Ancho y estrecho sendero sin
pretensiones se deja
visualizar el fondo
sin llave, ni puerta…
Tan solo aquella luz
que deja blanca
del fondo,
donde la pared
se deja difuminar.
Ahí acaba todo ese transito,
en esa imagen desleal
que apenas el débil tronco,
la tapa,
tan solo sus tres ramas
que se expanden
hacia lo alto, te invita
a ese abrazos bifurcado,
invitadores hacía ese mimo
de hojas en flor, tronco y pared
huellas y camino,
se hacen contraseña en el mapa
del camino.
Estrecho y ancho sendero
que se deja franquear
por los enérgicos y frondoso
soldados,
por el matorral que se enraíza
en la trastienda de cada huella,
para fraguar del rocío la fragante
hierbabuena, la inédita
esencial, del
paso en la diferencia
de minuto de espacio
del átomo de las ausencias…
Entrelazando irán en cada
recuerdo furtivo de los altivos
rebrotes de la madre
tierra, en ese ancho y estrecho
sendero armonizado
por el dorado astro,
que atenuado se deja
estar entre los blancuzcos troncos
alineados,
como esbeltas figuras
que presumidas se embozan
en ese galanteo de las verdes hojas,
en ese mimo de coronas
en cúspide florida
ellas que no saben de senderos
ni de medidas,
tan solo anuncian el elixir
de la hermosura.
Que bien, si nuestro comportamiento humano se acercara a imitar esa vestra dinámica individual y colectiva, como vuestro follaje a la par que apunta a la luz para recibir de ella orientación, colorido y oportunidad de liberar oxigeno para todos, no deja de proteger con su sombra el humus en el que se nutren de los árboles las raices.
Porque mientras esto hacéis, árboles y bosques en vuestras más o menos largas vidas, preparais frutos, resinas, cortezas y maderas, haciendo de vuestro individual ser abierta donación para el bien común de los seres de la naturaleza en la que fijos permanecéis.
Un abrazo de agradecimiento y solidaridad, hermanos árboles de los bosques que hermosean y enriquecen nuestras tierras y también de los que sufren el ataque despiadado del egoismo interesado y del derroche humano por talas innecesarias, cosechas depreciadas o incendios malintencionados.
¿Por qué los hijos y las obras de los humanos no imitan el proceder de vuestro ramaje, cuidando y protegiendo las raices humanas de su propia clase, y se venden para dar protección y ventaja a otras raices interesadas?
Me causa desasosiego esta imagen. Árboles que en vez de dar sombra parece que irradian luz; árboles que en vez de ser objeto de contemplación parece que observan, árboles que parecen conducir inexorablemente a un lugar incierto. Me resultan tan paradójicamente siniestros como las películas de terror protagonizadas por niños.
Es curioso el efecto que puede causar un conjunto de disposiciones poco comunes (el punto de fuga tan a ras de suelo, el extraño juego de luces, el incierto fondo blanco en que termina el camino). Un juego al fin y al cabo.
Una enorme belleza, dorada, tanto, que invita a escurrirse entre los árboles, saliendo fuera del camino…y bueno, herencia de algún vasco perdido en la familia.- Gabriel
ANCHO Y ESTRECHO SENDERO
Ancho y estrecho sendero sin
pretensiones se deja
visualizar el fondo
sin llave, ni puerta…
Tan solo aquella luz
que deja blanca
del fondo,
donde la pared
se deja difuminar.
Ahí acaba todo ese transito,
en esa imagen desleal
que apenas el débil tronco,
la tapa,
tan solo sus tres ramas
que se expanden
hacia lo alto, te invita
a ese abrazos bifurcado,
invitadores hacía ese mimo
de hojas en flor, tronco y pared
huellas y camino,
se hacen contraseña en el mapa
del camino.
Estrecho y ancho sendero
que se deja franquear
por los enérgicos y frondoso
soldados,
por el matorral que se enraíza
en la trastienda de cada huella,
para fraguar del rocío la fragante
hierbabuena, la inédita
esencial, del
paso en la diferencia
de minuto de espacio
del átomo de las ausencias…
Entrelazando irán en cada
recuerdo furtivo de los altivos
rebrotes de la madre
tierra, en ese ancho y estrecho
sendero armonizado
por el dorado astro,
que atenuado se deja
estar entre los blancuzcos troncos
alineados,
como esbeltas figuras
que presumidas se embozan
en ese galanteo de las verdes hojas,
en ese mimo de coronas
en cúspide florida
ellas que no saben de senderos
ni de medidas,
tan solo anuncian el elixir
de la hermosura.
Que bien, si nuestro comportamiento humano se acercara a imitar esa vestra dinámica individual y colectiva, como vuestro follaje a la par que apunta a la luz para recibir de ella orientación, colorido y oportunidad de liberar oxigeno para todos, no deja de proteger con su sombra el humus en el que se nutren de los árboles las raices.
Porque mientras esto hacéis, árboles y bosques en vuestras más o menos largas vidas, preparais frutos, resinas, cortezas y maderas, haciendo de vuestro individual ser abierta donación para el bien común de los seres de la naturaleza en la que fijos permanecéis.
Un abrazo de agradecimiento y solidaridad, hermanos árboles de los bosques que hermosean y enriquecen nuestras tierras y también de los que sufren el ataque despiadado del egoismo interesado y del derroche humano por talas innecesarias, cosechas depreciadas o incendios malintencionados.
¿Por qué los hijos y las obras de los humanos no imitan el proceder de vuestro ramaje, cuidando y protegiendo las raices humanas de su propia clase, y se venden para dar protección y ventaja a otras raices interesadas?
Me causa desasosiego esta imagen. Árboles que en vez de dar sombra parece que irradian luz; árboles que en vez de ser objeto de contemplación parece que observan, árboles que parecen conducir inexorablemente a un lugar incierto. Me resultan tan paradójicamente siniestros como las películas de terror protagonizadas por niños.
Es curioso el efecto que puede causar un conjunto de disposiciones poco comunes (el punto de fuga tan a ras de suelo, el extraño juego de luces, el incierto fondo blanco en que termina el camino). Un juego al fin y al cabo.
Saludos
Hora bruja…
Senda umbría iluminada por arcadas doradas.
Saludos.
Una auténtica catedral, ofreciéndonos su puerta de entrada a la Luz
Una enorme belleza, dorada, tanto, que invita a escurrirse entre los árboles, saliendo fuera del camino…y bueno, herencia de algún vasco perdido en la familia.- Gabriel