Muchos de los debates que con frecuencia aparecen en Atrio y en otras redes sociales me evocan la fábula de El Lecho de Procusto. Según Wikipedia, en la mitología griega, Procusto (del griego antiguo Προκρούστης Prokroústês o Procrustes, ‘estirador’).
Según cuenta la fábula, Procusto tenía su casa en las colinas, donde ofrecía posada al viajero solitario. Allí lo invitaba a tumbarse en una cama de hierro donde, mientras el viajero dormía, lo amordazaba y ataba a las cuatro esquinas del lecho. Si la víctima era alta y su cuerpo era más largo que la cama, procedía a serrar las partes del cuerpo que sobresalían: los pies y las manos o la cabeza. Si, por el contrario, era de menor longitud que la cama, lo descoyuntaba a martillazos hasta estirarlo (de aquí viene su nombre). Según otras versiones, nadie coincidía jamás con el tamaño de la cama porque Procusto poseía dos, una muy larga y otra demasiado corta, o bien una de longitud ajustable.
Tengo la impresión de que con frecuencia nuestros debates me recuerdan a Procusto y a su famoso lecho. Desde nuestra mente elaboramos unos esquemas mentales, unos presupuestos, unos dogmas que creemos inconmovibles. Y desde estos esquemas evaluamos las ideas de los demás. Si caben dentro del lecho de nuestros presupuestos mentales, estamos de acuerdo. Y si no caben, intentamos recortar o estirar para que quepan.
Con frecuencia, los seres humanos somos esclavos de nuestros esquemas. Creemos que nuestros esquemas mentales, nuestras convicciones, nuestras creencias, nuestras posturas, nuestros valores son la verdad absoluta que debe marcar la verdad de los demás. Y a veces tenemos la convicción de que el diálogo tiene como finalidad acomodar (estirando o recortando) las ideas y propuestas de los demás para que quepan en nuestro lecho de Procusto particular. La convicción de que hay esquemas mentales inconmovibles nos dificulta el diálogo. No es fácil en la práctica aceptar que vivimos en una sociedad plural y multicultural en la que existe un pluralismo epistemológico. La rigidez – con frecuencia – de los esquemas mentales nos dificulta el diálogo, la empatía y la aceptación del pluralismo.
Es más: desde la teoría del conocimiento, algunos expertos hablan de la “inconmesurabilidad”: es decir, de la imposibilidad muchas de veces de poder medir, comparar, adaptar los esquemas mentales de los demás a nuestros propios esquemas. Por eso, la metáfora de la fábula lecho de Procusto merece la pena de ser tenida en cuenta.
Señor Sequeiros.
Si esta respuesta es para contestar a mi pregunta hecha en otro artículo suyo, quiero decirle que he entendido. Ni mil palabras más. Suficiente. Las cosas son como son , las reglas del juego también son como son.
Un abrazo fuerte y mucha suerte.Ese camino espero que, con el tiempo, abra muchas puertas cerradas. Veremos. O mejor dicho, verán otros y otras dentro de unas décadas. Para entonces ya no tendré dudas. Es cuestión de esperar. Las respuestas, al final.
Y Antonio habló.
Y la que quería convertir esto en Sálvame porque no sé qué es ForoCoches, poquito a poco fue callando . Solamente de vez en cuando aparece como colaboradora externa. No hay nada como la pureza de ideas. Aunque de vez en cuando se deje al vulgo hablar, el vulgo se da cuenta de que es vulgo y él solito se va al extrarradio del pensamiento.
Como debe ser.
Otro ejemplo clásico de cómo intentamos “forzar” la realidad para que “quepa” en nuestros moldes mentales: EL CALZADOR DE WACOTT, que decía el paleontólogo Stephen Jay Gould:
El destacado paleontólogo del Smithsonian Charles Doolittle Walcott había inculcado su pasión por los fósiles a sus hijos y, durante una excursión paleontológica y familiar a la Columbia Británica en Canadá, sus hijos descubrieron un yacimiento fosilífero donde aparecían restos pequeños y bien formados. Este “yacimiento de filipópodos” convirtió los esquistos de Burguess Shale en ela primera gran ventana a los albores de la vida animal.
Durante los años siguientes, Walcott realizó un intensivo estudio del yacimiento estableciendo una importante cantidad de géneros animales antiguos. Este trabajo es, junto a su gran trabajo en la reconstrucción de los trilobites, su mayor legado.
Pero con el tiempo ha sufrido duras críticas que han tenido en Gould su mayor portavoz. Gould afirmaba que Walcott buscaba una especie de conexión entre los postulados religiosos y las teorías evolutivas basado en una especie de estabilidad, de modo que se esforzó por clasificar todas las nuevas criaturas que encontró en Burgess Shale dentro de grupos ya clasificados por la biología en lo que Gould llamó “El Calzador de Walcott”.
Este esfuerzo fue siendo desmentido con el tiempo conforme se demostraba que muchos de estos organismos formaban parte de grupos diferentes.
En el fondo, lo que he querido decir es que, por lo general, nuestras representaciones mentales previas CONDICIONAN y DETERMINAN nuestra visión de la realidad. Nuestra mente tiende a FORZAR LA REALIDAD y a querer ENCORSETAR la realidad dentro de nuestras representaciones previas.. ENCASILLAR, FORZAR LA REALIDAD, ENCORSETAR, TRAER EL AGUA A NUESTRO MOLINO. No se trata de mentir sino que -sin darnos cuenta -forzamos la realidad para que “quepa” en nuestros esquemas. Y eso en lo religioso suele pasar. Ya lo decian los escolásticos: “quidquid recipitur ad modum recipinetis recipitur”
Tal vez, haya que buscar algún otro mito. El de Promoteo que roba el fuego, pero resulta que el fuego es nuestro, no de “dios”…lo hemos proyectado afuera. Y ahora vamos, eso sí, poco a poco, descubriendo que es en nuestro interior, no en el más allá, donde está la ULTIMIDAD…que no tiene palabras, pero sí música y luz. Las palabras y las bombillas son constructos nuestros. Necesarios, pero no absolutos.
Convengo con Leandro que conviene que cada persona sepa cuál es su punto de partida/apoyo o epistemología. Aquí no hay relativismo, sí relatividad, la cual pide como bien dice Leandro: Perspectividad. A mi me gusta decir: HORIZONTE que es un buen atractor que nunca se alcanza, pero atrae.
DUC IN ALTUM et LAXATE RETES (si mal no recuerdo en latín)
Hola
Sabe que me gusta leerle.
Lo seguiré haciendo.
Un abrazo
Pues no me voy sin darle toda la razón. Acabo de leer un comentario de una persona con un complejo de Procusto como para ir al psiquiatra.
Me parto.
Que le vaya muy bien.
Me enseñaron a despedirme de las personas, sobre todo de las que me gustan.
Un abrazo.
Amiga Carmen, por alusiones contesto. Atrio, no se sabe muy bien que es, o mejor dicho, que debería ser. Antonio es el que debería aclararlo, y espero que como prometió, pronto lo aclare.
Pero entre ser una versión del Forocoches, o del Sálvame, y un revista científica, deberíamos encontrar un punto medio. No debería caber todo. Es mi modesta opinión. Antonio hablará, y sabremos a qué atenernos. Saludos.
Muchas gracias por los comentarios.. Personalmente no soy relativista. Pero si soy perspectivista: los seres humanos construimos nuestras propias visiones de la realidad DESDE nuestra propia perspectiva, desde las experiencias y construcciones mentales y emocionales previas. No es que niegue la VERDAD, pero esta es un horizonte de posibilidad hacia el que caminamos pero al que nunca llegaremos del todo. Como decia Elliot en sus versos: “No dejaremos de caminar / y al final de nuestro camino / llegaremos al lugar del que partimos / y descubriremos ese lugar por primera vez/
Entre todos y entre todas vamos haciendo camino, excluyendo intransigencias, intolerancia y toda la familia de actitudes excluyentes, agresivas y violentas, como la de Procusto.
Sequeiros, te pido perdón por el tono y la forma de mi comentario de ayer. No me quedé satisfecha, quizá tomé esa deriva porque me quedé enganchada a la truculenta fábula que tomaste como punto de partida y que, a mi criterio, salvo en política (dictaduras de toda índole) y en religión (con condenas, exclusiones y violencia), normalmente no se suele dar a nivel individual, especialmente cuando ubicamos nuestro diálogo en un contexto de respeto, incluso en la discrepancia. Como ocurre en esta página de atrio, donde tanto he aprendido y a la que (moderador y comunidad atriera)le estoy tan agradecida.
Buena semana para tod@s
Ya se sabe que los valores se construyen, suceden, devienen, de ahí que al estar en constante proceso constructivo dotan de provisionalidad su esencia y por tanto dejan a mero intento quien de verdad en ellos la quiera secuestrar. Aquí, en nuestros debates tal consideración cada cual puede conducirla de mejor o peor manera, pero lo que necesariamente los hace posibles ha sido justo la secuestración histórica de esta inconmensurabilidad dada.
¿No hay valores universales, pues?
¿Está defendiendo diferentes derechos ciudadanos en nuestra multicultural sociedad?
A nivel individual, como es el caso de atrio, cuando compartimos y dialogamos, los intercambios pueden ser más o menos “procustos”; en el caso de que así fuese, ya no podríamos hablar de diálogo ni de intercambio de Ideas. Puede existir algo de “procustos”, que desaparece cuando lo que en realidad es intercambio, hay quienes son más impositivos y quienes son menos o nada, sencillamente hablamos de relaciones humanas, gracias a las cuales la humanidad ha ido avanzando y evolucionando, aunque algunas veces se haya hecho en contra corriente, hablaríamos de rebeldía, normal. La fábula de Procustos para estos casos me parece exagerada.
Pero creo que las campeonas del dogma son las religiones y eso no necesita demasiadas explicaciones. Sociedades enteras se han configurado en torno a imposiciones dogmáticas de lo más absurdo que puede concebir la mente humana, porque se mueven en un campo de especulación en todo aquello que escapa a la lógica racional.
El que venga el Procusto de turno y corte o estire hasta el absurdo y lo cruel (Inquisición), imponga y obligue, condene o castigue a los individuos incluso mandándolos al infierno, ¿quién o quiénes son los Procustos en cada momento? ¿quienes rechazan y se someten a las medidas férreas de la cama de hierro preestablecidas?
Quizá no me haya enterado de nada de este artículo. Todo es posible, pero tampoco quiero ser una mema (femenino de memo).
Creo que nunca había escrito un comentario más raro que éste. Aunque me haya llevado a una cierta reflexión, y espero que no me toméis como una Procusta, sencillamente, opino, no impongo. Ni corto cabezas y estiro pies de nadie. Procuro hacerlo siempre que escribo, aún en la discrepancia, sana y, en ocasiones necesaria, ¡faltaría más!
¿Cómo no estar de acuerdo?
Siempre esperanzada, ante lo que Jesús dejó en nuestras manos, intentando hacerlo cada día:
¡Vida!
Dentro de mis limitaciones.
Gracias por ponernos alertas ante “nuestras” imposiciones, sean cuales fueran.
Cuando suelo responder ante un tema expuesto; solo comparto mi mirada, no para que sea seguida por otras personas.
Solo…que esa mirada en mí…se ha convertido en camino y ha ido cambiando según lo que voy percibiendo en cuanto me rodea.
Gracias de corazón porque me hace pensar, reflexionar, y seguir caminando.