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Es preferible un ateo ético a un cristiano indiferente a los sufridores de las periferias

Esta frase no es mía. La ha repetido varias veces el Papa Francisco al ver cómo cristianos rechazan a refugiados famélicos y desesperados que buscan en Europa salvar sus vidas. Quien tiene a Dios en los labios pero está lejos de la sensibilidad humana y de la justicia mínima, está lejos de Dios y su Dios es más un ídolo que el Dios amante de la vida y de la ternura de los oprimidos.

Quien vive los valores de la justicia, de la solidaridad, de la compasión y del cuidado de unos a otros, incluyendo a la naturaleza, está más próximo a Dios que el piadoso que frecuenta la iglesia, hace sus rezos y comulga, pero pasa de largo ante los pobres que encuentra en la calle.

El presidente norteamericano Busch Jr usaba frecuentemente a Dios así como Bin Laden. En nombre de su Dios hicieron guerras y promovieron atentados aterradores. Era un Dios belicoso, enemigo de la vida y destructor despiadado de ciudades enteras con innumerables víctimas, particularmente niños inocentes.

Entre nosotros el presidente Jair Bolsonaro pone a Dios por encima de todo, pero en la práctica lo niega en todo momento con su odio a los negros, a los quilombolas, a los indígenas, a los homoafectivos y a sus adversarios políticos, a los que transforma de adversarios en enemigos a quienes se debe perseguir y difamar. Se ha acostumbrado a la mentira directa, a las fake news hasta el punto de que nunca sabemos cuándo dice la verdad o simplemente está diciendo otra mentira.

Lo más grave, sin embargo, es que el Dios que tiene continuamente en sus labios no le ha movido a tener un gesto de solidaridad con los miles de familias que lloran a sus seres queridos, parientes y amigos. Nunca ha visitado un hospital para ver la dramática situación de la falta de oxígeno y la muerte por asfixia de cientos de personas, como ocurrió en Amazonas. Si por lo menos hiciese una obra de misericordia que es visitar a los enfermos. Su práctica niega a Dios y le convierte en un ateo práctico, anti-ético y perverso.

El odio que destila, la falta de respeto y veneración ante la sacralidad de la vida incorpora rasgos que las Escrituras atribuyen al anti-Cristo. Es propio del anti-Cristo usar el nombre de Dios y de Jesús para engañar y seducir a las personas hacia el camino de la perversidad. Marca del anti-Cristo es su desprecio por la vida y su pulsión por la muerte.

Pero ese Dios es un ídolo porque no es posible que Dios vivo y verdadero quiera lo que él quiere. El ateísmo ético tiene razón al negar este tipo de religión con su Dios que justificó en otro tiempo las cruzadas, la caza de brujas, la Inquisición, el colonialismo, la Shoah judaica y actualmente el genocidio provocado por la Covid-19, particularmente entre los indígenas y los pobres, sin protección en las grandes periferias de las ciudades.

¿Es posible aún creer en Dios en un mundo que manipula a Dios para atender a intereses perversos del poder? Sí, es posible, a condición de que seamos ateos de muchas imágenes de Dios que entran en conflicto con el Dios de la experiencia de los practicantes religiosos sinceros y consecuentes y de los puros de corazón.

Entonces la cuestión hoy es: ¿Cómo hablar de Dios, sin pasar por la religión? Porque hablar religiosamente como Jair Bolsonaro y antes Bin Laden y Busch hablaron es blasfemar de Dios.

Pero podemos hablar secularmente de Dios sin mencionar su nombre. Como bien decía el gran profeta ya fallecido, Don Casaldáliga: si un opresor dice Dios, yo le digo justicia, paz y amor, pues estos son los verdaderos nombres de Dios que él niega. Si el opresor dice justicia, paz y amor, yo le digo Dios, pues su justicia, paz y amor son falsos.

Podemos hablar secularmente de Dios a partir de un fenómeno humano que, analizado, remite a la experiencia de aquello que llamamos Dios. Pienso en el entusiasmo. En griego, entusiasmo se deriva de enthusiasmós. Esta palabra se compone de tres partes: en (en) thu (abreviación de theós=Dios), y mos (terminación de sustantivos). Entusiasmo significa, pues, tener un Dios dentro, ser tomado por una Energía singular que nos hace luchar por la vida, por los derechos y por los empobrecidos.

Es una fuerza misteriosa que está en nosotros pero que es también mayor que nosotros. Nosotros no la poseemos, es ella la que nos posee. Estamos a merced de ella. El entusiasmo es eso, el Dios interior. Viviendo el entusiasmo, en este sentido radical, estamos vivenciando la realidad de aquello que llamamos Dios.

Esta representación es aceptable porque Dios se ha vuelto íntimo y dentro de nosotros, aunque también siempre más allá de nosotros. Bien decía Rumi, el mayor místico del Islam: “Quien ama a Dios, no tiene ninguna religión, a no ser Dios mismo”. Dios mismo no tiene religión.

En estos tiempos de idolatría oficial hay que recuperar este sentido originario y existencial de Dios. Su nombre es amor, es justicia, es solidaridad, es gratuidad, es capacidad de renunciar para el bien del otro, es tener compasión e infinita misericordia. Quien vive en esta atmósfera de valores, está sumergido en Dios. Somos habitados por el Dios interior a través del entusiasmo que da sentido a nuestras luchas.

Sin pronunciar su nombre, lo acogemos reverentemente como entusiasmo que nos hace vivir y nos permite la alegre celebración de la vida.

Leonardo Boff es teólogo y ha escrito Experimentar a Dios hoy: la transparencia de todas las cosas, Vozes 2010.

Traducción de Mª José Gavito Milano

7 comentarios

  • M.Luisa

    Aquello que ha de ser  objeto de discernimiento  sobrepasa toda motivación  ¿qué quiero decir con esto? Que ha sido precisamente la clerecía la que le ha interesado hacer de la fe un producto de mera motivación psíquica, ahorrándose el posterior  razonamiento de ella que es lo fundamental para  que haya  discernimiento.

    La propia clerecía ha hecho innecesaria esta necesidad  de discernimiento  algo que, por cierto, el papa hablando en plural reconoce  ese atentado  participativo   a favor de una fe milagrera,  sin embargo, para que sus palabras  cobren realmente firmeza y resolución no solo tendría que reconocerlo, sino proclamarlo. Mientras tanto dejemos que el no- teísmo trabaje e investigue.

    • Carmen

      Pues sí
      Dejemos que él no teísmo trabaje, investigue y hable sin complejos y sin miedos.
      Porque el teísmo , para mí que no entiendo mucho de estas cosas, es mágico por definición. Intrínsecamente mágico.

  • Antonio Duato

    Suelo los domingos acompañar a Francisco en su aparición para el Angelus a mediodía en punto. Me interesa el breve enfoque que da a las lecturas del domingo y la referencia la actualidad que hace al final.

    Ayer, comentando el evangelio empleó palabras que solemos emplear para rechazar la fe interesada de tantos tanta víctimas de la tentación idolátrica: fe milagrera y fe mágica. Estos son los dos párrafos en que usa estos términos:

     ¿Cuáles son las motivaciones de mi de, de nuestra fe? Necesitamos discernirlo porque entre las muchas tentaciones que tenemos en la vida, entre las tantas tentaciones hay una que podríamos llamar tentación idolátrica. Es la que nos impulsa a buscar a Dios para nuestro para resolver los problemas… Pero así, la fe es superficial y -me permito la palabra- la fe es milagrera: buscamos a Dios para que nos alimente y luego nos olvidamos de Él cuando estamos satisfechos. En el centro de esta fe inmadura no está Dios, sino nuestras necesidades… ¿Cómo pasar de una fe mágica, que sólo piensa en las propias necesidades, a la fe que agrada a Dios?”.

    Si en todas las misas, en todas las catequesis se emplearan estos términos y se fuera consecuente con esto en todas las campañas de oración -como la que promovió el mismo papa con rosarios solemnes por todos los santuarios del mundo para vencer a la Covid-19- creo que se adelantaría mucho en el cambio de cristianismo.

    Y la única alusión a la actualidad fue: “veo algunas banderas peruanas y os saludo a vosotros peruanos, que tenéis un nuevo presidente. ¡Que el Señor bendiga siempre vuestro país!”

  • ana rodrigo

    Me vienen a la cabeza, como supongo que a much@s, montones de personas que se han entregado, han vivido y hasta le han quitado la vida por vivir todos esos valores que refiere Boff: Su nombre es amor, es justicia, es solidaridad, es gratuidad, es capacidad de renunciar para el bien del otro, es tener compasión e infinita misericordia. Quien vive en esta atmósfera de valores, está sumergido en Dios.” sin ser creyentes en que es Dios el que actúa en su voluntad y en su vida.

    Y viceversa, es conocido de tod@s la vida tan impresentable de cristianos dirigentes de la Iglesia, de dirigentes políticos que se dicen cristianos como los ejemplos que pone Boff y de personas de misa diaria que ni valores cristianos ni no cristianos. Depende de lo que cada cual entienda por valores y por ética.

    El plus de la creencia en Dios, conlleva a su vez el concepto o la idea que se tenga en el dios que cree. Si de seguidor@s de Jesús se trata, también depende de si esa opción es cumplir con una religión y sus ritos y normas, o más bien se toma como referente un ser humano que fue capaz de llegar a vivir plenamente como seres humanos.

    En fin, que la complejidad humana es la que marca la vida de cada cual. En este tema los absolutismos sólo son válidos para quien cree en ellos, pero no son universales.

    • mª pilar

      Comparto totalmente tu mirada.

      Mi experiencia personal es así como espléndidamente explicas.

      Un gran abrazo.

      • ana rodrigo

        Un abrazo entrañable, querida Pilar. Creo que lo que digo son meras obviedades, solamente hace falta verlas y reconocer que eso existe. Algo tan fácil de observar como es la realidad, hay muchísima gente que no la acepta por creerse poseedora de la única verdad, que es la suya. Son miradas excluyentes -todos los absolutismos lo son- y, por tanto, muy pobres. Eso sí, la riqueza de la pluralidad siempre es sana.

  • MIREN

    Vamos, lo que se ha venido en llamar el espíritu santo, en toda la vida.

    Es lo propio de los cristianos.