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Dios, ese desconocido conocido

El 5 y 6 de octubre tuvo lugar en Asís una edición más del «Atrio de los Gentiles», iniciativa del Consejo Pontificio de la Cultura del Vaticano, enfocada a la cuestión de Dios. El presidente de Italia, Giorgio Napolitano y el cardenal Gianfranco Ravasi, al frente del Consejo y famoso exégeta bíblico, realizaron un incitante diálogo sobre «Dios, ese desconocido».

Con el «Atrio de los Gentiles» se está haciendo un esfuerzo para poner a dialogar a creyentes y no creyentes. El Atrio era el espacio alrededor del templo de Jerusalén accesible a los gentiles (paganos) que, de otra manera, jamás podrían entrar en el templo. Ahora se busca quitar las prohibiciones para que todos puedan acceder al templo.

A este propósito me permito una reflexión que me acompaña a largo de toda mi vida de teólogo: pensar a Dios más allá de las objetivaciones religiosas (metafísicas) y procurar interpretarlo como Misterio siempre desconocido y, al mismo tiempo, siempre conocido. ¿Por qué este camino? Einstein nos da una pista: «el hombre que no tiene los ojos abiertos al Misterio pasará por la vida sin ver nunca nada».

Efectivamente, a dondequiera que dirijamos la mirada, hacia lo grande y hacia lo pequeño, hacia fuera y hacia dentro, hacia lo alto y hacia lo bajo, hacia todos los lados, encontramos el Misterio. Misterio no es lo desconocido; es lo conocido que nos fascina y nos atrae para conocerlo más y más, y, al mismo tiempo, nos causa extrañeza y reverencia. Porque siempre está ahí, se ofrece permanentemente a nuestro conocimiento y al intentar conocerlo, percibimos que nuestra sed y hambre de conocerlo nunca se sacia. Pero, en el mismo momento en que lo captamos, se nos escapa en dirección a lo desconocido. Lo perseguimos sin cesar y aún así sigue siendo Misterio en todo conocimiento, creándonos una atracción invencible, un temor y una reverencia irresistibles. El Misterio es.

Mi tesis de base es esta: En el principio estaba el Misterio. El Misterio era Dios. Dios era el Misterio. Dios es Misterio para nosotros y para Sí mismo.

Es Misterio para nosotros en la medida en que nunca acabamos de aprehenderlo ni por la razón ni por la inteligencia. Cada encuentro deja una ausencia que lleva a otro encuentro. Cada conocimiento abre otra ventana a un nuevo conocimiento. El Misterio de Dios no es el límite del conocimiento sino lo ilimitado del conocimiento. Es el amor que no conoce reposo.  El Misterio no cabe en ningún esquema ni es aprisionado en ninguna doctrina. Está siempre por conocer.

El Misterio es una Presencia ausente. Y también una Ausencia presente. Se manifiesta en nuestra absoluta insatisfacción que incansablemente y en vano busca satisfacción. En este transitar entre Presencia y Ausencia se realiza el ser humano, trágico y feliz, entero pero inacabado.

Dios es misterio en sí mismo y para sí mismo. Dios es misterio en sí mismo porque su naturaleza es Misterio. Por eso, Dios en cuanto Misterio se autoconoce y, sin embargo, su autoconocimiento nunca termina. Se revela a sí mismo y se retrae sobre sí mismo. El conocimiento de su naturaleza de Misterio es cada vez entero y pleno y, al mismo tiempo, abierto siempre a una nueva plenitud, permaneciendo siempre Misterio, eterno e infinito para Dios mismo. Si no fuese así no sería lo que es: Misterio. Por lo tanto, es un absoluto Dinamismo sin límites.

Dios es Misterio para sí mismo, es decir, por más que Él se autoconozca nunca agota su autoconocimiento. Está abierto a un futuro que es realmente futuro. Por lo tanto, a algo que todavía no se ha dado, pero que puede darse como nuevo para sí mismo. Con la encarnación Dios empezó a ser aquello que antes no era. Por lo tanto, en Dios hay un devenir, un hacerse.

Pero el Misterio, por un dinamismo intrínseco, se revela y se auto comunica permanentemente. Sale de sí y conoce y ama lo nuevo que se manifiesta de él. Lo que va a revelarse no es reproducción de lo mismo, sino siempre distinto y nuevo, también para Él. A diferencia del enigma, que una vez conocido desaparece, el Misterio cuanto más conocido más aparece como desconocido, es decir, como Misterio que invita a más conocimiento y a mayor amor.

Decir Dios-Misterio es expresar un dinamismo sin residuo, una vida sin entropía, una irrupción sin pérdida, un devenir sin interrupción, un eterno venir a ser siendo siempre, y una belleza siempre nueva y diferente que jamás se marchita. Misterio es Misterio, ahora y siempre, desde toda la eternidad y por toda la eternidad.

Delante del Misterio se ahogan las palabras, desfallecen las imágenes y mueren las referencias. Lo que nos cabe es el silencio, la reverencia, la adoración y la contemplación. Éstas son las actitudes adecuadas al Misterio.

Asumiendo tal comprensión se derriban todos los muros. Ya no habrá Atrio de los Gentiles y tampoco existirá más templo porque Dios no tiene religión. Él es simplemente el Misterio que liga y religa todo, cada persona y el universo entero. El Misterio nos penetra y estamos sumergidos en Él.

Leonardo Boff es autor de Experimentar a Dios: la transparencia de todas las cosas, Sal Terrae 2003.

[Traducción de MJG]

11 comentarios

  • Juanel

     
    Estoy de acuerdo contigo Ana, en que de Dios trascendente no sabemos nada de nada. Lo único en mi opinión que decimos los cristianos de Dios trascendente es que ha acogido, acoge y sobre todo acogerá lo humano en plenitud, dando a ésta su condición divina, trascendencia y eternidad junto a Dios mismo. Y si pensamos a Dios trascendente como completud, pues esta acogida por Dios de lo humano en plenitud puede ser razonable. Todo cuanto decimos los cristianos acerca de Dios y fue escrito en la Biblia, AT y NT, en realidad a lo que se refiere es a la Plenitud Humana y no a la trascendencia de Dios. Por ello cuando se describe a Dios en la Biblia se hace significativamente con características humanas, amor, bondad, compasión, justicia,……, llevadas a su límite máximo, es decir, tomadas en plenitud.
     
     
    Olga y Ana, decís que Dios es una creación humana y yo comparto vuestra opinión. Me apetece contar el pensamiento común sobre el origen histórico de Dios, principalmente ateo pero que a mí como creyente me parece aceptable. Los grupos cazadores-recolectores de la prehistoria necesitaron un instrumento de control ante la apabullante y a menudo terrorífica naturaleza de la que dependían. El medio fue llenarlo todo y cada cosa, y a sí mismos, de espíritus que creían dominar por rituales de la magia de los chamanes. Al formarse en el Neolítico grandes pueblos, reinos e imperios el control de la magia pasó a los sacerdotes, y los rituales se simplificaron mucho al juntar los espíritus en jerarquías gobernados por dioses con atributos específicos. La convergencia politeísta fue un gran logro de la humanidad, puesto que no tenían que preocuparse de contentar a todos los espíritus de las cosas sino a unos cuantos dioses abandonando los rituales mágicos como supersticiones. Hoy muchos han perdido la fe en el poder de los dioses y vuelven a rituales mágicos, haciendo cosas ridículas y absurdas, para contentar a duendes, trasgos y demás, pasando de cuanto dice la Ciencia llenándolo todo de espíritus. Creo que es un gran error pues la vida se carga de miedos innecesarios.
     
     
    Los imperios a imitación de su estructura jerárquica inventaron un dios supremo con poder sobre todos los demás dioses. El loco y genial faraón Amenofis IV suprimió toda la cosmovisión anterior cargada de espíritus y dioses dejándolo todo en manos de un sólo Dios todopoderoso. Esta idea vacía todo el entorno natural y humano de espíritus y duendes…., pues le basta y sobra un Dios único para hacer y controlarlo todo. Es la idea de Dios que heredaron y se impuso en las religiones monoteístas. De aquí a eliminar toda función de Dios como hacedor y controlador del mundo sólo hay un paso. Este paso lo facilitó la Ciencia, pues es un postulado previo en la misma que el mundo natural y humano funciona con autonomía propia, sin necesidad de intervenciones divinas, tanto en su origen como en su evolución. Es aquí donde nos encontramos hoy y yo lo acepto sin problemas.
     
     
    Sin embargo, somos muchos a los que se nos hunde la vida humana y todo cuanto consideramos valioso de ella, sin creencia ni esperanza. Mi creencia y esperanza se apoyan en lo humano hasta sus últimas consecuencias. Y para salvarla NECESITO un Dios que la salve. Entiendo que a otros muchos les sobra esa necesidad mía y de los que la comparten conmigo, pues son opciones diversas en la vida ambas perfectamente válidas. Y si me preguntan por qué razón tengo que llevar lo humano hasta sus últimas consecuencias, respondo porque en caso contrario pierdo la esperanza y con ello todo cuanto considero valioso para el hombre (g).
     
    Saludos cordiales, amigos/as.

  • ana rodrigo

    Jo, ¡cuánto sabéis algunos de Dios!
     
    De Dios sólo sabemos lo que otros han dicho de él, porque a Dios nadie lo ha visto, ni lo ha oído, ni lo puede pensar, puesto que si, como se hace habitualmente, se sitúa en la trascendencia ¿cómo se le pueden adjudicar atributos, acciones o intervenciones inmanentes? De acuerdo con Pepe Blanco.
     
    Otra cosa es que a lo largo de la historia los seres humanos bien a título individual, bien las sociedades colectivamente o los poderes políticos siempre han necesitado de algún dios, ya sea para descargar en él nuestras ignorancias (el misterio), nuestras angustias, nuestros proyectos (es la bondad infinita); ya sea, para utilizarlos contra los súbditos, los débiles, los ignorantes (el opio del pueblo); ya sea para buscar aquello que no encontramos por nosotros mismos y creemos, con fe, que ese dios nos va a conceder (es omnipotente y todopoderoso).
     
    Pues bien, como estamos viendo en otro post, ni los jóvenes ni mucha gente de las sociedades occidentales (países ¿desarrollados?), necesitan a dios alguno, ni lo buscan ni lo echan en falta.
     
    Otra cuestión, para el cristianismo, es Jesús, hombre verdadero, hijo de Dios para quien así lo crea Dice D. Croissan que también Augusto, su coetáneo, era hijo de Dios, el César….), o referente vital por la dimensión humana, ética y espiritual de la que tenemos constancia.
     
    En fin, ¡todo misterio…., como tantas otras cosas de la historia y de la vida! Y con opciones para todos los gustos.

  • olga Larrazabal

    Querido Juanel:  Hablo muy en serio. Esa parte de la vida que se llena pensando en que será Dios y se comparte con los amigos, con una cerveza fría o un vinillo, y surgen las ideas, y se sigue con el tema de la Vida, hablo de la vida de cada uno, y después de los hijos, con los que nunca sabemos si lo hicimos bien o mal pero tenemos más retroalimentación que de Dios y generalmente perturbadora, esa parte de la vida  donde se revuelve el caldero, nos da la enjundia de la amistad. Y en esa amistad podemos decir tonteras, pero no nos vamos a atacar bajo el cinturón, ni nos vamos a condenar unos a otros.  Ahí no existen los buenos y los malos, los que tienen la verdad y los que no, porque a fin de cuentas, nadie sabe nada de Dios y cada uno habla de su vida.  Y los dioses que salen a flote, son sospechosamente parecidos a los que los crean.
    Y ese lugar de encuentro unos lo encuentran en Atrio, con el computador y la cerveza.

  • La Revelación estuvo en tensión creciente hasta llegar la plenitud de los tiempos, en que Dios se nos dio totalmente en su Hijo encarnado. Todo un proceso evolutivo, pues, preside las distintas etapas de la revelación hasta desembocar en Cristo. Porque el Dios que se nos manifiesta en la Biblia no está en modo alguno ajeno a las necesidades del hombre, antes bien se preocupa de él al intervenir personalmente en su historia, en la que se le da a conocer saliendo a su encuentro en Cristo. De ahí el carácter cristológico del conocimiento vital de Dios.
    La manera de revelarse Dios está en relación con el hombre. Pues Dios se manifiesta dándose al hombre. Esta comunicación de Dios se identifica con su misma intervención en la historia humana. Dios es el protagonista de la historia del hombre al asumirla como vehículo de su revelación, en la elección que hace de un pueblo, para dirigirle y verter en el desenvolvimiento de su misma historia su divina palabra.
    Dios aparece siempre en la Escritura en relación con el hombre, a quien crea, castiga, prueba y redime. Aunque la revelación es siempre teocéntrica, no queda por ello disociada del hombre. Pues en su misma trascendencia se percibe su inmanencia, puesto que va dirigida únicamente al hombre.
    En su comunicación imprime Dios el sello de su mismo modo de ser, ya que la revelación es sobrenatural. Parece que puede decirse que en la revelación del AT hay una cierta tensión entre el Dios único y la revelación de su vida trinitaria.
    El pueblo elegido respiraba en una atmosfera asfixiante de politeísmo. Dios no podía liberarle de ella sino a través de la afirmación de su unicidad divina. Todas las páginas de la Escritura están impregnadas de esta fe en la unicidad de Dios, frente a la multitud de dioses que no son tales. En la misma revelación de la unidad de Dios ya se vislumbra, sin embargo, el misterio de la vida divina, que se manifiesta en la historia de la salvación al establecer una relación intima con el hombre, a través de un pacto en el que Dios se revela como Padre y Salvador del hombre por el Espíritu nuevo que le infunde.
    Luis.

  • Juanel

     
    Si lo dices sin ironía Olga, pues estoy contigo en lo que dices. Me encuentro dialogando contigo sobre Dios con una cerveza bien fría junto a mi PC, mi tema favorito, disfrutando. En mi opinión los humanos “vemos” a Dios de modos tan diversos que resulta escurridizo y poliédrico. Tenemos muchas opciones y ofertas sobre las cuales me gusta dialogar para dilucidar cuál de ellas es la mejor bajo el criterio de sus consecuencias para el hombre (g) personal, colectivo y genérico. Dialogar en igualdad, sin invalidar las de los demás pues se trata de opciones y no de imposiciones. Busco las que vayan en la dirección de hacer más humano al hombre (g), las que permitan hablar de la salvación de todos sus males y sufrimientos, proyectado al futuro hasta sus últimas consecuencias. Y por todo ello y más, me entusiasma el Dios de Jesús de Nazaret.
     
     
    Si hablo de Plenitud Humana junto a Dios es como consecuencia de haber optado por el Dios de Jesús y no como principio.
     
    Saludos cordiales

  • olga Larrazabal

    Entonces que cada uno se imagine el misterio como mejor pueda, que es lo que estamos haciendo varios hace rato.  El problema ha sido siempre  que hay personas que quieren controlar Mis pensamientos y acciones  imponiéndome Sus versiones del misterio.  Otra cosa que podemos hacer es sentarnos con una botella de vino a conversar con un amigo o amiga sobre la versión de cada uno del misterio, y después irnos a casa tranquilamente, sin haberle impuesto nada a nadie y quedarnos con lo que más nos acomode.  Puede ser una buena manera de pasar la velada.

  • Juanel

     
    La reflexión que hace aquí de L.Boff sobre el Misterio me resulta interesante, presente y ausente, como reto para el hombre (g) que siempre escapa por lo menos hasta ahora. Pero asignar el Misterio como lo propio de Dios, su naturaleza intrínseca, lo veo una desmesura improcedente. El Misterio en mi opinión aparece en cuanto a la relación del hombre (g) con Dios y también con respecto a sí mismo y su entorno, pero nada nos dice de la naturaleza de Dios en sí mismo. Entender a Dios como puro dinamismo sin tregua ni fin es una opción tan válida como su contraria inmóvil en total completud, lo mismo que entenderlo como ambas cosas juntas o ninguna de ellas. Cada opción tiene sus consecuencias.
     
     
    Reconozco que tiendo a reconocer a Dios como total completud, pero una completud que abarca tanto lo eterno-infinito inmóvil como lo temporal-finito cargado con el dinamismo de la historia. En lo eterno-infinito se nos presenta Dios en relación con nosotros como Misterio insondable ante el cual sólo podemos callar, pero en lo temporal-finito se nos va desvelando, autohaciéndose como Plenitud Humana. Se implica en ello con todas sus consecuencias no como reproducción de lo mismo que ya tenía sino algo nuevo y distinto (L.Boff) por ser también Dios temporal e histórico. Pero la Plenitud Humana una vez alcanzada no continúa su dinamismo indefinidamente sino que termina al ser temporal, pero no se destruye sino que se incorpora a lo eterno de Dios, según mi fe y esperanza.
     
     
    Puedo hablar de la Plenitud Humana cuanto quiera pues pertenece a mi mundo humano como horizonte futuro, que por supuesto también contiene misterio por no saber con exactitud hacia dónde vamos ni personal ni colectivamente. Pero de lo que no puedo hablar es de lo eterno-infinito de Dios, de lo que es, de su naturaleza, de lo que dice o quiere, por que no pertenece a mis coordenadas humanas.
     
    Saludos cordiales

  • oscar varela

    Hola!

    1.- Muy bueno lo tuyo Pepe Blanco

    2.- Quisiera salir un poco de este “tufo” del Misterio.

    3.- Alguna ventanita se me fue abriendo -me parece-
    con un magnífico estudio que -si mal no recuerdo- era de J. Danielou.

    4.- Hay una doble acepción del Misterio:

    UNA: intelectual o del “conocimiento”
    Quien tenga solo esta acepción (filósofos y teólogos al uso)
    no pueden salir de la trampa en que se encerraron (así Heidegger y … Boff).

    OTRA: de perspectiva histórica o pragmática (quehacer)
    el ¿qué será de mí -del yo que pretendo- después de este ahora?
    ¿Quién lo sabe, no? Ni yo mismo estoy seguro de lograrlo.
    Ese es mi “MISTERIO” al que estoy lanzado a quitarle los velos QUE-HACIENDO.

    Esta acepción OTRA es más radical,
    la que provoca y fabrica la UNA (Conocimiento, Sabiduría, Religión, etc.)

    ¿Habré logrado decir lo que pretendía decir y comunicar?
    ¡Quí lo sa! Es un Misterio.

    Y así: de misterio en misterio vamos andando de-velando-nos quiénes somos.

    Todo esto envuelto con papel celofan transparente que deja entrever un”¡tal vez!”.

    Y ¡A seguir yendo todavía! – Oscar.

  • pepe blanco

    Caray, para ser un misterio, sabe muchísimas cosas de él:
     
    – Que su naturaleza es misterio
    – Que se autoconoce
    – Que su autoconocimiento no termina nunca
    – Que se revela
    – Que es una espiral de misterio
    – Que es dinamismo
    – Que está abierto a un futuro que es futuro
    – Que se encarnó
    – Que pasó a ser algo que no era
    – Que es un devenir, que se va haciendo
    – Que es dinamismo sin residuo
    – Que es vida sin entropía
    – Que es una irrupción sin pérdida
    – Que es un devenir sin interrupción
    – Que es un eterno venir a siendo siempre
    – …
     
    ¡Joder con el misterio! ¿Dónde está el misterio? ¡Ojalá un físico pudiera decir tantas cosas de un simple electrón!
     
    – Que se retrae
     
     
     

  • oscar varela

    Hola!

    Empecé a leer el Artículo.

    Al terminar de leerlo, mi Mente se quedó en Silencio

    Al salir de ese estado de somnolencia cataléptica me dije:
    – “¡Oh, qué Misterio!”

    y me fui silbando bajito hasta el Bar que está en la esquina,
    donde encontré a otros en igual estado, acodados en las enólogas mesas.

    No pienso seguir así todavía ni por más tiempo.
    ¡Algo hay que hacer para no estupidizarme más
    con estas teologías místicas!

    Exagero un poco ¿no? – Oscar.

  • sarrionandia

    El siempre de la eternidad resulta ambiguo y mechado de temporalidad: por algo en la gramática que es su casa figura como adverbio temporal. Con menos palabras y más certeras, Sócrates dijo: “sólo sé que no sé”