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Obsesos por el sexo y aferrados al dinero

Toda una Iglesia obsesionada por el sexo y de espaldas a la obscenas inmoralidades de unos especuladores que quieren chupar hasta los pocos ahorros que puedan quedarles a las familias y a las sociedades más pobres. Los obispos españoles hablan sobre la familia y dedican 1 de 145 puntos a aludir a los ataques económicos a las mismas. La Santa Sede intenta con opusianos asesores de la FOX seguir siendo, con ciertos maquillajes, un paraiso fiscal, -porque los beneficios de las finanzas internacionales que siguen chupando la sangre al mundo son su principal ingreso económico-, y condena a una veterana profesora de moral por decir cosas sensatas. Podemos reproducir hoy en español la Notificación de la CDF contra las opiniones de sor Margaret Farley, poniendo en verde lo que ella dice y los otros condenan, sin aducir más teología que el Catecismo y sus propios documentos.

CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE

Notificación acerca del libro
Just Love. A Framework for Christian Sexual Ethics
de Sor Margaret A. Farley, R.S.M.

Introducción
La Congregación para la Doctrina de la Fe, después de haber concluido un primer examen del libro Just Love. A Framework for Christian Sexual Ethics (New York: Continuum, 2006), de Sor Margaret A. Farley, R.S.M., con carta del 29 de marzo de 2010 se dirigió a la Autora a través de Sor Mary Waskowiak, entonces Presidenta de las Hermanas de la Misericordia de las Américas, para transmitirle una evaluación preliminar de su libro e indicarle sus problemas doctrinales. La respuesta de Sor Farley, del 28 de octubre de 2010, no clarificó de manera satisfactoria tales problemas. En consideración del hecho de que se trataba de errores doctrinales cuya publicación había sido causa de confusión entre los fieles, la Congregación decidió emprender un “Examen con procedimiento urgente” según el Reglamento para el Examen de las Doctrinas(cf. cap. IV, art. 23-27).
Después de la evaluación realizada por una Comisión de expertos (cf. art. 24), la Sesión Ordinaria de la Congregación, reunida el 8 de junio de 2011, confirmó que el libro en cuestión contenía proposiciones erróneas cuya divulgación podía causar grave daño a los fieles. Por tanto, con carta del 5 de julio de 2011, se transmitió a Sor Waskowiak el elenco de las proposiciones erróneas, pidiéndole que invitara a Sor Farley a corregir las tesis inaceptables presentes en su libro (cf. art. 25-26).
El 3 de octubre de 2011, Sor Patricia McDermott, sucesora de Sor Mary Waskowiak, de acuerdo con el Artículo 27 del citado Reglamento, envió a la Congregación la respuesta de Sor Farley acompañada de su propia opinión y a la de Sor Waskowiak. Esta respuesta, después de haber sido examinada por una Comisión de expertos, el 14 de diciembre de 2011 fue sometida a la atención de la Sesión Ordinaria. En esta ocasión, los miembros de la Congregación, considerando que la respuesta de Sor Farley no clarificaba adecuadamente los problemas contenidos en su libro, decidieron proceder con la publicación de la presente Notificación.

I. Problemas generales

La Autora no entiende correctamente el papel del Magisterio de la Iglesia, que es expresión de la autoridad de los Obispos para enseñar en comunión con el Sucesor de Pedro, que guía a la Iglesia a una comprensión siempre más profunda de la Palabra de Dios, que se encuentra en la Sagrada Escritura y que es transmitida fielmente por la Tradición viva de la Iglesia. Sor Farley trata argumentos de carácter moral ignorando la enseñanza constante del Magisterio y cuando ocasionalmente lo menciona, lo trata como a una opinión más. Tal actitud no se puede justificar, aun dentro de la perspectiva ecuménica que ella quiere promover. Sor Farley revela también una comprensión defectuosa del carácter objetivo de la ley moral natural, prefiriendo argumentar en base a conclusiones sacadas de ciertas corrientes filosóficas o de su propia comprensión de la “experiencia contemporánea”. Tal enfoque no está de acuerdo con la auténtica teología católica.

2. Problemas específicos

Entre los numerosos errores y ambigüedades del libro se encuentran sus opiniones acerca de la masturbación, los actos homosexuales, las uniones homosexuales, la indisolubilidad del matrimonio y el problema del divorcio seguido de nuevas nupcias.

  • Masturbación

Escribe Sor Farley: «La masturbación […] generalmente no implica ningún problema de carácter moral. […] Por cierto, muchas mujeres […] han experimentado un gran bien en el placer auto procurado –quizá en modo especial en el descubrimiento de sus propias posibilidades para el placer–, algo que muchas no habían experimentado y ni siquiera conocido en sus relaciones sexuales ordinarias con maridos o amantes. En este sentido, se podría afirmar que la masturbación favorece las relaciones más que estorbarlas. Mi observación conclusiva es que los criterios de la justicia, como los he estado presentando, parecieran aplicables a la decisión de probar placer sexual auto-erótico solo en la medida en que esta actividad ayude o dañe, mantenga o limite el bienestar y la libertad de espíritu. Y esta es una cuestión de carácter empírico, no moral» (pág. 236).
Tales afirmaciones no están en conformidad con la doctrina de la Iglesia Católica: «Tanto el Magisterio de la Iglesia, de acuerdo con una tradición constante, como el sentido moral de los fieles, han afirmado sin ninguna duda que la masturbación es un acto intrínseca y gravemente desordenado. El uso deliberado de la facultad sexual fuera de las relaciones conyugales normales contradice a su finalidad, sea cual fuere el motivo que lo determine. Así, el goce sexual es buscado aquí al margen de la relación sexual requerida por el orden moral; aquella relación que realiza el sentido íntegro de la mutua entrega y de la procreación humana en el contexto de un amor verdadero. Para emitir un juicio justo acerca de la responsabilidad moral de los sujetos y para orientar la acción pastoral, ha de tenerse en cuenta la inmadurez afectiva, la fuerza de los hábitos contraídos, el estado de angustia u otros factores psíquicos o sociales que pueden atenuar o tal vez reducir al mínimo la culpabilidad moral»[1].

  • Actos homosexuales

Escribe Sor Farley: «Desde mi punto de vista […], las relaciones y los actos homosexuales pueden ser justificados de acuerdo a la misma ética sexual de las relaciones y los actos heterosexuales. Por lo tanto, las personas con inclinaciones homosexuales, así como sus respectivos actos, pueden y deben ser respetados, sea que ellas tengan o no la alternativa de ser de otra manera» (pág. 295).
Dicha posición no es aceptable. La Iglesia Católica, en efecto, distingue entre personas con tendencias homosexuales y actos homosexuales. En cuanto a las personas con tendencias homosexuales, el Catecismo de la Iglesia Católica enseña que deben ser acogidas «con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta»[2]. En cuanto a los actos homosexuales, en cambio, el Catecismo afirma: «Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves, la Tradición ha declarado siempre que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados. Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso»[3].

  • Uniones homosexuales

Escribe Sor Farley: «Las legislaciones contra la discriminación de los homosexuales así como de las parejas de hecho, las uniones civiles y los matrimonios gay, pueden desarrollar un papel importante en la transformación del odio, de la marginación y de la estigmatización de gays y lesbianas, que todavía está siendo reforzada por enseñanzas sobre sexo “contra natura“, deseo desordenado o amor peligroso. […] Una de las cuestiones actualmente más urgentes ante la opinión pública de los Estados Unidos es el matrimonio entre personas del mismo sexo, es decir, la concesión de un reconocimiento social y una validez jurídica a las uniones homosexuales, masculinas o femeninas, comparables a las uniones entre heterosexuales» (pág. 293).
Tal posición es contraria a la enseñanza del Magisterio: «La Iglesia enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo alguno llevar a la aprobación del comportamiento homosexual ni a la legalización de las uniones homosexuales. El bien común exige que las leyes reconozcan, favorezcan y protejan la unión matrimonial como base de la familia, célula primaria de la sociedad. Reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad. La Iglesia no puede dejar de defender tales valores, para el bien de los hombres y de toda la sociedad»[4]. «Para sostener la legalización de las uniones homosexuales no puede invocarse el principio del respeto y la no discriminación de las personas. Distinguir entre personas o negarle a alguien un reconocimiento legal o un servicio social es efectivamente inaceptable sólo si se opone a la justicia. No atribuir el estatus social y jurídico de matrimonio a formas de vida que no son ni pueden ser matrimoniales no se opone a la justicia, sino que, por el contrario, es requerido por ésta»[5].

  • Indisolubilidad del matrimonio

Escribe Sor Farley: «Mi posición personal es que el compromiso matrimonial está sujeto a disolución por las mismas razones fundamentales por las que cualquier compromiso permanente, extremamente serio y casi incondicionado, puede dejar de ser vinculante. Esto implica que pueden darse situaciones en las que hayan cambiado muchas cosas: una o ambas partes hayan cambiado, la relación haya cambiado, la razón original del compromiso recíproco parezca completamente extinguida. Es evidente que el sentido de un compromiso permanente es unir a los que lo asumen no obstante los cambios que sobrevengan. Pero ¿puede ese compromiso resistir siempre? ¿Puede mantenerse absolutamente, de cara a cambios radicales e inesperados? Mi respuesta es que a veces no puede. A veces la obligación debe ser disuelta y el compromiso puede ser legítimamente cambiado» (págs. 304-305).
Dicha opinión está en contradicción con la doctrina católica sobre la indisolubilidad del matrimonio: «El amor conyugal exige de los esposos, por su misma naturaleza, una fidelidad inviolable. Esto es consecuencia del don de sí mismos que se hacen mutuamente los esposos. El auténtico amor tiende por sí mismo a ser algo definitivo, no algo pasajero. Esta íntima unión, en cuanto donación mutua de dos personas, así como el bien de los hijos exigen la fidelidad de los cónyuges y urgen su indisoluble unidad. Su motivo más profundo consiste en la fidelidad de Dios a su alianza, de Cristo a su Iglesia. Por el sacramento del matrimonio los esposos son capacitados para representar y testimoniar esta fidelidad. Por el sacramento, la indisolubilidad del matrimonio adquiere un sentido nuevo y más profundo. El Señor Jesús insiste en la intención original del Creador que quería un matrimonio indisoluble, y deroga la tolerancia que se había introducido en la ley antigua. Entre bautizados, el matrimonio rato y consumado no puede ser disuelto por ningún poder humano ni por ninguna causa fuera de la muerte»[6].

  • Divorcio y nuevas nupcias

Escribe Sor Farley: «Si del matrimonio nacieron hijos, los ex esposos quedarán por años o por toda la vida unidos en relación al proyecto común de ser padres. De todos modos, las vidas de dos personas que estuvieron unidas en matrimonio quedan para siempre marcadas por la experiencia de ese matrimonio. Aunque la profundidad de lo que quede admita grados, algo queda. ¿Pero lo que queda, desaprueba un segundo matrimonio? Yo opino que no. Cualquiera sea la obligación que quede de un vínculo no exige incluir la prohibición de un nuevo matrimonio, del mismo modo que el vínculo entre dos esposos no incluye la prohibición de nuevas nupcias, en caso de que uno de los dos muera» (pág. 310).
Dicha opinión contradice la doctrina católica que excluye la posibilidad de segundas nupcias después del divorcio: «Hoy son numerosos en muchos países los católicos que recurren al divorcio según las leyes civiles y que contraen también civilmente una nueva unión. La Iglesia mantiene, por fidelidad a la palabra de Jesucristo (“Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio”: Mc 10,11-12), que no puede reconocer como válida esta nueva unión, si era válido el primer matrimonio. Si los divorciados se vuelven a casar civilmente, se ponen en una situación que contradice objetivamente la ley de Dios. Por lo cual no pueden acceder a la comunión eucarística mientras persista esta situación, y por la misma razón no pueden ejercer ciertas responsabilidades eclesiales. La reconciliación mediante el sacramento de la penitencia no puede ser concedida más que aquellos que se arrepientan de haber violado el signo de la Alianza y de la fidelidad a Cristo y que se comprometan a vivir en total continencia»[7].

  • Conclusión

Con esta Notificación, la Congregación para la Doctrina de la Fe lamenta profundamente que un miembro de un Instituto de Vida Consagrada, Sor Margaret A. Farley, R.S.M., haga afirmaciones que están en contraste directo con la doctrina católica en el ámbito de la moral sexual. La Congregación advierte a los fieles que el libro Just Love. A Framework for Christian Sexual Ethics no está en conformidad con la doctrina de la Iglesia Católica. Por lo tanto, no puede ser usado como si fuese una válida expresión de las enseñanzas de la Iglesia para las sesiones de orientación o formación, ni tampoco para el diálogo ecuménico o interreligioso. La Congregación desea, además, alentar a los teólogos para que cumplan con sus tareas de estudio y enseñanza de la teología moral en plena conformidad con los principios de la doctrina católica.
El Sumo Pontífice Benedicto XVI, durante la audiencia concedida al Cardenal Prefecto el 16 de marzo de 2012, ha aprobado la presente Notificación, acordada en la reunión de la Sesión Ordinaria de esta Congregación el 14 de marzo de 2012, y ha ordenado su publicación.
Roma, en la sede la Congregación para la Doctrina de la Fe, 30 de marzo de 2012.

William Cardenal LEVADA
Prefecto

+ Luis F. Ladaria, S.I.
Arzobispo titular de Thibica
Secretario


[1] Catecismo de la Iglesia Católica, núm. 2352; cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, DeclaraciónPersona humana acerca de ciertas cuestiones de ética sexual (29 de diciembre de 1975), núm. 9: AAS 68 (1976), 85-87.
[2] Catecismo de la Iglesia Católica, núm. 2358
[3] Catecismo de la Iglesia Católica, núm. 2357; cf. Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10; cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Persona humana, núm. 8: AAS 68 (1976), 84-85; Id., Carta Homosexualitatis problema sobre la atención pastoral a las personas homosexuales (1 de octubre de 1986): AAS 79 (1987), 543-554.
[4] Congregación para la Doctrina de la Fe, Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento de las uniones entre personas homosexuales (3 de junio de 2003), núm. 11: AAS 96 (2004), 48.
[5] Ibíd., núm. 8: AAS 96 (2004), 46-47.

[6] Catecismo de la Iglesia Católica, núms. 1646-16472382; cf. Mt 5, 31-32 y 19, 3-9; Mc 10, 9; Lc16, 18; 1 Co 7, 10-11; Concilio Ecuménico Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes sobre la Iglesia en el mundo actual, núms. 48-49; Código de Derecho Canónico, can. 1141; Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Familiaris consortio sobre la misión de la familia cristiana en el mundo actual (22 de noviembre de 1981), núm. 13: AAS 74 (1982), 93-96.
[7] Catecismo de la Iglesia Católica, núm. 1650; cf. Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Familiaris consortio, núm. 84: AAS 74 (1982), 184-186; Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta Annus Internationalis Familiae sobre la recepción de la comunión eucarística por parte de los fieles divorciados que se han vuelto a casar (14 de septiembre de 1994): AAS 86 (1994), 974-979.

Traducción oficial presente en vatican.va.

9 comentarios

  • ana rodrigo

    Manuel V, negar lo que yo he dicho no es argumentar.
     Y sobre moral, ya sabes, este érmino viene de mos, moris, del latin, que significa costumbres, y las costumbres nunca han sido dogmas, y, como derivan de la sociedad de cada momento, van evolucionando con el paso del tiempo, unas veces a peor y otras a mejor, como es el caso de la moral sexual. No quiero ni pensar el que en este momento se siguiese la moral sexual de no hace mucho tiempo, por ejemplo con respecto a la mujer como elemento (no sujeto) pasivo y receptivo de “la semilla” del hombre, jaja, esto entre otras miles de cuestiones.

  • Manuel V.

    Ana:
    La  imaginaba más despierta, sus preguntas tienen sencillas respuestas. O no ha entendido o, peor, no ha querido entender. Si tampoco sabe de diferencias morales , pues eso…

    No Antonio no, ni pago ni lo quiero ¿Acaso pretende para esos autores lo  que niega a otros con mayor valía,  acaso éstos son infalibles y otros no? ¿Por qué lo que ellos afirman es válido y lo que afirma la Iglesia en sus documentos no lo es? ¿Porque lo dice Atrio? ¿¿Será la coprofagia el nuevo libro a publicar?? Vaya pues

  • Antonio Duato

    Aunque Manuel V. se dirige a “D. Antonio Duato” ya le han contestado mejor que yo Pepe y Ana.

    Yo vuelvo a insistir en que lea lo que Andrés Torres y Joaquín Perea dicen sobre el uso del Catecismo de la Iglesia como prueba teológica. Si no conoce a un suscritor o no puede gastarse 6 € en comprar el número, yo le enviaré los párrafos, que aquí opcuparían mucho espacio.

    Y le advierto que la tenga cuidado, que la moral católica está poniendo en peligro las costumbres en el comer. Declara la doctrina oficial que por gula, guiarse por el placer en el comer, no hay posibilidad de cometer pecado mortal. ¿No será eso una peligrosa permisividad que podría llevar a muchos a la coprofagia?

     

  • ana rodrigo

     Manuel V, dices: “Hablaremos solo de fisiología básica: El culo es un orificio de salida. no de entrada. En el hombre y en la mujer, en una disposición adecuada, se encuentran casualmente unos órganos complementarios y que sirven para perpetuar la especie, que cosas más curiosas tiene la naturaleza”  Manuel, ¿has caído en la cuenta que estos aspectos fisiológicos también los tienen muchísimos animales? ¿Y qué? Tienen que seguir algún catecismo religioso sobre sexualidad? ¿Y qué hacen aquellas personas que disponiendo correctamente de sus órganos sexuales no pueden procrear por distintas razones? ¿Deben abstenerse de la sexualidad? ¿Y qué diferencia moral hay entre saborear el placer de un pastel, o del olor de un perfume u otros placeres semejantes y el placer sexual?
     
    ¿Dónde queda la relación afectivo-amorosa en las personas? ¿O quizá la sexualidad sirva sólo para eso, para procrear a semejanza de los animales? ¿Acaso en el cuerpo humano hay partes malas moralmente en su existencia y en su uso? ¿Acaso el placer sexual es malo si no va acompañado de intención de procrear?
     
    ¡Qué ganas de complicar las cosas más sencillas en la relación entre seres humanos!

  • pepe sala

    Ahora entiendo al bruto de mi vecino ( ganadero que ” gracias a Dios” nunca tuvo que utilizar la taza del WC, segun su propia confesion.
     
    La frase de Manuel V me lo aclara definitivamente:
     
    “El culo es un orificio de salida. no de entrada.”…
     
    Contaba  mi vecino que otro ganadero muy amigo suyo se vio en la necesidad de acudir al medico. El medico le receto unos supositorios y le indico que se los pusiera por el esfinter.
     
    Muy pensativo llego a su casa y le pregunto a su mujer si sabia lo que era el esfinter. Naturalmente, no lo sabia y abronco a su marido por no haberlo preguntado al medico.
     
    El buen hombre, confuso y avergonzado volvio a la clinica y se lo pregunto al medico.
    — Que se lo ponga usted por el ano, hombre…
     
    Nuevamente quedo confuso y penso que su esposa sabria lo que era el ano. Tampoco lo sabia y el hombre compungido volvio a la consulta. La esposa le pregunto a su vuelta si ya sabia lo que tenia que hacer con los supositorios.
     
    — Pues mira- le dijo- el medico se ha debido cabrear un monton y me ha dicho que me los META POR EL CULO.
     
    Ya le dire a mi vecino que el culo no sirve para entradas sospechosas, porque lo prohibe la santa madre Iglesia .
     
    ( Lo de la cabra es mundial, jejeje )

  • Manuel V.

    D. Antonio:
    Seré muy breve. Como usted bien sabe, y medio oculta. el catecismo es un compendio y en cada uno de sus tiítulos aparecen montones y montones de referencias a la Escritura, la Tradición, los Padres Apostólicos, … Por lo que es una incorrección intencionada hablar de “solo el Catecismo”.
    Más claro, y en este caso me permitiré hablar como se le permite a otros en este lugar, aunque no es mi estilo, pero lo requiere la invitación:
    Hablaremos solo de fisiología básica: El culo es un orificio de salida. no de entrada. En el hombre y en la mujer, en una disposición adecuada, se encuentran casualmente unos órganos complementarios y que sirven para perpetuar la especie, que cosas más curiosas tiene la naturaleza. 
    También produce placer tener relaciones con la cabra, con la vaca o con el perro ¿También las deferenderá por el hecho de que algunos hombre y mujeres han “descubierto suspropias posibilidades de placer”? ¿Por qué no ?
    A nadie se le obliga a contraer matrimonio canónico y pedir el sacramento “para toda la vida”, el que no quiera recibir esa fuerza… pues que no se case y espere a que el amor se acabe y venga otro y otro y otros y …o no venga. Lea bien su argumentación sobre la indisolubilidad, es de una pobreza atroz.
    Y, como siempre, ya hay doctrinas que siguen lo que defiende la sor, que se vaya con ellas que serìa lo lógico, tiene su misma antropología, pobre muy pobre.

  • Antonio Duato

    Bien reaparecido, Manuel.

    Espero que no se les ocurra a los de la Congregación de la Fe inspirarse en los documentos de ATRIO. No hay peligro porque, además, no existen tales documentos.

    Pero para decir que son contrarias a la doctrina de la Iglesia las opiniones de una profesora de teología moral, sobre la masturbación por ejemplo, son necesarios argumentos teológicos de más peso. Despachar el tema con esa referencia al catecismo, que tiene otra intencionalidad, es una ofensa a la comunidad teológica.

    En el último número publicado de Iglesia Viva, tanto Torres Queiruga como Joaquín Perea hablan sobre el valor decidorio del Catecismo de la Iglesia para decidir sobre cuestiones disputadas seriamente en Teología. Yo no voy a polemizar sobre esto aquí.

    Dí en todo caso qué te parecen las opiniones de Sor Farley y aporta argumentos más elaborados para decir por qué se oponen a la moral humana y cristiana si es que lo crees así. Si lo que opinas es que es porque así lo dice el Papa y su Congregación romana, no hace falta que lo repitas que eso ya está claro en el documento.

  • Yo también soy Sor Farley.
                Ante la “notificación” de la Congregación para la Doctrina a Sor M. Farley sobre varios aspectos de un libro suyo, no puedo menos que expresar no sólo mi solidaridad y acuerdo con la hermana “notificada” (eufemismo de condena inquisitorial), sino mi rebelión ante  lo que significa esta “Nota”. Por lo que dice (supuestos errores frente a la verdad oficial); por lo que no dice (el valor del libro y la vida entregada de la autora); por cómo lo dice (con eufemismos condenatorios); por quién lo dice (la tal Congregación no tiene para mí ninguna autoridad moral) y desde dónde lo dice (el Vaticano, la Curia), que no tiene credibilidad para una corrección así.
                Rebelión que es previa a entrar en el tema:
                -Por un Vaticano convertido en estado dictatorial, con un poder absoluto en la figura del Papa, y que no reconoce los Derechos Humanos. Con ello pierde toda credibilidad de lo que diga.        
    -Por un Vaticano convertido en paraíso fiscal y de blanqueo de dineros oscuros. Y una jerarquía que en tiempo de crisis se preocupa más de desalojar a desahuciados de una catedral que de atender a las víctimas de esa crisis y denunciar los abusos del poder, defendiendo sus privilegios por encima del interés común. 
    -Por una Curia, Papa y Jerarquía deslegitimada democráticamente: una estructura jerárquica vertical que desacredita lo que la Iglesia podría significar como comunidad de creyentes en Jesús : una estructura clerical radicalmente desigual (unos mandan y otros obedecen); machista (que excluye a la mitad de la iglesia, las mujeres), y homófoba, con aversión a la sexualidad en sus diversas facetas…
    Y entrando en el tema, expreso mi acuerdo con las posiciones de Sor Farley, y mi desacuerdo con la descalificación por parte de la Congregación…Descalificación basada sólo en argumentos de la propia Congregación, el Magisterio eclesiástico, el Catecismo y la Tradición tomada sesgadamente en cuanto da la razón a las posturas del Magisterio. Muestro mi desacuerdo con enseñanzas del Catecismo y del Magisterio eclesiástico, y no por eso me siento menos Iglesia ni menos fiel al mensaje evangélico de Jesús. Creo que cabe otra doctrina y otra práctica respecto a los temas que se abordan: la sexualidad en sus diversas orientaciones y prácticas, incluyendo la masturbación y las relaciones extramatrimoniales, la homosexualidad en su diversidad, incluyendo el matrimonio entre personas del mismo sexo y la posibilidad de adopción, el divorcio y posibles nuevas nupcias, así como la diversidad en modelos de familia, y la cuestión del celibato opcional respecto al ministerio presbiteral y la de la ordenación de mujeres… Todos son temas abiertos que no se pueden cerrar por decreto jerárquico.
    Rebelión no sólo teórica, de disidencia en la opinión, sino práctica, pues somos muchos los cristianos y cristianas que no seguimos las instrucciones del Magisterio en cuestión de sexualidad; que muchos homosexuales y muchas lesbianas viven su fe y su homosexualidad con coherencia y gratificación, aunque también otras muchas personas la han vivido dramáticamente sufriendo la represión transmitida desde las instancias eclesiásticas. Hay comunidades cristianas que acogen a las personas LGTB sin discriminación y “bendicen” su unión matrimonial y dan gracias a Dios por su homosexualidad. La homosexualidad es una bendición; la maldición es la homofobia, que abunda desgraciadamente en la jerarquía eclesiástica.
    Afortunadamente hay comunidades cristianas adultas en su fe que no necesitan permiso del obispo para vivir su fe, que no se someten al catecismo ni al derecho canónico sino al Evangelio y a la buena noticia liberadora de Jesús. Y hay profetas que arriesgan su palabra frente a la jerarquía para defender la dignidad de las personas y la libertad del Evangelio. Frente a la Inquisición, se llame como se llame, hay hermanas como Sor Farley, que dicen su palabra evangélica. Yo también soy Sor Farley.
     
     
     

  • Manuel V.

    ¿Sobre qué documentos quiere que la Iglesia base sus opiniones? ¿Sobre los escritos de Atrio? ¿Que tiene de extraño que la Iglesia documente sus reservas sobre sus propios documentos?
    ¿NADA MÁS que el Catecismo y sus propios documentos? mucho más que la sor y atrio que los basa en sus propias opiniones personales ¿no?