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Un humanismo radical

          Uno de los problemas más angustiantes en la cultura mundial hoy en día es la falta de humanidad. No miramos a los lados para ver al otro con sus dolores, búsquedas y necesidades. Consideremos cómo son tratados los emigrantes de Oriente Medio y de África que buscan a Europa por causa de guerras y de gran hambruna. Son rechazados y han hecho del Mediterráneo un verdadero cementerio. El mismo destino trágico sufren los millares de centroamericanos que buscan atravesar las fronteras de Estados Unidos. La mayoría es rechazada, algunos mueren y los niños son puestos en jaulas como si fueran pequeños animales hambrientos. Ni nos referiremos a África que vive desde hace siglos saqueada y todavía crucificada por los europeos. Ellos están yendo a Europa porque antes los europeos estuvieron allí y ocuparon y expoliaron sus tierras. Los europeos fueron acogidos y ahora los europeos no los quieren acoger.  

          Tales antifenómenos muestran cuán ser crueles y sin piedad podemos ser con nuestros prójimos que, en verdad, son nuestros hermanos y hermanas. Tal vez no podamos hacer mucho, pero a veces basta una mirada compasiva, una palabra de consuelo, una sonrisa verdadera, un toque en la piel del otro para comunicarle que somos hermanos y hermanas, expresiones de la misma humanidad.

          No nos tratamos humanamente. De la misma forma agredimos a nuestra Madre Tierra hasta el punto de que el nuevo régimen climático, que superará los 1,5 grados centígrados hacia 2025-2027, puede poner en peligro la biodiversidad y, si el calentamiento aumenta más, afectar al destino de nuestra vida en este planeta.

          En este contexto rescatamos lo mejor que el mundo ya gestó: el Hijo del Hombre que se reveló como la presencia humana de Dios entre los humanos: Jesús de Nazaret.

          Más que entregarnos verdades, Jesús nos enseñó a vivir los valores que daban cuerpo a su gran sueño, el Reino de Dios. Ese Reino no es como los Reinos de este mundo, rodeados de pompa y gloria, como recientemente vimos en la coronación del rey de Inglaterra. Es un Reino de amor incondicional, de solidaridad ilimitada, de compasión, de servicio a los más humillados y ofendidos y de apertura total a Dios-Abba (“papá”, como él lo llamaba).

          Estaba siempre al lado de aquellos que tenían menos vida, los leprosos, los ciegos, los psicológicamente afectados (en el lenguaje de la época, los poseídos del demonio), los enfermos y hasta los muertos, que él resucitó. Él mismo dijo: “vine a traer vida y vida en abundancia” (Jn 10,10). Por haberse opuesto al tipo de religión de la época, ritualista y farisaica, y por haber revelado una nueva cara de Dios, de infinita misericordia y perdón, amando a todos, “hasta a los ingratos y malos” (Lc 6,36), lo crucificaron fuera de la ciudad, símbolo de rechazo absoluto. Dejó dicho algo extremadamente consolador “si alguien viene a mi no le diré que se vaya” (Jn 6,37), podía ser una adúltera, un hereje, gente de mala fama: a todos acogía y salían consolados.

          Él mostró una humanidad radical, hasta el punto de que los apóstoles y discípulos, considerando que “pasó por la vida haciendo el bien” (Mc 7,37) y que había vencido a la muerte por su resurrección, no sabiendo cómo definirlo, acabaron diciendo: humano así como Jesús sólo Dios mismo. Y empezaron a llamarlo Hijo de Dios y Dios en nuestra carne caliente y mortal.  

          Su humanismo radical echó raíces profundas en la humanidad. Ese humanismo universal y sin ninguna discriminación podrá devolvernos nuestra humanidad, cubierta de cenizas por el individualismo, por el egoísmo, por la insensibilidad, por la falta de compasión y por la ausencia de cuidado de unos a otros, a nuestra Madre Tierra y a los seres que viven en ella.

          Termino con dos testimonios. Uno de Franz Kafka, el gran escritor checo, que dijo: “al oir hablar de Jesús y de su amor cierro los ojos para no caer como en un abismo”. Y otro de Fiódor Dostoiévski que al dejar la Casa de los Muertos (título de su libro), la prisión con trabajos forzados en Siberia, escribió conmovedoramente:

“A veces Dios me envía instantes de paz; en estos instantes, amo y siento que soy amado. En uno de estos momentos compuse para mi mismo un credo, donde todo es claro y sagrado. Este credo es muy sencillo. Dice así: creo que no existe nada más bello, más profundo, más amable, más humano y más perfecto que Cristo; me lo digo a mi mismo con un amor celoso que no existe ni puede existir. Más aún: si alguien me probase que Cristo está fuera de la verdad y que esta no se encuentra en él, prefiero quedarme con Cristo a quedarme con la verdad”.

          Después de esta profesión de radical humanidad y de fe, no tengo nada más que decir.

          *Leonardo Boff ha escrito Jesucristo el Liberador, Sal Terrae, muchas ediciones.

         

5 comentarios

  • Juan A. Vinagre

    Este artículo de L. Boff invita a reflexionar de nuevo sobre temas ya muy conocidos, pero poco incorporados en nuestra mente. Ante algunos temas pasamos demasiado de largo, cuando deberían comprometernos más, si queremos ser medianamente coherentes. Señalo solo los que siguen:

    -Jesús nos enseñó algunas VERDADES fundamentales: Dios Padre Abbá, que nos ama y espera, y con ello una visión de fraternidad real  universal y de esperanza, que da sentido a la vida. Él como enviado del Padre, del que da testimonio…   Y el Espíritu que hace ver-enseña a corregir, que  perfecciona y santifica…   Para lo que es necesario vivir abiertos, ser receptivos, para saber reconocerlo y escucharlo, a fin de poder decir: “Nos ha parecido al Espíritu (incluido el espíritu del Mensaje del reino) y a nosotros…”

    -Pero sobre todo Jesús nos enseñó VALORES: amor, perdón, igualdad, solidaridad, actitud de servicio (no de mando-poder), moderación de vida, religiosidad-oración sin ostentación…  No ritos ni templos ostentosos; cualquier lugar puede ser-es templo. Con esto quiero decir que el mejor evangelio se cumple pasando por la vida haciendo el bien, acogiendo. La enseñanza de Jesús se centra más, mucho más -a juzgar por los sinópticos, los más históricos- en la atención al hermano -valores- que en la teoría -verdades teóricas-.

    -Puede haber momentos de paz-como dice Dostoievski-, de paz interior en que uno o una se sienta amado-amada, y descubra-vea el camino claro.  Pero, siguiendo la doctrina evangélica, el mejor modo de ser amado es amando al hermano que lo necesita. ¿Adónde lleva esta reflexión?

    -A los Derechos Humanos y a la Iglesia clerical, que aún no los ha reconocido. Y que (por eso?) se calla y de modo implícito apoya a tendencias políticas que no respetan esos derechos…   Una tal iglesia no es compatible con Dios ni con el Evangelio, ni con el Reino del Dios de Jesús de Nazaret.

    -¿Y la acogida a los emigrantes?  A mi juicio, el tema no es fácil, y hay que afinar bien. Porque recibir para que anden pidiendo por la calle o viéndose obligados a robar o a vender droga para comer, no es la solución recomendable.  Si nuestros antepasados fueron antes a sus tierras y las despojaron malamente, nosotros hoy de alguna manera debemos devolver…  ¿Cómo?  Una vez oí decir a un emigrante: “Donde uno mejor está es en su tierra”.  Está mejor en su tierra si los que mandan-gobiernan reparten aceptablemente, si crean cierto bienestar y no acaparan para ellos…, a costa de los demás.  El mejor modo de devolver por parte del mundo occidental (y no solo) es controlando con rigor las ayudas, a fin de que se empleen en mejorar la vida de todos… Si mejora la vida de Africa o de América, por ej., la mayoría no sentirá la necesidad de coger pateras o atravesar ríos, en los que se juegan la vida. Por eso, quizá la mejor manera de ayudar, a no verse obligados a emigrar, es ayudar (y obligar) a que en los países de pobre  desarrollo se administre bien, empezando por las ayudas recibidas.  Hay que ayudar para que el pobre no se vea obligado a emigrar para vivir. Y con esas ayudas hay que vigilar (e imponer honestidad) a los que mandan-gobiernan.  Cosa nada fácil, pero necesaria, si queremos remediar-reducir el drama de la emigración, y nuestra hipócrita incoherencia.

  • Santiago

    Es notable y radical que Jesús asumiera nuestra humanidad en Su Persona divina..Al encarnarse fuimos “elevados” hasta El, para poder participar de Su misma gloria eterna..

    Por tanto en nuestro “humanismo” reside la misericordia divina de Cristo que tuvo compasión por TODOS porque los que predestinó fue a los que llamó..y a éstos, justificó…y  al final del camino de la justicia “los glorificó”…

    Así pues el humanismo verdaderamente cristiano es caridad y compasión por todo y por todos,  especialmente por nuestros enemigos y por los que se empeñan en hacer el mal.
    El triunfo de Cristo reside en la Cruz, venciendo el mal, abriéndonos así el camino del perdón y la bondad en el que nos salvamos.
    El odio y la venganza nunca podrán entrar en la gloria eterna del Altisimo.

    Un saludo cordial

    Santiago Hernández

  • ana rodrigo

    El humanismo tendría que ser un deber universal así porque la deshumanización siempre lo ha sido y ha estado presente entre los humanos a lo largo del tiempo y del espacio.

    En el momento actual tenemos conciencia de que los derechos humanos debieran serlo para todos y cada uno de los seres humanos, pero suelen quedarse en manos de una ética individual, en entornos muy personales.

    Por lo que debemos afrontar nuestra respuesta personal junto a la reivindicación de que lo público construya la estructura social humana, es decir las leyes son la que pueden hacerlo.

    Lo que dice Alberto de lo ocurrido en Qatar con los miles de muertos, fallaron las leyes de obligado cumplimiento en un país que se salta los Derechos humanos, pero el mundo entero acepta que allí se celebre el mundial del futbol. Por lo que algo muy grave falla a nivel estructural mundial.

    Boff nos pone como ejemplo a Jesús de Nazaret, y se podrían poner muchísimos ejemplos humanizadores en la historia de la humanidad. El problema es hacer “capillitas” particulares, que es lo que suelen hacer las religiones, cada una con su dios y su moral.

    La realidad actual nos demuestra que, si bien las religiones han constituido las distintas culturas sociales allí donde predominan, las sociedades modernas no tiene como referencia la religión, sino las leyes basadas en derechos humanos y en valores universales.

    ¿De qué nos sirve que la acogida al extranjero venga ya desde el AT, mientras haya partidos políticos legales y declarados muy cristianos que rechacen a los inmigrantes descaradamente? ¿Por qué se legalizan partidos xenófobos, homófobos o machistas? Cuidemos nuestra conducta personal, pero denunciemos o no votemos a dirigentes políticos con convicciones deshumanizadoras. Son dos cosas perfectamente compatibles y complementarias.

  • Alberto Revuelta Lucerga

    Mañana la Fundación para la Democracia inaugura en Madrid una exposición sobre La cara B del Mundial de Fútbol, una muestra fotográfica que permite conocer testimonios de los supervivientes y familiares de los obreros que murieron en la construcción de las infraestructuras del Mundial de Qatar. Puede visitarse en El Espacio Jovellanos y los patrocinadores estiman que el Mundial de Qatar 2022 puede haber dejado «hasta 16.000″ trabajadores migrantes muertos entre 2010 y 2020, en el marco de la preparación del evento.La investigación comenzó en el año 2016, después de que varias organizaciones de derechos humanos denunciaran “abusos sistemáticos» a los trabajadores desplazados hasta Qatar. No olvidar a los muertos cuyas vidas , explotadas, han servido al dinero y al poder en el panem et circensem.

    • Rodrigo Olvera

      Gracias Alberto por orientarnos la mirada a esa exposición.

      Acá en México la Red de Mujeres Sindicalistas mantuvo una campaña sobre FIFA y derechos humanos laborales desde el anuncio de la sede en Qatar hasta el final del Mundial. Ahora varias organizaciones nos empezamos a preparar, porque México será la siguiente sede, junto con Canadá y Estados Unidos.

       

      Abrazos y esperanzas