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¿Tiene futuro el cristianismo en España?

Esta vez, Carlos Díaz nos envía una recensión a un libro de Javier Elzo. No lo he leído, pero sí otros del mismo Elzo. Por eso dudo sobre el propósito secularizador anticristiano que Carlos le atribuye a Javier y, en general, a los sociólogos de la religión. Pero el tema en sí es muy importante y creo que sirve para el diálogo aquí. AD.

Javier Elzo  ¿Tiene futuro el cristianismo en España? De la era de la cristiandad a la era post-secular. Editorial San Pablo, 2021, 335 pp.

La religiosidad facilita: “si Dios nos ha guiado hasta ahora, Dios ha estado con nosotros”. ¿Pero hemos llegado a nuestra meta hedonista,  o a la meta señalada por Dios? Hacemos lo que nos da la gana, nos convertimos en nuestra propia estrella guía, y además somos premiados, demasiado narcisismo ¿no? Triste providencia la que así fuera. Wachtturmgesellschaft, sociedad de la atalaya para nuestro rebañito.

En la era de las extinciones y de los terrores milenarios, mi querido viejo amigo, el reputado sociólogo Javier Elzo, se pregunta apoyado sobre una masa documental irreprochable, a veces incluso por él mismo dirigida, y con una bibliografía muy actualizada, si los católicos españoles vamos a extinguirnos pronto. Parece que, de no cambiar mucho las cosas, nos quedan menos telediarios que a un estegosaurio. La situación, pese al carácter nada catastrofista del autor y a su talante propositivo, se veía venir desde la primera página: sí, en efecto, la entropía también alcanzará a una Iglesia cada vez más paralitizada (paralizada sería decir poco) que no camina y que -cuando lo hace- va dogmáticamente hacia atrás como los cangrejos. Sin resquemor, desde dentro de la Iglesia, Javier Elzo diagnostica la irrelevancia casi mortal de una jerarquía episcopal dirigida por varones ancianos y llenos de miedo, algo que cualquiera que salga a la calle puede comprobar.

El 21% de los españoles se dicen ‘cristianos practicantes’ (esto es, señalan que van a la iglesia al menos una vez al mes), el 44% ‘cristianos no practicantes’ (acuden a la iglesia con menor frecuencia) y el 30% se posicionan como ‘no religiosos’ (sin religión). Estas cifras, en el caso de los quince países europeos incluidos en la investigación, alcanzan al 18%, 46%, y 24% respectivamente, lo que significa que hay en España un ligero mayor porcentaje de ‘cristianos practicantes’ en relación a la media de los demás países de esta investigación, pero también una mayor proporción de quienes se dicen ‘sin religión’. Estamos, pues, ante una población algo más polarizada que la media europea, consecuencia de su rápida secularización1. Si en 1978 había un 90’5 de católicos, en 2019 sólo  un 68’2 de ellos, siendo de vértigo la velocidad de abandono cada día[1]. A no mucho tardar, la misa dominical no volverá en su actual configuración[2]. El desenganche de los más jóvenes es brutal, se acerca a una práctica residual[3]. La religión de las sucesivas generaciones, la generación X, la generación @ y siguientes han devenido, sin definir mucho, una evanescente “espiritualidad” sin religión, cada vez más perdida eclesialmente. En resumen, de cada una de ellas podría predicarse lo que se decía de los “locos años veinte” del siglo pasado: “you’re all a lost generation”.

Sólo el 27% de los españoles afirma que hay una religión verdadera (en Francia el 6%, en Alemania el 9%, en Italia el 21% y en Gran Bretaña el 10%). Que hay únicamente una religión verdadera, pero otras religiones contienen también algunas verdades básicas  lo piensa el 39% en España, cifra que alcanza hasta el 55 en otros países europeos. Que no existe una religión verdadera, pero todas las grandes religiones del mundo contienen algunas verdades básicas  lo dice el 39% en España, y hasta el 50%  en los países europeos. Ninguna de las grandes religiones tiene ninguna verdad que ofrecer es algo que defiende el 17%  en España, y que crece hasta el 33% en Alemania[4].

En lo que se refiere a la religiosidad popular, que en mi opinión viene a ser un instinto oscuro, los católicos españoles andan como ovejas sin pastor: organizan sus bautizos por lo civil, sus peregrinaciones, sus tamburradas, sus folclores báquicos, sus matrimonios edilicios, sus cabalgatas rocieras (quítales los churros y las escopetas de feria y a ver en que se queda el peregrinaje), sus procesiones  con sus vírgenes acarameladas, y sus jaculatorias tántricas llamadas rosarios, no faltando siquiera los latigazos de los autoflagelantes, una nueva forma de ponerse el cilicio como la eterna España cañí, la cual no toca jamás ni por el forro un libro de teología aunque sea por prescripción facultativa, comentarios estos que seguramente estarán poniendo de los nervios a la pléyade de los píos, píos, píos. Se vacían los templos, se llenan los gimnasios, y ese ritmo ya hace tiempo que ha  comenzado incluso en Latinoamérica, hasta el punto de poderse decir que allí, pese a los fervorines populares, la religion n’est q’un mot, una religión meramente reducida a una palabra llena de supersticiones e hibridaciones con las así llamadas “religiones celestes”.

Parece, pues, que estamos en el bucle de  una teología postsecular y postreligiosa que se reproduce partenogenéticamente mediante teologías postseculares y postreligiosas dentro de las cuales no existe alternativa y fuera de las cuales tampoco. Un libro de tantas páginas como el de Javier Elzo termina ahí, donde apenas empieza, a falta de una reflexión seria sobre el homo post hominem de nuestros días, y sin ningún análisis rigoroso de algo tan básico como es la relación entre Jesucristo y la Iglesia por él fundada. Nada en el libro apunta tampoco hacia algún tipo de interés respecto al único cambio radical posible para la iglesia católica, el seguimiento real del Crucificado, lo cual sí que entrañaría un comportamiento existencial radicalmente distinto al de quienes dicen seguirle, insertos en una inmanencia confortable pero al mismo tiempo ahogada en miedo ante la muerte por cualquier pandemia que se ponga a tiro. Esa es la parte más decepcionante del libro que comentamos: que añadiendo cifra sobre cifra y datos estadísticos sobre datos estadísticos no comprende que no puede encontrarse salida alguna del laberinto palingenésico en que se han metido la iglesia y la sociedad en general, pues no está tan clara la línea de demarcación entre la una y la  otra.

En primer lugar, porque la infobesidad desbordante de tantos datos carece de toda referencia a una antropología eidética capaz de analizar lo que debería ser el humano en comparación con lo que es hoy, como si lo que es hoy pudiera ser explicado sin su correspondiente debería ser siempre. Por eso, sin una estructura antropológica identitaria, sus páginas se mueven en lo aleatorio. La cuestión es: ¿el hombre autocéntrico que ya no es religioso debería serlo? Y en su caso, ¿por qué o por qué no? Sin esa referencia a una posible estructura eidética (debitoria) de humanidad, no sabremos nunca si deberíamos ser más de lo que somos, y entonces cualquier fas o nefas no pasaría de rabieta infantil.

En segundo lugar, y en el mismo sentido, si la pederastia tan escandalosa (al parecer lo más decepcionante de la iglesia) no fuese execrable eidéticamente, tampoco debería nadie perder su fe por culpa de los curas pedófilos, ya que nada sería penoso ni punible, ni habría que rasgarse las vestiduras por el mero hecho de que el cura fuese un criminal y el cura santo un santo, puro Nietzsche. Afirmar que “los hechos han de ser juzgados con la mentalidad de la época en que se cometieron” tampoco pasaría de ser un relativismo de menor cuantía: lo bueno y lo normal de las épocas sucias justificaría la suciedad de los comportamientos particulares, y santas pascuas. Si en el hombre no queda más que el olfato del cerdo del rebaño de Epicuro, ¿por qué condenarlo? Pero la moral no es historicista, el historicismo deshace la historia a la que apela. No harían mal los sociólogos empiricistas dándose un  buen baño en las aguas de la axiología fenomenológica;  ¡atención, cocina, sin  perspectiva eidética no se debería proponer ninguna corrección meliorativa!

En tercer lugar, y en lo relativo a la Iglesia católica, ¿cómo evitar sin referencia a Jesús el incremento en sus filas de lo que denominaba Bonhöffer gracia barata, que no es sino gracia desgraciada, desagradecida y desagraciada? Ante la evidencia de la praxis contrafáctica de los católicos respecto del mensaje de Jesucristo, ¿por qué lamentar y suspirar en lugar de seguir al Maestro, lo único sanador? “Te quiero muchito, pero de pan poquito” ya no evangeliza. El olvido por parte de muchos sociólogos de todo esto muestra sencillamente su impregnación del espíritu burgués que sofoca la crítica con la hipercrítica, más de lo mismo, todo muy plano epistemológicamente cuanto más espeso conceptualmente.

Finalmente, pero también crucialmente, ¿están, estamos los católicos enamorados de la causa de Jesús, en él, por él y con él?, ¿les entusiasma más que nada el Reino, o esa tarea ya la hizo Jesucristo y nosotros a redituar confortablemente su pasión, sopitas y buen vino, hagamos tres tiendas?, ¿qué peso real y no meramente virtual se concede a Jesucristo en la vida de la Iglesia en cada uno de los católicos?, ¿o esperan los católicos que incluso atados con una piedra de molino al cuello y arrojados al mar van a ser desatados y liberados por los angelitos y las providencias favorables a sus pequeñas causas cutres?

Pensar un cristianismo sin Cristo es querer salir del pozo tirándose de las propias orejas para seguir berreando fuera del mismo con la nueva normalidad de la vieja hipocresía.  Sarna con gusto no pica, si de eso se trata, pero apostasía haberla hayla.

Poner como lo hace este libro, la sanación y revitalización del espíritu del cristianismo en una “orientación antropológica y en una novedad histórica independientemente de su religión, de forma que todo confluya hacia lo humano, hacia el bien común, a la ayuda mutua, a la fraternidad, hacia un humanismo basado en la fraternidad”[5] constituye una descomunal petición de principio en un doble sentido: primero, porque esa propuesta no funciona ya ni siquiera en el nivel teórico en el español medio posmoderno (militancia cero: ni dar tiempo, ni dar dinero y llamar beato o fundamentalista y cansalmas a quien lo recuerda), que por tanto no puede servir como argumento de sanación en la raíz, algo que ya ridiculizó  Moliére en su farsa cómica El médico a palos; y segundo, porque convierte en absolutamente irrelevante e innecesaria la realidad de Jesús en cada católico (recuérdese la acertada crítica al respecto de Hans Urs von Balthasar a Karl Barth en el apogeo secularista y jesuítico de éste, entusiásticamente acogido por la Europa burguesa)[6].

Y si lo que se plantea es una Iglesia sin Jesucristo, se ha dado en el clavo para agrandar el vacío y la decadencia del catolicismo hispano, pues nada sin Jesucristo es Iglesia católica ni sirve para vivir el seguimiento de Jesús, que sólo es Iglesia con él[7]. Si los católicos no practicantes son enamorados que no se interesan en practicar, no se ve para qué les sirve creer. Creer es ir-hacia.

Mucho me temo, en fin, que con estos análisis sociológicamente correctos los católicos españoles vamos a permanecer sentaditos con nuestros juegos virtuales de última generación, es decir, que nos disolveremos más pronto que tarde en un catolicismo virtual, en lugar de salir a las calles a predicar la diaconía de nuestra buena nueva. ¿Qué tal un catolicismo virtual patrocinado por algún esponsor?

NOTAS:

[1] Elzo, J: ¿Tiene futuro el cristianismo en España? De la era de la cristiandad a la era post-secular. Editorial San Pablo, 2021 capítulo primero.

[2] Ibi, p. 84.

[3] Ibi, p. 41.

[4] Ibi, p. 50.

[5] Ibi, p. 331.

[6] Díaz, C: Entre Atenas y Jerusalén. Editorial Atenas, Madrid, 1990.

[7] Legido, M: Aproximación a la oración de Jesús. Editorial Mounier, Madrid, 2021.

17 comentarios

  • Santiago

    Isidoro es también estimulante y sedante  para mi tu diáfano diálogo donde puedo encontrar la “chispa” común del espíritu divino que no necesariamente ha de reducirse a una metáfora semialegórica ya que los fenómenos cósmicos no  constituyen el SER sino que son consecuencia de esa única REALIDAD que es Absoluta, precedente y trascendente.

    Por eso, indudablemente el complejísimo programa que dio origen a la vida en el Universo ha de ser extrínseco a lo material dada su incapacidad innata de pensamiento y de decision. La improbabilidad de la existencia del Cosmos y de los programas inteligentes en el, nos lleva a la conclusión que el azar no es el móvil de la Creación sino que la mayor probabilidad es la mas válida y se refiere a la intencionalidad. Ésta es personal -no incoherente- sino inteligente. Por eso el “diseño inteligente” es producto  de un “diseñador”, no de una mera abstracción o fantasía.

    En esa evolución -como tu señalas- fue necesaria la brutalidad física para sobrevivir. Sin embargo, los principios universales de que hablabas como la bondad, la belleza, el saber, el disfrute de la vida etc fueron los que -con la ayuda de la gracia- predominaron para evitar la corrupción de la vida “en sí” tal como estaba en el plan divino “desde el principio”

    Por otro lado, fue en otro momento de la evolución cuando el ser humano optó por apartarse y entrar por el camino destructivo del mal. De otra manera, la claridad de la comunicación de la gracia nos hubiera mantenido en esa “bondad natural” para siempre. Pero NO fue así. Algo profundamente destructivo fue la causa de esa ruptura radical con el bien. Fue necesario que el Dios de la historia entrara de lleno en nuestra humanidad y la asumiera en la Encarnación para que pudiéramos tener la capacidad de la felicidad a la que fuimos llamados y programados ….por algo que se encuentra muy por encima de nuestras fuerzas humanas. Sin la gracia estamos perdidos en el mundo.

    Por eso, lejos de estar la ciencia antropológica reñida con la ciencia teológica cada vez éstas se acercan más, pues las dos proceden de una fuente “común” trascendente.

    Un saludo cordial

    Santiago Hernández

     

     

  • Isidoro García

    Amigo Santiago, permíteme que siendo un poco pesado, insista en el tema, pues creo que lo merece, y además es muy agradable respirar aire fresco, en medio de tanto ruido y aire tóxico que nos rodea.

    Dices unas frases que me han estimulado. Dices primero: “Si Dios no hubiera dado la gracia, el ser humano sería monstruoso”.

    Y luego dices: “Sacando al Dios personal “de en medio” ya que estorba Su Voluntad, el misterio de nuestra existencia se torna más denso y profundo, y por más que le demos vuelta, muchos más misterios nos vamos a encontrar a cada paso”.

    Y me han estimulado, porque tú ya sabes que yo creo en el “espíritu” personal, que contiene unos programas neuronales instintivos comportamentales, en forma arquetípica, y gratificados con fuertes cargas emocionales, de los tres grandes Valores universales: Bondad, Belleza y Alegría de vivir, y Verdad, que son nuestro Hilo de Ariadna, para completar nuestra humanización.

    Ese “espíritu” personal, que procede de “Dios” o de “la evolución emergente”, (en función del teísmo o no-teísmo que se mantenga), imaginamos que es un pequeño reflejo de los grandes valores que le atribuimos a “Dios” o a la “Fuente de todo”, y por eso hablamos metafóricamente de “chispa” de Dios.

    Ese “espíritu” es la “Gracia” que Dios nos ha dado, para hacer viable la supervivencia futura de un humano, que ha tenido que ser fuerte, cruel, violento e injusto, para sobrevivir en las etapas primitivas, muy duras y violentas, pero que debería sobrevivir igualmente en las etapas actuales, culturales, en las que son precisas otro tipo de “valores”.

    Y respecto a que si quitamos a “Dios” del planteamiento, todo se obscurece, es verdad que todo se complejiza y hace mas difícil, pero esa idea me ha resuelto una dificultad que tenía, de cómo la evolución emergente, puede habernos dotado de tales maravillas éticas y cognitivas.

    Y es por lo apuntado anteriormente. Sin estos tres grandes valores universales, la supervivencia del humano en tiempos culturalmente complejos es inviable, (dado que estamos equipados para sobrevivir en tiempos primitivos).

    Cuando surgimos hace 250.000 años, el humano necesitaba ser brutal para sobrevivir. Pero hace unos 60.000 años, de repente, como resultado probable de la lenta evolución cultural, quizás por la profundización del lenguaje y lo que significa, se nos acentúan extraordinariamente, nuestros instintos artísticos, (pinturas rupestres), instintos cognitivos, (aceleración de la tecnología lítica), y posiblemente, de la complejización de las relaciones con humanos de fuera de la tribu, (quizás el inicio del intercambio de productos y esposas).

    Si en el mundo primitivo, la supervivencia dependía de nuestra fuerza, puntería, y brutalidad personal, en el mundo cultural actual y futuro, nuestra supervivencia depende de profundizar en los valores instintivos, de búsqueda del saber, de disfrute de la Belleza y Alegría de vivir, y de la Bondad generalizada.

    Ese es nuestro destino, del que “Dios” o el “Universo”, (o los dos, uno detrás del otro), nos han dotado.

  • Isidoro García

    Amigo Santiago, tu planteamiento, como el de los “tradicionales”, y el de los “progresistas”, adolece de idealismo. Vivimos en el este Universo, no en el Cielo. Y el Universo, construido por “Dios”, o por quien sea, es lo que es, no lo que nos gustaría que fuera.

    La vida, o el destino de billones y billones de seres vivos biológicos, y de moléculas químicas constitutivas del Universo, puede definirse de cualquier cosa, menos de justo. (Es una categoría que no es procedente en este tema). Hay un refrán español que dice: “Todos somos de barro, pero unos son orinal y otros jarro”.

    La psique equilibrada del humano, exige un afrontar la realidad, no siempre grata, y muchas veces ingrata y dolorosa, con un cierta naturalidad, pues si no se hace así, se cae en neurotismos, y demás patologías, que nos tuercen el discernimiento de la realidad. Gracias a esa ductilidad, hemos conseguido sobrevivir en la batalla de la supervivencia, mientras muchas otras especies no lo han logrado.

    E incluso nuestra supervivencia futura, está en entredicho, lastrada por un análisis de la realidad erróneos e inadecuados, impulsados, por apriorismos idealistas, que no se corresponden con la realidad.

    Según mi opinión, no hay conducta objetivamente reprobable en ningún humano, que no sea causada por alguna patología o disfunción cognitiva-emocional de los mismos. Volvemos a la controversia del supuesto libre albedrío, que la ciencia neurológica y psicológica, cada día que pasa aclara más.

    Según ella, nuestra libertad está muy disminuida. Los psicópatas, son claramente una patología neuronal. Y el resto del “mal” producido, se produce, por errores en el discernimiento de las personas, algo congénito en el ser humano no suficientemente madurado y desarrollado, que adolece de graves neurosis pandémicas.

    Somos una especie mas digna de lástima que de castigo, por nuestras deficiencias estructurales, y nuestra dificultad para la maduración. Pero eso es lo que tenemos, y así hemos sido creados. ¿Qué culpa tenemos nosotros de estar mal hechos?.

    Somos fruto de la evolución, y esta va por escalones, y nos queda aún varios escalones por alcanzar. Y la tecnología nos promete que en el futuro los iremos alcanzando para nuestros hijos y nietos, pero incluso, en una reacción claramente autodestructiva, muchos se asustan del futuro, e intentan impedirlo. ¿Cabe locura mayor?.

    Y en esas seguimos peregrinando… (Es solo mi opinión, a lo mejor la cosa no es así, y no es para tanto… Pero si la solución a los problemas de la humanidad, son amenazas y sermones, mal vamos…).

    • Isidoro García

      Añadido para aclarar mas el tema:

      Esta cuestión es similar al de la lucha contra el crimen. Todos estamos de acuerdo en que se necesita una policía represora.

      Pero también estaremos de acuerdo, que eso es el parche, y que lo fundamental, está en las escuelas y en la educación, para conseguir generaciones de personas equilibradas y sociables.

      Parece mentira, que los que se llaman  progresistas, tan partidarios en la vida social del “garantismo” para los delincuentes, y que la cárcel es para reinsertar y no para reprimir, luego en la vida religiosa, sean tan claramente represores.

      Lo que no se le permite a la sociedad humana, no solo se le permite, sino que se le jalea a Dios.

       

    • Santiago

      Sin embargo, Isidoro, hay quienes teniendo tendencias desordenadas-incluso psicopáticas- son capaces de evitar caer en crímenes contra “la humanidad”.

      De eso se trata, pues existe en todos los seres humanos un “desorden fundamental” como Agustín de Hipona y otros muchos describen en como ellos que iban de “pecado en pecado” y de “mal en mal”  ejerciendo su propia voluntad puesto que somos responsables de nuestras acciones.
      De otra manera si cada uno de nosotros pudiéramos justificar nuestro mal proceder y conseguir siempre “hacer el mal” impunemente la vida sobre la tierra sería totalmente imposible. Existe una “fuerte” película reciente en que lleva a la pantalla los efectos caóticos de dejar que el “mal” se propague sin siquiera querer detenerlo que consiste en que cada cual haga lo que le venga en gana sin importarle para nada al que tienes al lado.

      No hace falta ir más lejos pues cada día estamos viendo y oyendo las terribles consecuencias del mal. Eso se llama “realismo” y no “idealismo” pues lo que se vive en el mundo de hoy y sobre todo en ciertas áreas geográficas donde pulula el narco-tráfico y la “trata humana” y el “abuso mercantil infantil” es algo más que una simple “patología del ser” SINO algo más profundo donde hasta la psiquiatría reconoce como la entidad del mal se encuentra muchas veces junto con la psicopatología y trabajan sincrónicamente.

      Por tanto, si Dios no hubiera dado la gracia, el ser humano sería monstruoso. Sólo Dios puede darnos la gracia. Nosotros no somos “autores” sino “receptores” y con la existencia nos dio la capacidad de poder acceder al bien.

      Pero la gracia de Dios desde el principio pudo subsanar las consecuencias del pecado del humano para evitar la corrupción total de los seres racionales. Por eso, el culto al verdadero Dios elevó a la humanidad a un estado compatible con los valores rectos individuales y colectivos que llegó al maximo en Jesucristo que nos recató definitivamente de las garras del mal con Su sacrificio voluntario por Amor en la Cruz.

      Claro que se puede especular sobre la etiología del mal en el ser humano. Sacando al Dios personal “de en medio” ya que estorba Su Voluntad, el misterio de nuestra existencia se torna más denso y profundo, y por más que le demos vuelta,muchos más misterios nos vamos a encontrar a cada paso.

      En lo que coincido contigo es que en cada “criminal” debemos ver al “ser humano” y tratar de rehabilitarlo para que encuentre el camino constructivo y útil, abandonando la esclavitud y lo destructivo de la práctica del mal, de lo dañino, de lo incorrecto, de la malicia “per se” que es el crimen del inocente, y de todos que teniendo derecho a vivir fueron injustamente privados del “don de la vida”

      En ese sentido, el sistema legal y carcelario debe reformarse en programas dentro y fuera de las prisiones que tiendan a la REHABILITACIÓN y a la búsqueda de la “causa” o etiología de la conducta criminal. Pero primero hemos de combatir la corrupción del “sistema” que se ocupa de este problema mundial. Puesto que la corrupción a invadido todos los estamentos de la sociedad, desafortunadamente.

      Un saludo y admiro tu continuidad en el diálogo

      Santiago Hernández

  • Santiago

    La pérdida acentuada del sentido de la fe, no sólo en la Iglesia, sino en la Persona de Cristo sin duda es un fenómeno de los últimos siglos..Una campaña de descrédito contra todo lo que supera las fuerzas “naturales” con mezcla de varias formas filosóficas materialistas han infiltrado varios sectores del mundo cristiano queriendo socavar los cimientos de toda creencia sobrenatural. Es un hecho que el mundo ha retrocedido en valores humanos  viéndose por todos lados como se va instalando una dictadura tecnológicamente destructiva para la FE cristiana. Hay cientos de factores a tomar en cuenta ante el rechazo de muchos a aceptar la idea de que existe un Bien Supremo, Creador providente e inmanente del Cosmos..

    Pero detrás de todo este aparente desorden actual se encuentra “el brazo de Dios” El posee el sentido de la historia y es el que “modeló cada corazón” . Supo antes de la Creación los avatares de nuestra humanidad y tiene distintos “caminos” para darnos Su gracia. A El no le sorprendemos pues está “siempre presente”..El regalo de la Iglesia que nosotros estamos despreciando es el “camino ordinario” con el que Dios nos quiere salvar a todos los que recibimos el don del “bautismo de agua” y nos unimos después en el resto de los sacramentos con el Cuerpo Místico de Cristo…Aquí está en juego nuestra libertad para poder acceder a todo este misterio de amor..

    Sin embargo, existe otro camino extra-sacramental que nosotros desconocemos para los que perseveran en el bien y por medio del “deseo” pertenecen de hecho también al este Cuerpo Vivo de Cristo en Su Iglesia puesto que Dios “quiere” que todos nos salvemos “y vengamos al conocimiento de la Verdad”.

    Por tanto, la justicia y la misericordia de Dios se unen para la salvación del mundo creado y sustentado por El en la libertad humana. No existe injusticia. El juicio será certero en el Amor. Y cada cual recibirá según su vida.

    Un saludo cordial

    Santiago Hernández

    • Isidoro García

      Amigo Sanriago, conuerdo en tu idea base de que al final, el juicio de “Dios”, o de la Historia, o de la Humanidad superviviente, (nuestros tataranietos), será en el Amor y en el sufrimiento. Y en él, recibiremos todos mucha compasión y mucho consuelo.

      A propósito del “justicierismo” castigador del “juicio final”, leía por ahí, que en el fondo es un efecto perverso, de no haber resuelto bien el tema-contradicción de la Teodicea, por su gran amor a la humanidad, y su gran empatía hacia ella, que les llega a “traumatizar” psicológicamente.

      (En psicología, un trauma es “una impresión sensorial, que no puede tramitarse en el momento en que se recibe, bien por su intensidad, su falta de sentido o por incapacidad cognitiva de la víctima para gestionarla, (Francisco Traver). 

           Y que necesitados de “justicia” reparadora y equilibradora, como no se atreven a condenar a su “Dios” todopoderoso y “permisivo”, buscan desesperadamene, a otros a quien condenar”.

      Un cordial saludo.

      • Isidoro García

        Abundando en el tema anterior, Julián Marías, hacía un análisis muy lúcido de la situación de desconcierto, de no saber a que atenerse, del “traumatizado”, incapaz de tramitar la impresión sensorial que recibe.

        Dice: “Ese estado de incertidumbre y des-orientación, “ese no saber a qué atenerse”, conduce con frecuencia, cuando el hombre se abandona a él, a la angustia. Y cuando lo quiere evitar sin superarlo, cuando pretende obrar como si supiera, pero sin saber, y sobre todo sin esforzarse por saber, cae en el fanatismo.

              El fanático se echa tierra en los ojos y trata de anular su confusión intelectual con una confusión emocional. Es el calamar que, para no ver que el agua está turbia, descarga su tinta. Angustia y fanatismo son dos de las dolencias capitales de nuestro tiempo”.

         

        Esto es un análisis psicológico del tema. Otros análisis son posibles.

        • Santiago

          Gracias Isidoro por tu comentario .Pero no se puede invocar la venganza de Dios en el juicio..Porque tampoco se trata de una proyección psicológica de los “fanáticos” para saciar sus frustraciones… La razón es que existen miles de crímenes en este mundo donde la justicia humana  es imperfecta…Este mundo está “lleno” de injusticias y si el mundo nos parece absurdo por la impunidad del mal la pregunta final para los creyentes o lo no creyentes será ¿Dónde se encuentra la justicia” Puesto que el mal será siempre incompatible con el Bien Supremo y no puede existir una “coexistencia” donde el mal se abra camino eternamente puesto que no se trata de una simple patología mental, sino crímenes conscientes contra la misma humanidad…ya que “sabemos que hacemos el mal” y no somos inconscientes ni ciegos…Un mundo que no tienda a la justicia es un mundo “caótico”

          Sólo en Dios puede existir la justicia perfecta. Nosotros no podemos en esta vida ejercerla con perfección. No somos jueces imparciales sino llenos de imperfecciones y ambigüedades y contradicciones..

          Dios es justicia y gracia al mismo tiempo. La gracia que es misericordia divina no anula Su justicia. Ambas son interdependientes: justicia y gracia.La gracia no cancela la justicia. No hace lo malo bueno, no lo borra todo.

          Pero el juicio de Dios es esperanza porque es justicia y gracia. Si solamente Dios fuera gracia y misericordia -soslayando todo el cúmulo del mal que existe- todavia Dios tendría que responder al problema de la injusticia impune del mundo. Y si Dios fuera SOLAMENTE justicia entonces sólo nos inspiraría terror y sería un Dios vengativo y cruel.

          Pero en Dios la misericordia y la gracia forman parte de Su justicia que se relaciona con lo de “dar a cada cual lo que le corresponde” que el amor de Dios siempre va a aumentar a nuestro favor.

          Por eso para nosotros -los que tratamos de buscar lo que es verdad- debemos trabajar nuestra salvación en esperanza. La gracia de Dios nos permite esperar e ir con confianza al Juez que nosotros sabemos que será también “nuestro abogado” en la hora final del Amor.

          Un saludo cordial

          Santiago Hernández

           

  • Jaume PATUEL PUIG

    Comparto totalmente el último pàrrafo como la orientación de “los elegidos” cómo únicos “radicalmente”…. Hay otros que tambièn “radicalmente” siguen al Sabio Jesús, pero con otras formas.
    Es conveniente pensar en el contexto cultural.social de tiempos de Jesús. Permite comprender muchas cosas y saberlas comprender mejor, pero son de sus coordenadas culturales.
    Gracias,isidoro.

  • Román Díaz Ayala

    Tras el clima de acercamiento generado por el concilio en los años sesenta se oficializó a varios niveles el diálogo de la Iglesia con el mundo moderno y que no se ha visto interrumpido ni siquiera en los momentos de mayores tentaciones restauracionistas. Tal clima de apertura se está viendo fortalecido con el impulso del actual papa Francisco. Hoy no se puede hablar de temores, ni mucho menos de clima de pánico de nuestras jerarquías antes los problemas que se le presentan a la Iglesia. Tampoco tienen viabilidad algunas los ideales de otra Iglesia de cristiandad.

    Quienes tenemos la doble militancia de ciudadanos y de creyentes laicos es posible que podamos entender mejor tanto a Carlos Díaz como a Javier Elzo.

    Carlos Díaz pide, casi exige, que se haga un análisis desde dentro de la Iglesia del estado y futuro del cristianismo en constancia con los datos arrojados por los datos sociológicos sobre la poca correspondencia existente con la jerarquía católica española.

    Javier Elzo resalta la necesaria, para el imprescindible, separación entre los planos sociológicos y teológicos, tarea con alguna dificultad desde su situación de creyente católico., pero que él lo hace posible por la especial delicadeza con la que se pronuncia en sus comunicaciones. Se hace un planteamiento positivo respecto al futuro de la Iglesia y de la fe católica.

    Una lectura tranquila y reposada de los textos que conforman el Nuevo Testamento, sobre la naturaleza de las actuaciones de Dios en la historia y en la comunidad cristiana, el testimonio de la historiografía eclesiástica y el magisterio ( ejemplo en la Lumen Gentium, 4) el Espíritu Santo no viene y asiste solo a través de la jerarquía o de algún santo líder carismático, sino que es  agente de toda santificación en el pueblo creyente.

     

  • Román Díaz Ayala

    Históricamente se ha comprobado que el cristianismo ha sido borrado de países y de vastas regiones, lo mismo que se había extendido por el Este y el Oeste, al norte y al sur del Mar Mediterráneo hasta trasvasar la anterior ecumene del Imperio Romano de Oriente y de Occidente. Cierto que  hace mil quinientos años, lo hizo a favor de otra religión también monoteísta en una alianza político-militar-religiosa. En el siglo XX el cristianismo oriental ortodoxo sufrió otro zarpazo, también de carácter político, pero también doctrinal-dogmático producto del ateísmo científico.

    En nuestra civilización europea occidental siguen en confrontación el cristianismo y el cientificismo. Los nuevos ilustrados han encontrado en las ciencias lo que no hallaban en la filosofía y a ésta  la han puesto al servicio de las mismas.

    Los sociólogos reflejan con sus datos que la religiosidad pierde terreno progresivamente a favor de la ausencia de los divino, en las costumbres, modas y criterios de vida; un ateísmo práctico favorecedor de lo ideológico. El indeferentismo religioso. Los intentos de hacer aceptable la fe viene a ser como los intentos de meter el calzador en los  zapatos de quien no tiene pies, un ejercicio inútil.

  • Roman Díaz Ayala

    El ejercicio de análisis  se corresponde necesariamente al estudio de J. Elzo y al estado de la cuestión. Ante  el desafío  del proceso  de secularización  generalizado, si “el cristianismo” sucumbirá.

    En nuestra España está  representado por la Iglesia Catolica Romana, es decir, ¿resistirá la institución?

    Esto da pie para,una serie  de considerandos.

    ¿ Tendrá  sustitutos la Iglesia Catolica? ¿ Se escindirá?¿Desaparecerá  el fenómeno  religioso? ¿ Qué  hace la institucion española? ¿ Que está  haciendo su jefatura desde Roma?¿Cómo   afrontan  el problema otras confesiones  no católicas y la misma Iglesia Católica  de los demás  países  de nuestro entorno?

    Así  que Carlos tiene razón: urge una explicación, unas propuestas válidas a los problemas actuales.

     

  • Carlos alejos

    Creo que no podemos negar que ante esta experiencia existe intereses fuertes por desvirtuar todo lo bueno que haya o todo proceso que ayude a vivir dignamente. Muchas fuerzas existen por quitarle a la experiencia de fe en Jesús y en todos aquellos que buscan una sociedad para todos esa fuerza de cambio radical y revolucionario. Aparte de la católica hay mucha fe profunda en mucha gente que se aferra a la vida que cada día nos la quieren quitar y eso no lo permitiremos. La experiencia ecumenica es una fuerza que potenciará toda perspectiva de liberación integran. Vamos juntos a no perder el horizonte de vida plena.

  • Gonzalo Haya

    Las estadísticas pueden decirnos quiénes son sociológicamente cristianos, pero ¿quiénes siguen (o tratamos de seguir) el mensaje de Jesús? Más aún, los que viven el proyecto fraternal de Jesús son muchos más que los que nos decimos cristianos, ahora o en la Edad Media; porque el proyecto de Jesús es un impulso del proyecto que nos inspira “la chispa interior, el espíritu, que todos llevamos dentro”. Si a nuestra sociedad actual no le interesa Jesús, será que no hemos sabido presentárselo o, peor aún, porque hemos alejado a los que podía interesarles. ¿Cómo presentarlo ahora? No seré yo el que descubra la receta, pero creo que un camino puede ser escuchar y sintonizar lo mejor posible con esa “chispa del espíritu”. Jesús apreció la fe (confianza) de algunos paganos sin pretender monopolizar las creencias y la fraternidad. Creo que el cristianismo socializado (sociológico) es un medio muy importante, pero un medio, para realizar y difundir el proyecto filial y fraternal de Dios.

  • ana rodrigo

    No hay peor ciego que el que no quiere ver. Como no acabo diferenciar lo que dice Javier Elzo y lo que dice Carlos, llego a la conclusión que no se trata de que, a juzgar por los datos, cada vez haya más personas que abandonan el cristianismo, cosa que está a la vista, sino en el porqué la gente abandona el catolicismo. No sé lo que dirá Elzo en su libro, pero pienso que si no se va a la raíz de la increencia o del abandono, el cristianismo, a medio plazo, quedará reducido a manifestaciones religiosas populares y a grupos muy conservadores. Los datos son tozudos y avanzando en la misma dirección.

    El Vaticano II invitó a analizar los signos de los tiempos, que para nada ha servido, porque este concilio fue cayendo en el olvido en los dos Papas anteriores a éste sin que casi nada sustancial haya cambiado. Veremos ahora con la sinodalidad…

  • Isidoro García

    Señala el amigo Carlos Díaz, que “el único cambio radical posible para la iglesia católica, (es) el seguimiento real del Crucificado, lo cual sí que entrañaría un comportamiento existencial radicalmente distinto al de quienes dicen seguirle”.

    Pero yo creo, que ese es uno de los grandes equívocos, que el concreto origen histórico en la génesis del cristianismo ha generado.

    Conocemos la vida, obra y predicación de Jesús, por los evangelios. Estos, tienen dos grandes desenfoques estructurales sobre la auténtica y bastante desconocida vida de Jesús:

    El primero, que narran la vida y obra de un Jesús, en plena crisis conspirativa. El y su grupo, estaban metidos de hoz y coz, en una peligrosa conspiración mesiánica y por ello anti romana, que suscitaba algunas simpatías entre los ultranacionalistas, pero muchas reticencias entre los judíos institucionalizados.

    Por ello, es razonable suponer que la moral, el comportamiento que propugnaba a los suyos, era una “moral de guerra”, excepcional, en la que necesitaban mucho apoyo económico, (toda revolución precisa de dinero), apoyos humanos, y actitudes muy radicales y heroicas, (se estaban jugando la vida).

    El segundo desenfoque, es que los evangelios, ya se escribieron, cuando toda la tensión conspirativa había pasado, y se encontraban con que la prometida Parusía, no se producía, y había que pensar en organizarse, para los largos tiempos de espera.

    Y para ello se precisaba, una cierta organización interna, y también nos recursos, para los creyentes necesitados, (colecta de Pablo, para los pobres de Jerusalén).

    Y así, es razonable suponer, que muchas frases de Jesús, dichas en un contexto excepcional, se transcribieron a otro contexto político y social totalmente distinto. (De ahí quizás provenga la querencia histórica del primitivo cristianismo por las “persecuciones”, que en realidad fueron mucho menores de lo que se presumía de ellas: “sangre de mártires).

     

    Total que el intento de retraernos al radical “comportamiento del Crucificado”, no es más que un brindis al Sol, para bajo ese paraguas, instaurar la moral que cada uno considere, “eidéticamente = intuitivamente = subjetivamente”,  que debería realizarse.

    (= Propaganda política, muy lícita, por supuesto, pero propaganda de ideas política personales, bajo el amparo de la religión).

    Pero el grueso de la gente, no está por realizar comportamientos radicales. La minoría que así lo considera ya está en las misiones, o en un convento o cuidando enfermos en leproserías, o en el activismo político radical, que no siempre necesariamente va acompañado de la correspondiente coherencia vivencial.

    Y todas las proclamas al seguimiento de Jesús, a mí, me hacen preguntarme: ¿Quién sabe nadie lo que en verdad dijo Jesús, y en qué contexto y sentido lo dijo?.

    Y ¿quién sabe lo que Jesús diría a los humanos de hoy? ¿O pensamos que no reformularía su discurso y su relato, adaptándolo a las nuevas situaciones y mentalidades?

    Dejemos de hacer especulaciones, refugiándonos tras los faldones de Jesús, y trabajemos, parafraseando a Bonhoeffer “ante Jesús, pero como si Jesús no existiese”.

    Para ello, analicemos lo mejor posible la realidad, mediante el aumento del conocimiento y del equilibrio psicológico, y por otra parte, dejémonos guiar, por el “Espíritu”, (que es el encargado de ello en estos tiempos de ausencia de Jesús), a través de su chispa interior, el “espíritu”, que todos llevamos dentro, y está para servirnos de mapa y guía. Y asumamos el riesgo de equivocarnos.