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Algunas preguntas para los obispos españoles

Traemos a la columna de ATRIO este artículo que hoy publica nuestro amigo y colaborador Jesús Martínez Gordo en la páginas de  El Diario Vasco. A esta extraña convocatoria al Vaticano de todos los obispos españoles me refería en el arranque de mi artículo del viernes pasado. A partir de ella, el sacerdote en activo y catedrático de Teología en Vitoria, hace, con temor de pasarse de ingenuo, unas insoslayables preguntas a los obispos españoles. Una advertencia: estos no solo asuntos de sacristía. Implican grandes consecuencias para la sociadad española y la global. AD.

        Ha sido sonada –al menos, mediáticamente– la convocatoria en el Vaticano de todos los obispos españoles en activo. Y sonadas han sido, también, las expectativas que, activadas por tan inusitada convocatoria, han resultado fallidas. Y más, si se tiene en cuenta el precedente eclesial –tan insólito como contundente– habido durante el pontificado del Papa Francisco con todo el episcopado chileno el año 2018 y, cómo no, la singular situación política por la que atraviesa España.

        Si, según tal precedente eclesial, el Papa Bergoglio acabó pidiendo a los obispos chilenos que presentaran su dimisión ante el ocultamiento del drama de la pederastia en sus respectivas diócesis, había quienes esperaban que –por lo menos– les diera a los obispos españoles un sonado tirón de orejas. Vendría a ser –se comentaba en tales medios de información– algo más que razonable, habida cuenta de la poca o nula voluntad evidenciada –al menos, hasta el presente– por parte de la gran mayoría de ellos para afrontar con un poco de coraje este escándalo. Pero, además, no faltaban quienes esperaban un encuentro en el que el Papa dijera alguna palabra sobre la crispación y el enfrentamiento político o, al menos, sobre la ley de amnistía.

        Según comunicaron los portavoces de los obispos españoles, solo se habló del presente y futuro de los seminarios, el asunto que estaba en el orden del día y para el que habían sido convocados. Toda una decepción mediática, para unos. Y, a la vez, una enorme sensación de alivio en el episcopado español. Parece ser –de nuevo, según la información facilitada por los portavoces de los obispos– que el Papa les invitó a que preguntaran sobre el asunto que les convocaba, es decir, sobre los seminarios y sobre el modelo de cura que –necesario en los tiempos que corren– habría que promover los próximos años en la Iglesia española. Este singular y atípico diálogo –en el que los teóricamente “examinados” preguntan al “examinador”– duró unas dos horas, momento en el que Francisco lo dio por finalizado, retirándose. Después de un breve descanso, empezó el “examen a los obispos”; a partir de este momento, bajo la batuta de los responsables vaticanos, es decir, algo así como los “ayudantes de cátedra” del profesor principal, quienes, al parecer, fijaron a los obispos españoles –una vez recuperada su condición de alumnos– el programa del que van a ser examinados el año 2026 sobre esta materia, la de los seminarios.

        En síntesis: como he adelantado, una generalizada sensación mediática de decepción y un particular sentimiento episcopal de alivio. En el marco de esta sorprendente –pero no contradictoria– conjunción de sentimientos, me permito sugerir la conveniencia de un segundo encuentro –por (im)posible que pueda parecer– entre el Papa y los obispos españoles para que, una vez conocido el Informe encargado por la Conferencia Episcopal al despacho de abogados Cremades y Calvo Sotelo sobre la pederastia eclesial– les pregunte, en cuanto “catedrático” y “evaluador” primero, sobre cómo están implementando el reconocimiento y reparación de las víctimas; sobre qué medios están poniendo para prevenir esta lacra en el seno de la institución eclesial; sobre cómo están impulsando la investigación que permita conocer el mucho dolor que todavía hay que escuchar y, finalmente, sobre cómo piensan abordar la minimización o negación de este problema durante décadas y, a la vez, reconocer –como se indica en el Informe del Defensor del Pueblo– que la Iglesia católica está necesitada –como tambien se ha señalado en Informes parecidos en otros países– de “un cambio estructural”.

        No creo que se vaya a dar este “examen”, pero tampoco me parece que esté de más recordar la necesidad y urgencia del mismo. Y, de paso, tener muy presente cómo la Iglesia alemana fijó que tal “cambio estructural” o “sistémico” pasaba por revisar a fondo y sinodalmente –es decir, juntos, obispos, curas, religiosos, religiosas, laicos y laicas– cuatro asuntos: el primero de ellos, referido al supuesto “fundamento divino” y al ejercicio absolutista del poder en la Iglesia. Hay que pasar –han concluido– a otro democrático en el que se deje de sostener –como todavía se escucha con demasiada e irritante frecuencia– que el poder en la Iglesia se ejerce por “voluntad divina”. El segundo, es el nuevo –o los nuevos– modelos de cura que necesita la Iglesia en el siglo XXI, visto que el actual no solo está caduco sino que, en muchos casos, resulta contraproducente. El tercero, sobre las mujeres en la Iglesia: se ha acabado el tiempo de que solo puedan barrer y pasar la cesta. Y también de que no puedan ser sacerdotes. Solo bastaría encontrarse con un Papa que se preguntara cómo las trataría Jesús de Nazaret, si viviera hoy. Y el cuarto, sobre la necesidad de superar una moral sexual asentada en la tesis de que todos (tambien los inter, trans, homo, etc.), hemos sido creados “a imagen y semejanza de Dios”. Por eso, hay que superar una moral sexual exclusivamente binaria.

        He aquí algunas sugerencias que me gustaría que Francisco les formulara en ese (im)posible examen a los obispos españoles. ¡Ingenuo de mí!

       

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  APORTACIONES

4 comentarios

  • carmen

    Porque pienso que el problema sí está en los seminarios.Y es que no tengo solución. Creo absolutamente en la educación. Todo educa. El colegio, la familia, la sociedad y, por supuesto una sociedad cerrada,educa muchísimo.Pues eso.

  • carmen

    Porque claro. He tenido la profesión que he tenido, he estudiado lo que he estudiado y además, me gusta leer y discutir. La discusión con toques de sentido del humor es muy  y entretenida. Y, luego, después, cuando acaba, al día o  a la semana siguiente, empiezas a pensar en las cosas que te han llamado la atención que han dicho en la parte contratante de la segunda parte. Jamás durante la discusión.

    Pues en la carrera tuve algunas asignaturas muy muy interesantes. Mucho. Una de ellas fue algo así como psicopatología, no recuerdo bien. Bueno, pues el profesor, un chaval estupendo era de los que le encantaba las discusiones. Él no intervenía, sencillamente procuraba que no nos matásemos.

    Recuerdo perfectamente una de ellas. En el 90, tuvo que ser, porque fue en cuarto de carrera. Por aquel entonces se empezaba a hablar, o se hablaba desde hacía poco tiempo de sí los enfermos mentales, algunos encerrados en centros específicos, lo mejor sería que estuviesen en casa, con control médico, claro, pero que eso de encerrarlos era de locos. Nunca mejor dicho.

    Bueno, mi postura inamovible, porque a los treinta y cinco años no me movía ni un milímetro de mi posición, así se hundiera el universo, fue la siguiente: los locos, al manicomio.No se pueden ni imaginar la de cosas que me dijeron, uf, y lo divertido era buscar el razonamiento que de alguna manera anulase lo que argumentaban. Además, el profesor era partidario , pues de la integración. Claro. Perdí por goleada, eso sí, disfruté a tope.

    Entonces, extrapolando el tema a los seminarios… Qué?Es lógico coger a niños entrando en la adolescencia o en plena adolescencia y apartarlos de la vida real? No voy a decir nada más. Bastante discutí. Y aprendí un montonazo de los razonamientos de mis compañeros, que pensaban que había perdido la cabeza. Ya les digo. No di mi brazo a torcer, pero pensé.

    Creo que era Tagore el que en un poema decía, y yo, sentada, pienso , pienso… Y me pregunto, y si se eliminaran los seminarios? Quizás los chicos, los jóvenes, cuando jurasen el cargo de sacerdote saldrían más, digamos preparados para afrontar los problemas de la vida real . Porque si no entiendes de qué va el tema realmente, poco puedes ayudar. Podrás teorizar. Y por ellos mismos. Pobrecicos. Ellos sabrán.De las comunidades religiosas y las compañías y tal, de eso ni voy a hablar.Buen día a todos. 

  • carmen

    Pero, tiene fuerza personal para hacer frente a otro escándalo de pederastia en un país ? No sé los que lleva ya. Chile, Francia, Alemania, el de Boston que no es un país pero como si lo fuera…otro más? No sé. A lo mejor no puede ya más nadar entre dos aguas. Porque qué se hace, además de negarlo en un principio bastante largo y luego decir, pidan perdón. Qué puede hacer? Es acaso él responsable? Es que no lo es. Es el jefe de la iglesia, sí, pero  únicamente desde hace diez años. Tiene que estar ya al borde de la rendición personal.No sé. Es muy sencillo decir: santo Padre, Resuelva. Pero, puede  resolver? Cómo? Habría que…en fin. No voy a decir lo de siempre.No sé. Lo veo frágil. Lo van a mantener hasta cuando puedan. Pero, no sé. Es que no creo que el problema ni la Salvación de la iglesia esté en el Papa de turno. Quizás hace muchos años sí. O no. No lo sé. Los tiempos cambian. Y el tiempo pasa. Y envejecemos. Y no podemos con todo la presión que antes resistamos sin pestañear.

    A lo mejor me equivoco. Eso es lo que veo a mi alrededor. Observo. A lo mejor hay quienes piensan que el Papa es diferente por el hecho de ser Papa. Yo no lo creo. Es mi opinión personal.

    Quién me iba a decir a mí que iba a acabar diciendo estas cosas. Nunca me ha convencido. Y es que los seres humanos, humanos somos. Pues eso Los obispos españoles,  son los que tienen que dar la cara. Tanta sinolidad, tanta sinolidad…Y hasta aquí voy a llegar. 

  • ana rodrigo

     ¿ Alguien se cree que el problema más grave que tiene la Iglesia española son los seminarios? ¿Era necesario que fuesen 80 obispos para hablar sólo de los seminarios? ¿Para eso un viaje de 80 obispos, cinco horas y un Papa? ¿No hubiese sido mejor que estos monseñores abandonasen sus palacios y se mezclasen con la gente de la calle para ver de igual a igual, en qué tipo de sociedad viven y cuáles son los problemas reales? 

    Yo también propongo que se reúnan antes de que, además de los seminarios, se le acaben de vaciar las iglesias y, sobre todo, decirle a Jesús Martínez Gordo que les envíe el programa que nos has comunicado en este escrito, y si necesitas más ideas, te las damos. Como dije, el otro día. a mí me da que la rueda de prensa de los Obispos, fue una tomadura de pelo y una vergüenza. No hay seriedad ninguna. Son parches para que las cosas sigan como siempre: clérigos hombres, metidos en una pirámide jerárquica, encapsulados en su mundo, en medio de una feligresía que vive realidades desconocidas para los célibes, como son la relaciones afectivas y sexuales. ¿Alguien cree que va a cambiar el tipo clérigos que se necesita en esta sociedad? El otro día leí  en RD un titular adjudicado al Papa que decía algo así como: “¿por qué los sacerdotes tienen que ser célibes? porque Jesús lo fue” . En fin.