En la 5ª Jornada Mundial de los Pobres
En ningún momento he sido defensor a toda costa de Francisco ni he creído que del proceso sinodal convocado saldría ya una Iglesia pobre. A parte de las dificultades para cambiar en 180º el rumbo de la Iglesia, él participa seguramente en la confianza jesuítica en las instituciones confesionales típica de la Compañía de Jesús, desde san Ignacio. Por eso me parece muy razonable este artículo de un veterano corresponsal que hoy publico en Atrio, para serena discusión, no simplistas y fáciles diatribas. AD
El mayor defensor de los pobres del mundo no se atreve a renunciar a su propia riqueza y poder ni a los de su Iglesia.
Por Robert Mickens | Ciudad del Vaticano | La Croix International, 12-11-2021
“¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre, para los pobres!”.
¿Quién puede olvidar que el papa Francisco pronunció esta sorprendente exclamación en marzo de 2013, apenas tres días después de su elección al papado? Y no hay duda de que, durante estos ocho años y medio, el papa que eligió el nombre del Poverello ha hecho más que cualquiera de sus predecesores modernos en la Cátedra de Pedro para defender la dignidad, los derechos y las necesidades de los pobres del mundo y para darles voz en la Iglesia.
Lo ha hecho de forma ejemplar a través de sus palabras y, sobre todo, con sus actos. Precisamente este viernes, el papa estuvo en la famosa ciudad natal de San Francisco, en Umbría, para inaugurar la V Jornada Mundial de los Pobres, una conmemoración anual que estableció para la Iglesia mundial en 2016 al final del Año de la Misericordia.
Los católicos de todo el mundo celebran ahora el trigésimo tercer domingo del tiempo ordinario como el Día de la memoria de los pobres. Se trata de una iniciativa importante que aún debe arraigar plenamente en nuestras comunidades de culto y apostolados.
Opción preferencial por los pobres
Fue el fallecido jesuita Pedro Arrupe, superior general de la propia orden religiosa del papa, quien instó por primera vez a la Iglesia a realizar una “opción preferencial por los pobres”. Eso fue en 1968, antes de que Francisco fuera ordenado presbítero.
Y mientras que la Iglesia en general, incluyendo el Vaticano, ha abrazado esto como un lema, el actual papa no se queda atrás en ponerlo en práctica. Ese ha sido el sello de todo su ministerio como sacerdote y obispo, incluso como Obispo de Roma.
Pero, ¿qué pasa con su anhelo de una Iglesia pobre, una institución y una comunidad de fe que también se empobrezca? Hasta ahora, este deseo declarado ha sido poco más que un slogan. Francisco no ha hecho nada para convertirlo en una realidad real. Y la mayoría de los católicos probablemente se rebelarían si intentara.
Las escrituras utilizan la palabra hebrea anawim para describir a los pobres, los mansos y los oprimidos.
“Los anawim son los desvalidos, la gente que carece de poder social, político y económico, la gente que no está en posición de controlar sus propias circunstancias, que no puede mover los hilos”, señala el dominico inglés Simon Tugwell (The Beatitudes, Londres 1980).
Estas no son características del papado, el Vaticano o la Iglesia Católica Romana en general. La Iglesia – en varios niveles y en todos estos componentes – tiene influencia. Tiene acceso. Tiene poder. Esto es un elemento esencial de su riqueza mundana. Los pobres y las comunidades religiosas pobres no.
El poder social es “la capacidad de establecer estándares, crear normas y valores que se consideran legítimos y deseables, sin recurrir a la coerción o al pago“, según el politólogo holandés Peter van Ham (Social Power in International Politics, Nueva York 2010).
Pero la Santa Sede ha utilizado la coacción (la amenaza del castigo eterno) y el pago (los diversos escándalos del Banco Vaticano conocidos y desconocidos) para fomentar su poder social. Se podría argumentar ––¡como lo hacen los Evangelios! –– que la Iglesia, de hecho, aumentaría su poder social de una manera mucho más creíble y honesta si renunciara libremente a él.
Como dice la Oración de san Francisco, resumiendo una de las grandes paradojas del cristianismo (y de toda religión verdadera), “es dando como se recibe, es perdonando como se perdona y es muriendo como se nace a la vida eterna”.
El joven rico del Evangelio se va triste y profundamente preocupado cuando Jesús le dice que para ser discípulo debe vender todo lo que tiene y dárselo a los pobres.
Jesús admite que es una enseñanza dura y que pocos pueden aceptarla. Por eso, probablemente, Francisco de Asís y la Madre Teresa de Calcuta están entre los pocos que lo hicieron con mayor credibilidad. El Vaticano (y la Iglesia institucional en general), en cambio, ni siquiera lo ha intentado.
En cambio, le ha resultado demasiado fácil y muy beneficioso apoyarse en el poder que ha consolidado a lo largo de los siglos.
Una Iglesia que carece de poder político
La Santa Sede no ha mostrado ningún interés en renunciar a su acceso a las grandes potencias mundiales. Incluso el papa Francisco diría que el hecho de poder relacionarse con los que mueven los hilos ofrece a la Iglesia una magnífica oportunidad para defender a los que, como los pobres, están excluidos de ese poder.
Eso puede ser cierto, pero no es seguir los pasos de Jesús, que nos dice que los primeros serán los últimos. Sin embargo, no lo creemos realmente. La Buena Nueva es demasiado desafiante en este sentido, incluso para un papa que intenta abrazar y transmitir el Evangelio sine glossa.
En una Iglesia desprovista de poder político, no habría Santa Sede, al menos una que tenga su actual estatus de persona jurídica internacional no estatal (técnicamente expresado).
Una Iglesia políticamente pobre no tendría embajadas papales en todas las grandes capitales del mundo y organizaciones internacionales, como las Naciones Unidas.
Y, asimismo, ningún país del mundo enviaría un embajador a una ONG, que es en lo que se convertiría la Santa Sede.
El cardenal Carlo Maria Martini SJ señaló en una ocasión que el aparato diplomático del Vaticano se había “hinchado” y estaba “consumiendo demasiadas energías de la Iglesia”. “La tarea de la Iglesia es dar testimonio de la Palabra de Dios”, dijo en una entrevista de 2009 al diario romano La Repubblica. “Todo lo demás es secundario”.
Una Iglesia carente de poder económico
A juzgar por lo que ha dicho y hecho hasta ahora, el papa Francisco probablemente estaría encantado si pudiera ayudar a la Iglesia –especialmente al Vaticano– a destetarse de su sed de poder económico, incluso de un deseo de simplemente estar cómodo económicamente.
Es el que repitió numerosas veces durante su primer año de mandato que San Pedro nunca tuvo una cuenta bancaria. Y el papa probablemente cerraría el Banco del Vaticano (Instituto para las Obras de Religión-IOR) si pudiera hacerlo sin sacrificar su propia vida y las reformas aún mayores que está tratando de llevar a cabo en la Iglesia.
La soberanía territorial de la que goza actualmente el Estado de la Ciudad del Vaticano, que es un componente esencial para proteger el poder económico del papado, también tendría que ser cuestionada.
¿Y qué decir de la enorme cartera inmobiliaria de la Santa Sede, de sus amplias inversiones bursátiles y empresariales y de su extensa colección de arte? No es exactamente algo que uno asocie con ser pobre.
La sencillez no es lo mismo que ser pobre
Francisco ha inspirado a muchas personas, y enfurecido a muchas otras, al optar por vivir de una manera tan sencilla que casi se burla de los estilos de vida y las comodidades más regias de sus predecesores modernos. Pero su estilo de vida no es pobre. Se caracteriza por la sencillez, lo que no es malo en absoluto. De hecho, es bastante admirable.
Sin embargo, el papa tiene un poder institucional al que no se atreve a renunciar. Ese poder se le niega a los pobres, y presumiblemente se le negaría a una Iglesia pobre.
Muchos líderes espirituales muy buenos y santos –incluido nuestro actual papa– predican que los cristianos deben desprenderse, no deben aferrarse. Pero como la mayoría de nosotros, también tienen miedo de desprenderse.
No importa. Porque en algún momento, y probablemente no por su propia voluntad, la Iglesia probablemente verá cómo se le escapa su poder social, político y económico. De hecho, esto ya ha empezado a suceder.
Independientemente de lo que decida hacer el papa Francisco, la conclusión es la siguiente: hasta que la Iglesia romana no renuncie finalmente –o sea despojada– de lo que le queda de acceso a la riqueza y al poder, no será una Iglesia pobre. No será una Iglesia profética. No será una Iglesia evangélica. Y, por tanto, no será una Iglesia creíble.
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Tal vez el reto está en como darle buen uso a lo que se tiene. Los pobres tienen que beneficiarse y debe lucharse contra las estructuras de injusticia y poder.
Mentalidad, estructura deben estar al servicio de los últimos.
Se debe lograr una iglesia y sociedad que de el pescado, enseñe a pescar y devolver el río y el mar para pescar: asistencia, promoción y denuncia. Liberación integral
Javier, gracias por tu comentario. Sin duda Jesús opta por los más desvalidos y vulnerables, sin embargo nos llama “a todos” a convertirnos al Evangelio con corazón puro y para que nuestros bienes materiales no sean obstáculo para seguir el camino humilde de Jesús. Puesto es nuestra actitud interior lo que nos mueve a la buena acción que no es simplemente “lo exterior” sino nuestra íntima intención
El juicio pues del que abusa de las riquezas y de su apego a ellas incluye a los clérigos aunque sean obispos. A ellos les obliga también los mandamientos de la Ley eterna que incluyen el rechazo de la avaricia, el defraudar el justo salario, la desenfrenada codicia, y los pecados capitales que se basan en pasiones y adicciones desordenadas. Y en la viña del Señor sabemos que hay de todo como en el Colegio de los Doce Apóstoles donde hubo también un Judas Iscariote.
Un saludo cordial
Santiago Hernández
Por ejemplo,quise decir…
Siendo cierto lo que dice Santiago…tb es cierto que Jesús toma partido por los pobres..y si tienes demasiado es difícil tomar partido si te perjudica…Yo mismo,por no hablar de los demás,a veces me callo en cosas que son justísimas porque no soy quien para tirar la primera piedra porque no me gusta pasar por hipócrita…Es cierto ,por elemolo,que algunos ricos norteamericanos y franceses( no parece que en España tengamos esa suerte) reconocieron que ten8an que pagar más impuestos….Nosotros a los obispos no les hemos oído decir que tensrían que pagar el IBI….por no hablar de las inmatriculaciones o de los negocios inmobiliarios del arzobispo de Oviedo…
No se puede confundir lo que significa “ser pobres” con respecto al Evangelio. Jesús no condenó nunca poseer “algo”. No fue un político revolucionario social, ni un zelote fanático ni nada parecido al “socialismo” etc.
Junto con José y María vivió hasta los 30 años en un hogar sencillo de artesanos “tektones” que equivaldría a ser los que “trabajaban la piedra y la madera” en construcciones. Por tanto Jesús era “hijo del tekton” José y así era reconocido en Nazaret.
Por tanto Jesús ganaba el pan con el sudor de su frente en una familia “normal” no con “riquezas superfluas” sino con lo necesario para vivir con dignidad y con valores humanos y religiosos propias de aquella comunidad.No existía una “opción por la pobreza” en aquella familia sino que se mantenía con “su trabajo” como es lo que ocurre ordinariamente a la mayoría de los humanos.
Por otro lado, en su vida pública Jesús escoge 12 personas de la clase trabajadora judía que se ganaban la vida pescando y en otras diferentes labores incluyendo a un “recaudador de impuestos”.Jesús era amigo y pernoctaba con amigos acomodados como Maria, Marta y Lázaro que no consta que eran pobres de solemnidad y a Jesús lo ayudaban económicamente personas pudientes como “Juana la mujer de Cuza, procurador de Herodes, y Susana y otras muchas las cuales les servían de sus bienes” (Lucas 8:2-3)
Por tanto, Jesús NO condena a su familia por “poseer” algo, ni a sus amigos, ni a estas mujeres, ni a Zaqueo por el solo hecho de ganar dinero para vivir con dignidad. Tampoco condena al “joven rico” por ser rico sino que le invita a entrar por un camino mejor que la simple “guarda” de los Mandamientos y así Mateo nos dice y nos aclara que Jesús dirigiéndose al joven le dice:
”si quieres ser perfecto, ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo” (Mateo 19:16-22)
Jesús obviamente fustiga al que se apega a las riquezas, a los bienes materiales que nos alejan del camino de la salvación que es el amor a Dios y al prójimo, y que puedo “sacrificar” por mi egoísmo personal. Por eso este “rico” difícilmente puede entrar en el Reino de los Cielos”. Su avaricia le hace injusto y cruel. Pero puedo dedicar gran parte de mis bienes a la obra de Dios que socorra y sea de justicia para los más vulnerables en esta sociedad. Y lo contrario, también es cierto, puedo “ser pobre” de bienes y vivir ambicionando bienes y riquezas, y odiando a Dios y a la humanidad “pues donde está tu tesoro está corazón” y tener un corazón cruel para los que me rodean.
Como dice Iñigo de Loyola “ni pobreza, ni riquezas, ni salud ni enfermedad, ni honor ni deshonor” son FINES en si mismos, sino solo MEDIOS que debemos usar para lograr encaminarnos a nuestro último fin que es el verdadero amor de Dios y consecuentemente el amor a nuestro hermanos. Si, también podemos practicar la justicia social con nuestros talentos y bienes materiales.
Esa es nuestra opción fundamental cristiana y evangélica por los valores de los “pobres” desprendidos de todo apego a lo que nos aleja de nuestro verdadero gol que es el Bien Supremo que se identifica propiamente con Dios.
Un saludo cordial
Santiago Hernández
Lo que dices Antonio es cierto.Pero entonces podría venir de abajo a arriba(de los episcopados u órdenes hacia el Papa).El episcopado francés parece que se va a descapitilizar en parte….Pero en España no parece que eso vaya a ocurrir incluso hemos visto en televisión a algún arzobispo que se dedica a una cierta especulación inmobiliaria o a unos negocios inmobiliarios que yo no sabría como calificar….
Tengo que aclarar que al publicar el texto y, sobre todo, el titular de Mickens, un veterano corresponsal del Vaticano favorable a Francisco, era consciente de la diferencia entre una iglesia pobre y una diferencia que acoge y defiende a los pobres con un ánimo y estilo de sencillez. Pero que es verdad que mientras no renuncie estructuralmente al poder y la riqueza no será una iglesia pobre.
En los años después del Concilio fui testigo de cómo alguna congregación de enseñanza, que era propietaria de muchos colegios maravillosos gracias a la generosidad de insignes antiguos alumnos, se planteó en serio un cambio drástico de descapitalización y empobrecimiento no solo de las personas sino de la institución. Las personas pasaron a vivir fuera del colegio en pisos modestos y se consideraban trabajadores de la enseñanza. Se desprendieron de gran parte del enorme parque que tenían para dar una parte al ayuntamiento para parque del pueblo, otra para construir una escuela de magisterio con criterios pedagógicos renovados. Querían incluso desprenderse de la propiedad del Colegio cediéndola a una fundación o a una cooperativa. Para la jerarquía diocesana era una locura. Solo teniendo instituciones fuertes se puede hacer el bien al pueblo.
El papa Juan Pablo recordaba en una encíclica, con los santos padres, que era obligación desprenderse de los vasos sagrados para atender a necesidades primerias de los pobres. Pero cuando propusimos en una asamblea diocesana hacer un gesto concreto de quitar piedras preciosas y algo de oro a la Custodia de la catedral, se armó un escándalo. Aunque haya “opción preferencial por los pobres”, mientras no haya descapitalización y adelgazamento institucional de la Iglesia, no habrá realmente “iglesia pobre”.
No estoy nada convencido de que Jesús quisiera una iglesia pobre, para los pobres (de hecho no estoy nada convencido de que quisiera una Iglesia, pero en fin)
El mundo es el que es. Existe el mal y existen los pobres.
Si fuéramos seguidores responsables de Jesús de Nazareth, estaríamos, todos y cada uno de los cristianos, implicados en la lucha contra la pobreza.
Un ateo, o un musulmán, o un adepto de la Iglesia Maradoniana de Wisconsin (USA); tienen un pretexto para no luchar contra la pobreza. Pero un “jesu-cristiano” :). un seguidor de Cristono puede poner ese pretexto.
Si además de ser cristianos tenemos ojos y oídos en la cabeza, sabemos que Dios NUNCA actúa por sí mismo. Somos nosotros la herramienta de Dios. Cuando Cristo dice “Bienaventurados los que sufren porque serán consolados”, no está diciendo eso que nos han hecho creer los clérigos, anclados en filosofías medievales supersticiosas, de “sois bienaventurados, porque en el cielo Dios os dará vuestra recompensa” (eso no es más que una manera de perpetuar la injusticia con la promesa de una recompensa que no está conceder en la mano de quién lo promete).
Lo que quiere decir (o yo al menos, lo interpreto así) es: “sois bienaventurados, porque los cristianos, cuando construyan el Reino aquí en la Tierra, se van a encargar de que no sufráis y de consolaros”.
Y esa es nuestra tarea. Cada uno según el talento recibido.
Y como dice el poema anónimo que tanto leí en mi infancia, no es por el temor al castigo, el infierno, o la culpa; ni tampoco por la esperanza de un premio magnífico y magnánimo; sino por el propio placer de darnos y de hacer un mundo mejor y construir, un poquito, el Reino de Dios entre nosotros.
Este mundo durará lo que dure. Lo mismo nos lo cargamos en unos pocos años a base de cagar CO2 a la atmósfera y mierda a los ríos y mares.
Pero mientras dure y quede un seguidor de Cristo vivo, los pobres deberán tener un defensor, que no llevará capa y no tendrá superpoderes, pero a la manera de Teresa de Calcuta, Vicente Ferrer, Oscar Romero, Rutilio Grandes, Juan Bosco, Francisco de Asís, y tantos y tantos cristianos, la mayoría laicos de nombre desconocido, se encargará de tratar de hacerlos bienaventurados.
Y honestamente, que el papa lleve solideo de oro, anillo de plata y viva rodeado de las esculturas de Bernini y Miguel Ángel, me la pela. No perderé un minuto en ello. Ni siquiera para criticarlo.
Qué conste que a mí este Papa me parece un buen hombre….por si me pasé de cachondeo…
No es que Francisco o la Iglesia no quiera ser pobre, es que no puede, porque las riquezas del Vaticano, de las catedrales y de las iglesias parroquiales es tan inconmensurable que es imposible adjudicarle una valor monetario. Eso en cuanto a la riqueza material.
En cuanto Estado, el Vaticano y el poder que conlleva, es lo que hace posible que exista la ya secular Iglesia católica tal como es, nos guste o no nos guste.
Si renuncia a todo lo que tiene y lo que es, el caos sería de dimensiones estratosféricas, se produciría una auténtica catástrofe, porque la Iglesia Católica dejaría de existir. Sin olvidar que un altísimo porcentaje de católicos les parece muy bien que su Virgen o su Cristo o su iglesia o su Vaticano sea así, porque “Dios y la Virgen se lo merecen todo, y todo lo mejor…”
Una cuestión es que la IC sea riquísima y otra que la injusticia en el mundo y el sistema económico-político no ataje las raíces de la pobreza en el mundo.
Es imposible que en este momento y hasta donde han llegado las cosas, la Iglesia sea pobre al estilo de lo que Jesús le dijo al rico.
Muy de acuerdo contigo, Gonzalo. Una cosa es querer e intentarlo seriamente y otra poder… En la viña del Señor hay mucha maleza o cizaña que impide que germine o crezca el fruto del Reino… Maleza-cizaña con tanto poder de bloqueo y de racionalización…, que parece que muchos, tal vez llenos de buena fe y de buena intención, parece que no ven (o que no vemos, para no excluirme.) Y así se abandona el cultivo de la finca… Y además algunos, al menos, que se cuidan de la finca, recriminarán a quien disienta, creyendo hacer un bien… Así de embrolladas están -y se han hecho- algunas cosas importantes y testimoniales, que afectan al Reino…
Coño que es el Papa….Una cosa es que quiera y otra que pueda…Si el Papa (un suponer) coge y se pira de la Ciudad del Vaticano y se va a un piso modesto de Roma(porque desmontar el tinglado eclesiástico ya ni lo supongo) en vez de la residencia donde está,lo declaran el antipapa…Sacarían profecías de que aquello estaba escrito…. Además voy a decir una cosa: el Papa es el organizador de una potente organización religiosa y de un Estado básicamente no democrático e intenta reformarlo….Al fin y al cabo como “dirigente político” que es su política se llena de gestos….La política moderna es así: gestos que no carecen de relevancia… Además él cree en el tinglado católico,lo cual ya tiene su mérito….jajaja…
Gonzalo: Me causó la misma extrañeza en un principio respecto al titular y el contenido del artículo tratándose de una persona buscada como referente de la política del Vaticano y las iglesias oficiales. En cuanto a lo que sabemos de Jesús referente a la actitud sobre las riquezas y lo que reflejan los Evangelios no puedo estar más de acuerdo contigo. No está en lo que reflejan las actitudes del actual papa Francisco actuar revestidos de una autoridad de mando y de acción propia de un papado monárquico, y que al parecer, tal concepción finalizó con el Vaticano II. Con esta perspectiva un Sínodo es algo más que un Concilio, y habrá grandes cambios, algunos inesperados, si nos lo tomamos en serio.
No se, Gonzalo, en qué comunidad eclesial estas integrado. Desde la que yo vivo, un pueblo andaluz con dos parroquias, dos sacerdotes y bastantes grupos de personas jóvenes y viejas, tradicionales por el estilo de los ministros y de 25 años del anterior único párroco, buenísima persona, vinculado al Opus, no hay espacio sinodal real, sin9 formal y funcionarial burocrático. No es un problema nuestro, los miembros de las asambleas. Es otra la raíz: el episcopado real que tienen las diócesis integradas en la metropolitana sede sevillana – regida ahora por un catalán – y el clero que han esculpido los seminarios de aquí desde hace treinta años está convencido de que ellos son la iglesia que gantiza la Iglesia. Y que los fieles, las fíelas y los fielicos chicos, van y vienen pero no garantizan nada porque no viven profesionalmente para, y de, la institución. Son buenos sacerdotes, piadosos, ritualistas convencidos, cuidadosos del culto. Viven en una burbuja, no los conoce en los pueblos más que los que van a la iglesia. Como han desaparecido los signos externos de pertenencia y no patean las calles de las parroquias, su presencia pasa desapercibida. Hasta los de Protección Civil o la Cruz Roja son visibles. En el manual de pastoral parroquial que esudie, y practique, se pedía recorrer las calles del término parroquial al menos dos veces por semana, parándose a hablar con todo el que se pusiera a tiro, visitando los enfermos y las familias necesitadas y pobres de solemnidad (y cepillarse los zapatos antes de salir a caminar y al volver a la Fe total). Aquello quizá fuere hoy excesivo, pero servidor que camina cuatro kilómetros diarios por los límites del pueblo, conoce a todo bicho viviente, en sentido literal pues me gustan los perros, y compruebo que mis colegas no dispensados, cuando hablamos tras la misa, no tienen ni idea de qué lugares cito y de qué persona hablo. Cordial saludo
Totalmente de acuerdo con este art.
Respeto al papa, pero la injusticia que cometió el Vaticano…incluido el papa…con la comunidad de Lago Agrio y sus miembros basada toda su labor, en el Proyecto de:
¡¡¡Vida!!!
Que Jesús proclamó, me impide mirarle como ejemplo de iglesia ¿pobre?
Miremos como se visten sus ¿príncipes? obispos, y curas de alto standing, es de verdad vergonzoso.
Y si hablamos de su poder. Prefiero no seguir, no soy nadie para decir, pero solo entonces, cuando de verdad sea pobre para:
¡Lo pobres!
Repartiendo todo lo que no le pertenece, empezando por el Vaticano y sus grandes tesoros.
Prefiero dejarlo, ya está muy claro el art, presente; solo deseo que todas las personas de buena voluntad nos pongamos a ello.
¡Gracias Antonio por esta realidad sangrante que nos has presentado en Atrio, gracias de corazón!
“El Papa Francisco realmente no quiere una Iglesia pobre”. “El mayor defensor de los pobres del mundo no se atreve a renunciar a su propia riqueza y a la de su Iglesia”.
Este título me parece “realmente” injusto; aunque luego el desarrollo del artículo lo explica y lo suaviza. Supongo que es un título periodístico y provocativo, pero en “un hospital de campaña” no es el mejor momento para provocar sino para echar una mano.
La Iglesia no es “su iglesia”; él solamente es el coordinador de las iglesias locales. Él no debe (ni realmente puede) imponer su ideal, sino coordinar las iglesias locales y promover el ideal de Jesús. Necesita nuestro consentimiento, y nos lo está pidiendo en este Sínodo; somos nosotros los que no estamos respondiendo a su llamada y vamos a provocar el fracaso del del Sínodo.
En cuanto a la pobreza, es un medio no un fin. El mismo Jesús no se lo impuso a sus amigos Lázaro, María y Marta, ni a las mujeres que tenían caros perfumes para ungirle vivo y muerto. Considerarse “un justo” por ser pobre es asumir la postura del fariseo que oraba en el templo: “te doy gracias porque no soy como los otros hombres”.
Esto no quita que nosotros consideremos necesario renunciar al Estado del vaticano y al Banco vaticano, y que así se lo expresemos a los representantes en el sínodo, en el que deberían participar párrocos rurales, misioneros del amazonas , y laicos profesionales.