Mi novela “SANGRE”, de reciente publicación, tiene al Opus Dei (miembros y exmiembros) como trama donde se desarrolla la acción policíaca del inspector Mazeres. En la ficción, el afán de poder (político-religioso) de los dirigentes de la Obra les lleva a concebir un “sagrado experimento” que será el culmen de todas sus ambiciones. Ese fantasioso y descabellado experimento (hilarante, por otra parte) pone en entredicho dogmas fundamentales de la Iglesia… Pero hoy no quería hablar de eso.
Algunos han criticado mi novela por dar una visión tremendista de la Obra, de haber cargado las tintas a propósito de la Planta de psiquiatría de la Clínica Universitaria de Navarra donde se aparcan a los numerarios “tocados” (y no precisamente por la gracia de Dios). La terrible carta de Victor que copio, extractada, confirma que la realidad supera a la ficción. Ojalá mi novela también sirva para abrir los ojos.
Victor murió el 21 de septiembre del 2012. Tenía 32 años. Que descanse en paz.
- La carta de Víctor:
Valencia, 24 de enero de 2011
Estimado D. Antonio:
Hace muchos años que no me dirijo a Usted. Quiero en primer lugar agradecerle el hecho de que siempre se haya acordado de mí en fechas señaladas… Usted ha demostrado hacia mí una amistad desinteresada, usted es un caballero y un buen amigo, y eso le honra… Han transcurrido casi 18 años desde la última vez que nos vimos, paseando por Torreciudad, divisando el Pirineo, entonces yo era un muchacho de 14 años inmaduro y vital, que quería comerse el mundo y dar lo mejor de sí mismo a Dios y a los demás… hay que reconocer que su organización y mis padres tenían muy bien estudiada la estrategia para que cayese en sus redes… Daba igual si Víctor tenía vocación o no, daba igual si se estaba coaccionando a muchachos de 14 años, lo importante eran las matemáticas, que cuantos más “pitaran” mejor, daba igual qué sería en el futuro de sus vidas, daba igual si todos estos acontecimientos podían dañar y perjudicar negativamente el desarrollo de la personalidad de aquellos adolescentes, lo importante era que cuántos más se sumasen a la causa, mejor. Dos años después, el 60 % de aquellos jóvenes que caímos en su red, nos habíamos dado cuenta de que aquél no era nuestro camino, tuvimos que ser valientes y enfrentarnos a nuestros directores y en algunos casos a nuestras familias, que habían diseñado un plan para nosotros, gran parte de aquellos jóvenes terminamos con graves problemas psicológicos, desequilibrios, depresiones, ataques de ansiedad, sentimientos de culpabilidad, fomentado por los directores, dado que no habíamos perseverado y se ponía en juego nuestra salvación eterna y nuestra felicidad… Algunos de esos muchachos superaron con el tiempo y con mucha ayuda profesional aquellos problemas, otros hemos quedado tocados de por vida por aquellas traumáticas experiencias, sir ir más lejos en mi promoción somos 4 los que continuamos en tratamiento psiquiátrico. Ustedes destrozaron la adolescencia y la vida de muchos seres humanos…
En mi caso, con apenas 16 años, siendo menor de edad, fui víctima de numerosos chantajes emocionales, violencia y abusos psicológicos, ultimátums, amenazas, coacciones, juicios de valor… Yo tuve que escuchar frases como… “si dejas de ser numerario te va a resultar muy difícil conseguir la salvación eterna, serás un tibio”, “nunca serás feliz ni tendrás paz”… Esto me decían mis directores espirituales, hablando supuestamente en nombre de Dios… Puede imaginarse que a las pocas semanas empecé a tener ataques de ansiedad, y de pánico, que no dormía por las noches, que no comía, que no me concentraba, se me diagnosticó una fuerte depresión… digamos que dejé de ser Víctor y empecé con tratamientos, y con abundante medicación. Desde entonces, y ya han transcurrido casi 16 años, esa ha sido la tónica de mi vida.
Reitero que las maneras sectarias de su organización destruyeron la adolescencia y la vida de muchos buenos adolescentes de los años 90… yo todavía sigo esperando el momento en el que la Delegación de Valencia me pida disculpas formalmente… Yo he perdonado a todas aquellas personas, porque de cristianos es perdonar… Estas personas tienen nombre y apellidos, estoy hablando mayormente de Antonio […], Jaime […], y D. Luis […], y en menor medida de Javier […], Federico […], José Juan […] y Miguel […]. Eran todos jóvenes fanáticos, rígidos e impulsivos, salvo D. Luis […], que era un sacerdote entrado en años al que yo no conocía de nada y se presentó un día en mi casa para convencerme de que no me marchase de “casa”. ¿Cómo se había enterado este sacerdote de que yo tenía dudas de vocación? Con los años me enteré de que en la Obra se hacen informes secretos de sus miembros, donde el Consejo Local comparte confidencias realizadas en la dirección espiritual, haciéndolas extensivas en ocasiones a miembros de otros centros, por lo que mi relación íntima con Dios se convirtió tema de conversación en los centros, haciendo flaco servicio a mi intimidad con Dios…Todas las personas de mi promoción guardan malos y desagradables recuerdos de estas personas… Debo reconocer que también me encontré con algunos numerarios que me valoraron como persona y no me trataron como un medio, respetando mi libertad, y animándome a que tomara mi propia decisión sin miedo…, pero la Obra jamás ha querido reconocer sus debilidades y limitaciones.
En cuanto a mí, no le he contestado durante estos años, pero tampoco había mucho que contar, mi vida ha sido un infierno… Intenté hacer tercero de carrera en Pamplona, viví en un colegio Mayor de la Obra (quizá cometiendo una grave equivocación), allí se terminó de manifestar la enfermedad con toda su intensidad, tuve dos intentos de suicidio, estuve dos veces ingresado en la planta de psiquiatría de la Clínica Universitaria de Navarra… se me diagnosticó un trastorno límite de la personalidad, que es algo mucho más complejo y grave que una simple depresión. Mis padres no apoyaron mi decisión de dejar la Obra, haciéndome sentir culpable, y sólo desde hace algunos años empezaron a entender un poco mi enfermedad, aunque no la comprenden ni son conscientes de su alcance. Terminé la carrera con buenas notas, no sé como lo hice en mi estado y con toda la medicación que tomaba…Luego no he tenido estabilidad en nada, empezaba trabajos, que luego perdía por venirme abajo, luego mi familia me lo reprochaba… mi trastorno y mi inestabilidad afectiva me han impedido consolidar relaciones de noviazgo y poder darme como me gustaría.
Desde los 16 años me han visto y tratado innumerables psiquiatras y psicólogos, y hemos abordado el problema desde distintos enfoques terapéuticos, y con muchos tipos de medicación distinta. No sé lo que es ser feliz ni tener paz en estos casi 16 años…Todos los médicos coinciden en admitir que la base de mi enfermedad es la adolescencia espantosa que la Obra me regaló. Pese a todo, nunca perdí el don de la fe, incluso le sigo teniendo cariño a la Obra y a muchos de sus miembros, y en algunas ocasiones he ofrecido mi sufrimiento por sus labores apostólicas y sociales, porque pese a no compartir el espíritu de la organización, y sostener que hacen mucho daño a las personas, también reconozco que hacen cosas buenas por los demás, sin ir más lejos mi hermana mayor es numeraria y se desvive por los menos favorecidos. En el último año mi evolución ha empeorado bastante… En los últimos meses he precisado dos ingresos hospitalarios, uno en Alicante, y otro en Lleida (Pamplona nunca mais), porque… no podía controlar las ideas de suicidio. Estoy luchando… pero no avanzo, y después de tantos años considero que es hora de descansar…
Siempre he sido muy romántico e idealista, unos de mis sueños era amar, cuidar a una mujer y tener una familia, y eso tampoco va a ser posible según los médicos y mi trayectoria… no estoy dispuesto a esperar 8 años más en este estado, considero que mi cuerpo y mi mente ya han sufrido bastante y que me he ganado estar junto al Altísimo con creces. En este ser se ha convertido aquel chaval de 14 años inocente e ingenuo con el que usted charlaba hace 18 años, yo era chico deportista, “guapete”, de sobresalientes, líder, con don de gentes, feliz, vital, alegre, me encantaba leer; ahora soy un enfermo mental… tímido, inseguro, ansioso, sin ilusión, abatido, no puedo aspirar al amor humano, nadie me necesita, sufriendo un día, y otro día, y otro… En esto ustedes han contribuido en gran medida, pero creo que a la Obra no le importa, sólo le importa cuántos decidieron pitar aquel verano.
Ustedes tienen una responsabilidad muy grande sobre las personas y en especial sobre los menores de edad que los padres ingenuamente dejan a su cargo. Yo no soy la única víctima, no he dejado de encontrarme personas en situaciones similares o análogas a la mía, algunas de ellas ya no están aquí para contarlo porque decidieron marcharse… muchas de ellas siguen viviendo atormentadas bajo el abrigo y yugo de la propia organización, he convivido en la Clínica Universitaria de Navarra y en la Clínica de Alicante con personas que pertenecían a la Obra, y estaban pagando las consecuencias de las decisiones impuestas por sus directores espirituales, personas que habían entregado su vida a la Obra, y a quienes ésta había exprimido, coaccionado y utilizado, habiéndose convertido en enfermos mentales… es un hecho estadístico probado que proporcionalmente en España hay muchas más depresiones y problemas psicológicos en el entorno de la Obra que en cualquier otro entorno, reconocido incluso por psiquiatras miembros del Opus Dei, por lo que muy mal se deben estar haciendo las cosas, y muy distintas a cómo Dios quisiera que se hicieran. También conoce usted las estadísticas de suicidio de miembros y ex-miembros de la organización en relación a la población en general. Ustedes tendrán su propia explicación… pero jamás reconocen su responsabilidad ni cambian su manera de proceder, hay mucha soberbia en esta actitud.
Yo le escribo para despedirme porque yo he decidido marcharme… No le he escrito en todos estos años porque usted me recuerda el momento en el que cometí el error de decidir “pitar”, y si yo no hubiese “pitado” y hubiese tenido una adolescencia normal, ahora no sería un enfermo mental… ustedes me jodieron la vida… Muchas veces estuve tentado de llevarles ante los Tribunales por acoso, violencia psicológica sobre un menor…
Yo en esta carta he querido despedirme y abanderar una causa de muchos jóvenes de los 90… No sé si ustedes tienen costumbre de modificar sus criterios y pautas de comportamiento sobre proselitismo, y libertad, o sigue imperando el lema de cuantos más mejor… Yo vengo a recordarles que ustedes tienen una deuda y una responsabilidad histórica y moral muy grande con miles de jóvenes de toda España (gracias a Dios fuera de nuestras fronteras estas cosas no pasaban), y como usted tiene un cargo importante en Madrid, vengo a hacer un llamamiento a la reflexión. Yo no digo que vayan a tener que rendir cuentas ante Dios, ni que Dios los vaya a castigar, no me pongo a la altura de ustedes, que van amenazando a las personas con su condenación eterna. Dios me libre de meterme entre Dios y sus conciencias. Yo sólo pido que mi vida, mi sufrimiento, mi muerte y el de muchos otros sirvan para que estas conductas se erradiquen, que no se vuelva a truncar el proyecto de vida de ningún adolescente… Espero que cuando se haya consumado… pues tengo por buen seguro que al Cielo me dirijo… que el infierno no existe… Es otra de las cosas que nunca entendí de la Obra, su mensaje apocalíptico y tenebroso, la mala costumbre de atemorizar al personal con el fuego eterno… además si el Fundador creía en el infierno y lo tenía tan presente, ¿cómo se lo va a cuestionar usted?… Bueno, no quería marcharme de este lugar sin enviar esta carta, sólo espero que mis palabras y reivindicaciones sirvan para algo… Le deseo lo mejor, y tengo grandes esperanzas en que muchas cosas mejoren en la Obra gracias a usted y a su sensibilidad, es el mejor regalo que me podría hacer, junto a sus oraciones.
Un fuerte abrazo de su amigo
Víctor
(Publicado el Viernes, 07 septiembre 2012 en la web opuslibros.org)
En esa página, encontraréis la carta íntegra de Victor y los comentarios que ha suscitado. He aquí algunos extractos:
- La carta de Víctor me ha dolido mucho, como a todos. Yo sé lo que es querer morir estando dentro, sentirse ahogado, incomprendido y empujado al fondo de la lata… Sin embargo, hoy que no estoy cerca del Opus y sigo mi vida, no he vuelto a plantearme la muerte como salida… pero me duele profundamente saber que es verdad que uno desea morir cuando tiene una experiencia así, que somos muchos los que hemos vivido ese vacío y ese sinsentido, y que seguirá sucediendo sin que nadie se pellizque para detenerlo. Unacomoyo
- Quiero decir que me alegra por Víctor, que su carta haya trascendido, y espero que lo siga haciendo. He seguido este tema porque es en verdad un problema que es importante, personal y que además no es un caso aislado ni único, es el día a día de las personas que pasaron por esa institución…Y una petición más no dejemos de comentar el tema Victor, darle fuerza, que no nos distraigan escritos en contra. Atlast
- Me alegra que no quede pronto en el olvido la persona de Víctor… Directores del Opus Dei, ¿cuándo pensáis abrir los ojos y usar la razón?… Yo he vivido eso en carne propia en los centros donde estuve con depresión y os puedo asegurar que es insoportable… El ninguneo, el desprecio con que te tratan hunde de forma dramática en la angustia que se vive… Yo traté poco a Víctor, no puedo decir que lo conociera, pero no era un loco merecedor de desprecio… Leyéndole he recordado a otra persona que tuvo 6 intentos de suicidio y hoy vive peleando con su salud y con una invalidez sin poder trabajar. Y el caso de otra persona de la que los directores no se fiaban, y le daban a diario sus pastillas. Fue haciendo acopio de ellas y una buena noche, tras escribir una carta a sus padres, se las tomó todas y se fue a la vida eterna. Y la de aquella que se tiró por una ventana y el único comentario de las numerarias de su casa fue que vaya faena les había hecho montando semejante número con los vecinos, y la de aquella que se ahogó en el mar al mínimo golpe de una ola por ir medicada hasta los ojos. Y la de aquella otra numeraria enferma terminal de cáncer a la que velaba cada noche una agregada, y cuándo ésta comentó a la directora que era necesario hacerle cambios posturales frecuentes, recibió como respuesta que la enferma no podía alterar la vida del centro… Carmen Charo
El suicidio en el Opus es una tentación demasiado frecuente.
Con fruición leí “Sangre”. Mi inicial impresión fue la que sospecha Paco. ¡Demasiado! ¡El autor podría buscar un ajuste de cuentas con la Obra! No. No es demasiado. La defensa de la adolescencia está en juego. Y no sólo. También los valores de nuestra sociedad. Comparto argumentos y sentimientos de anteriore comenaristas. El proselitismo es una plaga de las religiones. Peor que la políica. El de la Obra es nefasto, superlativo. Y el lavado de cerebro, peor que el de los tradicionales seminarios. Que ya es decir.
De la carta del joven Víctor, el relato de los hechos me lleva a comprender o establecer la relación directa existente entre su fallecimiento (ocurrido hace apenas unas semanas, el pasado mes de septiembre del corriente 2012) y el estado depresivo y de enfermo mental en que se encontraba más o menos postrado en las últimas fechas de su vida; y a su vez, la vinculación determinante -tipo causa-efecto- entre el trágico desenlace de su vida, tan prematuramente truncada, y su pertenencia al Opus Dei.
Aunque soy de la opinión de que no todo en el Opus Dei es malo y aun malísimo -tampoco profeso especiales simpatías por esa organización católica-, me parece estar convencido de que en la Obra operan iniciativas y aspectos válidos de la vivencia del mensaje cristiano en el seno de la Iglesia católica. Vale que desde una perspectiva eminentemente conservadora, muy de derechas, incluso clasista, etcétera. Naturalmente empero, no es el momento de señalar algunos de los mismos, de esos aspectos positivos del Opus a que me quiero referir, pero reitero que lo creo así.
Sin embargo, adonde querría apuntar es al espacio “universal” de la propia Iglesia más allá del ámbito concreto del Opus Dei. Y quiero hacerlo tomando en consideración un aspecto sobre el que se insiste en el post de Francisco Asensi que nos ocupa. A saber: en el Opus Dei se da con frecuencia la práctica de desvivirse por las personas candidatas a tomarse en serio la fe católica, entendida esta como vinculación con las actividades propias del grupo cristiano de referencia, con todo lo que ello supone o conlleva de aceptación de compromisos de vida, votos privados, etcétera, junto con una singular resolución o actitud resultante del desinterés al que someten a todo aquel que decide desmarcarse de las movidas del grupo cristiano en cuestión.
Me interesa poner el dedo en la llaga del asunto anterior porque esa actitud tan eclesiástica no es solo propia del Opus Dei, lo es de toda la Iglesia; quiero decir, de no pocos ámbitos y plataformas y movidas muy concretas de la Iglesia católica.
De manera que me detengo ahora no solo en el trágico desenlace vital del joven Víctor, fallecido con solo 32 años, sino también en el de tantos miles y miles de personas que en algún momento de sus vidas apostaron fuerte por el Reino de Dios y su justicia, desde el compromiso existencial de una sólida y entusiasta pertenencia a la Iglesia, y empero ulteriormente, a través del transcurso del devenir vital, con todas sus luces y sombras, como acabaron distanciándose de algunos o de bastantes de los antiguos compromisos y adhesiones eclesiales, no parece sino que la Iglesia católica -quiero decir ahora, sus dirigentes, sus jerarcas, sus pastores-, como represalia, les paga con la indiferencia, el desprecio, el ninguneo.
Desde luego que me detengo en el trágico final del joven Víctor, pues no en balde es el tema central del post, solo que también me quiero detener a considerar la desgracia de tantos miles y miles de personas a los que la institución eclesiástica ha atrofiado sus vidas, sus afectividades, sus autonomías personales, su autoestima.
Admito que no viene a cuento, pero aun así no callaré que en mi propia experiencia personal, ya a estas alturas de la película no abrigo dudas sobre el hecho de que algunos trabes que aún mantengo en mi vivencia de la afectividad han sido causados y alimentados por cierto oscurantismo católico. De ahí que me sienta capaz de entender, creo, las situaciones en que esos ligeros trabes a que hago referencia -autorreferencia- se convierten en auténticos dramas personales, que algunas veces pueden tener finales trágico.
-Un solo síntoma (hay otros muchos) me alertó cuando conocí como funcionaba la Obra respecto a gentes sencillas y generosas que buscaban su perfección cristiana y humana desde su condición laboral de empleadas de hogar (Criadas se las llamaba entonces) con la valoración de que: EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS.
Era por los años sesenta y, desde entonces, he ido enterándome de, y constatando, como intentan que se recorra el camino, o se viva la obra, que no son los de JESUS : CAMINO,VERDAD y VIDA.
Una pena para la Iglesia y para la Humanidad, por intentar dotarlas de poder y prestigio falsos y evangélica y humanamente incoherentes.
Doloroso y elocuente este testimonio de Víctor pincelado en su carta.
Lo que se pierde cuando se pretende enmendar aquello de Jesús: “Ejemplo os he dado para que, como yo lo he hecho con vosotros, así lo hagáis los unos con los otros.”
Triste, muy triste. Y conmovedor.
Si algún miembro del Opus tiene a bien asomarse a este ATRIO, le dedico el siguiente enlace a un video que considero interesante. Y liberador. Por ese motivo muestra la antitesis del catolicismo y del Opus Dei, en particular.
Me temo que la muerte de este chico no va a servir a nadie para nada. ¡Qué pena! Los responsables, empezando por los propios padres, encima, le echarán la culpa a la propia víctima. No hay peor ciego que quien quiera serlo, y este mundo del Opus, y otros, es un mundo enfermo, como dice Olga, obcecados con un dios enfermo y cruel que justifica todas sus crueldades, hasta destruir vidas.
Las sectas, de la ideología que sean, funcionan así. So pretexto de romperte el ego, la vanidad, la individualidad, para que seas “mejor” te quitan el respeto y aceptación de ti misma, el natural cuidado de tu cuerpo, la satisfacción de tus necesidades corporales y emocionales, tus límites, y el derecho a tu felicidad. Es decir todos esos ingredientes que en la maduración se deben equilibrar y modular para tener un Yo sano, son pervertidos y demonizados. Y la herramienta usada es el miedo. Miedo a perder el afecto de aquellos en los cuales uno ha puesto la confianza de un yo frágil Miedo a ese Dios enfermo creado por mentes enfermas, miedo a los directores “espirituales” que como conocen todos tus recónditos pensamientos, los manipulan para su propia vanidad o sus obsesiones ; porque el que no tiene un “yo” sano solo puede criar enfermos y sería mejor tenerlo alejado de la función de enseñanza.
Y esto es válido para cualquier tipo de lavado cerebral que impida la buena reflexión y un sano respeto por una misma.
Yo conozco muy de cerca la tragedia psicológica y física que sigue sembrando hoy en día, los “monstruos” que dirigen “Opus Dei”. A un amigo mío lo reclutaron a los 18 años….felizmente yo me libré… por que esos meses estuve enfermo… Mi amigo Bruno era un excelente muchacho, así como Víctor, simpático, atlético, feliz y con un C/I superior a lo normal…Al cabo de 8 años, Opus Dei lo espetó a Bruno convertido en un esperpento de hombre. Físicamente un esqueleto andante, por tanto ayuno y auto violencia a su cuerpo… Y lo peor, psicológicamente aniquilado, con una fobia increíble a su sexualidad. Anulado para una vida social normal… A dios gracias tiene un hermano que vive en Estados Unidos…Actualmente Bruno está allá, en una clínica especializada…todos sus amigos oramos para que Bruno vuelva sano.
Mi País también cayó en los dominios de Opus Dei religiosamente hablando. La máxima autoridad de la religión católica en mi país, el cardenal o príncipe de la Iglesia Católica es hijo predilecto de Opus Dei que convirtió su predica en la voz de los políticos corruptos de la ultraderecha.
Amigas, amigos yo me pregunto ¿quién pone coto y término a las atrocidades de Opus Dei?… ¿El Papa?…parece que no, parece que el Vicario de Cristo es otro acérrimo defensor de Opus.
Nicolás