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Repensar la existencia: una tarea necesaria en tiempos de incertidumbre

No es la primera vez  que agradezco a Leandro Sequeiros sus colaboración para abrirme a nuevos medios y personas que enriquecen  ATRIO. Ayer omití decir que fue él quien me volvió a conectar con José Sols Lucia, de quien había perdido la pista hace timpo. Y hoy me da a conocer este medio de El Chaco de Argentino, Norte, donde una simple licenciada en Filosofía, María Cielo Aucar, nos informa de un Congreso de Filosofía en Friburgo en el que presentó una ponencia: Repensar la existencia: una tarea necesaria en tiempos de incertidumbre. En ese congreso se estudió las aportación de Kierkegard y de sus seguidores del “Círculo de Friburgo” y, en concreto, la del teólogo Bernhard Welte, alumno y amigo de Heidegger como su coetáneo Rahner, pero menos famoso que él. Es tal la similitud con mis tres compañeros de cordada que me afianza en la escalada (o profundización) emprendida, que no tiene por objeto obtener un record en exclusiva sino compartir la ruta entre personas jóvenes como María Cielo en tierras de Argentina. Y, habiendo publicado esto hoy, voy a ver si en el resto del día puedo acabar mi columna del viernes, que me cuesta siempre mucho. AD.

El mundo de la filosofía, a menudo tan lejano y abstracto para quienes no están inmersos en sus complejidades, sigue siendo una herramienta vital para entender no sólo nuestras vidas individuales, sino también los grandes interrogantes que definen nuestra sociedad. En este sentido, el trabajo conjunto entre la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) y la Albert-Ludwig Universität de Freiburg, de Alemania, abre una puerta interesante hacia la reflexión profunda sobre conceptos como la existencia, el interés infinito en ella y la pasión con la que ha de ser vivida, conceptos que hoy, más que nunca, siguen siendo relevantes.

El evento, realizado en la Universidad de Freiburg, fue el escenario ideal para profundizar en temas que son esenciales en esta época, como la naturaleza de la existencia humana, nuestra relación con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea y la búsqueda de un objetivo absoluto que de sentido a los demás sentidos finitos de la existencia. El Congreso titulado “La existencia como pasión por la paradoja. Sobre la importancia de la recepción de la filosofía existencial de Søren Kierkegaard por Bernhard Welte para el cristianismo actual”, se centró en cómo Welte recibió y desarrolló las ideas de Kierkegaard.

En las conferencias, abordamos un tema complejo, a la vez que fundamental: la relación entre la existencia y la pasión de lo absoluto que el existente encuentra en sí y a partir de la cual realiza su existir. El doctor Garrido-Maturano se centró en el análisis del significado filosófico de la noción kierkegaardiana de “salto en la fe”, mientras que en mi ponencia trabajé las categorías filosóficas de unicidad, interés infinito y pasión.

El interés por la existencia

El punto de partida del pensamiento kierkegaardiano se halla en su comprensión de la existencia humana. La categoría filosófica de existencia es fundamental tanto para Kierkegaard como para Welte. Kierkegaard ha sido el primero en reconocer el carácter dinámico y relacional del existir. Para el pensador danés, la existencia es entendida como el proceso temporal en el que el individuo, en virtud de una libertad formal —cuyo contenido sustancial no está determinado por anticipado— ha de “llegar a ser” aquel existente que en cada caso ha de ser, de acuerdo con el modo en que éste se relacione consigo mismo y con los demás. Para el pensador danés, vivir no es un proceso estático ni determinado de antemano, sino una tarea, una constante construcción de sí mismo, que se da a través de la relación de cada individuo consigo mismo y con su entorno.

Cada uno de nosotros tiene una “historia personal única” que no se puede reducir a una definición abstracta del ser humano en general. Lo que Kierkegaard propone es pensar en la existencia como un camino individual que cada uno ha de recorrer, con sus propios desafíos y con sus propias decisiones.

Este pensamiento fue retomado y desarrollado por Welte, quien en sus lecciones de 1950-51 y 1955-56, se centró en el análisis de tres aspectos clave: la unicidad, el interés infinito y la pasión por la paradoja. La unicidad hace referencia a que cada individuo es irremplazable en su totalidad. Cada ser humano tiene una experiencia irrepetible de la vida, algo que lo define y lo distingue de todos los demás. Este es un punto que resuena en un mundo cada vez más globalizado, donde a menudo tendemos a homogeneizar las experiencias y los problemas.

El segundo concepto importante retomado por Welte es el “interés infinito” que el individuo tiene por su propia existencia. Existir significa interesarse por la propia existencia. En un sentido fundamental, nadie puede ser indiferente a lo que experimenta, a lo que siente y a lo que piensa. De un modo u otro, todo lo que vivo me afecta. Ese interés infinito tiene un carácter necesario, es decir, es inherente a mí y no puedo renunciar a él. Si bien puedo intentar evadirme de lo que me sucede, nunca puedo escapar completamente de lo que vivo, pienso y siento. Existir no es otra cosa que hacerme cargo de mi propia existencia. Este interés es lo que nos lleva a cuestionarnos constantemente, a no conformarnos con respuestas fáciles, a buscar un sentido más profundo en todo lo que hacemos. Por eso es infinito: nunca se satisface. Más bien, busca, anhela y desea constantemente un sentido absoluto que dé sentido a los objetivos finitos que persigue en su vida. Ese sentido absoluto es lo que Kierkegaard llama “la felicidad eterna”.

Por último, Welte retoma de Kierkegaard la idea de la “pasión por la paradoja”. Para Kierkegaard, vivir apasionadamente no es simplemente tener emociones intensas, sino comprometerse de manera total con la existencia, aceptar sus contradicciones y sus dilemas. La vida, según este pensamiento, no es un camino recto y claro, sino que está llena de contradicciones que, lejos de ser un obstáculo, nos desafían a vivir con mayor profundidad. En este sentido, la pasión es la fuerza que nos mueve a buscar respuestas, aunque esas respuestas a menudo nos lleven a nuevas preguntas.

 

¿Qué importancia tiene esta filosofía hoy?

En una sociedad que a menudo se encuentra inmersa en una búsqueda frenética de certezas y respuestas rápidas, las filosofías de Kierkegaard y Welte nos invitan a reflexionar sobre la importancia de la reflexión acerca de nuestro modo de vivir. Vivir, según estos pensadores, no es simplemente seguir un camino ya trazado, sino más bien asumir la condición que nos fue dada: la libertad, que conlleva la gran responsabilidad de la existencia. En un mundo que cambia rápidamente, la reflexión filosófica puede ofrecer una guía para vivir de manera más plena y responsable.

Las investigaciones de Garrido-Maturano y de Aucar son una muestra de cómo la filosofía sigue teniendo algo que decirnos sobre lo que significa ser humanos hoy. Tal vez no tengamos todas las respuestas, pero como señala el filósofo alemán Heidegger, lo importante no es saber la respuesta correcta, sino saber preguntar. En tiempos como los que vivimos, cuando las certezas escasean, reflexionar sobre estos temas nunca fue tan urgente ni tan relevante.

 

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