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Otro horizonte

Por si faltaba algo, la pertinaz sequía. Y los técnicos de comunicación política seguirán poniendo todo en la coctelera electoral. No para reflexionar en serio sino para rentabilizar todo para sacar votos. Ojalá que aquí , en Atrio, impere realismo crítico, para VER conocimiento creativo para JUZGAR y propuestas realistas para ACTUAR en lo pequeño y lo global. Es lo que propone hoy Zugasti  desde su pionera cooperativa. AD.

El horizonte que nos presentan las previsiones de los científicos sobre el cambio climático no puede ser más sombrío. Pero esas previsiones no logran que hagamos algo realmente eficaz para evitar  ese negro futuro. La pasividad, cuando no indiferencia, de la sociedad ante esta amenaza me recuerda ese  poema tan repetido     –cuya versión original parece ser la del pastor luterano Martin Niemöller– sobre la represión ejercida por los nazis

“Primero vinieron por los socialistas,
y yo no dije nada, porque yo no era socialista.
Luego vinieron por los sindicalistas,
y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los judíos,
y yo no dije nada, porque yo no era judío.
Luego vinieron por mí,
y no quedó nadie para hablar por mí”

Hoy podríamos escribir:

En el cuerno de África se mueren de sed,
Pero como yo estoy en España, riego tranquilamente mis macetas
En Siberia se está deshelando el permafrost y liberando dióxido de carbono y metano
Pero como yo no estoy en Siberia, respiro libremente.
Está aumentando el nivel de acidez de los océanos
Pero como en la playa no se nota nada, yo me baño tan a gusto.
Media España se desertiza
Pero… eso tiene ya muy mal arreglo.

¿Qué le pasa a nuestra sociedad? ¿Por qué no reaccionamos? Es verdad que hay fuerzas muy poderosas difundiendo el mantra del desarrollo sostenible, y mantienen que pintando de verde las cosas, en el  fondo todo puede seguir igual. Pero otra cosa que seguramente influye también  en esta pasividad es  la falta de una alternativa atrayente.

En la exhortación Evangeli Gaudium el Papa Francisco nos advierte: “Hoy suele hablarse de un « exceso de diagnóstico » que no siempre está acompañado de propuestas superadoras y realmente aplicables”. Aquí podríamos hablar de un exceso de previsiones sombrías, pero falta de alternativas realistas y posibles. Necesitamos nuevos horizontes, claros y atractivos.

No se trata de resignarnos a un empobrecimiento inevitable. En la incesante búsqueda de la felicidad que acompaña a la vida humana,  podemos y debemos encontrar caminos mucho mejores que la sociedad de consumo ofrecida por el capitalismo, y que no supongan la destrucción de la biosfera terrestre.

En el país capitalista por antonomasia, el más derrochador de recursos naturales, los Estados Unidos, que se presentan como ejemplo de sociedad desarrollada y democrática, el año pasado casi 108.000 personas murieron por sobredosis de drogas y otras muchas recurren a ansiolíticos y antidepresivos. Sabemos además que en ese país hay más armas de uso privado que personas. ¿Refleja eso una sociedad satisfecha?

Creo que la búsqueda de un modelo de bienestar alternativo, no consumista, es hoy la tarea fundamental de la humanidad. Un bienestar que sea capaz de disfrutar de la naturaleza sin consumirla.

Una publicidad abrumadora ha logrado meter en la cultura actual que el consumo es la base de nuestra felicidad. Los grandes medios de comunicación lo repiten incansablemente. Pero es algo totalmente falso. Desde la filosofía clásica a la moderna sicología positiva, y la realidad de cada día lo niegan. La búsqueda de otro horizonte, de un bienestar alternativo, es básico para que nos opongamos al deterioro irreversible de nuestro planeta.

Un comentario

  • ana rodrigo

    Yo he sido activista ecofeminista más de la mitad de mi ya larga vida, en la calle, en el compromiso político a través de Los Verdes y en mi trabajo diario en la educación. He visto que se ha conseguido mucha más información y conocimiento sobre las consecuencias de los comportamientos individuales sumados, en un sistema capitalista salvaje en el que no se toma en serio todo aquello que los seres humanos colectivamente debemos hacer, y ahí se queda, en que “todo el mundo lo sabe”.

    Ahora sólo me queda el derecho a la pataleta, es decir, denunciar -además de mi conducta personal- y, sobre todo, me queda el derecho a votar políticas implicadas en el más grave problema que tiene el Planeta Tierra. Si bien todas las políticas que nos ofrecen son tan precarias en este tema, que se nos ha echado el problema encima de forma irreversible y desalentador.

    Siempre he sido una persona positiva y esperanzada en que la lucha daría sus frutos, en este momento soy pesimista aunque no derrotista, pues hay que seguir presionando en quienes tienen que tomar decisiones.