Una visión cosmológica radical y coherente afirma que el sujeto último de todo lo que ocurre es el universo mismo. Él es quien hace surgir los seres, las complejidades, la biodiversidad, la conciencia y los contenidos de esta conciencia, pues somos parte de él. Así, antes de salir de nuestra cabeza como idea, la realidad de Dios estaba en el propio universo. Porque estaba en él, puede irrumpir en nosotros.
A partir de esta concepción, se entiende la inmanencia de Dios en el universo. Dios viene mezclado con todos los procesos, sin diluirse dentro de ellos. Antes bien, orienta la flecha del tiempo hacia la formación de órdenes cada vez más complejos y dinámicos (que, por tanto, se distancian del equilibrio para buscar nuevas adaptaciones) y cargados de propósito. Dios aparece, en el lenguaje de las tradiciones transculturales, como Espíritu creador y ordenador de todo lo que existe. Viene mezclado con todas las cosas. Participa de sus desarrollos, sufre con las extinciones en masa, se siente crucificado con los empobrecidos, se alegra con los avances rumbo a diversidades más convergentes e interrelacionadas, apuntando hacia un punto Omega terminal.
Dios está presente en el cosmos y el cosmos está presente en Dios. La teología antigua expresaba esta mutua interpenetración por el concepto de «pericóresis» aplicado a las relaciones entre Dios y la creación y después a las divinas Personas de la Trinidad. La teología moderna ha acuñado otra expresión, el «panenteísmo» (en griego: pan=todo; en=en; theos=Dios). Es decir: Dios está en todo y todo está en Dios. Esta palabra fue propuesta por un evangélico, Frederick Krause (l781-1832), fascinado por el fulgor divino del universo.
El panenteísmo debe ser distinguido claramente del panteísmo. El panteísmo (en griego: pan = todo; theos=Dios) afirma que todo es Dios y Dios es todo. Sostiene que Dios y mundo son idénticos; que el mundo no es una criatura de Dios sino el modo necesario de existir de Dios. El panteísmo no acepta ninguna diferencia: el cielo es Dios, la Tierra es Dios, la piedra es Dios y el ser humano es Dios. Esta falta de diferencia lleva fácilmente a la indiferencia. Todo es Dios y Dios es todo, entonces es indiferente si me ocupo de una niña violada en un autobús de Río o del carnaval, o de los indígenas en extinción o de una ley contra la homofobia. Lo cual es manifiestamente un error, pues las diferencias existen y persisten.
Todo no es Dios. Las cosas son lo que son: cosas. Sin embargo, Dios está en las cosas y las cosas están de Dios, por causa de su acto creador. La criatura siempre depende de Dios y sin él volvería a la nada de dónde fue sacada. Dios y mundo son diferentes, pero no están separados o cerrados, están abiertos uno al otro. Si son diferentes es para posibilitar el encuentro y la comunión mutua. Mediante ella se superan las categorías de procedencia griega que se contraponían: transcendencia e inmanencia. Inmanencia es este mundo de aquí. Transcendencia es el mundo que está más allá de este. El cristianismo, por la encarnación de Dios creó una categoría nueva: la transparencia, que es la presencia de la trascendencia (Dios) dentro de la inmanencia (mundo). Cuando esto ocurre, Dios y el mundo se hacen mutuamente transparentes. Como decía Jesús: “quien me ve a mí, ve al Padre”. Teilhard de Chardin vivió una conmovedora espiritualidad de la transparencia. Decía: «el gran misterio de cristianismo no es la aparición, sino la transparencia de Dios en el universo. No solamente el rayo que aflora, sino el rayo que penetra. No la Epifanía sino la Diafanía» (Le milieu divin, 162).
El universo en cosmogénesis nos invita a vivenciar la experiencia que subyace tras el panenteísmo: en cada mínima manifestación del ser, en cada movimiento, en cada expresión de vida estamos ante la presencia y la acción de Dios. Abrazando al mundo estamos abrazando a Dios. Las personas sensibles a lo Sagrado y al Misterio sacan a Dios de su anonimato y le dan un nombre. Lo celebran con himnos, cánticos y ritos mediante los cuales expresan su experiencia de Dios. Testimonian lo que Pablo dijo a los griegos de Atenas: “en Dios vivimos, nos movemos y existimos” (17, 28).
No todo el mal que padecemos lo creamos nosotros. Cierto es que hay falta de responsabilidad cuando no se invierte lo suficiente para prevenir catástrofes o curar enfermedades y sobre todo cuando se crean o se heredan situaciones injustas por decisiones políticas desafortunadas y éticamente condenables, al mantener grandes poblaciones humanas en el hambre y la miseria. Sin embargo, no podemos obviar los males que provienen de la Naturaleza y de nuestra biología, y si a Dios lo hacemos responsable de esto al decir que Dios ESTÁ EN ello, pues estamos diciendo que Dios es el autor del mal. Como no estoy dispuesto a admitir tal cosa, la única solución que veo es quitarle a Dios toda responsabilidad de creación del mundo tal y como es, y también sacarlo de su teórica presencia real en la Naturaleza y en nosotros mismos. Y al hacerlo no me estoy cargando ni la religión ni la espiritualidad.
Saludos cordiales
Juanel: Muy interesante tu reflexión. Al llegar al problema del mal y del dolor, quedamos atascados. pero , estaba pensando ¿Que es el dolor? Y me contesté: Es el efecto del apego a la estructura. Es la percepción por parte de la conciencia de que alguna de las estructuras, ya sea orgánica, de pensamiento, de relación, esta en peligro de deteriorarse o se está deteriorando. Porque la creación es eternamente fluctuante e impermanente. Y la maldad es aprovecharse de nuestra condición de impermanencia para destruir voluntariamente, o producir dolor para amendrentar a otro y así tener la ilusión de que nuestra estructura es más firme , mas potente, de que nosotros “somos” y los otros están al servicio de nuestro ser. ¿Y que tiene que ver el Creador en esto? Nada, el echó a andar la energía con las características de que por un lado tiende a aglutinarse formando estructuras que tienen sistemas de alarma para no deshacerse, y por otro lado tienen que deshacerse para volver a su estado de energía. ¿Más enriquecida con la experiencia? ¿Se enriquecerá El con la experiencia? Y digo El por las limitaciones de vocabulario. Todas son especulaciones, pero algunas sirven para darse cuenta que no es Dios ni Satanás el que causa la mayor parte del dolor, sino nosotros, y hay otros dolores que son consecuencia de existir en este mundo de 3 dimensiones, de tiempo, de nacimiento y de muerte. Quizás Dios es el eterno experimentante de su propia creación.
Yo diría Gonzalo Haya, que el mundo se nos haga comprensible en toda su complejidad, en todas y cada una de las cosas que en él hay y suceden, para que podamos asumirlo e incorporarlo a nosotros mismos como parte nuestra en toda su integridad en el que estamos incluidos, para que cuando seamos llevados a la eternidad con Dios lo llevemos al ámbito de Dios con nosotros.
Saludos cordiales
Si el panteísmo choca contra la indiferencia del todo vale pues todo es Dios, el panenteísmo choca de frente contra el problema del mal, la fealdad, con los errores de un mundo imperfecto. Para sostenerlo habrá que hacer una selección y colocar lo positivo del mundo en el lado de Dios y lo negativo, si no queremos ser maniqueos (Bien-Mal), tendremos que rebajar su importancia como daños colaterales, o si no ¿qué hacemos?
Es relativamente sencillo hablar de inmanencia o presencia real de Dios “en” nuestro mundo, cuando hablamos en términos generales o poéticos, y también en las ocasiones en las que un paisaje o un cielo estrellado nos sobrecogen y asombran por su belleza. Pero cuando bajamos al detalle las cosas se complican sobremanera. Resulta muy difícil sentir o intuir que Dios está presente “en” el impertinente mosquito o en la mosca cojonera, por no hablar de cuando se producen tornados o inundaciones o tsunamis que dejan sin hogares a miles de afectados. Creo que todos estamos de acuerdo en que Dios no es el responsable ni está presente “en” las catástrofes ni “en” los males que nos afectan. Y la pregunta es ¿por qué no está implicado en estas ocasiones adversas mientras que en las satisfactorias sí lo está?
Sin embargo, yo si creo que Dios puede actuar en el mundo e incluso lo que dice L.Boff de que sin él, sin la actuación de Dios, todo volvería a la nada. Pero esta creencia mía no implica la presencia de Dios “en” el cosmos y menos “en” cada una de todas las cosas que hay o suceden. Dios podría actuar por una causa instrumental exterior al sistema. El mundo propone libremente las alternativas posibles al suceso siguiente con diversos grados de probabilidad, que incluye el azar y los sucesos extraordinarios de escasísima probabilidad, y Dios escoge a voluntad la que quiere usando su instrumento causal externo al sistema. Esto hace que todo cuanto hay y sucede dependa de la voluntad de Dios, pero no obliga a que esté presente ni en lo que hay ni en lo que sucede en el mundo. Si Dios no eligiese una de las alternativas que el mundo le ofrece no habría suceso siguiente o bien podrían darse todas a la vez con fatales consecuencias, que el mundo siga depende de Dios. Esta proposición me permite dejar libre al mundo de la presencia de Dios “en” el mundo y por tanto sin sacralizarlo como exige la ciencia, pero manteniéndolo unido a la voluntad de Dios, en dependencia con respecto a él, y además me ofrece la posibilidad de quitar la responsabilidad de Dios frente al mal o al error dado que es el propio mundo el que suscita las alternativas posibles.
No me parece razonable una creación continua de la nada como parece sugerir L.Boff., en este caso sería entonces posible que el suceso siguiente fuera creado completamente de novo sin relación ninguna con los sucesos anteriores, con lo cual el mundo resultaría caótico. Según mi propuesta sería algo así como que Dios rechazase todas las alternativas que el mundo le ofrece y escogiese otra cosa de probabilidad nula. Nada obliga en la hipótesis de la creación continua a que el mundo tenga orden y por ello se pone el orden del mundo en la voluntad de Dios, y por ello inexplicable pues ¿quién conoce la voluntad de Dios? Sin embargo, en mi propuesta el orden surge de que la causa externa actúa por lo común de forma “casi” mecánica escogiendo la alternativa más probable y si no la hay porque tienen probabilidades semejantes, entonces escoge una al azar para que el mundo no se detenga, lo cual se realiza bajo la atenta mirada de Dios y modificando la elección cuando le conviene. Lo que no es posible es que se elija una alternativa de probabilidad nula, la que no tiene ninguna posibilidad, de aquí que en el mundo no suceda cualquier cosa en cualquier parte, sino que siga un orden causal, por muy escasa que sea la probabilidad del suceso siguiente.
Saludos cordiales
Hoy me quedo con la cita de Teilhard: «el gran misterio de cristianismo no es la aparición, sino la transparencia de Dios en el universo. No solamente el rayo que aflora, sino el rayo que penetra. No la Epifanía sino la Diafanía» (Le milieu divin, 162). Que el universo se nos haga transparente para percibirlo como una manifestación de Dios. Que nosotros nos hagamos transparentes para que todos, al vernos, se encuentren con Dios .
Hola!
Leo de Olga, lo que, 46 minutos después, pareciera festejar Sarri:
-“Interesante es ver un caso de una neurobióloga que tuvo un derrame completo en el hemisferio izquierdo, y quedó solo con el derecho, y perdió la sensación de límite, de contorno de su propio cuerpo teniendo experiencias de felicidad de esas descritas por los místicos , sintiendo que era pura energía que se expandía.”-
No niego que tiene esa “faz” “interesante”.
Para mí tuvo otra, que fue de una profunda tristeza:
La tarde de ese día en que le dio el derrame;
yo tenía concertada con ella una cena romántica,
que, tal vez, hubieran cambiado nuestras vidas.
Y puede ser cierto lo que afirma Olga:
Esa “danza energética” nos la cambió.
Es por eso que ¡Sigo yendo –como puedo- todavía! – Oscar.
Gregorio Nacianceno fue el primero en usar el término perijorein aplicado a relación entre las dos naturalezas de Cristo (pericóresis cristológica). Juan Damasceno el primero en usarlo para explicar la unidad y trinidad de Dios. Dice que las personas divinas “se contienen totalmente una en la otra”
Como bien nos ilustra Leonardo…No cabe duda que Dios sostiene su creación…por lo que su presencia, su forma de actuar en procesos y dinámicas…que sin embargo respeta la libertad del hombre, son una realidad, sobre la que vamos buscando…el acercarnos a su conocimiento, implica un acercamiento a Dios, que tiene muchos abordajes, el de la mística puede ser uno, el de la oración, el de la ciencia y el de la razón, pero la relación honda y profunda entre el creador y la creatura, son de una hondura, que podemos sentirla…en lo profundo de nuestro ser, pero cuesta acertar con formulaciones exactas de lo que sentimos (por eso nuestro abordaje de esta interacción), tiene que ver mucho más con la poesía y el lenguaje mítico…Lenguaje que nos permiten un acercamiento más hondo de la experiencia de la Presencia de Dios en su creación… Presencia que es vivenciable en cada uno de los seres…que ha creado y en todo lo creado…y aunque como todo lenguaje, es una aproximación imperfecta de lo que vivimos…Se nos impele en el Espíritu Santo, a continuar maravillándonos y buscando esta experiencia y estimamos que el y nosotros…creatura y creador, interactuamos juntos, para transformar todo el Universo…en un canto de Alabanza…en su Reino…y consagrarlo a El…
Como vemos podemos usar palabras-conceptos, para aproximarnos, pero la busca de develar esa presencia y esa acción de Dios en todo lo creado…nos remite a Jesús Resucitado…a la acción del Espíritu y a la actividad creadora del Padre…como dije alguna vez, el universo esta lleno de dinámicas trinitarias…Gabriel
Muy interesante el caso, Olga. evitemos definirlo!
Estamos en la línea. Aunque creo que las diferencias entre Panteiismo y Panenteismo tienen mucho que ver con nuestro desconocimiento de como se comporta la Energía, como se despliega en mil formas sin dejar de ser la que es, como en el mismo espacio se compenetran diferentes ondas , como los despligues de posibilidades se conectan entre si, y no se reconocen como iguales, ya que en el mundo de las cosas, tal como lo vemos, nuestros sentidos fabrican límites y tambien en el mundo de los conceptos, y del espíritu . Y dentro de esta danza energetica está todo, nos guste o no, indiferenciado E intentamos quedarnos con lo que calificamos de bueno y atribuirle esto al Creador, quizás deberíamos practicarlo y potenciarlo y ahorrarnos las definiciones, que son nuestras. Interesante es ver un caso de una neurobióloga que tuvo un derrame completo en el hemisferio izquierdo, y quedó solo con el derecho, y perdió la sensación de límite, de contorno de su propio cuerpo teniendo experiencias de felicidad de esas descritas por los místicos , sintiendo que era pura energía que se expandía.
Panteísmo y panenteísmo recuerdan la diferencia entre ser y estar, diferencia que no todos los idiomas perciben. Los seres (no los estares) en el Ser forman una unidad inconcebible ya que el ser no es el Ser pero, igualmente, el ser no es algo diferente del ser.
El misterio de esta Unidad irradiante de unidades no se aclara inventendo nombres para designar lo inombrable. Es misterio y punto: toda pretendida aclaración fracasará ahora y siempre; la adoración mística es el reverente silencio
Hola!
Me parece innegable que “algo” de lo que dice Boff hay.
También me parece que hay otro “algo”, que le chumba a ese hueso.
Sería algo así como el lado oscuro de la luna.
O tal vez ande yo equivocado,
al ir pensando que el Dios primitivo y permanente
fue y es el AZAR , SUERTE o FORTUNA (con su Rueda) pa’que te “toque”.
Ese Dios de las dos Caras;
es decir, por lo tanto: De ninguna segura:
Un DES-CARA’O el tipejo ¿no?
Habrá que seguir “con el mazo dando”
que es como ¡Voy todavía! – Oscar.