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La tienda del Sínodo se ensancha

Cardenales Hollerich y Grech con los periodistas en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, miércoles 26 de abril de 2023

Si van cuajando esos pasos en el próximo Sínodo sobre Caminar Juntos (=sinodalidad) que está propugnando el “desastroso” (para muchos) papa Francisco, se estará produciendo en la Iglesia no una revolución pero sí una tranformación por el camino de la escucha, el diálogo y los acuerdos. Con ello “se está prestando un gran servicio al mundo”. Este es el camino por el que ATRIO quiere recorrer su nueva etapa. AD. 

 Fuente:    Vatican News26/04/2023

La normativa vigente del Sínodo sigue remitiéndose a la Constitución Apostólica Episcopalis Communio. No obstante, la próxima XVI  Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, prevista para octubre de 2023, tendrá algunas modificaciones y novedades. Están relacionadas con la composición de la Asamblea y el tipo de participantes, que se justifican en el contexto del proceso sinodal, sin cambiar la naturaleza episcopal. Este fue el punto evidenciado en el coloquio de los Cardenales Mario Grech y Jean-Claude Hollerich, Secretario General y Relator General del Sínodo respectivamente, con los periodistas en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, este miércoles 26 de abril.

El breve encuentro fue introducido por Matteo Bruni, director de la Oficina de Prensa Vaticana. Los Purpurados ilustraron los cambios significativos.

En primer lugar, los diez clérigos pertenecientes a institutos de vida consagrada, elegidos por las respectivas organizaciones que representan a los Superiores Generales, ya no están presentes. Son sustituidos por cinco religiosas y cinco religiosos pertenecientes a institutos de vida consagrada, elegidos por las respectivas organizaciones representativas de las Superioras Generales y de los Superiores Generales. Como miembros tienen derecho a voto.

En segundo lugar, ya no hay auditores, pero se añaden otros 70 miembros no Obispos, que representan a otros fieles del Pueblo de Dios (sacerdotes, personas consagradas, diáconos, fieles laicos) y que proceden de las Iglesias locales. Son elegidos por el Papa de una lista de 140 personas indicadas (y no elegidas) por las siete Reuniones Internacionales de las Conferencias Episcopales y la Asamblea de Patriarcas de las Iglesias Orientales Católicas (20 por cada una de estas realidades eclesiales). Este miércoles 26 de abril desde el Sínodo enviaron una carta a las Conferencias Episcopales con la solicitud de elaborar las listas de nombres. Tienen plazo hasta fines de mayo para hacerlo.

Se pide que el 50% de estos miembros sean mujeres y que se valore también la presencia de jóvenes. Se tiene en cuenta no solo su cultura general y prudencia, sino también sus conocimientos, tanto teóricos como prácticos, y su participación en diversas capacidades en el proceso sinodal.

En tercer lugar, los representantes de los Dicasterios que participarán son los indicados por el Santo Padre.

 

No es una revolución

Al comentar estas modificaciones, los Purpurados aclararon que “no es una revolución, sino un cambio importante”. Tras el coloquio, en declaraciones a los medios vaticanos, el Cardenal Hollerich, quien es arzobispo de Luxemburgo, precisó su reticencia a utilizar el término “revolución”. Comentó que, si lee libros sobre la historia francesa, sobre la revolución, hay voces a favor, hay voces en contra, las revoluciones dividen, exigen víctimas. En cambio, “nosotros no queremos víctimas, queremos avanzar juntos”.

Asimismo, Hollerich destacó que nos encontramos frente a un desafío mundial: la polarización, un individualismo cada vez más grande, en el que el consenso no existe más. Por tanto, según Hollerich, si la Iglesia encuentra una manera sinodal para gestionar las divergencias en comunión y caminar juntos, está prestando “un gran servicio” al mundo.

 

“El espacio en la tienda se está ampliando”

El Cardenal Hollerich, quien fue el primero en intervenir durante el encuentro, manifestó su alegría de tener a la Iglesia entera reunida en Roma para el próximo sínodo.

Luego, el Cardenal Grech expresó su satisfacción porque, retomando la imagen de la tienda que es el disparador del Documento Final para la Etapa Continental, dijo que el espacio en esta se está ensanchando.

Los Purpurados remarcaron que la participación de realidades eclesiales tan diversas en el sínodo asegura el diálogo existente entre la profecía del Pueblo de Dios y el discernimiento de los Pastores. Una circularidad que, según consideraron, se ha puesto de manifestación durante todo el proceso sinodal.

Ambos auguraron que estas novedades continuarán enriqueciendo el Sínodo, cuya naturaleza no cambió, insistieron, sigue siendo Sínodo de los Obispos, pero enriquecerá también a toda la Iglesia.

 

Los facilitadores

Consultados sobre el rol de los facilitadores, los Cardenales subrayaron que la experiencia nos ha enseñado que un facilitador ayuda a crear una dinámica que realmente puede traer frutos. Como ejemplo, recordaron que han experimentado con la conversación espiritual en las Asambleas Continentales. Todos los que aplicaron esta metodología quedaron muy contentos, aseveraron.

 

“El Sínodo no es un parlamento”

Respondiendo a una pregunta sobre las votaciones finales, los interlocutores fueron claros: “No estamos detrás de los votos”. Y se explayaron acotando que la votación es un instrumento humano que ayudará, pero el sínodo “es un discernimiento, es una oración”. Palabras que recuerdan la enseñanza del Papa Francisco, quien siempre ha observado que el sínodo no es un parlamento, sino un “meterse en juego con el Espíritu”.

Un comentario

  • José María Valderas

    No sé por qué ha omitido el post lo mollar del disparate de Francisco en el caso de la votación del Sínodo. Me gustaría tener a mano estudios serios sobre el magisterio de la Colegialidad, para refrescar conceptos, textos de Journet o de Tillard, por ejemplo, de LeGuillou, del propio Bandera, y no tener que refugiarme en mi solitario cacumen.

    A lo mollar: el jesuita relator del Sínodo, el alter ego de Francisco, que a menudo habla en su nombre, como en este caso, quiere dar una lección de teología y la da… pero de teología protestante. No sé si es que no sabe más o si conoce la teología católica ha optado por menospreciarla. Dice el luxembrgués que, puesto que el bautismo es común –parece que estoy oyendo a Francisco a propósito de la comunión de los evangélicos–, todos tienen igual derecho de decidir –votar– qué es lo que debe enseñar la Iglesia. El disparate, no por repetido, es menor. Es una carga de profundidad contra la esencia de la Iglesia de Cristo, Sacramento fontal.

    Por el bautismo, en efecto, todos los fieles tienen la misión de enseñar, de evangelizar. Pero hay otro sacramento, el del orden, cuya culminación es el orden episcopal, al que le está reservada la función docente a través de la Colegialidad.

    Una cosa es que los laicos, los no ordenados, varones o mujeres, puedan expresar sus ideas, sus puntos de vista, ocupar puestos de relieve, sea el nivel que sea, y otra muy distinta concederle un derecho que no pueden conceder porque Cristo lo reservó a los apóstoles. Todos podemos ser Felipe y explicarle al eunuco el texto de Isaías que recoge la liturgia de hoy. Incluso bautizarlo. Pero sólo Felipe estaba sacramentalmente capacitado para confirmarlo en la fe de manera sacramental.

    Hay en ética un principio conocido por la pendiente deslizante (slippery slope). Una vez votada una resolución, por ejemplo, que los divorciados puedan volver a casarse sin anular el primer matrimonio, podrán exigir que sea incorporado en el catecismo de la Iglesia.

    Las palabras de Ladaria, de Ouillet, se las ha llevado el viento en el Sínodo. No olvidemos que Francisco está detrás. Detrás de ese desamparo doctrinal, detrás de ese invierno que, a mi parecer, es una auténtica plaga de Egipto. ¿Tendrá que venir una chica del Camino Neocatecumenal a enmendar el silencio de Francisco ante los disparates de Amén, el corto de Jordi Evole? Ciertamente, en un Sínodo de la Iglesia el discurso de la chica merecería ser más escuchado que el del Relator. ¿O no?