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La relación de la mente y el cuerpo según la filosofía

La relación de la mente y el cuerpo según la filosofía
Por Matias Rizzuto. Filósofo. Universidad de San Martín. Argentina
Publicado el 13 de julio de 2023 en la mente es maravillosa. 
¿Son la mente y el cuerpo entidades separadas o están vinculadas de manera intrínseca? En el siguiente artículo exploraremos las distintas teorías filosóficas que intentan dar respuesta a estos interrogantes.
El problema de la relación entre la mente y el cuerpo es tan antiguo como la filosofía misma. A lo largo de la historia, se han propuesto numerosos enfoques para abordar esta cuestión fundamental. A pesar de ello, todavía no hay un consenso definitivo sobre cómo se relacionan la mente y el cuerpo. Las dificultades surgen al intentar establecer una relación satisfactoria entre las propiedades físicas y mentales.

Si bien los aspectos físicos son observables y mensurables, los mentales introducen elementos como la consciencia o la identidad personal, difíciles de ser evaluados por un observador. Esto ha generado debates apasionados y ha impulsado reflexiones profundas sobre nuestra naturaleza como seres conscientes. Descubre los postulados más relevantes al respecto en este texto.

Relación de la mente y el cuerpo: ¿filosofía dualista o monista?

Cuando contemplamos nuestra propia experiencia, es evidente que mente y cuerpo están entrelazados. Su relación y mutua influencia ha desconcertado a filósofos, científicos y pensadores a lo largo de los siglos. Los dos enfoques más conocidos en el estudio de la filosofía son el dualismo y el monismo.

El debate entre estas dos conceptualizaciones filosóficas es uno de los más antiguos y persistentes en la disciplina. Ambas teorías presentan argumentos convincentes y desafíos significativos, y cada una ha influido en nuestra comprensión de la mente y el cuerpo de maneras distintas.

El dualismo sostiene que la mente y el cuerpo son entidades separadas y diferentes en su naturaleza. Esta visión puede explicar nuestras experiencias subjetivas y la aparente diferencia entre los procesos mentales y físicos.

Ahora bien, el dualismo enfrenta el desafío de explicar cómo estas dos entidades tan diferentes pueden interactuar entre sí. Esto último se ha denominado el problema de la interacción.

Por otro lado, el monismo sostiene que la mente y el cuerpo son aspectos de la misma realidad. Esta visión abarca el problema de la interacción, al argumentar que la mente y el cuerpo no son entidades separadas que necesitan interactuar, sino que son manifestaciones de la misma sustancia.

No obstante, el monismo enfrenta su propio conjunto de desafíos. Por ejemplo, el monismo materialista explica cómo los procesos físicos pueden dar lugar a la experiencia subjetiva, es decir, de qué modo surge la consciencia.

Ambas perspectivas plantean interrogantes sobre la relación entre la mente y el cuerpo, y poseen sus propios problemas como teoría. Algunas de las preguntas más debatidas son ¿cómo interactúan la mente y el cuerpo?, ¿qué mecanismos subyacen a esta relación?, ¿puede una entidad no física, como la mente, influir en un organismo físico?, y ¿es la mente solo una ilusión generada por el cerebro?

 

El dualismo de la mente y el cuerpo

La idea del dualismo se remonta a los tiempos de Platón y Aristóteles. Sin embargo, fue René Descartes, filósofo francés del siglo XVII, quien la popularizó. Descartes argumentó que existe una interacción entre una realidad física, el cuerpo, y una espiritual, la mente.

Esta forma de dualismo, que se expone en un artículo de la revista Universitas Psychologica como dualismo cartesiano, ha sido una de las teorías más influyentes en la filosofía de la mente. También es denominado dualismo de sustancias, dado que sostiene que el cuerpo y la mente son dos tipos de elementos distintos.

Por otra parte, el Diccionario Interdisciplinar Austral menciona el dualismo de predicados, que puede entenderse como una forma débil del sustancialismo. Se afirma que, si bien existe cierta relación, las propiedades mentales no pueden predicarse, de manera directa, de las propiedades del cerebro.

En un artículo de la revista Philosophical Studies  se señala que las complejas interacciones que la mente tendría con las neuronas aún no pueden explicarse de modo teórico. Es decir, existen experiencias mentales que no pueden reducirse a fenómenos físicos.

Supongamos que se mira un color mientras un neurocirujano mira el cerebro. Por más que este pueda reconocer el área cerebral que se activa, no tendría información sobre la percepción y la experiencia subjetiva que acontece al interior de la mente del sujeto.

Existe también el dualismo de las propiedades, el cual puede considerarse como una versión fuerte del dualismo de predicados, dado que admite que las propiedades del cerebro y la mente son radicalmente distintas y que no hay una relación causal entre estas.

La mente es, de manera cualitativa, distinta al cuerpo, y no puede reducirse a estados cerebrales. A su vez, existen distintas formas de dualismo, algunas que le dan más importancia a la interacción entre mente y cuerpo, y otras que plantean su independencia.

 

Interaccionismo

Esta teoría sostiene que la mente y el cuerpo tienen una influencia causal mutua, es decir, los eventos mentales afectan a los eventos físicos y viceversa. Esta idea se basa en nuestra cotidianidad, donde el mundo físico influye en nuestras percepciones y reaccionamos de forma conductual a esas experiencias. Además, nuestro pensamiento también se manifiesta en nuestras acciones y palabras.

Aun cuando existe un sólido respaldo intuitivo al interaccionismo, esta teoría enfrenta el problema de explicar de qué modo se da la interacción.

 

El monismo de la mente y el cuerpo

El monismo es una teoría filosófica que sostiene que la mente y el cuerpo no son entidades separadas, sino que ambas constituyen una unidad. Esta visión contrasta con la del dualismo, que considera que la mente y el cuerpo no son una misma cosa. Existen varias formas de monismo, pero las más relevantes para la filosofía de la mente son el monismo materialista y el monismo idealista.

El monismo ofrece una solución al problema de la interacción que plantea el dualismo: si la mente y el cuerpo son aspectos de la misma realidad, entonces no hay necesidad de explicar cómo interactúan entre sí. Sin embargo, el monismo también enfrenta desafíos, como explicar cómo los procesos físicos pueden dar lugar a la experiencia subjetiva.

 

Materialismo

De acuerdo con un artículo de la revista Cuadernos de neuropsicología, el monismo materialista sostiene que todo lo que existe es material o físico, incluyendo la mente. Según esta visión, los procesos mentales son procesos físicos que ocurren en el cerebro.

Esta teoría ha ganado popularidad con el avance de la neurociencia, que ha demostrado cómo diferentes aspectos de la mente, por ejemplo, los pensamientos, las emociones y las percepciones, pueden estar asociados con la actividad cerebral.

El materialismo nos lleva a preguntarnos: ¿es la mente tan solo una ilusión generada por el cerebro?, ¿puede todo lo relacionado con la experiencia subjetiva reducirse a procesos físicos y químicos?

 

Idealismo

El monismo idealista sostiene que todo lo que existe es mental o espiritual. Según esta visión, la realidad física es una construcción de la mente. Aunque esta forma de monismo es menos popular en la filosofía contemporánea de la mente, ha tenido una influencia significativa en la filosofía oriental y en algunas corrientes de la psicología.

 

La influencia de la filosofía en la psicología y la neurociencia

El debate entre el dualismo y el monismo también ha tenido un impacto significativo en campos como la psicología y la neurociencia. Por ejemplo, tratar la mente como una entidad separada que puede ser estudiada independientemente del cuerpo es de gran ayuda para la psicología cognitiva.

Por otro lado, el monismo ha influido en la neurociencia cognitiva, que busca entender la mente estudiando el cerebro y sus procesos físicos. Tanto es así que un artículo de la revista Frontiers in Education sugiere que algunos aspectos de la neurociencia podrían ser enseñados como parte del programa de humanidades.El debate continúa

Sin lugar a dudas, la relación entre mente y cuerpo seguirá generando debate en el campo de la filosofía, dadas las dificultades que existen para analizar el vínculo entre propiedades físicas y mentales.

Ahora bien, tanto el dualismo como el monismo ofrecen perspectivas valiosas sobre esta relación. Aunque cada teoría tiene sus desafíos, ambas han contribuido a nuestra comprensión de la mente. No obstante, este sigue siendo uno de los misterios más profundos de la consciencia humana.

 

Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.


  • Giraldez, F. (2020). “Teaching Neuroscience as a Liberal Art”. Frontiers in Education 4 (158). DOI: 10.3389/feduc.2019.00158
  • Novoa Gómez, M. M., (2002). Algunas consideraciones sobre el dualismo en psicología. Universitas Psychologica, 1(2), 71-80. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=64701209
  • Robinson, H. (2015). Dualismo. En Diccionario Interdisciplinar Austral, editado por Claudia E. Vanney, Ignacio Silva y Juan F. Franck. Consultado el 18 de junio de 2023 http://dia.austral.edu.ar/Dualismo
  • Santos, Paul Ruiz. (2011). Filosofia de la mente: aportes teóricos y experimentales a la visión emergentista del vínculo mente-cerebro. Cuadernos de neuropsicología5(2), 111-127.  http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-41232011000200002&lng=pt&tlng=es.
  • Shiller, D. (2020) Interactionism for the discerning mind? Philosophical Studies 177, 931–946 (2020). https://doi.org/10.1007/s11098-018-1213-5

5 comentarios

  • Isidoro García

        El cerebro, (el cuerpo), y la mente, (el “alma”), es claro que son dos lados de una misma moneda, o como el haz y el envés de una hoja, o como el hardware y el software de un ordenador. Son dos perspectivas distintas de una misma realidad. 

    Y la actividad humana, está repleta de acciones y sistemas, en las que ambas perspectivas confluyen. El ejemplo más claro de ello, son las emociones. 

    Las emociones son unos programas neurológicos comportamentales preestablecidos y heredados genéticamente, en los que se establece una serie de respuestas determinadas ante unas circunstancias concretas, implementadas mediante neurotransmisores bioquímicos.

    Comportamientos que son muy importantes automatizar, para responder rápidamente a determinados peligros en nuestra supervivencia, permitiendo al individuo responder de modo efectivo, tanto a los desafíos como a las oportunidades que le plantea el entorno.

    Lo que sucede es que como ese entorno va variando, y a veces aceleradamente, muchas emociones, han quedado obsoletas, para los nuevos desafíos a que nos enfrentamos.  

    La antropología tradicional greco-romana, adoptada y potenciada por la catolicidad, es plenamente dualista, no solo con una separación absoluta entre el cuerpo y el alma, sino con una contraposición y batalla perpetuas entre ambos. 

    El miedo a los instintos humanos, (y las emociones), es tal, que se pone como objetivo moral, la lucha contra ellos, y si se pudiera el eliminarlos. 
    Esto constituye una perversión de los sistemas internos de perfeccionamiento, al estilo de las enfermedades autoinmunes, en las que el sistema de autodefensa, ataca directamente a sus propias células. 
    El pánico al alto grado de involuntariedad de los instintos humanos, (lo que constituye un torpedo bajo la línea de flotación del “sacrosanto” libre albedrío, que caracterizaría al ser humano), es un integrante más de esta sospecha perpetua hacia los instintos humanos.                                                                     La modernidad laica, y cartesiana, plena heredera de esa misma antropología arcaica, sigue esa misma línea. Y la agudiza, con una contraposición frontal entre la razón, como directora y motor de la “mente”, y los instintos comportamentales de las emociones, como provenientes del “cuerpo”. 

    Se demoniza el “instinto”, como necesariamente dionisiaco y hedonista, y para ello se ningunea y se ignora, la presencia fundamental como guía humana, del “espíritu”, que actúa a través de unas emociones superiores, (la “Elevación” y “Tendencia a la trascendencia”),  que nos dirigen e impelen hacia los tres grandes valores universales: la búsqueda de la Verdad, la Bondad y la Armonía con el Universo.    
    Para ello se sustituyen esos instintos sabios, por una moralidad de origen cultural, regida y administrada por la razón, y la cultura del momento. 

    Y aunque originariamente provienen del espíritu personal sabio de cada uno, que aunque ignorado, sigue funcionando autónomamente, en su día adía, el comportamiento humano, se ve constreñido por el criterio de las ideologías culturales del momento, perdiendo la guía personal de nuestro espíritu, que es el que mejor nos conoce, pues es una parte de nuestra mente.

    Y ahí es cuando empezamos a salirnos de la corriente principal y a salirnos del camino “fácil”.

    (Felicidades con un poco de retraso a Carmen, en el día de su santo).

  • M. Luisa

    Criticar el dualismo mente y-cuerpo ha sido uno de mis  retos a defender aquí y aunque valoro en gran medida  las reflexiones llevadas a cabo en este artículo en torno a  las teorías dualista y monista, echo en falta la teoría emergentista la cual es la que últimamente coinciden tanto filósofos como científicos.  Y en este sentido,   cuando tan frecuentemente,  en determinados tipos de relaciones no duales ni reduccionistas se alude a aquella  consideración tan afamada según la cual el todo es más que la suma de sus partes no se puede estar pensando en otra cosa que la de estarse refiriendo a una forma de  sistematismo interno. Un sistematismo interno  cuyos momentos son físicamente emergentes, produciendo cualidades nuevas que no tienen por qué estar al mismo nivel que las precedentes (no todo lo físico es material).  En fin, todo ello no es más que un resumen  de lo que he ido extrayendo de  estudios a los que me empujó, precisamente, el  convencimiento de salvar todo tipo de dualismos, aunque torpemente explicado.      

    • M. Luisa

      …Una cosa sí me gustaría añadir fijándome en este punto ya enunciado casi en el comienzo del artículo,  donde dice que “las dificultades surgen al intentar establecer una relación satisfactoria entre las propiedades físicas y mentales“.   Diría que una de esas dificultades  es el enquistamiento al sustancialismo, pues los elementos que lo forman sí que suman y, por  tanto, no sirve para expresarse en términos emergentistas. Solo el sistematismo interno de una realidad autosuficiente es capaz  de  este carácter  emergente del dar de sí. Pienso que es una diferenciación  que se ha de tener en cuenta cuando se habla de la psiquis humana.

  • mariano alvarez

    La relación en la persona es el fundamento de su ser (realidad) personal de forma integral. No existen en ella partes independientes que tengan su propia autonomía identitaria que le permitan relacionarse con las demás a posteriori, para así llegar a un consenso práxico existencial. La relación en la persona comienza en sí misma y  consigo misma de forma unitariamente integral, al tener que hacerse responsable íntegramente de su propia existencia. Por ello la persona es un ser moral y lo moral no es un suplemento a su realidad, es su a priori existencial, es la esencia que relaciona a su cuerpo y a su mente, a su materialidad y a su espiritualidad, con una misma finalidad de la que libremente se responsabiliza de forma integral y personal sin escisión posible.

    La persona es realidad moralmente relacional en sí misma y cuando queremos analizarla es cuando la desintegramos y objetivamos en compartimentos diferenciales y asignándoles funciones que posteriormente nos vemos obligados a integrar, so pena de perderla. Pero en este análisis ya la hemos desintegrado y es por ello que nos vemos obligados a decir que, el todo en la persona es más que la suma de las partes. Pues al analizarla hemos perdido al todo.Este magnífico artículo con la también magnífica puntualización de Jaume PATUEL, creo deben apuntar en esta misma dirección, en la que añado el sentido moral como pivote de toda filosofía, psicología y antropología de la realidad relacional del ser “persona”. 

  • Jaume PATUEL

    Interesante artículo por su profundidad. Pero hay que tener presente que no es solo la filosofía  que reflexiona sobre este aspecto humano sino también la psicología dinámica que nos introduce a una unidad total vivida en niveles diversos. Una labor del “ego”, imprescindible para habitar, vivir y relacionarse, que va tomando consciencia de sus diferentes estados o niveles. Todo ello a partir de Freud, Szondi, Jung y Grof, y éste nos ha modificado y ampliado la cartografía psíquica. No todo es medir, calcular, pesar y tangible.