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Sobre el evangelio de Lucas, 5

Esperanza y vida I

1. Ninguno de los cuatro autores de los evangelios elaboró su texto imaginando que con el tiempo llegaría a ser considerado un libro sagrado.

Tampoco sus autores pretendieron fijar una crónica alineando con precisión temporal una sucesión de acontecimientos.

1.2. Menos aún, construir un surtido de dichos y sentencias,

útiles para ser usadas con finalidad doctrinal

1.3. o simplemente para ser sumados a algún florilegio de ideas y abstracciones.

El cometido de estas personas innovadoras estuvo dirigido a la instrucción de unas comunidades comprometidas en convertirse en células sociales del Proyecto puesto en marcha por el Galileo. Ellas fueron el inicio de una sociedad alternativa, el Reinado de Dios, que respondió punto por punto a lo anunciado por la Buena Noticia o Evangelio.

1.4. Estos textos no se escribieron, pues, con intención de que fueran leídos en la intimidad de cada casa.

1.5. No buscaban la edificación espiritual personal ni alimentar un credo religioso.

 

2. EL LECTOR

2.1. De la mano de los evangelistas salía un solo ejemplar que iba a parar a otras manos:

las del Lector, alguien, hombre o mujer, conocedor a fondo del formato literario de estos escritos y de su contenido pedagógico. Esta figura había sido especialmente preparada para el desempeño de una tarea didáctica, dirigida a un colectivo de individuos interesados en la alternativa social y la praxis que los evangelios planteaban. El Lector era, por tanto, alguien de absoluta confianza en quien se depositaba el valor de un único manuscrito a sabiendas de que quedaba en buenas manos. Por esta vía, el autor confiaba plenamente en que su mensaje llegaría sin adulteraciones a unas comunidades atentas a sus explicaciones. Lucas comenzó los dos tomos de su obra haciendo aparecer esta irreemplazable figura del Lector. El prólogo de la primera de ellas dice así: “…ponértelo por escrito, excelentísimo Teófilo, para que compruebes la solidez de las enseñanzas con que has sido instruido” (Lc 1, 3b-4) (https://www.atrio.org/2011/11/excelentisimo-teofilo/).

2.2. El Lector no lee el texto buscando en los oyentes su memorización

Prescinde de dar explicaciones al pie de la letra. Conoce bien los detalles usados por el evangelista en su pedagogía. Se trata de una pedagogía social. El Lector no perseguirá convencer de la necesidad de asumir individualmente unas creencias para poder obtener una vida en el más allá. Sabe de sobras que la plenitud de la vida se alcanza aquí y ahora mediante la adhesión leal al Proyecto del Galileo. En la época de Lucas, a finales del siglo primero, la Vida de muchas comunidades saltaba ya a la vista. El evangelista tratará en su obra de dar explicación de la procedencia de esa Vida, presentada por Jesús como alternativa a la estafa extendida por la ideología del orden injusto. Además de liberar de una existencia que decepciona, fatiga y lo único que aviva es el desfallecimiento, el texto de Lucas presentará una Vida que supera a la misma muerte.

 

3. El evangelio de Lucas coincide con los otros tres en enlazar la aparición del Galileo anunciando el arranque del reinado de Dios tras una actividad del Bautista que invitaba a estar preparados.

Juan y Jesús intervienen respectivamente como cierre y apertura de dos tiempos marcados por una gran línea que, según los autores de los evangelios, divide la historia. Así lo expresó Jesús según se lee en el texto de Lucas: “La Ley y los Profetas llegaron hasta Juan; desde entonces se anuncia el reinado de Dios” (Lc 16,16a). Juan representa el culmen del AT; él es su máximo exponente: “Os digo que entre los nacidos de mujer ninguno es más grande que Juan…” (Lc 7, 28a), aunque él no podrá compararse a ninguno de los adheridos a la propuesta de Jesús, los genuinos representantes de la nueva época: “…y, sin embargo, el más pequeño en el reino de Dios es más grande que él” (Lc 7, 28b). El tiempo del Bautista se distinguió por ser una era de promesas y esperanza; el del Galileo representó la etapa definitiva que dio lugar a la plena satisfacción y la Vida.

 

4. EL CUADRO COMPARATIVO

El tercer evangelista entrará a exponer una comparativa relacionando coincidencias y diferencias entre Juan y Jesús. Realiza esta tarea con fines didácticos elaborando unos relatos sobre sus nacimientos al estilo de los antiguos escritos sobre los héroes del AT. No olvidó incluir en ellos himnos explicativos del sentido de las dos épocas representadas por las actuaciones y la vida del Bautista y del Galileo. Así comienza la presentación del entorno y los intervinientes en los relatos:

4.1. EN EL CASO DEL BAUTISTA

“Hubo en tiempos de Herodes, rey del país judío, cierto sacerdote de nombre Zacarías, de la sección de Abías; tenía por mujer a una descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel. Ambos eran justos delante de Dios, pues procedían sin falta según todos los mandamientos y preceptos del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, eran ya los dos de edad avanzada.

Mientras presentaba su servicio sacerdotal ante Dios en el turno de su sección, le tocó entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso, según la costumbre del sacerdocio; toda la muchedumbre del pueblo estaba fuera orando durante el rito del incienso. Se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso” (Lc 1, 5-11).

 

4.1.1. Lucas comienza enmarcando políticamente los hechos en un tiempo y un espacio.

La sociedad judía está gobernada por un rey, Herodes, casi a finales ya de su reinado. Este rey, criminal hasta el fin de sus días, murió hacia el año 4 antes de nuestra era. Su figura es la de un rey vasallo, llegado al trono por disposición y al antojo del imperio dominante de turno. Aunque actúa bajo las reglas establecidas para una nación ocupada, cuenta con poder suficiente para que sus crímenes gocen de entera impunidad. Logró, con ello, que el miedo se expandiera por todo el territorio.

4.1.2. El primer personaje en aparecer en escena tiene igual nombre que el de uno de los profetas: Zacarías (‘Yahvé recuerda’).

Pero ni él es profeta ni persona de renombre. Es uno más de los pertenecientes al nutrido colectivo de sacerdotes de rango ordinario. El término que define su condición se escribe sin artículo (…ἱερωύς; lit.: ‘un sacerdote’) y previo al nombre (…ἱερωύς τις ὀνόματι Ζαχαρίας; “cierto sacerdote de nombre Zacarías”), acentuando así la clase (“cierto sacerdote”) de la que depende el personaje. Estaba integrado en una de las 24 ramas familiares que cubrían por turnos el servicio ritual del Templo (“de la sección de Abías”). El grupo de Abías ocupaba el octavo lugar. Desde el Exilio en Babilonia, donde el pueblo judío se vio desprovisto de instituciones, el sacerdocio cobró auge como organismo identificativo de un colectivo expatriado y de la religión que compartían. Pero Zacarías no forma parte de la élite sacerdotal: los sumos sacerdotes; él trabaja como un funcionario más del rito religioso del Templo de Jerusalén. El número de estos operarios alcanzaba la cifra de dieciocho mil. Como miembro de ese escogido grupo, Zacarías es presentado por Lucas encarnando un personaje destacado de la religión judía.

4.1.3. Junto a él, se menciona a un segundo personaje:

su esposa, también perteneciente al linaje sacerdotal (“tenía por mujer a una descendiente de Aarón”). Lucas aporta el detalle de su ascendencia subrayando así la representatividad de la pareja. Señalizan lo genuino de la religión. El evangelista dará su nombre: “…que se llamaba: Isabel” (‘Juramento o Promesa de Dios’).

4.1.4. Lucas destaca la integridad moral y religiosa de los esposos (“Ambos eran justos delante de Dios”).

Y aporta la prueba de dicha rectitud. Ambos eran estrictos cumplidores de la Ley: “…pues procedían sin falta según todos los mandamientos y preceptos del Señor”). El evangelista exhibe su comportamiento como modélico; son lo más selecto y puro de la religiosidad. Sus vidas ponen de manifiesto valores esenciales del AT: La Ley y el Culto.

4.1.5. Un nuevo dato de Lucas referente al matrimonio de Isabel y Zacarías

parece desentonar con lo expresado anteriormente: “No tenían hijos”.  La falta de descendencia estaba considerada una maldición en el AT. Se tenía como castigo divino por un comportamiento contrario a la Ley. Esta nota no encaja con la declarada rectitud de ambos cónyuges. El evangelista resuelve la aparente contradicción acto seguido aportando la causa que les impide tener hijos: “…porque Isabel era estéril”. Zacarías e Isabel son figuras representativas de una religión establecida sobre la Ley y el Culto. Ambos personalizan el punto exacto adonde ha llegado el credo y la praxis de la institución heredera del AT: La esterilidad. La Ley y el Templo son un campo baldío.

4.1.6. Un último apunte declara que la situación de infecundidad tiene carácter definitivo;

no tiene arreglo posible: “…eran ya los dos de edad avanzada”. La vejez impide poder tener descendencia. No hay cabida para la esperanza. El AT está ya en las últimas.

4.1.7. Tras la presentación de estos dos primeros personajes, el texto cambia el escenario y sitúa a Zacarías actuando en el Templo de Jerusalén.

a) Le corresponde prestar servicio a su grupo familiar.

A cada uno de ellos le tocaba realizar esa tarea dos veces al año. Él interviene en los ritos sacrificiales junto al resto de compañeros de oficio: “Mientras presentaba su servicio sacerdotal ante Dios en el turno de su sección…”. Pero la acción se concentra en una única ceremonia y él adquiere total protagonismo: “…le tocó entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso, según la costumbre del sacerdocio”. Lucas hace uso del verbo griego λαγχάνω (‘tocar en suerte’) para colocar a Zacarías en primer plano. Lo ha situado en el mismo centro del Templo, el espacio más sagrado. En otro diferente altar se celebraban mañana y tarde sacrificios sangrientos de animales. El rito del incienso se llevaba a cabo solo una vez al año, el día de la Expiación, en el interior del santuario. A Zacarías le había tocado en suerte -por estadística, la única vez en su vida- esa celebración tan especial. La elevación del humo del incienso escenificaba la singular relación del pueblo con Dios establecida por mediación del sacerdote.

b) Pero mientras el rito se desempeña solemne vía sacerdotal en el interior del santuario, el pueblo (“toda la muchedumbre del pueblo…”),

separado del lugar de la liturgia (“…estaba fuera”), solicita ansioso una salida de la situación de servidumbre que padece: “…orando durante el rito del incienso”. El clero sigue el camino oficial del culto; el pueblo busca otras rutas de libertad y vida.

b) Lucas hace aparecer al tercer personaje de su relato

en el espacio tenido como morada de Dios durante el rito del incienso. Un mensajero divino se planta sin avisar ante Zacarías. Están solos ellos dos: “Se le apareció el ángel del Señor…”. Su posición, “…de pie…”, en tan sagrado espacio es signo de su alta dignidad. Su precisa localización en la estancia demuestra tener una absoluta autoridad: “…a la derecha del altar del incienso”. Su mensaje se adivina al nivel de su imponente presencia y presentación.

 

4.2. EN EL CASO DE JESÚS

“A los seis meses envió Dios al ángel Gabriel a un pueblo de Galilea que se llamaba Nazaret, a una virgen desposada con un hombre que se llamaba José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María” (Lc 1,26-27)

 

4.2.1. El texto contrasta a simple vista con el anterior por su concisión y simplicidad.

El dato temporal inicial: “A los seis meses” sirve de lazo de unión con lo expuesto en dicho relato. Pero en la innecesaria precisión del número ‘seis’ se observa la fuerte intencionalidad de Lucas. El punto de partida, el que daba paso a esos seis meses, ha mostrado un paisaje yermo, únicamente sembrado de esterilidad. Allí resulta inútil pensar en futuro. Prima la resignación. La confianza en la creatividad, en un nuevo nacimiento, se da por imposible. El número seis tiene otra lectura; alude al relato de la creación, al momento del nacimiento del ser humano. La entrada: “A los seis meses…” adelanta la quiebra de la desesperanza y el afloramiento de la vida. El Nuevo Ser Humano está al llegar.

4.2.2. En este otro relato el primer personaje nombrado es el que en la anterior narración entraba en escena en último lugar.

Allí se dice que apareció; aquí se puntualiza su condición de comisionado directamente por Dios: “…envió Dios al ángel Gabriel” (‘Fuerza de Dios’). En el caso de Zacarías, el mensajero no viaja, se aparece en el lugar tenido como morada de Dios. Ahora el mensajero lleva una dirección adonde se desplaza: “…a un pueblo de Galilea…”. El destino se halla en la otra punta del país. Del punto más sagrado del Templo pasamos a la región norteña, la más alejada de la capital Jerusalén. De una gran ciudad a una aldea. Del área representativa de la institución nos trasladamos a la región cuya población se ha mezclado con los menospreciados extranjeros. Jerusalén es el sitio de la pureza y la ortodoxia; Galilea el área apartada de la observancia religiosa.

4.2.3. No resulta fácil dar con el paradero del pueblo al que ha sido enviado el mensajero: “…se llamaba Nazaret”.

Nazaret era una insignificante aldea, ignorada por el AT, de no más de cien habitantes. El sitio carece de relieve; no puede ser más opuesto a la emblemática Jerusalén. Su menudencia despierta la curiosidad y el interés de quienes oyen las explicaciones del Lector; les atrae saber:

. ¿qué ha ido a hacer allí el mensajero?;
. ¿a qué importante personaje habrá ido a visitar?, y
. ¿cuál será el contenido del mensaje que le trasladará?

4.2.4. La información añadida por el texto sorprende: “…a una virgen”

Persiste el contraste con el relato previo: el interlocutor del mensajero no será un hombre, sino una mujer.  El termino griego que designa a la mujer destinataria está escrito sin artículo: παρθένος (‘virgen’, ‘soltera’). Resalta una condición especial no centrada en el aspecto sexual, sino en su juventud. Si Isabel vivía ya en la vejez con casi todas las puertas cerradas, este otro personaje femenino representa la juventud de una nueva generación; ella lo tiene todo a su alcance. Destaca el hecho de sus pocos años. El vocablo griego señala ese aspecto, se refiere a “una muchacha”. En contraposición a mujer casada, en nuestro lenguaje más popular se hablaría de “una mocita”.

4.2.5. Lucas agrega una nota más sobre ella: “desposada con un hombre que se llamaba José” (‘Yahvé añada’).

El nuevo dato continúa señalando que el texto la identifica por su juventud y no por su virginidad. El compromiso matrimonial se realizaba mediante el pago de la familia del novio a los padres de la novia. Esto solía ocurrir antes de que la muchacha cumpliera los doce años y medio, porque a partir de esa edad, ella podía negarse al matrimonio con el candidato. Se trataba, pues, de una niña, una mocita ya a las puertas de la adolescencia. A ella ha sido enviado el mensajero. En el relato previo el protagonismo recae sobre un hombre; en este sobre una niña. El hombre pertenece a la clase clerical; la niña, al seglar. Zacarías e Isabel están marcados por el sello de la rama familiar (Aarón) de la que proceden. Respecto a la jovencita nada se dice de sus antecedentes familiares. Mientras del matrimonio citado se afirma ser cumplidores de los mandamientos, de la muchacha nada se dice de obediencia a la Ley. Parece no tener vínculos que la unan al AT. Sí, en cambio, del desposado con ella: “…un hombre que se llamaba José…”, se apunta su linaje: “…de la estirpe de David”. Ese hombre, José, mencionado ahora en último lugar, completa la pareja humana. Pero será la joven la que adquiera aquí todo el protagonismo.

4.2.6. La presentación termina identificando a la muchacha con su nombre: “…la virgen se llamaba María” (nombre de procedencia hebrea: ‘rebeldía’)

Una vez todos los personajes en escena, dará comienzo la intervención del mensajero.

 

 

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11 comentarios

  • carmen

    Una pregunta, Salvador.

    Estoy viendo en un canal de historia un documental sobre Ramsés segundo. Me encanta el tema del antiguo Egipto. He visto cientos.

    Y resulta que su padre,  creo que se llamaba Tetis o algo así, invadió la tierra de Canaan. Eso dice el documental .Creo recordar que la historia de Moisés la datan en la época de este faraón, Ramsés el grande.

    Y me he quedado muerta al ver que a la imagen  de su Dios, Amón,  creo, la  trasladan en una especie de barco pequeño, llevado como en andas par unos cuantos señores, supongo que sacerdotes, y lo metían en una especie de urna, cerrada, para protegerlo de influencias negativas. Porque, parece ser que el dios , únicamente entraba en la imagen en determinadas ocasiones.

    Pero, tal cual el arca de la alianza. Totalmente. Y después, lo meten en una especie de sagrario, cerrado. Como los cristianos.

    No somos judíos. Somos egipcios. Porque la religión judía es tal cual la egipcia. Pero se quedaron con Atón. Con los heréticos de Akenaton. Un único Dios. Lo que pasa es que duró poco este Dios para los egipcios.Por lo visto no gustó mucho. Y Tutankamón, el hijo, volvió a lo de antes. Pero por lo visto, a las tribus que salieron corriendo de Egipto, les encantó. Quién sabe, quizás para que los protegiese de los dioses de Egipto, capitaneados por  Amón. Cosas más raras se han visto. Y, claro, me lo estoy inventando.Siempre he pensado que la religión del antiguo Egipto y la nuestra tiene muchas similitudes ; el libro de los muertos, con las instrucciones a seguir, el juicio final del corazón y la pluma que si no lo superas te vas al infierno, la diosa isis,que es, exactamente igual que la virgen del carmen…un monton de cosas.Pero esto del arca , es que me he quedado muerta. La época histórica de Ramsés segundo, tiene algo que ver con la narración del libro del éxodo?Cuando tengas un ratito, me contestas. Solamente sí o no. O no sé sabe.

    Gracias.Cuidaos mucho. La Dana está subiendo hacia Cataluña.

    • salvador santos

      Hola Carmen
       
      No se puede constatar ese hecho. Pero sí hay un dato importante posterior a Ramsés II. Se halla en la llamada ‘Estela de Menefta’, un monumento de piedra, que en su parte posterior conmemora una victoria de este faraón, hijo de Ramses II, en Canaán; ahí aparece por primera vez el nombre de Israel.

  • carmen

    Gracias, Ana.Lo peor, horrible, en valencia. En Murcia hemos tenido mucha suerte. Almería, cuenca, Albacete, Valencia….
    Es como si nos hubieran saltado en Murcia.Y Sevilla y Cádiz…ufffff. Y ahora va hacia Cataluña. Un desastre. Y es que, los cauces de los torrentes, de los ríos, no están como deben de estar. Se desbordan ríos, torrentes que normalmente no llevan agua y… Gracias.

  • ana rodrigo

    Mi solidaridad y cariño con quienes vivís en la zona tan castigada con la DANA y con vuestra familia; creo que sois Antonio, Carmen y Salvador (espero no olvidarme de nadie). Un fuerte abrazo, espero que estéis bien.

  • carmen

    Es que, claro.Ya leo todo lo que escribes bajo otro prisma, con otra óptica.He entendido que los evangelios están escritos con una finalidad. Dar a conocer, a ver si encuentro la palabra, la intencionalidad que acompañaba cada una de las actividades, las acciones, las palabras…de Jesús de Nazaret, que no era otra que decir: señores, señoras, podemos construir una sociedad diferente. Está en nuestras manos. En la de todos, porque todos somos iguales, somos hermanos porque somos hijos del mismo Dios.Y luego ya, vienen los relatos.

    Pero claro, llenitos de alusiones al antiguo testamento, no podía ser de otra forma. Porque en él se tenían que cumplir las promesas de dios de liberar a su pueblo. Lo que sucede es que su pueblo eran todos los pueblos del mundo mundial y su propuesta para llegar a la liberación no es bélica. Es diferenteEntiendo que las historias que cuentan los evangelistas, es absurdo entenderlas literalmente. Es un puro simbolismo. Algunas son preciosas . Pero no tienes por qué creer que le devolvió la vista a un ciego, cortó la hemorragia a una señora o resucitó a su amigo.  Todo es puro simbolismo 

    Lo mataron. Cierto. Es que estaba cantado. Pero resucitó? Pues sí se le recuerda aún es gracias a los que mantuvieron su memoria viva. Los que no querían que esa idea muriese con él. Supongo que de ahí nacieron las primeras comunidades y los evangelistas escucharon lo que contaban. Debió de ser toda una experiencia. Porque si después de dos mil años, a una persona como yo se siente fascinada…

    Y luego está lo de Dios y el jaleo de la iglesia. Estupendo. Nada que ver. No en la intención que tenía Jesús.Esa es mi opinión.Y , bajo ese prisma, es que disfruto un montonazo de lo que escribes. Todo encaja automáticamente. Sin esfuerzo . Y me resulta absolutamente interesante.Porque, además, creo que sería posible mejorar las cosas un montonazo.Y no voy a nombrar a La iglesia católica. No la nombras jamás. No seré quién te la nombre.

    Solamente una cosa. Pues creía que el señor Zacarías era el profeta, que luego se casó… Anda que…Y toda mi vida en un centro religioso…uf.

    Estoy aprendiendo un montón. Gracias 

    • ana rodrigo

      Lo que voy a decir tiene relación con algo de lo que dices, Carmen, por eso utilizo “responder”.

       

      Yo creo que está claro que Jesús fue una continuación del judaísmo por el hecho de ser el Mesías que la religión judía esperaba, sin negar su personalidad propia y su forma de vivir y pensar. Recuerdo a nuestro querido Gonzalo Hayas cuando le leí (no recuerdo si aquí en atrio o en alguno de sus libros) la cantidad de cosas que relatan los evangelistas de Jesús y que fueron en cumplimiento de lo que ya había profetizado los profetas (perdón por la redundancia) y que é documentaba. Por supuesto creía en el mismo Dios que los judíos, sencillamente porque nació por voluntad de Dios (según los evangelios), dentro de esa sociedad con esa religión, porque en su época había muchas otras religiones, pero él nació en la que nació.

       

      Lo que sí añadieron los evangelistas fue  mucho esoterismo, como el embarazo de Isabel, la mujer de Zacarías, el embarazo de María, virgen y por obra de un espíritu, ángeles visibles como mensajeros, el sueño que tuvo José, esposo de María con ángel incluido, la resurrección de dos muertos, uno el hijo de una viuda (Luc. 7, 11-17) o el de Lázaro relatado por los cuatro evangelistas, además de su propia resurrección, la estrella que guió a los pastores y a los reyes magos a Belén, etc. etc.

       

      Lo que a mí me llama la atención es que estos relatos se expliquen, no de forma simbólica, sino, como reales en as homilías y, supongo, que también en la teología oficial, en el Catecismo, etc. y que la cristiandad actual, tan racional, así lo crea, o que el calendario laboral esté en función de estas creencias: Navidad, Semana Santa, los domingos, a las que hay que añadir las festividades de vírgenes mil patronas de pueblos y ciudades.

       

      A todas estas creencias hay que añadir lo que la Iglesia dice de Dios, algunas cosas, ni siquiera las dijo Jesús, además de lo que ésta hace desde el poder y la riqueza, que Jesús ni llegó a imaginar, incluido un Papa, jefe de un estado, el Vaticano, un clero exclusivamente masculino y privilegiado como el de cualquier otra religión de aquella época. ¡Pobre Jesús-pobre!

       

      Pues a esto me refiero cuando he confesado mi momento religioso o a-religioso. Y desde esta situación, opino. Siempre respetando la fe  de cada cual, porque estas cosas sólo se creen desde la fe, y el respeto es más sagrado que tantos ropajes, objetos o ritos que la Iglesia llama sagrados. La persona, es lo primero.

       

      Recuerdo, cuando yo era pequeña, que el cura de mi pueblo, después de la misa, se acercaba a cada mujer, -los hombres ya se había ido-, y ponía la mano para que le dieran una moneda (una perra chica o gorda, casi nadie le daba una peseta), mientras le echaba un responso en latín y la bendecía. Mamma mía!!, y con estas y otras, he seguido dentro de la Iglesia durante tantos años, con algún que otro abandono temporal, pero volvía aunque fuera desde las comunidades de base. No niego que mis valores vitales los he aprendido de esta religión, porque nací en ella, al igual que, con o sin religión, en la sociedad existen los mismos valores y personas maravillosas. La exclusiva de la bondad, no es de ninguna institución, es de la conciencia humana.

  • carmen

    Ostras.Es un lujazo leerte.
    Por fin he entendido quién es Teófilo.
    Supongo que alguna vez te habré contado cuando tuve que sustituir a mí compañero Paco, el cura. Es fácil, me dijo. Lee esto. Va de lo de Zacarías, es bonico, como un cuento. Les gustará.

    No te puedes ni imaginar la que liaron las crías. Eso es imposible, imposible. Mudo? Encima lo dejan mudo? Y quién ha escrito eso? Lo críos únicamente se reían.

    Pues sí. Hubiese hecho falta un Teófilo. No sé ni cómo pude salir de aquello. Porque es que tenían razón las nenas. Fatal.

    Gracias. Es un bálsamo para mí cabeza. Con el jaleo que hay montado esta semana en la política española, que nos ha dejado a muchos y muchas noqueados, me encanta leer estás cosas. Ay, dios. O Dios.
    Un abrazo.

    • ana rodrigo

      Utilizo el responder. Gracias.
      Gracias a ti siempre, Antonio. Reenvío el comentario

       

      De lo que dices, Salvador, lo único que encaja mejor con mi manera de pensar en este momento, es la afirmación de que los evangelistas “No buscaban la edificación espiritual personal ni alimentar un credo religioso y este otro, Se trata de una pedagogía social”.  Todo lo demás me parece una buena exégesis.

      Lo que me pasa a mí es que (será por deformación profesional, mis estudios fueron de Historia), es que todo lo demás lo ubico y lo leo desde un determinado texto y contexto social y religioso, de una etapa de la historia y en un lugar concreto del planeta tierra.

      El pueblo judío ha sido y sigue siendo un pueblo con una indestructible cohesión religiosa. Aquí sí que es la religión la que identifica a un pueblo, colectivamente y a cada individuo (se dice “es judío”), por considerarse el pueblo elegido por Dios. Jesús quiso cambiar o romper muchas cosas de forma radical, pero su punto de referencia era, en algunas cosas, de la religión, como judío que era. Desde que a Jesús se le consideró Dios, es muy difícil cuestionarle, por ejemplo, cuando rechazó a la mujer sirio-fenicia por no ser judía, aunque como ser extraordinario que era rectificó enseguida, pero dice el evangelista que fue por su fe, no porque estuviese enferma, como lo hacía con otros, ¿simbolismo? La religión-institución, consideró a Jesús “el camino, la verdad y la vida”, excluyendo otras realidades religiosas o no religiosas, porque, como he dicho recientemente, los valores son valores siempre sea en el contexto que sean. Lo contrario sería calificar a todos los seres humanos no cristianos, antes o después de Jesús, como salvajes en su identidad, y sabemos que no es así, que el sentido del bien es intrínseco al ser humano, como el sentido del mal que no ha desaparecido ni cuando la Iglesia mataba en nombre de Dios (cruzadas guerras o inquisición)
       

        

      A partir de hacer una Religión, la Iglesia-institución, poniendo en su base, el Evangelio y en su nombre, ha caído en los muchos de los problemas que el judaísmo de AT, especialmente por incorporar a los libros canónicos precisamente el AT, y todo se llama la Sagrada Biblia, por lo que muchas de las lecturas horripilantes del AT se leen aún en las misas como palabra de Dios.
       

       
      Desconozco si los evangelistas escribían en clave metafórica o simbólica siempre, como ahora interpreta la Iglesia cuando le interesa, mientras que en otras ocasiones acude a la literalidad. En cuyo caso, fueron unos genios literarios.  No me refiero a las parábolas, algo muy al uso, sino a muchas otras cuestiones que, cuando se leen en público se apartan de las homilías y se resalta sólo la parte positiva de un mensaje (he puesto el ejemplo de la mujer sirio-fenicia). Siempre hemos contado cuentos a l@s niñ@s con moraleja. Y si si no tenían esa capacidad literaria, pues habría que explicar muy bien muchas, teologías actuales, ritos, leyes de la santa madre iglesia, normas, vestimentas, riquezas (al estilo del Templo de Jerusalén), poder y un sinfín de cosas que pertenecieron a una religión de aquellos tiempos, tan bien estructurada como institución con, más normas que estrellas hay en el cielo y unas creencias bastante esotéricas como el tema de los ángeles, o el embarazo de una virgen, por poner dos ejemplos.
       

      Sólo dos preguntas: ¿servirá el sínodo de la sinodalidad para algo? ¿Seguirá la Iglesia considerando a las mujeres de segunda clase humana?

      Gracias, Salvador. Un abrazo. Si no puedes, no hace falta que me contestes y, si lo haces, te doy las gracias por adelantado. Te aprecio mucho

      • salvador santos

        Hola Ana
         
        Ando por Catalunya, Aunque escasez de tiempo, os leo en cuanto puedo.
         
         
        Tus preguntas admiten el recurso fácil del sermón o la crítica. Ahora bien, la humanidad espera soluciones, no le bastan las declaraciones. No le servirán nuestras pláticas ni juicios a instituciones religiosas. Necesitan nuestra efectividad. Y la eficacia se demuestra echándole mano al arado sin mirar atrás. Una parábola dirigida a responsables religiosos y políticos, la que habla de los dos hijos a quienes se solicita ir a trabajar sobre el terreno (Mt 21,28ss.), puede servir de ejemplo. El usado por Jesús señala que da igual asentir a esa solicitud o negarse a ella, el valor está en ponerse manos a la obra. Y no importa el peso de los años. La igualdad supone que dará lo mismo estar todo el día atareado o haber llegado al tajo a la hora de recoger las herramientas. Estamos siempre a tiempo sin importar que podamos hacer mucho o poco. Ese es el sentido de la parábola de los trabajadores contratados de Mateo 20,1ss.  
         
        El fenomenal relato de la mujer sirofenicia ya se analizó en Atrio (https://www.atrio.org/2010/10/la-semilla-de-la-igualdad-10/). El Galileo no tenía ciencia infusa. Progresó a base de reflexión. En los primeros capítulos de Lucas se habla de su avance.
         
        Te mando un abrazo, Ana  

        • oscar varela

          Leo de Salvador Santos:

          “la humanidad espera soluciones, no le bastan las declaraciones.
          No les servirán nuestras pláticas ni juicios a instituciones religiosas.
          Necesitan nuestra efectividad.
          Y la eficacia se demuestra echándole mano al arado sin mirar atrás”.
          ……………………..

          Ok!
          La “Sociedad Alternativa” la tenemos hoy en la colisión de dos modelos;
          – en una guerra entre esquemas de acumulación.

          https://www.youtube.com/watch?v=HYqlAoETEjE&t=1s

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