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Hacia una Asamblea General de Iglesia de base

Tras explicar bien claro por qué la campaña contra las matriculaciones debe ser impulsada por los grupos de cristianos, Evaristo lanza una propuesta de cara a potenciar la voz de los cristians progresistas en  el proceso sinodal lanzado por Francisco. Ahí estaremos muchos de quienes hacemos y leemos Atrio. AD. 

(Palabras del autor en el taller inmatriculaciones. VII Encuentro de Redes Cristianas. 23/10/2021)

  1. Punto de partida: Nuestra presencia y convocatoria en este taller, compartiendo objetivos con colectivos e integrados en la Asociación Recuperando, representa de una parte, la pluralidad de la Asociación Recuperando, siempre respetuosa con la sensibilidad de cada colectivo, y, de otra,  la diversidad  que existe en la Iglesia entre los católicos y católicas que no siempre coincidimos en posiciones y objetivos importantes como  pueden ser la actitud ante la verdad y la justicia, la opción por las personas vulnerables, la acogida de los y las migrantes o, como en este caso concreto, el posicionamiento ante “la posesión, uso y propiedad de los bienes ”.

Vista desde el interior o centro de la institución eclesial, nuestra postura crítica (de Cristianas/os de base) resulta generalmente incomprensible y hasta escandalosa. Nadie tira piedras contra su propio tejado, y nosotras y nosotros, según la apreciación del cristianismo más “institucionalizado”, del centro, estamos ingenuamente apoyando a quienes quieren destruir la Iglesia.

Pero es un escándalo que nosotros asumimos conscientemente. Somos patrimonialistas, defensores de la propiedad social y pública de los bienes histórico-culturales comunes y rechazamos abiertamente las inmatriculaciones porque, además de la injusticia, desconfianza profunda y menosprecio de la sociedad que este gesto de apropiación supone, tenemos una visión, profundamente eclesial y evangélica sobre el lugar que la propiedad privada puede tener en la experiencia cristiana.

No nos importa este escándalo porque estamos convencidos y convencidas de estar defendiendo la inspiración del Evangelio en este asunto. Es más, releyendo críticamente nuestras raíces, es decir, la trayectoria del judaísmo y del cristianismo originarios, constatamos que todos los grandes avances antropológicos, sociales y religiosos que se han hecho en estos ámbitos han llegado de la mano de los grupos que, en algún momento de la historia, fueron un escándalo para la sociedad más institucionalizada de su tiempo. Podríamos traer a cuento una lista interminable, pero solo nos limitamos a señalar, sin entrar en mayor extensión, dos fenómenos globales e innegables como son: la aportación de los “judíos de la diáspora” y de los movimientos cristianos pauperistas” al avance y modernización de sus respectivas instituciones. De ellos nos han llegado algunas de las mejores intuiciones espirituales y culturales de la experiencia humana.

Lo nuestro no es, pues, un capricho, ni las ganas de incordiar por incordiar. Tampoco es una veleidad sin fundamento. Nuestra opción y compromiso en este punto se basa, principalmente, en algunos criterios, muy sólidos que brevemente paso a exponer. Ya Miguel habló del criterio de la sinodalidad, o igualdad radical de todos los miembros en la Iglesia en todos sus aspectos: pensar, regir y gobernar. Nadie tiene derecho en la Iglesia de Jesús a excluir o de imponer su criterio y poder sobre los demás. Solo es superior en la Iglesia quien más y mejor sirve…  Me centraré brevemente dos criterios a los que ya he aludido: el de propiedad y el de legitimidad.

* Primer criterio: El carácter social de los bienes materiales (y espirituales). Jesús “no tenía donde reclinar su cabeza”; los primeros cristianos “lo tenían todo en común según el sueño de Lucas en los Hechos Apóstolos. Esto en los orígenes cristianos. Muy cerca de esto, en los primeros siglos, había que añadir el pensamiento y los dichos que nos han quedado de los Santos padres, que suelen ser claros y contundentes.

Posteriormente, Tomás de Aquino, seguido de todos los grandes teólogos de la Iglesia, han defendido el carácter social de los bienes, considerando que su finalidad primera es estar al servicio y necesidades del ser humano. Este criterio atraviesa todo el pensamiento teológico posterior (Edad Media, Renacimiento y Modernidad) y está en la mayor parte de lo que se ha dado en llamar magisterio de la Iglesia, donde no voy a entra (porque hasta en papas, grandes defensares del estatu quo y del capitalismo, han llegado a reconocer esta función social de los bienes). Por citar una persona de reconocido prestigio mundial, poeta, teólogo, místico y profeta, me refiero a Pedro Casaldáliga, bien empapado de esta tradición evangélica y social de los bienes, lo expresa de esta manera.: “No tener nada. No llevar nada. No poder nada. No pedir nada. Y, de pasada, no matar nada; no callar nada. Solamente el Evangelio, como una faca afilada. Y el llanto y la risa en la mirada. Y la mano extendida y apretada. Y la vida, a caballo, dada. Y este sol y estos ríos y esta tierra comprada, por testigos de la Revolución ya estallada. ¡Y “mais nada”! ¿Quién puede dudar de que Casaldáliga está expresando bella y expresivamente lo que ha sido una de las raíces más firmes de la espiritualidad y la mística cristiana? [Siempre me ha sorprendido el silencio de Francisco sobre Casaldáliga, ni siquiera a propósito de su muerte se le ha oído oficialmente una palabra de reconocimiento. Me aventuraría a pensar por qué, aunque me imagino alguna otra “causa posible”.] Pero volviendo sobre el tema, el mismo Francisco defiende, con la mejor tradición cristiana, la dimensión social de los bienes como derecho primero y fundamental: el derecho de propiedad particular y privada es también para el papa Francisco secundario. Pues bien, desde este criterio, los cristianos y cristianas de base rechazamos la apropiación hecha por la jerarquía y exigimos la devolución a su legítimo propietario, el pueblo.

* Segundo criterio: Ilegitimidad de las leyes de privilegio. (Diccionario: Ilegítimo, en su segunda acepción es “lo que no está de acuerdo con la razón o con lo que se considera justo y razonable”).  Cuando una ley tiene que apoyarse en la nocturnidad o el poder de la fuerza y no en la racionalidad y el consenso para que sea recibida por la ciudadanía, entonces es ilegítima. Este es el caso de la “facultad registral” otorgada a los obispos durante la dictadura y mantenida durante casi 50 años después de la aprobación de la Constitución. Esta práctica inconstitucional y, por lo tanto, ilegítima, se mantuvo hasta el año 2015.

La facultad registral arranca de la complicidad de la jerarquía con la dictadura como compensación o premio por haber apoyado y legitimado tanto el golpe militar como la posterior dictadura franquista. Es, por lo tanto, política y éticamente ilegítima. Arranca, después de alguna reforma, en el 1946. Se consideran ilegítimas las inmatriculaciones hechas desde entonces, sin necesidad de acudir a muchas más razones, son hechas al amparo de una ley que está en desacuerdo con la razón o con lo que se considera justo y razonable.

En este criterio de ilegitimidad también se justifica la postura de una gran parte de los cristianos y cristianas de la II República, (no de la jerárquica, salvo dos o tres honrosas excepciones), que defendieron hasta con su vida el sistema político que el pueblo se había dado y que murieron sacrificados por mantenerla. Es todavía un escándalo que la jerarquía no haya reconocido los errores que cometió durante ese triste episodio y que siga diciendo que reconocerlos supone abrir nuevamente las heridas de la Guerra Civil. Las heridas políticas no se abren, se cicatrizan cuando se reconocen los errores cometidos y se asume la responsabilidad en las mimas.

Desde estos criterios básicos, no solo nos repugna a los cristianos y cristianas de base el hecho injusto de las inmatriculaciones (un atropello a la dignidad e igualdad del pueblo), sino también un sacrilegio hecho por la jerarquía contra la esencia misma de la comunidad seguidora del Evangelio y de Jesús de Nazaret.

  1. Una Asamblea General. Como ya se ha dicho esta mañana, inicialmente pensábamos que un problema de esta magnitud, no va a ser resuelto ni puede serlo por los mismos protagonistas que lo han causado, es decir, por los obispos. Aunque inicialmente, quizás con cierta ingenuidad, creímos que deberíamos invitar/convocar a todos los cristianos y cristianas del Estado, ante las respuestas recibidas a la invitación, pensamos en dos formas posibles de abordar los cristianos y cristianas este enojoso problema:

* La ideal (que se ha mantenido en silencio ante nuestra invitación): compuesta por toda la Iglesia española al estilo (y superando) la que intentó ser Asamblea Conjunta de obispos y sacerdotes de 1971 (Con Tarancón entonces) … Hoy imposible.

*La Asamblea realmente posible: Organizada por Redes Cristianas y participando lo que hemos dado en llamar Iglesia de Base. Es un momento importante porque, en esta ocasión sinodal, podemos, a través de la Secretaría del Sínodo, hacer llegar al Vaticano y a toda la Iglesia española nuestra propuesta. Es nuestra propuesta a la asamblea de Redes de este VII encuentro.

3 comentarios

  • ana rodrigo

    Gonzalo, no olvidemos que el dique principal para cortar el camino del pueblo son los obispos de cada diócesis después de los párrocos, no sólo en este tema, sino en todo lo relacionado con la participación en el sínodo. Me desanima mucho el que los filtros estén en el clero antes de llegar a su fin, cuando uno de los mayores problemas que hay que resolver en la iglesia es el clericalismo. No van a tirar piedras sobre sus propios privilegios y, especialmente, sobre el poder que les otorga el ser clérigos.
    Un abrazo.

    Nota para Duato, ¿por que no funciona la posibilidad de “responder”? Otro abrazo.

  • Gonzalo Haya

    Creo que Atrio debe unirse a esta “Asamblea realmente posible” y difundirla para que muchos lectores nos sumemos a ella, y participemos de la manera que los organizadores estimen como más operativa. Quizás un breve cuestionario que permita llevar claramente contabilizadas, las conclusiones a la asamblea continental y posteriormente a asamblea definitiva del Sínodo.

  • mª pilar

    ¡Gracias Antonio!

    Totalmente de acuerdo con todo cuanto nos explica este art.

    Les apoyo totalmente y no hay que sentirse mal, porque otros grupos guarden silencio ante esta triste realidad.

    Hay que seguir adelante y luchar ante la postura de la clase clerical que gobierna esta ¿iglesia-o negocio?

    No formo parte de ningún grupo…pero estoy…a vuestro lado totalmente.

    ¡Ánimo y adelante!