Teodoro Félix nos envía hoy este correo: “Os doy la triste noticia aunque esperada de que Andrés ha dejado de existir y de sufrir esta madrugada. Me ha dicho su cuñada Patti que estaban tratando de que la Ciencia acogiera su cuerpo ya que él quería dejarlo para el estudio e investigación. Cuando sepa algo más ya os volveré a comunicarme con todos vosotros”.
Y otro amigo suyo, José Angel Bergua Amores, Catedrático de Sociología, nos envía una ortizosesiana necrológica. ATRIO, con quien Andrés compartió en estos dos último años, tantos aforismos e ingeniosas reflexiones, está hoy consternado por la triste noticia y unido a él en su definitivo irse. Y al final, una sorpresa. AD.
Andrés Ortiz Osés
Etimológicamente, el término “nada” deriva, por elipsis o supresión, de res nata (cosa surgida o nacida), que forma parte de la expresión rem natam non fecit (no hizo la cosa nacida -o la cosa en cuestión-), del mismo modo que “nadie” proviene, también por elipsis, de homines nati non fecerum (hombres nacidos no lo hicieron), aunque más exactamente de omne nado non fecit (hombre nacido no lo hizo). Nada y nadie se refieren, entonces, a algo que no aparece y a alguien que no actúa, lo cual delata la imposibilidad de pensar la nada como algo distinto a lo que debiera haber o estar, incluso en el caso de que no se presente (o nazca). Del mismo modo, “nunca” deriva etimológicamente de ne-umquam (no + alguna vez u ocasión). Estamos pues ante una obsesiva negación de la tríada nada-nadie-nunca que utiliza el procedimiento de taparla con las faltas de lo que debiera haber o estar. Por cierto, en inglés, esta operación se realiza con más claridad y menos aspavientos: no-thing, no-body, n(o)-ever.
Este hábito es tan poderoso que cuando la filosofía ha llegado o sospechar que la nada fuera algo distinto a la mera negación de la realidad, ausente o no, siempre se ha apartado de esa idea y nunca la ha convertido en el objeto preferente de su reflexión. Sin embargo, en francés personne (del latín persona -máscara-) significa “nadie” (¡además de “persona”!) y rien (del latín res -cosa-) se traduce como “nada”. En este caso, la nada es ocultada, utilizando un término que designa exactamente lo contrario, lo cual se parece a la “denegación” con la que tan a menudo se enfrenta el psicoanálisis. Por ejemplo, cuando el analizando dice “¿no habrá pensado usted que yo quiero matar a mi padre?”, y el terapeuta responde, “disculpe, pero no he abierto la boca”, mostrándose así que lo reprimido se manifiesta negándose. Por la misma razón, en francés la persona y la cosa se dicen exactamente igual que nadie ni nada. Entonces ¿por qué no pensar que en el origen o comienzo designan exactamente lo mismo? Si es así, todos estos líos terminológicos y artimañas personales sólo muestran la incapacidad del pensamiento instituido en Occidente para encarar de frente y sin rodeos la nada a la que está conminado.
En portugués, aunque pessoa (igualmente del latín persona) también significa “nadie”, no designa, como en francés, a la “persona”. Quizás Fernando Pessoa, más conocido como poeta que por su vocación esotérica, utilizó los 72 heterónimos con los que firmó sus escritos para remediar el “fallo” de su lengua y disolverse así, de tan singular modo, en la nada a la que, por su nombre, estaba llamado. En aragonés, el término cosa, significa, como encima de los Pirineos, tanto “algo” como “nada”. Como del portugués nació Pessoa, no es extraño que de los escombros del aragonés haya brotado el pensamiento de Ortiz Osés, tan entregado a juntar las aparentes contradicciones (vida y muerte, masculino y femenino, etc.) que él mismo ha terminado daimonizando a Dios. Ha muerto a los 78 años de edad. Descanse en paz.
Su paciencia y entereza ante el sufrimiento nos sirve de ejemplo a todos. Siempre disfrutaba leyendo sus peripecias del lenguaje que encerraba un certero pensamiento. Como dice mi amigo Isidoro todos nos vamos acercando poquito a poco a la ventanilla. Con el ejemplo de Andrés todos hemos aprendido algo de cómo llegar al final luchando cada día con la tribulación sin dejar de interesarnos por los demás, dejándoles sentir que existe el lado positivo de las cosas y que es importante tener esperanza. De esto vivimos y viviremos hasta el final.
A sus allegados, familia, amigos y conocidos, que comparto vuestro dolor pero me uno a la Iglesia “”orante” por su eterno descanso. Descansa ahora Andrés del sufrimiento y la c r u z que cargaste durante la vida. Ahora estás en l a paz y en la luz de la Misericordia del Señor para siempre.
Saludos
Santiago Hernández
Gracias Antonio, muy interesante.
Me ha llamado la atención su mirada llena de vida y su expresion abierta, acogedora.
Una vida ¡Plena!
Gracias.
Recomiendo a todos esta entrada de Xabier Pikaza sobre su amigo y compañero Andrés
https://www.religiondigital.org/el_blog_de_x-_pikaza/Ortiz-Oses-Dios-evoluciona-palabra-compartida_7_2351834797.html
Allí esta impresionante foto de Andrés vivo, que la que nos envió para ATRIO era más bien un dibujo algo triste…
Descanse en paz
La muerte es como una especie de ventanilla, en la que se nos revelan personalmente, los secretos del arcano, y ante la cual muchos hacemos una larga cola, mitad curiosos y mitad temerosos.
Mucha gente, no contempla esa cuestión ante la muerte, pero una minoría de curiosos por el conocimiento de la realidad, pero sobre todo a los mayores, que ya casi no disponemos de ninguna pasión, esa curiosidad quizás un poco loca e insana, nos sirve de acicate en la espera.
Cuando se muere un familiar, o un conocido, sentimos que la cola avanza, y cada vez estamos más cerca de la ventanilla.
En este sentido, los que tienen la gran suerte, (que no mérito), de creer en una vida posterior a esta, sea cual sea esa ignota realidad, ya se llevan una buena dosis de esperanza y confianza por delante, (en una variante de la apuesta de Pascal).
Yo que intento ser pragmático y práctico, hasta quizás bordear el cinismo, considero que lo más inteligente es jugar sobre seguro, y jugar en un juego donde siempre ganas.
Por eso admiro, como hacia Jesús en su parábola, al administrador infiel, con todos los matices oportunos.
Como apunta hoy el amigo Alberto, es mucho mejor ser inteligente, que bueno pero tonto. Porque el que usa y estimula su inteligencia natural, (que en origen es similar en todos), si la acaba desarrollando suficientemente, acabará tendiendo al bien, pero en caso de no desarrollarla, será una bomba de relojería.
Pero tener fe, o decir llevar una práctica religiosa reglada, no es una cosa voluntaria, sino que vas “donde el corazón te lleva”. (Y donde se escribe “corazón”, hay que leer la mente subconsciente, con ese “daimon”, o “Voz interior”, que nos susurra al oído).
El amigo Andrés ya conoce lo que hay detrás de la ventanilla. Nos ha corrido el turno, y cada vez nosotros estamos más cerca. (Atrio).
Isidoro, la fe reside en la inteligencia y en la voluntad. No es magia. No impide nuestra libertad. Podemos rechazarla y encerrarnos en nuestro propio subjetivismo centrista. Pero es posible “otro conocimiento” y “otra realidad” más allá de la nuestra. Creemos conscientemente porque confiamos en lo que esperamos al final “de lo alto de la “escalera” que es “esperanza cierta”. Hasta allí llegamos con la ayuda de la gracia. Sin ella y sin pedirla, no se accederá a la fe, que requiere la humildad.
Un saludo cordial
Santiago Hernandez
Descanse en paz.Siempre me sorprendió el estoicismo con que escribía de su enfermedad desde que yo le empece a leer…Un buen enfermo…y yo creo que no hay cosa más difícil que ser un buen enfermo….
¡Que descanses en la Paz eterna Andrés!! Gracias por tus pensamientos que nos has compartido…
Y a la familia, trasmitirles mi más profundo sentimiento.
Un muy fraterno saludo, Andrés. No te digo que descanses, sino que disfrutes de la luz que da y es la Vida que conserva y da más vida. Como creo en la esperanza, nos veremos y conoceremos y nos comunicaremos…, y sonreiremos al pensar en nuestras sutilezas…, como un divertimento y un intento de escarbar en el sentido, con poca luz, de esta vida. Un abrazo entrañable.
De Manuel Fraijó:
“Poco antes de morir, decía Severo Ochoa: “Siento irme de este mundo sin saber exactamente dónde he estado”.
El epitafio en la tumba de Bloch, en Tubinga, reza: “pensar es trascender”. Un trascender con minúscula que es esta apertura del espíritu a la historia, a la ciencia, a la teología, a la filosofía, al arte, a la vida, a la muerte.
Entiendo que a ese “trascender” se le puede llamar “espiritualidad”.
Todo esto le cuadra perfectamente al maestro Ortiz-Osés, el compañero Andrés.
Lo lamento y siento. Acompaño en el sentimiento a la familia.
Y que los ángeles salgan a recibirte.
Daba a entender de que estaba sufriendo mucho. Descanse en paz.
Réquiem, amigo. El recuerdo, la sonrisa ante tus cabriolas poéticas, la luz de leerte, el silencio de tu muerte. Et lux perpetua, querido Andrés