrazabal

    Hola!

    Leo:

    – ¿Qué es la música? “La música es sonido vivido”, dice Ibarrondo.

    Por ahí va la cosa …
    … pero al revés!

    – ¿Qué es la música? “La vida hecha sonido”, dice Oscar.

    Tal es así que el día menos pensado “¡te hacen sonar, y chau pichi!

    Mientras tanto hay que seguir yendo todavía! – Oscar.

  • Antonio Vicedo

    Valor de lo pequeño igual en cuanto sonido individualizado  y de la solidaridad en el conjunto de la armonía como mensaje de felicidad.
     
    Una anécdota histórica, contada por rl primer Violín de la Orquesta municipal de Valencia.
    A principios de la década de los 50 del siglo pasado, cayó por valencia un jovenzuelo (12 a.¿?) director de orquesta llamado Pierino Gamba ¿? para dirigir unos conciertos.
     
    En uno de los ensayos previos al excelente profesional violinista se le ocurrió poner a prueba la autenticidad de la calidad del chaval director  y escogió un pasaje de los más complicados para falsear una nota de su violín. Apenas la hubo ejecutado, un golpe de batuta  hace silenciar la orquesta y dirigiéndose el casi niño director al músico del fallo, le pide con todo respeto que repita el compás;el violinista lo ejecuta a la perfección, el joven se lo agradece y sigue el ensayo.
     
    En casa de una tía mía a la que le unía vecindad amigable el buen músico refería lo sucedido destacando, por quien es capaz de hacerlo, el valor de una solo nota en la solidaridad de la total armonía.
     
    Y yo, recordando aquello sobre la música de cualquier condición que sea , reflexiono en la gran armonía humana que se distinguirá del mero ruido ensordecedor y alienante, si cada instrumento es valorado en su igualdad y  en su aportación solidaria a la plural orquesta.
     
    La percepción de la armonía de sonidos quedará en el marco de aquello que se dice: “De gustos nada hay escrito”, pues son personales vivencias intransferibles.

  • Rodrigo Olvera

    ¿Es esta canción bella? ¿Es esta canción verdadera? ¿Son jóvenes? ¿Son terroristas?

    http://www.youtube.com/watch?v=9DLDPwXzb3Y

  • mª pilar

    No juzgaré que música es buena o no…

    Tampoco lo haría si fuera una experta musicóloga.

    Sí puedo decir, que hay músicas que me: elevan-emocionan-me hacen ¡¡¡sentir!!! Un sin fin de emociones.
     

    Todo mi ser se expande, conmueve, estremece hasta cotas increíbles…

    ¿Son mejores que otras que no lo consiguen, incluso me son molestas al oído?

    Todo aquel “sonido” no solo musical que me hace estremecer… me…
     
    ¡¡¡Encanta!!!
     

    Para mí, no es buena, mejor o peor, es la que me alimenta, me da vida, me hace vibrar hasta el extremo.
     

    Así que, la música que suelo escuchar es esa que me hace crecer como persona, me hace mejor… las otras respetando su calidad y hermosura… no las pongo en mi repertorio.

    mª pilar

  • h.cadarso

      Yo, Oscar, estaba también esperando que el nombre de Dios apareciese en el discurso de este hilo…y esta vez parece que ha aparecido demasiado tarde para lo que acostumbra su autor. Casi casi tan rápido como los salmos del Salterio del Antiguo Testamento, tan explícitamente religiosos…Pero claro, cuando uno recurre con tanta precipitación a la clave explícitamente religiosa, se corre el peligro de que esa religiosidad resulte como un tanto barata y vacía…
     Y vas tú y dices que “nada trascendente divino”, y te vas al lado contrario, al del segundo mandamiento: “No tomarás su Nombre en vano”.
      ¿Hacía falta sacar a relucir a Dios en este hilo? ¿Hacía falta nombrarle, no era suficiente con escuchar la música y dejarse penetrar por ella? Música es sentir placer en algo que se escucha, es todo lo que al escucharlo nos produce un placer…digamos como espiritual, como que nos eleva por encima de nosotros mismos. Hay una música del universo, de la que habla Fray Luis de León en sus versos a Pedro Salinas, una música que puede oirse si uno está atento en las noches de verano llenas de luz y claridad, en las tormentas, a la orilla del mar…Una música que producen los niños de pecho en sus juegos, alegrías, y llantos…Todo en el mundo es música. Los grandes compositores intentaron captar esa música “esencial” u traducirla a un lenguaje elegante y distinguido.  atahualpa Yupanqui sentía el latido de la Pampa cuando  intentaba recoger la música de los ejes de su carreta…Todos nosotros cuando probamos a componer algo intentamos recoger siquiera una brizna, una gota de ese mar de música que nos ofrece el universo…Y algunos compositores de los buenos se acercan un poco a lo que buscan…
      Afinando afinando el oído, puede escucharse el lamento del continente africano entero en sus hambrunas y sus dolores…Y el grito desgarrador de las mujeres afganas y de las mujeres indias violadas…Esa es otra música…
      No me extiendo más. Pero espero con impaciencia tus definiciones, o intentos de aproximación a la música, Oscar Varela.

  • Equipo Atrio

    Al programar la publicación antes de cerrar ayer noche el ordenador, se nos escapó el poner a Arregi como autor. De ahí la duda de Oscar, que lo leyó con horario de Argentina.

    Las referencias del recuadro a dos ejemplos de la música de Ibarrondo son de Atrio, pues nos parecía indispensable conocer algo de este tipo de música para entender el artículo.

    Sobre música y religión hay un libro de Hans Küng  publicado por Trotta. También su compañero Ratzinger ha hecho alguna alusión a la trascendencia divina que experimenta oyendo a Mozart. Ambos reducen sus experiencias a esa música clásica.

    Por eso parece importante esa apertura de Arregi y su amigo a nuevas músicas moldeadas desde la vida misma. Como habría que abrirse a lo que los jóvenes experimentan con sus músicas de rock duro y tecno. ¿Son experiencias que pueden abrirse a la experiencia religiosa como experiencia de trascendencia? Nos lo preguntamos. Es tema para seguir aportando y debatiendo…

  • oscar varela

    Hola!

    Por el “estilo” del Escrito, parece del franciscano Arregui.

    Me parece importante su duda preguntadora:

    ¿qué es la belleza?.

    Pero cuando se saca de la manga “religiosa” el:

    O –¿por qué no?– el arte de expresar con sonidos y silencios la vibración silenciosa de Dios en todo más allá de todo.

    entonces me parece una huída a la comprensión de las cosas de la vida.
    …………….

    Escuché la música acá propuesta
    y me confirma mi idea del Arte en la actualidad:

    Se trata de JUGAR.

    Nada “trascendente divino”.

    Mi “estética” es otra, que la del Autor.

    Si tengo tiempo, la podré exponer sencillamente.

    Pero quede así por ahora.

    ¡Voy todavía! – Oscar.