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Penzias, Nobel de Física en 1978, creyente

Nuestro colaborador Leandro Sequeiros nos recuerda que sus colaboraciones con ATRIO son siempre en nombre de ASINJA (Asociación Interdisciplinar José de Acosta), de la que es presidente. Efectivamente, ese deseo de entender la realidad desde una mirada interdisciplinar, no reduccionista, ha sido siempre compatido por ATRIO. AD.

Muere Arno Penzias, el físico creyente que detectó el eco del Big Bang

Galardonado con el Nobel en 1978, junto a su compañero Bob Wilson, ha muerto a los 90 años de edad en San Francisco (EE UU)

El pasado día 22 de enero de 2024 ha fallecido Arno Penzias, un físico de origen alemán, creyente, que ganó el Premio Nobel de Física en 1978. Penzias (junto a Bob Wilson) propusieron y demostraron de forma experimental en el año 1965 la existencia de la ”radiación cósmica de fondo de microondas” o CMB, una forma de radiación electromagnética que está presente en todo el universo. En diversas entrevistas dio testimonio de sus creencias religiosas.

        Arno Allan Penzias (MúnichAlemania, 26 de abril de 1933-San Francisco, 22 de enero de 2024) ​ fue un físico y radioastrónomo alemán nacionalizado estadounidense. Penzias ganó en 1978 el Premio Nobel de Física, junto con Robert Woodrow Wilson, por el descubrimiento en 1964 de una radiación de origen entonces desconocido que un año más tarde identificaron como radiación cósmica de fondo de microondas o CMB, que ayudó a establecer la teoría cosmológica del Big Bang.

        El premio Nobel de ese año fue compartido con Piotr Leonídovich Kapitsa por su trabajo en criogenia, el conjunto de técnicas utilizadas para enfriar un material a la temperatura de ebullición del nitrógeno o a temperaturas aún más bajas. La temperatura de ebullición del nitrógeno, es decir 77,36 K (o lo que es lo mismo −195,79 °C), se alcanza sumergiendo a una muestra en nitrógeno líquido.

 

Ciencia, religión y tecnología en Arno Penzias

        Arno Allan Penzias se graduó en la Universidad de Columbia en 1962 y desde entonces ha trabajado como investigador y administrador en los Laboratorios Bell.

        En algunas declaraciones a los medios de comunicación, siempre manifestó que era creyente. Una de sus expresiones era esta: como radioastrónomo, “Miro a Dios”.

        Penzias es uno de los científicos citados en el artículo de Gordy Slack “¿Cuándo chocan la ciencia y la religión? o ¿por qué Einstein no era un ateo?: los científicos hablan de por qué creen en Dios” (1997).

        Sus argumentos religiosos centrales giran en torno a la cuestión de un mundo que Dios diseñó y en el que, desde la fe, intuye un propósito:

“La astronomía nos conduce a un evento único, un universo que fue creado de la nada, uno con el delicado equilibrio necesario para proporcionar exactamente las condiciones necesarias para permitir la vida, y uno que tiene un plan subyacente, uno podría decir que un plan sobrenatural.” (Margenau, H y R.A. Varghese, ed. 1992. Cosmos, Bios, and Theos. La Salle, IL, Open Court, p. 83).

        Desde su profunda fe judía, defiende posturas cercanas a la Teología Natural y al Diseño inteligente:

“Si hay un montón de árboles frutales, se puede decir que quien creó estos árboles frutales quería algunas manzanas. En otras palabras, al observar el orden en el mundo, podemos inferir el propósito y del propósito comenzamos a tener un poco de conocimiento acerca del Creador, el Planificador de todo esto. Así es, entonces, cómo miro a Dios. Miro a Dios a través de las obras de las manos de Dios y esas obras implican intenciones; de estas intenciones, recibo una impresión del Todopoderoso.” (Penzias, citado en “El Dios en el que creo” (‘The God I Believe in’), Joshua O. Haberman, editor, Nueva York, Maxwell Macmillan International, 1994, p. 184).

 

Penzias: fe y ciencia desde el judaísmo

        En una entrevista publicada en la antologíaEl Dios en el que creo” (“The God I Believe In) (1994), se le preguntó a Penzias, de descendencia judía, acerca de sus creencias religiosas y del Monte Sinaí, donde Dios dio los Diez Mandamientos a la nación de Israel:

Pregunta: “Usted mencionó antes al Sinaí. Esto trae a colación uno de los problemas más complejos – revelación. ¿Cree usted que Dios se reveló en el Sinaí?”

Penzias: “Oh, tal vez Dios siempre se revela a sí mismo. Una vez más pienso en el Salmo 19: ‘Los cielos proclaman la Gloria de Dios’, es decir, Dios se revela a sí mismo en todo lo que hay. Toda la realidad, en mayor o en menor medida, revela el propósito de Dios. Hay una conexión con el propósito y el orden del mundo en todos los aspectos de la experiencia humana.”

Pregunta: “Cuando usted lee o escucha la Toráh,¿es para usted la palabra de Moisés o la palabra de Dios?”

Penzias: Bueno, para mí, es la palabra de Moisés y la palabra de Dios a través de Moisés.

Pregunta: “¿Entonces por qué ocurrió el Sinaí?”

Penzias: No tengo una buena respuesta, salvo que el Sinaí era importante para el judaísmo e importante para el futuro del mundo. Era un lugar donde Dios escogió a los Judíos, pero los Judíos también eligieron Dios. Fue un momento histórico en el que una conexión espiritual se realizó.

Pregunta: “Especulaciones judías sobre el más allá implican al Mesías. ¿Cree usted en algo como el redentor o alguna redención definitiva de todo mal en la tierra?

Penzias: “Si. Creo que el mundo tiene un propósito, es de esperarse un buen propósito. Así que creo que el Mesías es necesario para ayudar a lograr un mundo con un propósito.” (Penzias, citado en ‘The God I Believe in’, Joshua O. Haberman, editor, New York, Maxwell Macmillan International, 1994, pp. 188-190).

 

Desde la astrofísica a Dios

        Las investigaciones de Arno Penzias en astrofísica lo han llevado a creer en la existencia de Dios, y la han demostrado la “evidencia de un plan de la creación divina” consistente con la teología judecristiana (Penzias, citado en Bergman 1994, p. 183). En relación a esto, el 12 de marzo de 1978, el Dr. Penzias declaró al New York Times:

“Los mejores datos que tenemos son exactamente lo que yo hubiera predicho si no hubiera tenido nada para continuar mas que los cinco libros de Moisés, los Salmos, y la Biblia como un todo.” (Penzias, citado en Bergman 1994, 183; ver también Brian 1995, 163).

        En una entrevista publicada en la antología científica The Voice of Genius (1995), el Dr. Penzias manifestó que: “La Biblia habla de la creación con un propósito. Lo que tenemos, por más que, es una cantidad asombrosa de orden, y cuando vemos orden, en nuestra experiencia se refleja normalmente un propósito.”

Brian (entrevistador): “¿Y este orden se refleja en la Biblia? “

Penzias: “Bueno, si leemos la Biblia en su totalidad esperaríamos orden el mundo. El propósito implicaría el orden, y lo que de hecho encontramos es el orden.”

Brian: “¿Así que podemos asumir que puede haber un propósito?”

Penzias: “Exactamente. … Este mundo es más consistente con una creación con propósito.” (Penzias, citado en Brian 1995, pp. 163-165).

        Aunque desde la Cátedra Hana y Francisco J. Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión no coincidimos en las explicaciones de la Teología Natural y del Diseño Inteligente, respetamos que desde el judaísmo estos modelos explicativos tienen mucha fuerza. En otros artículos de nuestra revista proponemos otras racionalidades.

 

Arno Allan Penzias, el científico

          En la necrológica publicada por el diario El País (24 de enero 2024), se aportan algunos datos sobre su perfil científico. Su descubrimiento, como a veces sucede en la ciencia, se produjo cuando él y su compañero Wilson buscaban otra cosa. En 1964, utilizaban una sensible antena para detectar la línea de hidrógeno, una señal con la que conocer la estructura de la Vía Láctea. Para capturar aquella señal tan débil, tenían que descartar todo tipo de interferencias, desde cables mal aislados a excrementos de paloma que producían ruido en su gigantesca antena. La más extraña de todas esas interferencias era una señal de microondas de radio que parecían llegar desde todo el cielo, sin importar donde se dirigiese la antena, y que era poco energética.

        Cuando se convencieron de que la señal era real, comentaron sus hallazgos con otros cosmólogos que le pudiesen dar sentido. Fue Robert Dicke, de la Universidad de Princeton, que llevaba tiempo intentando capturar aquella señal, quien planteó que aquello era la radiación de fondo de microondas: un eco radiactivo de la gran explosión con la que comenzó todo. Aquella observación supuso que la idea del Big Bang, hasta ese momento una cuestión más filosófica que real, contase con una comprobación experimental y se impusiese a la idea, muy extendida aún entonces, de que el cosmos era algo estable, que siempre había sido y siempre sería. Por aquel hallazgo que cambió nuestra forma de entender el universo, Penzias y Wilson recibieron el Nobel de Física en 1978.

“El universo surge de la nada en un instante y, como astrónomo, observo que seguirá expandiéndose para siempre, con un poco más de materia que de antimateria… Por razones que no entendemos. Para mí no es necesaria la existencia de la materia oscura; dejo la inflación cósmica y esas cosas para los físicos teóricos”, dijo en una entrevista con EL PAÍS hace 30 años, en 1994, cuando se cumplían tres décadas de su hallazgo.

        El descubrimiento de Penzias es uno de los más importantes de la historia de la cosmología y uno de los que más se ha filtrado en la cultura popular. Aquel gran estallido, que sucedió hace casi 14.000 millones de años, es una forma de explicar el origen del universo atractiva para millones de personas y que cuenta con evidencias científicas. Lo que recogió aquel telescopio en Nueva Jersey eran los restos radiactivos de aquella inflación primigenia, y observaciones posteriores de aquel fenómeno han permitido, entre otras cosas, conocer con bastante precisión la edad del universo y proponer algunas ideas sobre cuál será su destino.

 

 

4 comentarios

  • Santiago

    Gracias Ana y Juan V por vuestros comentarios al magnífico artículo de Leandro Sequeiros. Muy importante la figura y la semblanza de Arno Penzias que junto con Albert Einstein, y muchos más, fueron puros cientificos y a la vez creyentes, contradiciendo la noción denque la ciencia experimental se opone a la FE en el Ser Trascendente, Creador inmanente que penetra toda Realidad, fundamento de todo cuanto existe… Penzias descubriendo “el eco radiactivo de la explosión inicial” corrobora el comienzo del Universo “en un instante” avalando así el relato bíblico del AT y del NT que afirma que “en el principio era Dios” y “Dios es el origen de toda existencia”…y no existe “otro” sino YAVÉ que traducido del hebreo: “YO SOY EL QUE SOY” y por tanto también “EL QUE ESTÁ”en su perpetua inmanencia. Sin que la Ciencia experimental pueda intentar demostrar la existencia el Misterio Infinito, sin embargo, nos proporciona datos suficientes para sostener que el concepto de Dios como Ser infinito y perfectísimo, y cómo Inteligencia Creadora, no contradice los postulados científicos actuales, y por el contrario, nos acerca a la base de la fe,ya revelada teológicamente en la Escritura, y nos dice que NO es “absurdo” creer en lo que nos trasciende ABSOLUTAMENTE que, a la vez, es signo de PAZ y COHERENCIA humanas.

    Y es porque la Verdad ES UNA y ABSOLUTA y no es relativa, ….y CIENCIA y FE religiosa tienen su origen y parten de una misma FUENTE que no pueden ser contradictorias sino COMPLEMENTARIAS.

    Un saludo cordial
    Santiago Hernández

  • ana rodrigo

    Yo agradezco a Leandro este artículo y tantos otros que ha escrito, así como sus conferencias (yo le he escuchado en dos ocasiones) sobre el tema de hacer compatible la ciencia y la religión.

    Yo centro mi atención en la pregunta de porqué unos científicos con los mismos conocimientos que otros, no tienen las mismas creencias o no llegan a la misma conclusión. Sí, ya sé que esta pregunta se ha debatido mucho en atrio. De lo que hemos deducido que la fe es una experiencia, porque si la fe se consiguiese con la ciencia, todos los científicos llegarían a la fe a través de la razón.

    También me llama la atención  de Penzias que, aunque sea de ascendencia judía, sólo hable de la Biblia y la religión judía, sin abordar la religión en sí misma, es decir la fe en Dios, en referencia a las múltiples religiones que han existido desde el principio de la humanidad.

    Esto me lleva a otra reflexión: Por qué entre los billones de galaxias y más trillonessssss de astros que sabemos que existen más los que sospechamos que deben existir, Dios ha puesto “lo mejor de sí mismo” (con perdón de la expresión) en estas super-info-millonésimas criaturas que somos los seres humanos; como dije el otro día, como si nos necesitase y estuviese pendiente de si lo amamos, o lo ofendemos, o lo adoramos o, o nos perdona, o hace milagros o nos da o no nos da su gracia o nos da buena suena o mala suerte……. Yo creo que cuanto más nos proponemos encontrar la identidad de Dios, más lo empequeñecemos

    Sospecho que este comentario mío es una auténtica chapuza metido en medio  del nivel del científico Penzias y de lo bien elaborado que está el artículo de Leandro. De cualquier forma, gracias, Leandro por ayudarnos a pensar. Un abrazo

    • mariano alvarez

      No creo que este comentario de Ana sea ninguna chapuza. No hay ciencia ni razón que pueda dar razón del Dios creador de toda existencia. Lo que sí creo es que todo lo creado da testimonio de su creador, y esto sí que es lógico y razonable, pero no a la inversa.  Si el hombre callase ante Dios su creador, hasta las piedras lo gritarían,(Lucas 19:40).

      Tampoco creo que el autor de este artículo esté intentando darnos a entender que la ciencia pueda demostrar la identidad de Dios, sino más bien que toda razón (científica o filosófica) de forma consciente o inconsciente tiene la necesidad de dar testimonio de Él, afirmándolo o negándolo, y así que coincido con lo expresado por Ana de que “cuanto más nos proponemos encontrar la identidad de Dios, más lo empequeñecemos”.

  • Juan A. Vinagre

    Este artículo me sugiere un gesto de AGRADECIMIENTO a todos los científicos, comenzando tal vez por los físicos, que buscan una explicación que dé sentido a este grandioso, impresionante, complejísimo y superfinísimo Universo. Universo que está programado, en su proceso evolutivo, con un increíble, sorprendente y minucioso detalle. De tal modo que no puede, no es razonable pensar que este inmenso y sorprendente Universo se pueda explicar con razones menores, un tanto frívolas, que lo devalúen o lo reduzcan a casi un absurdo… sin sentido.  La aparición de la vida, por ejemplo, es un milagro programado -y gestado por la misma naturaleza- dentro de un proceso evolutivo…  Milagro no aparecido por casualidad, que es un milagro sugerente para muchos. Pienso que para Penzias y tantos otros como Newton, Maxwell, Planck, Einstein, Schrödinger etc.-aunque con algunas excepciones, Laplace, por ejemplo-, el Universo es también, en cierto modo,  “palabra de Dios”. Palabra menos contaminada que la “palabra de Dios” en la Biblia, interpretada y escrita por los hombres, formados y dependientes de unas circunstancias culturales más primitivas. La primera gran revelación se encuentra en el Universo. Este Universo tan grandioso, tan impresionante y programado de un modo tan hiperfino, no puede tener un sentido superficial, ligero. Sería una contradicción. (H. Küng) Este Universo tiene que tener un gran sentido, y descubrir ese sentido, aunque sea en cierta penumbra, es misión de la filosofía, de la ciencia, de las distintas teologías o teosofías… Nuestra existencia es principalmente una búsqueda de sentido -con errores, ciertamente-, que siempre serán menores si se acierta en el sentido principal. Por eso los físicos y los científicos merecen nuestro agradecimiento: Nos acercan a la comprensión del sentido del Universo, y a una mejor comprensión de la misma Revelación escrita. Parafraseando el salmo que cita Penzias: Los cielos sugieren la presencia de una Causa primera, que incentiva la búsqueda y da sentido… y respuesta… Respuesta que clarifica, en cuanto se puede en la tierra, Jesús de Nazaret.

    (Aunque muy resumido, es interesante el libro de E. Battaner: “Los físicos y Dios”.)