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DADA CUENTA del domingo 16/07/2023

UNO.-

El año 2016 la fuente principal de ingresos por exportaciones en Uganda, por encima de la del café, fue debida a las salidas de mercenarios y guardas de seguridad armados y competentes. Esta exportación humana armada superó como digo los ingresos del producto más exportado del país, en la balanza nacional. Los mercenarios y guardas de seguridad tenían por funciones, una vez contratados, proteger a empleados de organizaciones internacionales y de oenegés, proteger a hombres de negocios en sus viajes por Africa y Oriente Medio y a los diplomáticos norteamericanos en diversas partes del mundo, allí donde hubieran sido destinados como residentes en misión.

El año 2016, el día cuatro de marzo, festividad de san Efrén que celebraba sólo en el desierto ante miríadas de estrellas que participaban en su divina liturgia, cuatro monjas misioneras de la Caridad de Teresa de Calcuta, cuidaban ancianos en la miseria, en una residencia cerca de Aden, en Yemen, donde un niño muere cada diez minutos víctima de enfermedades que médica y farmacológicamente ya pueden ser evitadas. Para la ONU, Yemen es, para los niños, un infierno sobre la tierra. Unos asaltantes disparan contra ellas matando a las cuatro. Les habían ofrecido salir y abandonar a los ancianos a su cuidado. Eligieron quedarse. Las hermanas Reginette Nzamukunda y Marguerite Mukashema, ugandesas. Las hermanas Kenini, de Kenia y Anslem, de India. Las cuatro van a ser canonizadas por haber permanecido en sus puestos, por confiar en Mateo 25, de protección de los desvalidos en un estado de guerra hasta morir. El procedimiento canónico se sustanciará con la recogida de información, los testigos de sus muertes y sus tareas y los que las trataron en vida. Coincidirán con los 125 años de la llegada de evangelizadores a Uganda y con el jubileo papal de 2025. Desde luego no figuran en el haber de la balanza nacional ugandesa, keniata o india. Muertas en praxis de servicio, sin palabras y sólo con hechos, me recuerdan el misterio de la Iglesia donde hay que morir para fructificar. Nos remiten sus vidas, en zona de guerra y voluntad de permanecer con los ancianos que en casi todos los países estorban, al cristianismo profundo el de la pietas y la humanitas. Como Iliusha, el personaje de Dostoievski, hijo de un capitán borracho y miserable, dispuesto a luchar por defender a su prójimo humillado frente al mundo. El amigo Nietzsche que las intuyó con acierto, escribió: “La esperanza es un estimulante muy superior a la suerte”.

 

El Tribunal de Apelación de Bolonia, celebrando audiencia a puerta cerrada, ha resuelto el día 10 de este mismo mes, decretar la extradición y por tanto su entrega al gobierno argentino del sacerdote católico (italo – argentino) Franco Reverberi para responder ante los jueces de aquel país de los crímenes de lesa humanidad incluido la participación en el asesinato del joven José Beron, desaparecido a finales de 1976 durante su periodo de detención clandestina en un centro militar de tortura durante la dictadura de Videla y otros colegas de semejante calaña moral. Este sacerdote que era capellán militar, con empleo de tal, asistió como tal capellán castrense a las tortugas de los prisioneros que después solían hacerse desaparecer arrojándolos a la mar tras ser subidos a aviones militares y sedados. Publio Siro: “El carácter de cada hombre es el árbitro de su fortuna”. Recuerdo que el 22 de julio de 1209 fue proclamada la cruzada contra los albigenses con la finalidad de acabar con los cátaros, una herejía. Ese día toda población de Beziers fue mascarada en su totalidad. El legado papal de Inocencio III, ordenó a sus soldados: “Matadlos a todos. Dios reconocerá a los suyos”.

 

DOS.-

Estos días atrás en que hemos entrevisto una nueva versión de “Arde Paris”, son propicios para saborear que otra Francia existe y refulge espléndida para quien sabe ver, oír, callar y asombrarse. La vida real, actual por palabras de presente, libre y voluntariamente de Philippe y Helène que residen en una casa de dos plantas, rodeada de un pequeño jardín, con una glicina que estos días rompe a perfumar con intensidad el aire calmo de los inicios del verano en este rincón al oeste de la Villa enorme que es Paris. Llevan vividos juntos sesenta y cinco años, desde que se casaron en Avon en 1958, tras cuatro años de noviazgo que iniciaron al conocerse en Argel, debido a su pasión por la música que les llevaba a conciertos que les hicieron caer en la cuenta que su vida era estar juntos. Hélène tuvo hace siete años un incidente cerebro-vascular que le ha paralizado medio cuerpo, impidiéndole la palabra y postrándola en cama o en silla de ruedas. Solo la luz de su mirada y en el gesto son interpretables. Philippe tiene 89 años: “Mi vida se ha hecho a su lado y estaré con ella hasta el final de uno de los dos. Me gustaría que se fuera ella antes, de lo contrario no habrá nadie que la cuide”. Cuando el incidente, ya jubilado, vendió su casa en la costa normanda alta y compró este lugar de flores y silencio cercano a un pueblecito donde hay un centro de atención a personas en la situación en que Helena vive. Cinco días a la semana, jueves a lunes la lleva de buena mañana en la silla de ruedas hasta el centro donde almuerza, excepto el domingo que lo hacen juntos en su casa cocinándole con brindis de champán. Cuando a media tarde va a recogerla, a Helene que le aguarda se le ilumina la cara y con los ojos transmite su alegría y su ilusión por regresar con él. Philippe sabe que sólo él, tras sesenta y cinco años, puede interpretar, sin pensar, esos gestos, esos ojos, esa luz. Como el primer concierto en Argel donde se prendaron. Los martes y miércoles va una cuidadora y es cuándo Philippe recorre las oficinas de la administración pública para arreglar documentos y demás; al banco, a su propio médico para sus males, a alguna exposición, alguna conferencia. Pero las instrucciones a las cuidadoras que van y vienen comprenden los puntos de luz que deben permanecer iluminados para que Helene se oriente y no se asuste, donde están y cuando darle sus dos cuadradillos de chocolate. Cuando la psicóloga que dirige las cuidadoras de la seguridad social le dijo para animarlo: “usted es su primer cuidador”, Philippe le contestó “no, yo no soy su cuidador, es mi esposa, yo soy su amante”. La funcionaria perdió el color y a partir de entonces cuenta la respuesta cuándo da charlas a las nuevas cuidadoras. Hélène puede jugar al dominó y lo hacen a menudo. Philippe cuando por la mañana regresa a casa tras dejarla en el centro, lee Le Point, Le Fígaro y La Croix, solo las noticias que le parecen merecedoras de atención y el resto “en diagonal”. Decía Hegel que leer los periódicos es la oración que un verdadero laico recita por la mañana. Le prepara películas de Audrey Hepburn, viejos films suaves y románticos que la tranquilizan y le producen alegría y paz. Tienen dos hijos y cinco nietos, que viven lejos pero que todos los meses les escriben contando lo que hacen y enviándoles dibujos y fotografías. Le lee las cartas le enseña y explica dibujos y fotos. “La cuido todo el tiempo porque quiero que se sienta mentalmente sostenida. Y le doy cremas y pomadas para que conserve la piel tersa y luminosa. ¡Echo tanto en falta su amor físico!”. Se que nada tengo por mucho tiempo, pero no lo pienso. Lo dejo a un lado. Este relato cuya redacción es de un servidor, responde a hechos reales, de estos meses y años, en un lugar real cercano a Paris. Nada es inventado, solo el orden y las aclaraciones para sostener el ritmo. Con Pilippe, con Hélène, no hubieran ardido Sodoma y Gomorra.

 

CODA.-

Nos rodea la sinodalidad empujada por el pontífice felizmente reinante, aunque a bastantes ruidosos fieles católicos les produzca hictericia aguda el verlo y oírlo y leerlo, y quiero recordar que el primer libro impreso en España en 1472 fue el titulado Sinodal de Aguilafuente, que recoge las actas del sínodo diocesano celebrado en la segoviana villa de Aguilafuente ese mismo año. En castellano. Fue impreso por Johannes Párix, alemán de Heidelberg, contratado por el obispo de Segovia Juan Arias Dávila, decidido a publicar obras religiosas y de derecho canónico para promover la formación de su clero. Así que cuando oigamos, como hace de cuando en vez Sandro Magister y algunos otros laicos y cardenales criticar el camino sinodal impulsado por la santidad del señor papa, santigüémonos en recuerdo de los casi seiscientos años que en un pueblo de Segovia ya andaban por sinodales caminos.

 

4 comentarios

  • ELOY

    Hola Alberto. Siempre ofreces puntos de reflexión. A veces es una pequeña frase, o un párrafo que parece “suelto” en el relato y profundiza en una visión distinta de las cosas, de los acontecimientos que trtas y de la vida misma. Al menos a mí me lo parece. 

    Me pregunto si es precisamente esa frase o párrafo “suelto” el que siempre busco en tus escritos, más allá del relato principal. He aquí algunos: “me recuerdan el misterio de la Iglesia donde hay que morir para fructificar” // “La esperanza es un estimulante muy superior a la suerte”. //  El carácter de cada hombre es el árbitro de su fortuna”. 

     En cuanto a la frase: “Decía Hegel que leer los periódicos es la oración que un verdadero laico recita por la mañana”, me pregunto, si VER lo que sucede a nuestro alrededor no es también una obligación cristiana y a partir de esa vsisión , orgnizar por la mañana el quehacer de cada día   

  • Javiierpelaez

    Gracias Alberto .Pobres monjas.

  • José María Valderas

    Benditos sean los mártires que nos dan ejemplo y lección de vida. Gracias por traerlos a nuestra vida muelle.

  • Agustín González Cabrera

    Con estos calores tórridos este “dada cuenta” me ha resultado CONSOLADOR, refrescante                c