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Me hace demasiado ruido

“El prefecto de Economía, Maximino Caballero, reflexiona sobre las dificultades para salir de los números rojos al primar la misión de la Iglesia antes que buscar beneficios a toda costa: ‘la Santa Sede siempre ha tenido un déficit estructural de entre 50 y 60 millones de euros al año; si tuviéramos que cubrir este déficit sólo recortando gastos, tendríamos que cerrar 43 de las 53 entidades que pertenecen a la Curia Romana, y esto no es posible'”. Es el sincero diagnóstico que realiza el prefecto de Economía, el español Maximino Caballero, al radiografiar la hucha del Vaticano.

Así lo expresó anoche en un coloquio organizado por la agencia italiana de noticias ANSA, en el marco del encuentro ‘La nueva organización económico-financiera del Estado de la Ciudad del Vaticano’, dentro del foro ‘Pn Trading Places’ sobre cultura financiera de la Universidad de Udine y del Municipio de Pordenone. Se trata de la primera vez que habla tan abiertamente de la situación financiera del Vaticano. Al menos, en una comparecencia pública cuando no se cumple un año de que se pusiera al frente de la cuentas de la Santa Sede y tres años después de que desembarca en Roma como un fichaje más que prometedor del jesuita Juan Antonio Guerrero que tuvo que abandonar su cargo como ‘ministro’ de Economía por motivos de salud. Teniendo en cuenta los números rojos en los que se encuentra el Vaticano, Caballero expresó su empeño de “trabajar mucho para aumentar los ingresos”. En este sentido, compartió las dificultades que, como economista se encuentra, teniendo en cuenta que la Santa Sede no se rige por la máxima de la búsqueda de la rentabilidad de sus actividades. ‘La misión de la Iglesia que es evidentemente deficiente’, expuso el prefecto español. ‘Lo primero que te dicen al considerar este aspecto”, explicó a los asistentes en el coloco. Es más, aseguró que ‘llegar es que la Santa Sede no es una empresa. Por eso todas las decisiones económicas deben desde el punto de vista económico sería muy fácil resolver todos los problemas’, en tanto que ‘la Santa Sede es una pequeña realidad económica, cualquiera que tenga responsabilidad en una empresa sabe perfectamente cómo resolver los problemas económicos de la Santa Sede”. Sin embargo, insistió en que las coordenadas que marca esa misión eclesial y los principios de la Doctrina Social’”[1].

Leído esto, ganas me dan de retirar mi ayuda anual a la Iglesia, sea mucha o poca. El pescado se pudre por la cabeza, pero si la cabeza es mucha la podredumbre habrá de serlo también, y ciertamente que lo es. En todas las partes cuecen las mismas habas, habas que se resumen en este apotegma consabido: “el poder corrompe, y el poder absoluto absolutamente”, y ello no por la maldad de tal o cual poder concreto, sino por la intrínseca condición del poder mismo. Para evitarla habríamos de bajar al máximo las cotas de poder individuales hasta lograr un poder de mínimos, pues poder tenemos todos mientras podamos respirar. El no poder de la impotencia absoluta equivaldría al no ser. Si esto fuera así, como lo creemos, entonces se acabaría el mundo.

Decía que me daban ganas de retirar mi ayuda anual a la Iglesia, pero no voy a hacerlo. Sólo queda rebajar las dosis de poder personal para activar el poder comunitario. Esta evolución personalista y comunitaria no ha nacido todavía, aunque asintóticamente muchas personas e instituciones se han acercado a ella, pero siempre han terminado mal. A tenor de ello, no sería fácil evitar la definición de ser humano como animal fracasante.

Pero hay fracasos y fracasos, y el peor de ellos sería intentar construir comunidades de bienes sin compartir comunidades de males, es decir, sin compasión, sin alteridad amorosa, sin ‘tus’ sodalicios que comunizando lo particular y al mismo tiempo personalizan lo social, única forma posible de hacer de lo malo bueno sin hacer de lo bueno malo. Pero semejante proyecto se ha echado a perder una y otra vez, si es que alguna vez se encontró, hasta eso nos suena a sermón perdido, e incluso a homilía de atildados predicadores sin predicandos.

Hablar en este sentido de alguna Iglesia donde la coherencia se encuentre a la orden del día resulta muy poco probable, sobre todo cuando dicha Iglesia es demasiado superficial, demasiado insolidaria, demasiado sabia, demasiado humana en una palabra. Ser demasiado en esos sentidos es ser demasiado poco en los esenciales, los que verdaderamente importan, aunque se hayan pasado de rosca y ya no aguanten el peso de su propia miseria.

Cundo contemplo mi propia historia, sin embargo, coincide bastante con la de mi propia Iglesia, pues sus defectos son los míos y los míos los suyos. Pero no puedo ni quiero resignarme, ni desde ahí colegir que sólo se podría ser cristiano sin ser Iglesia, lo cual sería decir que sólo se puede intentar el bien con prescindencia de los demás; el mismo Aristóteles se levantaría de su tumba para instarnos a vivir antropológicamente, es decir, como seres humanos comunitarios.

Hay que renacer, todo está por rehacer. Cerremos las 43 de las 53 entidades que pertenecen a la Curia Romana y sigamos, si queremos, a Jesús nuestro Señor sin pretender que él nos siga a nosotros desde ninguna curia. Menos Sede santa, y más ir al encuentro de aquellos cuya salvación clama al suelo, aunque ellos mismos no clamen ya por ella.

———————

[1] Vida Nueva, nº 3336. Madrid, octubre de 2023.

2 comentarios

  • Rodrigo Olvera

    Si en cualquier buscador de internet se usa como términos de búsqueda, entrecomillados, “santa sede superávit” se encontraran muchas noticias de declaraciones de responsables de economía de la Santa Sede anunciando superávit en diversos años. Afirmar entonces que SIEMPRE ha habido un déficit estructural de  50 a 60 millones de euros al año choca con tantas declaraciones.  ¿Mintieron los anteriores?¿Miente el actual? Un problema – señalado recurrentemente en organismos internacionales – es que cadavez que cambia el responsable de economía, cambian los criterios – que siguen sin ser plenamente consistentes con los criterios internacionalmente aceptados, aunque ha mejorado mucho en ese sentido. Así, lo que signifique “déficit estructural” en la metodología del actual responsable no necesariamente es consistente con la metodología usada cuando se reportó superávit en 2022 (con Guerrero), o en 2013 (con Versaldi), o cuando en 2001 se anunció déficit después de OCHO AÑOS DE SUPERÁVIT (con Sebastiani).  Hasta el día de hoy, sigue sin haber plena transparencia y congruencia en las cuentas vaticanas. 

  • ELOY

    Hola Carlos Díaz, me alegra verte que ambos sigamos por aquí.                                                                     Ciñéndonos al tema económico, bies es sabido que tanto más que mirar a los ingresos es conveniente ver los gastos, y analizar detalladamente en que capítulos, en qué conceptos, en que detalles, se puede lograr una mayor eficiencia en el gasto.                                                                                                                                                                                                                                                                                      La eficiencia y la eficacia de las  estructura (se habla de 53 entidades) habrá de revisarse, evitando duplicidades, revisando los objetivos de cada una y analizar si son los adecuados y analizando las instalaciones y su ubicación y extensión y los demás medios utilizados para saber si son o no los adecuados. Eso requiere una adecuada auditoria expresamente dedicada al gastoEn paralelo habrá que analizar en que capítulos del gastos se produce el déficit, que no será en todos, y en qué capítulos pudiera haber superávit .  En cuanto al  análisis de los ingresos habría que analizar las distintas fuentes de los mismos y ver si son las adecuadas – ética y eficientemente.                                                                                                                                                                      Y todo esto conviene ponerlo, negro sobre blanco, de forma detallada y es a partir de ahí que habrán de elaborar propuestas de mejora. Y entre ellas el concienciar al personal – a todos los niveles – de la importancia de disminuir el gasto, mejorar la eficacia de los ingresos y ayudar a mejora y buscar fuentes alternativas de financiación que resulten eficaces y moralmente aceptables.                                                                                                                                                                                                                                                                 Pero todo esto y más ya lo sabes tú y también probablemente los responsables, más si se quiere concienciar sobre todo ello parece que convendrá explicar las causas del déficit y las propuestas de solución con detalle.