Esta noche es Hallowing en todo el mundo. ¿Nueva fiesta de esta sociedad líquida que tiende a borrar lo que era la Fiesta de Todos los Santo (día 1) y la Conmemoración de difuntos (día 2). No tendría importancia si se siguiera conservando, al menos entre cristianos, el sentido profundo de la muerte y de la vida eterna que ya poseen nuestros difuntos. Por eso me ha atraído este relato, nada teológco pero muy sabio que Xabier aprendió no de las aulas sino de su abuela. AD.
Celebré un año las fiestas de los santos y difuntos con la amama, en el basherri de Aldekoa/Arrueta. Con ella se podía hablar de todo y así hablamos. Fue una de las más hondas lecciones que me han dado, sobre la vida y la muerte. Yo tendría en torno a ocho año (quizá siete y miedo, quizá ocho y medio)
1. Le dije que me habían dicho que no pasara esos días por delante del Illherri o cementerio (pueblo de los muertos), pues venían los difuntos y metían miedo.
Me dijo que no les tuviera miedo, que pasara por allí contento, que los muertos (Arima-Santuak, almas santas) estaban allí para ayudarnos y enseñarnos. Que les pidiera su ayuda, y que me ayudarían, pues los muertos son santos que ayudan a los niños a crecer y a los hombres a vivir, como ellos han vivido, y mejor todavía, aunque no les veamos.
2. Le pregunté entonces por qué se celebraban muchas misas, con muchas velas en la Iglesia. Le dije también que muchos lloraban, sobre todo las mujeres, y que iban de negro.
Me respondió que las misas no eran para ayudar a los difuntos, sino para recordarles, para saber que todos formamos una gran familia, vivos y difuntos. Me dijo que las velas eran para saber que hay una luz para cada uno, para todos… y que las mujeres lloraban porque recordaban con cariño a los muertos, sabiendo que un día todos los que hemos vivido en el mundo nos encontraríamos en Dios.
3. Seguí preguntando por qué había dos fiestas, una de difuntos y otra de santos, que me parecía que los santos ya disfrutaban en el cielo y los difuntos seguían sufriendo en el purgatorio o el infierno.
Ella me dijo, con toda decisión, que las dos fiestas eran una misma. El día de los Santos se recordaba a todos los muertos con alegría, porque todos iban a Dios, donde la vida era una Gran Luz, un Gran Amor; entre esos santos se recordaba a algunos en especial, como la Virgen, San Pedro o San Martin, los que estaban en las imágenes de la iglesia. El día de los Difuntos se recordaba a los mismos muertos, especialmente a últimos, a los que todavía recordamos (aitita, osaba Leon…), porque Dios le está recibiendo en su casa del cielo.
4. Le dije que Eneko (Ignacio) decía había muertos malos, malos, de esos que iban al infierno, y que venían para castigan a los niños, que así me lo había dicho Eneko, y que había que espantarles.
Ella me respondió muy seria que no le hiciera caso a Eneko, porque ningún muerto podía venir a hacernos daño. Además, añadió, no podíamos decir que alguno se condenaba, porque Dios es el Más Grande (Jaungoikoa haundiena da…) y puede llevar a todos al cielo, porque él quiere mucho a todos, porque todos somos sus hijos, y por eso vino Jesús, para abrir las puertas del cielo, de par en par…
5. Entonces concluí: Si todos se van a salvar a ir al cielo, da lo mismo ser bueno que malo…Ella volvió a responderme muy seria. ¡No todo da lo mismo! Precisamente porque Dios nos quiere tenemos que ser buenos, y no tener miedo… Por eso tenemos que celebrar y alegrarnos estos días, de los Santos y de los Difuntos, llevar flores, llevar luces… Vamos al etxaurre para buscar flores, luego voy a hacer unos pasteles, vamos a poner luces en casa, para que estén con nosotros los santos y difuntos, y estén contentos…
6. Pero ¿no dices que no se les puede ver, que no les tenga miedo? ¿Para qué poner luces y flores si no les vemos?
− No les vemos, pero ellos están. Están aquí, con nosotros, en la misma casa, están en la iglesia y el Illherri… No les podemos ver, pero están, nos hablan al corazón, sin necesidad de palabras, nos dicen que vivamos, que nos queramos… ¿Sabes quien es el muerto principal? Es Jesús, ya sabes cómo le mataron, pero está con nosotros. Eso es lo que llaman los curas resurrección. Jesús está aquí, diciéndonos lo que nos decía cuando vivió en Jerusalén; y está la Andramari, su amatxu, y están los muertos, todos los muertos, están resucitados, con nosotros. No, no les podemos ver, ni escuchar con los oídos, pero les podemos sentir en el corazón y están contentos porque vivimos y nos queremos. Por ellos podemos vivir..
7. No entiendo, amama. ¿Por qué dices que podemos vivir por ellos, si ya no están?
–¿Cómo que no están? Están, pero no podemos verles, gracias a Dios. Tú no podrías vivir si tu aitita, que ya a muerto, pero está contigo, y no podrías vivir sin Jesús y sin todos los que han muerto para que nosotros podamos vivir. Por eso, aunque estamos tristes porque han muerto nos alegramos, buscamos flores, ponemos luces, vamos a comer pasteles… y después, mañana, iremos a misa, con luces y flores y daremos gracias a Dios por todos los muertos…
Mi amama celebraba así un tipo de Halloween, de rito “pagano” por los muertos, como el que han celebrado chinos y bantúes, celtas y euskaldunes, por siglos y siglos… Pero ese rito era, al mismo tiempo, una fiesta cristiana, una fiesta de gozo por la vida y la muerte de Jesús, en el Illherri y en la Iglesia, en los caminos y en las fuentes.
No sé si he recreado aquel recuerdo de un modo demasiado romántico, pero ha seguido estando ahí, a lo largo de mi vida, con más fuerza que las ideas teológicas que más tarde quise aprender. Por eso, estoy seguro de que un tipo Halloween humano y religioso pertenece a las entrañas de la misma vida. Ese Halloween, no se opone al Evangelio de Jesús, sino todo lo contrario, está en la línea de la fiesta cristiana de la vida.
Pero está llegando un Halloween puramente comercial, que ha perdido su raíces religiosas y se ha convertido en un signo de consumismo banal, que todo lo confunde (muertos y vivos, monstruos y seres humanos) en aras de un comercio que Cristo quiso expulsar del templo de la vida humana.
Es muy bonito, Rodrigo. Ya hace años puso el vídeo otro comentarista en Atrio y a partir de entonces lo he mostrado a muchas personas. Nada que ver con las bobadas Halloween de los gringos.
“No es un día de muerte, es un día de vida”
Amigo y maestro X. Pikaza: He leído varios de tus libros, que me han instruido y en buena parte convencido o reforzado lo que por dentro pensaba, y a mi manera vivía. Aprovecho, pues, para enviarte un afectuoso recuerdo agradecido, hoy que es uno de los días más grandes, celebrados desde nuestra Esperanza.
Pero no puedo seguir sin preguntarte: ¿Tu abuela entendía tan bien el Mensaje evangélico, que era una gran creyente teóloga, o eres tú que te proyectas en tu abuela? Si es lo primero, pienso que estamos comprobando la acción interior del Espíritu que sopla-inspira-instruye dónde y cómo quiere. Tu abuela entendía mejor el espíritu del Reino que muchos curas, predicadores y teólogos y obispos… de su tiempo. Creo que no exagero al decir esto. Por eso, hoy día de todos los santos es el día de tu amama, y de muchos amigos y hermanos-hermanas que han sido y siguen siendo. Hoy es el día de los que hacen el bien y más si creen en la Esperanza. Hoy es el mejor día de nuestro santo. Un abrazo.
(Aprovecho el festivo, y me explayo un poco. perdonada el rollo).
El día de hoy, día de Todos los Santos, en nuestra cultura laica, es el Día de la Humanidad, de la especie humana, del conjunto de la Especie biológica de “homo sapiens sapiens”.
Porque lo de “santos” o “perfectos”, es una palabra equívoca, como todas. Si nos referimos a su sentido estricto, “santos”, no hay nadie, y este sería “el Día de Nadie”. Quizás para los creyentes, sería el Día de Jesús, y del buda Sakiamuni, y quizás de uno o dos más.
Y como eso sería un absurdo, es más lógico tomar un sentido mas simbólico de “santos”, en el sentido potencial, y no real, y así sería “el Día de los humanos”, y concretamente de los humanos actuales: nuestra especie.
En el ser humano, malconviven dos enfoques o perspectivas de la realidad: la individual y la de especie o grupal.
El niño cuando va desarrollándose lo primero que hace es salir de un estado oceánico, y empezar a ser consciente de su individualidad. Pero inmediatamente a continuación, empieza a ser consciente de que pertenece a un grupo, y que si el grupo lo rechaza, está perdido.
Somos autónomos, pero estamos como atados a todos los demás por unas ligazones, más o menos largas y flexibles, pero que siempre están atadas a nuestros tobillos. Queramos o no queramos avanzamos o retrocedemos juntos.
Pero para avanzar en la vida, hay que avanzar solo. Se dice que “si quieres ir rápido, ve solo; si quieres llegar lejos, ve acompañado”. Eso somos.
Pero muchas veces nos alejamos de los demás y seguimos avanzando solos, como si no tuviéramos esas ataduras, y las estiramos y estiramos, pero solo hasta que inevitablemente acaban rompiéndose y nos dan en todas las narices.
Y además del dolor, sentimos la confusión de no saber de dónde nos ha venido el golpe. La cultura nos debería servir para comprender nuestra realidad, y así obrar en consecuencia.
Aquí el mito de Sísifo, nos puede iluminar. Los dioses habían condenado a Sísifo a subir sin cesar una roca hasta la cima de una montaña desde donde la piedra volvía a caer indefinidamente.
Pero generalmente no comprendemos la condena de Sísifo. Su condena no consiste en estar subiendo roca indefinidamente la cuesta, cargado de una roca, pues eso, y no otra cosa es vivir.
Su condena real, es su grave problema de que cada vez que suelta la roca desde la cima de la montaña, su trayectoria es errática y caótica, en función de las irregularidades de la topología de la montaña, y puede acabar en cualquier sitio.
Y otra vez vuelta a empezar. Cada día que amanece es el día de la marmota, todo vuelve a empezar de nuevo.
Eso en el fondo es una metáfora de la vida humana. Cada día, soltamos la gran piedra de nuestro tiempo, e intentamos hacerlo de la mejor manera posible, (en función de nuestras circunstancias personales y las circunstancias de la vida), para sobrevivir y además, ¡si se pudiera!, ser un poquitito felices.
Si Sísifo es un poco listo, acabará pensando que la única manera de hacer su “destino”, útil para su felicidad personal, es ir poco a poco, día a día, reformando la topología de la ladera, de tal manera que aumenten las probabilidades de que la caída del pedrusco, pueda de alguna manera ser útil para sus intereses.
Allanando aquí, eliminando algún obstáculo allá, y/o cavando algunos surcos profundos para reconducir la trayectoria de la piedra hacia donde nos interese que se dirija. En el fondo de lo que estamos hablando metafóricamente es a aprender a dirigir nuestra vida.
Y esa labor de ingeniería personal, es lo que tiene que consistir la cultura humana, incluida su faceta religiosa o espiritual.
Porque justo el “espíritu” personal es el gran asistente personal, tipo Siri, que todos llevamos dentro y que nos aconsejará la trayectoria a seguir. Y el “santo” o el “auto realizado”, es la persona que mejor haya seguido el consejo de su “espíritu” personal.
El epígrafe inicial que puso Camus, en su “Sísifo”, fueron los versos de Píndaro:
“Oh, alma mía, no aspires a la vida inmortal,
pero agota el campo de lo posible”.
O sea, haz lo que puedas que sea posible, (que ya es bastante), aunque tampoco te pases y te metas en imposibles.
Es una labor difícil. Hay que saber que tenemos un guía interno, hay que estar atento y escucharle, hay que interpretarlo bien, y luego hay que “cavar” lo que haya que cavar.
Son muchas cosas a hacer, y por eso hay tan pocos “santos”. Pero hay buenas noticias para la Humanidad. Como dice la frase de Jesús, de hace dos mil años, con que el amigo Salvador, nos abrió su artículo de ayer:
– “Se ha cumplido el plazo, está cerca el reinado de Dios. Enmendaos y tened fe en esta Buena Noticia”.
Yo no creo, que fundamentalmente esa frase sea una admonición moral a los humanos. Sino que es una frase de esperanza hacia el futuro que se acercaba hace 2.000 años, y que ya está empezando a estar aquí, en estos momentos.
Jesús era lo suficientemente sabio para saber que el humano de su época, incluido el del presente, no tiene en su mano, la posibilidad de realizar la ingente labor de allanar toda la ladera del monte.
Pero les dice y nos dice: “Todo tiene un proceso, y vuestro destino está previsto, y el plazo previsto se está acercando”.
Y yo diría que ya está empezando a verse. Hoy mismo, en una entrevista, en “El Confidencial”, Mustafa Suleyman, cofundador de DeepMind, comprada por Google, y fundador de una continuadora, Inflection AI, anuncia que han creado un nuevo asistente personal, un chatbot llamado Pi, que asegura, es “emocionalmente inteligente”.
“Tiene un conocimiento muy vasto, es curioso y paciente. Le puedes pedir consejos sobre las grandes y pequeñas decisiones en tu vida. O trucos sobre cómo aprender a tocar un instrumento, mantenerte más sano, o aprender un nuevo hobby”.
O sea es un consejero espiritual y existencial, para luego vivir la vida lo mas sabiamente posible.
“De momento, Pi es gratuito y no hay planes de cobrar por ello. Pero creo que en el futuro la gente estará dispuesta a pagar una suscripción por una IA que esté muy alineada con sus intereses”.
Algunos objetarán que es un algoritmo que dirigirá nuestra vida, despojándonos de nuestra libertad. Pero esos son los mismo que están todo el día diciendo a los demás como tienen que vivir su vida adecuadamente.
Los consejos de un director espiritual o de un psicólogo o de un coach, son algoritmos igualmente, que se presentan al que los consulta, para asesorarle y ver si le convencen. Y eso no elimina la libertad de elección.
Aquí se cumple la Ley de Freud: No hacemos caso al “espíritu personal”, que es gratuito, pero acabaremos pagando y escuchando a un asesor personal que nos ayude a llevar nuestra vida.
Pues a propósito de Halloween: el año 1965 en noviembre, estudiando tercero de teología,ya ordenado de exorcista y destinado en Santadran de Cobres, diócesis de Santiago , provincia de Pontevedra, ayuntamiento de Vilaboa, arciprestazgo de Moaña, siendo cura propio de la parroquia del mártir San Adrián, don Avelino Blanco Tenteiro, fui destinado a hacer allá las prácticas de pastoral. El día de Todos Los Santos y el día de las Animas del Purgatorio, en el cementerio parroquial junto a la rectoral del siglo XVII, cantamos entre el señor cura y un servidor, revestidos de roquete y tocados con bonete, 468 responsos por otros tantos difuntos cuyos familiares pasaban por delante de la boeta de madera echando la ofrenda y diciéndonos el nombre de su difuntiño. Mucha vida que lleva uno a cuestas y dentro. Por algunos aún rezo: el señor José (Mendes Amoedo) que era ciego, y Sofía que estaba tristiña porque a los setenta aún andaba soltera, y por Paqui que murió de una septicemia en su primer parto a los 18 años dejando soliño a Xesus de 19, su novio desde el primer grado de la escuela de doña Gaudiosa en Curra, monte arriba y a José Antonio de dos meses guardadiño en ataúd blanco bajado por un carreiriño por más de 6 kilómetros y cantado los tres señores curas la misa de ángelus porque era un Angel para el cielo y no se podían cantar exequias que eran solo para los que tenían uso de razón al morir. !Madre mía de mi corazón! Y ahora mis nietos sin la poesía de liturgia de la fe andan disfrazados de muertos zombis gracias a estos desgraciados anglosajones que Dios confunda por beber güisqui ocultando a las ánimas del purgatorio con calabazas huecas y vistiéndose de seres terribles, cuando basta ver la tele para tenerlos delante.