Il Sismografo es un blog en el que desde Roma un periodista chileno, Luis Badilla, recoge toda la información sobre hechos relacionados con la Iglesia en todo el mundo. Es una fuente extraordinaria de información que se está haciendo insustituible. De este blog sacamos este gran texto sobre el papa y lasituación de Italia, que coincide mucho con lo que yo expresaba ayer en mi carta al papa. AD.
Por: Gian Franco Svidercoschi | 04/03/2022
“¡Te lo suplico, Dios mío,
trata de existir, al menos un poco, por mí,
abre tus ojos, te lo suplico!
No tendrás nada que hacer más que esto,
estar al tanto de lo que pasa: ¡es muy poco!
Pero, Señor, haz el esfuerzo de ver, ¡te lo ruego!
Vivir sin testigos que lo vean, ¡qué desgracia!
Por eso, forzando mi voz,
grito, grito:
Padre mío,
te lo ruego
y lloro:
¡Tú existes!”
Se trata de “La oración de un ateo creyente”, compuesta en el momento de la disidencia religiosa por un escritor ruso, Aleksandr Zinoviev, nacido en el ateísmo, y que, después de haberse adentrado en una búsqueda espiritual, fue expulsado, por esta razón, de su país. Una “oración” que me ha vuelto a la mente en estos días de tanto desastre. Y que irrumpe, casi pidiendo explicaciones al cielo, como una protesta angustiada.
“¿Pero está Dios en Ucrania hoy? Y si lo está, ¿por qué permite todo esto? ¿Por qué dejas morir a tanta gente inocente?” Ya ha miles de víctimas, especialmente ancianos, mujeres, niños. Ciudades devastadas, destruidas. Millones de personas huyendo, desarraigadas de sus tierras. Se habla de negociaciones, y, mientras tanto, seguimos devastando, matando. Seguimos en las redes sociales proponiendo diariamente la “historia” de la guerra, como si la guerra fuera un cuento de hadas o, peor aún, un espectáculo.
“¿Pero está Dios en Ucrania hoy?” Sí, por supuesto, es una cuestión ya arruinada desde el principio por el peso inevitable de la retórica que lleva consigo. Y, sin embargo, frente a lo monstruoso de lo que está sucediendo, es una pregunta que un creyente no puede sino hacerse a sí mismo. Hasta que, asombrado, llega a preguntarse: “Pero ¿es Dios quien está en silencio? ¿O son, más bien, los que permanecen en silencio, en un silencio culpable, quienes deberían exigir la radicalidad del Evangelio, hablar de paz y justicia en nombre de Dios?”
Y aquí me encuentro con el punto doloroso y cruel: ¿qué están haciendo los hombres de la Iglesia para evitar que continúe esa horrenda carnicería en Ucrania? Se necesitarían profetas, verdaderos profetas, quienes, abandonando la reticencia y la cautela, desarrollaran de manera plena, libremente, su función, como conciencia crítica de la comunidad humana. Profetas, verdaderos profetas, que, sin temor a pronunciar palabras llamando a las cosas por su nombre y condenando, invocaran la intervención de Dios, su juicio, sobre la crueldad de los hombres.
¿Y qué tenemos? Hasta ahora, solo ha habido un pequeño movimiento. Nunca una acusación directa y explícita contra Putin, llamándolo por su nombre, condenándolo por la invasión de un país soberano, por haber puesto en marcha el mecanismo perverso de una guerra. Ni una sola vez se ha hecho referencia a Rusia, a sus pretensiones hegemónicas, en sus comunicados, en sus discursos.
Ya conocíamos a las Iglesias ortodoxas, divididas entre sí, y demasiado apegadas a sus respectivos poderes temporales para permitirnos criticarlas. Pero lo más sorprendente ha sido la actitud de la Iglesia Católica, que desde hace décadas, especialmente desde el Concilio Vaticano II, ha desempeñado un papel protagonista en el mundo, en favor de la pacificación, de la justicia y de la solidaridad.
Es cierto. El Papa Francisco ha hecho algunos gestos de cierto significado, pero acompañados también de algunas contradicciones. Fue a visitar al embajador ruso ante la Santa Sede para expresar su fuerte preocupación por la guerra que había estallado; pero tal vez hubiera sido mejor (como lo hizo al día siguiente con la llamada telefónica al presidente Zelensky) expresar primero su solidaridad con el pueblo ucraniano. En el Ángelus del 27 de febrero, lanzó un llamamiento para el fin de la guerra, pero muy brevemente, después de una larguísima reflexión singular sobre la lectura del Evangelio, y, por supuesto, sin nombrar nunca ni a Putin ni a Rusia.
También es cierto que, mientras tanto, ha desarrollado una movilización extraordinaria en el frente humanitario, en particular en la acogida de refugiados. Pero está claro que, aunque es una obra muy valiosa, el compromiso de la Iglesia Católica no puede limitarse al de una ONG.
¿Y, entonces? Tal vez sería necesaria una decisión verdaderamente profética de Francisco. Deje de lado todas las dudas y condicionamientos de la diplomacia vaticana. Deshágase de razones tales como que es el representante de Cristo en la tierra, y olvídese de que es un jefe de Estado. Tome un avión y salga hacia Kiev, cite al patriarca ortodoxo de Moscú Kirill en la Plaza Majdan, en el centro de la capital ucraniana. Recen juntos, por la paz, por la reconciliación entre esos pueblos. Oren juntos, para pedirle al único Dios que evite la locura de una nueva guerra mundial.
Hay algo que, seguramente, lograrán. Al menos, ese día, como sucedió aquel 27 de octubre en Asís con motivo de la Jornada Mundial de Oración por la Paz, las armas estarán en silencio, nadie morirá.
Dios está en Ukraini si nosotros estamos en Ukrainia.
Y si nosotros no estamos, Dios no está.
Y cuando digo nosotros digo TODOS NOSOTROS.
Dios no puede hacer nada que nosotros no hagamos en su nombre.
Vivimos en tiempos oscuros en los que hablar de que estos dias florecen los almenfros es casi un crimenm………………………………a los honbres del futuro solo les pido que nos juzguen con indulgencia Brtol Brecht
No es de recibo sacar una frase de contexto para ridiculizar a nadie. Ni para otras cosas.
Menuda manipulación.
Nada.
Nada que ver las bases americanas con una guerra en Europa. Nada tienen que ver. Se me ha ocurrido de repente. Por qué habla EEUU de los países nórdicos no se tocan? Es que tengo una imaginación…
En cuanto a abrir cabezas es mi forma de rezar. Iluminamos espíritu Santo. Ilumina a los que tienen que tomar decisiones , a los grandes señores de la guerra que son los únicos que pueden cambiar el curso de ella. Que donde haya guerra ellos pongan paz.Te lo rogamos Señor.
Pues a eso le llamo abrir cabezas. No con un hacha. No sé si me explico.
Seguramente para este blog es mucho más acertado rogar al Padre Eterno o al espíritu Santo.
Sorry.
A ver si aprendo de una vez. Por favor, por favor. Ábreme la cabeza y que entienda de una vez que esté no es mi sitio. Este es un lugar serio. No doy la talla a la hora de pensar, de hablar.
Amén.
Y , pese a todo, hay quien me entiende. Lo sé.
Veo que en ningún comentario, sobre todo en los cuatro publicados por la misma persona llenos de confusión -¿qué tiene que ver Filandia y Noruega con Groelandia?- y solo una idea sugerente –“saben que no puede pararlo a no ser que abra las cabezas de los responsables. Porque está en sus manos. En esa oración sí me gusta creer. Abre esas cabezas, por favor, es lo único que puede acabar con esto.”– ningún comentario, digo, afronta el sentido profundo de este artículo, por lo que le he elegido y que, como digo en la entradilla, había dicho yo al final de mi artículo anterior:
Con ese tipo de medidas extraordinarias para un momento extraordinario y con que cada uno haga lo que pueda en su pequeño entorno, como dice Gonzalo es como Dios se hará presente en el conflicto
Pero es que me acabo de acordar de una cosa. No entendía lo de EEUU, no van a consentir que toquen a Finlandia, o a Noruega , no entendía. Y me acabo de acordar que EEUU tiene bases en Groenlandia. Y eso no lo va a consentir, claro. Ahora lo entiendo.
Europa corre un peligro brutal en este momento. Brutal. Se puede liar una buena de un día para otro.
Y sí, me preocupa muchísimo. Y por muchísimas cosas.
En fin.
Perdón, se me ha olvidado decir que no creo que absolutamente nadie espere que Dios resuelva este conflicto. Lo que hace la gente de fe es pedirle a Dios que esto pare. Como siempre. Porque tienen fe. Y también saben que no puede pararlo a no ser que abra las cabezas de los responsables. Porque está en sus manos. En esa oración sí me gusta creer. Abre esas cabezas, por favor, es lo único que puede acabar con esto.
No sé ni a qué se lo digo. Pero lo digo. A mí me la abre de vez en cuando. Pero no soy una persona de fe.
Pues entonces también influye a través de todos los señores de la guerra que en el mundo han sido, son y serán. A través de los esclavistas, de los abusadores, de los torturadores…
No. Mi Dios no está ahí. El de muchos, por lo visto sí.
Y apenas me cabe mi país en la cabeza. Con Europa tengo grandes problemas para tratar de entender. Y mira que me gusta el tema del siglo XX, pero, uf. Supercomplejo.
Y si me sacas de Europa, o sea, me pierdo. Además veo a Europa pequeñiiica y frágil a día de hoy.
Me preocupa la paz en el mundo, pero encuentro esa frase , no sé. Vacía? Y es que no tengo apaño. Soy rarica. Estoy convencida de que habrá guerras porque cuando no nos comportamos como unos salvajes unos , lo hacen otros. Somos como somos. Hay mil causas para entrar en guerra causas económicas, bueno, en realidad esa es la causa de fondo porque con riqueza se alcanza el Poder. Lo detesto con todas mis fuerzas.
Me preocupa Europa y mucho. Creo que a lo largo de la historia de la humanidad que conozco ha asentado unos valores que me gustan y con los que me identifico. Sorry.
Y me preocupa, me preocupa muchísimo su futuro, porque no encuentro en mi cabeza nada mejor. Y la veo pequeña, frágil y sobre todo es mi lugar en el mundo.
Y es que tiene que haber de todo.
Seguimos con la idea de un Dios antropomorfo: ¿está, no está, nos escucha, guarda silencio, oramos y pedimos, pero no hay respuesta?. Las autoridades religiosas, empezando por Francisco, pide oración por la paz, el mismo autor de este artículo también. Pero, como dice Gonzalo, somos sostr@as quienes activamos o desactivamos las guerras, somos los seres humanos quienes hacemos el bien o hacemos el mal.
Creo que la sociedad civil anti Putin y anti guerra, hacemos lo que podemos, seamos creyentes en algún Dios o no, es nuestra la responsabilidad. Inspirémonos en el mensaje universal del evangélico y actuemos, porque es el ser humano el centro de dicho mensaje y de la praxis de el Galileo.
Buen día para todos y para todas. Persigamos la utopía del fin de la guerra, por lo menos recorremos algún tramo del camino.
Dios está, con agrado o desagrado, donde estemos nosotros; porque él actúa indirectamente por medio de nosotros, cristianos o no cristianos, influyendo en nuestra conciencia, si estamos en disposición de escucharla (“si nos ponemos a tiro” sería la expresión más castiza, pero poco oportuna tratándose de una guerra). ¿Dónde hemos estado nosotros mientras se fraguaba el conflicto de Ucrania, el conflicto entre el imperialismo de EE JUU, y de la OTAN, y el renaciente imperialismo ruso? ¿Dónde estábamos durante el periodo del gobierno monopolar del mundo? Ahora nos corresponde proteger a los indefensos, ser hospital de campaña, pero ¿cómo nos situamos ante las amenazas políticas, geológicas, y financieras?
Yo de ustedes no metía a Dios en esto. Lo tenemos que solucionar nosotros porque nosotros, los seres humanos somos los responsables.. Y no por decir esto soy atea, sino que mi concepto de Dios es otro. No digo conocimiento, digo intuición o como le quieran llamar. Como piensen que Dios es como un padre amoroso se les va a romper la cabeza. Y ya, desesperación total. Dios nos ha vuelto la espalda. Pero no es así. Ese modelo de Dios solamente vale para cosas buenas, en una guerra no se sostiene.
Pero bueno, es mi opinión y dicha seis mil veces.
Suerte a todos.