Dada la actualidad del tema, publicamos este artículo del cardenal Louis Raphaël Sako, publicado en Settimana News y traducido para ATRIO por Jesús Martínez Gordo. AD.
Louis Raphaël Sako (1948) fue ordenado sacerdote caldeo en 1974, elegido obispo de Kerkuk de los caldeos el 27 de septiembre de 2003; consagrado el 14 de noviembre del mismo año; elegido Patriarca de la Iglesia caldea el 31 de enero de 2013. Benedicto XVI le confirió la “ecclesiastica communio” el 1 de febrero de 2013. Fue creado cardenal por el Papa Francisco, recibiendo el “capelo” en el consistorio del 28 de junio de 2018. Patriarca de Bagdad de los caldeos, reside en la ciudad de Erbil, en el Kurdistán iraquí, habiendo abandonado temporalmente la sede de la capital iraquí debido a desavenencias con el presidente de la república. Voz libre dentro de la jerarquía católica, distinguido estudioso de la historia de las diversas Iglesias, viaja por el mundo para informar sobre la trágica situación de los cristianos en Oriente Medio. (Francesco Strazzari).
Escribo estas líneas después de haber ordenado sacerdotes a dos hombres casados la semana pasada, uno en Bélgica y el otro en Holanda: las dos iglesias estaban llenas de fieles caldeos y latinos. Por supuesto, estos dos sacerdotes, antes de su ordenación, habían completado sus estudios y tenían una sólida formación.
Después de la ordenación, algunos de los presentes me preguntaron: ¿por qué los latinos no tenemos esta posibilidad?
Nosotros, los orientales, somos católicos como los católicos romanos latinos. En la Iglesia, no somos dos categorías de católicos, sino una categoría, católicos y apostólicos.
Hay dos tradiciones diferentes, pero la tradición no es eterna. El mundo de hoy es diferente al pasado, ha cambiado y la sociedad también ha cambiado. Seguramente no habrá progreso sin actualización. El Santo Padre, el Papa Francisco, ha comprendido esta realidad, por eso ha convocado el sínodo sobre la sinodalidad en octubre de 2023 y para octubre de 2024.
La vocación sacerdotal es una vocación personal y una convicción de fe.
Hay personas que son llamadas al sacerdocio permaneciendo célibes y otras casándose.
En las Iglesias orientales existen ambos modelos: sacerdotes célibes y sacerdotes casados. ¿Cuál es el problema? El matrimonio es un sacramento.
El celibato es una disciplina y no una doctrina de fe. La ordenación de sacerdotes a personas casadas no anula la presencia de sacerdotes célibes. El celibato sigue siendo un carisma muy valorado. Son dos opciones diferentes, y una no va en contra de la otra.
En la Iglesia hubo sacerdotes casados hasta el siglo IX, luego se multiplicaron los monasterios y las congregaciones, con la llegada de papas y monjes obispos que llevaron su disciplina monástica, sus cánones, su liturgia, hasta el punto de suplantar la liturgia celebrada en la catedral (el Breviario, antes del Concilio Vaticano II, era monástico).
En cambio, las Iglesias orientales, ortodoxa y católica, han seguido teniendo sacerdotes célibes y casados que viven en armonía. No hay competencia con los sacerdotes célibes. Tenemos en la Iglesia caldea una veintena de sacerdotes casados, mientras que la mayoría de nuestros sacerdotes son célibes.
Todas las Iglesias tienen una gran necesidad de sacerdotes; ¿Por qué, entonces, no dar a los obispos locales la oportunidad de distinguir caso por caso y decidir lo que creen que es correcto para su diócesis?
Las facultades de teología están abiertas a hombres y mujeres: tenemos personas licenciadas en teología, liturgia, derecho canónico y pastoral, por lo que la cultura cristiana ya no se limita al clero. Entonces, ¿por qué no aprovechamos sus talentos, su capacidad y su carisma?
Espero que la segunda fase del Sínodo sobre la sinodalidad estudie seriamente este problema.
Como dice Eloy el artículo se caracteriza por su claridad…Hay que considerar que nuestro rito latino es uno entre múltiples en la Iglesia Católica donde existen la tradición oriental y occidental. Tanto el celibato como el matrimonio son formas donde se enmarca la vocación sacerdotal…en el catolicismo….Ya S Pablo describía las cualidades del obispo que ex oficio debía ser fiel “a una sola” esposa…Por tanto, la norma entonces incluía el matrimonio en los clérigos. Complejísimas razones -no solo la influencia monástica- motivaron a la Iglesia latina imponer el celibato y como éste es un don que vivido en su realidad produce magníficos frutos, no se descarta absolutamente, sino que es digno de alabanza para los que fueron llamados a esta forma del sacerdocio de Cristo.
El equilibrio consiste en el discernimiento para elegir el celibato o el matrimonio para los que son llamados a esta vocación que proviene del mismo Cristo. Y aplicando el discernimiento Ignaciano en el caso que la Iglesia latina se decida por la “opción” al elegir un estado dentro del sacerdocio, podríamos adquirir la certeza de no haber errado en nuestra decisión al “elegir” aquél como era el deseo -para todo “ejercitante -del famoso vasco Iñigo de Loyola.
Un saludo cordial
Ssntiago Hernández
Reflexiones de un cristiano de a pie:Se habla mucho de entrega total al servicio de Dios. Yo entiendo (con el perdón de los señores y señoras teólogas) que Dios es infinitamente perfecto. Dios no necesita nada; porque a Dios no le falta nada. Me imagino que lo que se quiere decir con esa frase es: Entrega total del hombre a su semejente a su hermano que es imagen y semejanza de Dios o Amar al prójimo como a uno mismo.Pero esa frase de “Servir a Dios” ha creado y está creando muchos problemas a la sociedad humana. Un ejemplo: Tengo un amigo que siendo hijo único de sus padres ya ancianos y con problemas de salud un día apareció en un convento de clausura. Sus padres fueron a conversar con el superior del convento quien les dijo: José Antonio tiene vocación aquí a venido a servir a Dios y va a rezar mucho por ustedes. Por lo visto los rezos de José Antonio no fueron oidas o no fueron suficientes, porque sus ancianos padres murioron en un asilo en medio de mucho sufrimiento y tristeza. Y José Antonio sigue sirviendo a Dios. Yo
“SACERDOTES CASADOS… ¿POR QUÉ NO”? Esta pregunta sugiere el trasfondo histórico, quizá demasiado humano, que llevó a la Iglesia latina a imponer el celibato… En la historia de la Iglesia ha habido -en éste y otros campos- mucho celo sublimado y “divinamente” racionalizado… Celo -teórico- de entrega total al servicio de Dios, y celo por extraer de ese servicio bienes materiales al servicio del hombre-clero de Dios. La historia del celibato obligatorio hay que revisarla y a fondo, y esa revisión no es “infidelidad” a la historia eclesiástica ni a la tradición, sino vuelta al EVANGELIO. Jesús de Nazaret demostró ser más realista -también en este tema- que los altos “servidores” de la iglesia humana posterior.
-Pero dar el paso a sacerdotes casados no resuelve el problema del servicio en la Iglesia ni de lo que ha emanado de ese servicio humano: Jerarquías, estructuras, tradiciones-sábados consagrados intocables-, doctrinas hijas de su tiempo pero “definitivas”… ¿Quienes así dictaminan, y siguen instalados en “fijaciones”, entienden el proceso evolutivo de la historia? ¿Quienes así dictaminan, entienden el proceso dinámico-evolutivo de la historia; proceso que de alguna manera es también “palabra” de Dios?
En suma, el cambio en la Iglesia debe ser más profundo (revisar el celibato es una necesidad, pero secundaria.) Es más importante revisar los aspectos antes señalados: jerarquías sagradas, estructuras, liturgias, formato de la celebración eucarística, tradiciones “consagradas”, doctrinas humanas hijas de su tiempo, declaradas irrevisables…, testimonio de vida evangélica moderada, frugal… El ejemplo de vida solidaria transmite mejor el Evangelio. Así, pues, es necesario revisar el celibato obligatorio, pero conscientes de que este cambio no es lo más importante a revisar ni que lo resuelva todo. La vuelta al EVANGELIO, que hoy necesita la Iglesia, exige más, mucho más que revisar el celibato obligatorio. El Sínodo actual debe reiniciar el camino hacia esa vuelta al EVANGELIO, pero un Evangelio con rasgos históricos y dentro de la historia integral en desarrollo hacia un estado de más perfección, humana y evangélica.
Me faltó el remate completo del artículo de Ana Iris Simón. Dice: : “hay que buscar con esfuerzo la verdad, lo cual implica a veces una lucha contar el mundo. Pero, sobre todo, hay que dejarse encontrar por ella. Pero, sobre todo, hay que dejarse encontrar por ella. Y ahí el combate es con uno mismo.”
Muy interesante y clara reflexión y explicación. Gracias por esta aportación.
Aprovecho para comentar que en EL PAIS de hoy publica Ana Iris Simón una interesante reflexión bajo el título “A veces la vida es hermosa”, en el que concluye, entre otras cuestiones, que “hay que buscar con esfuerzo la verdad, lo cual implica a veces una lucha contar el mundo. Pero, sobre todo, hay que dejarse encontrar por ella.” Enlace:https://elpais.com/opinion/2024-02-24/a-veces-la-vida-es-hermosa.html