Esta semana, en que nuestro aforista Andrés se ha ido por el comentario político, el otro filósofo ha elegido el palo sapiencial del aforismo. Creo que estos dos sabios aportan mucho a Atrio desde su otoño, por lo menos a mí. AD.
El 30% de la natalidad ha descendido en España durante la pandemia. Ni dejar nacer ni querer morir.
El 100% de los parados no se asocia, pero el 100% pide que el Estado les solucione su crisis. En lugar de asociarnos, nos adherimos.
El instinto de conservación y de autoprotección funciona para el individuo, pero no para la especie, si atendemos al máximo problema de la humanidad, que es la ecología.
El mismo éxodo. La travesía del desierto continúa. Los emigrantes de los países pobres viven quince años menos que el resto. Parece que están equivocándose de footing.
Las ¾ partes de la humanidad pasan hambre, Todo cambia, menos el hambre en el mundo, que es de piñón fijo.
El primer mundo se niega a donar el 3% de sus vacunas para el así llamado Tercer mundo, es decir, Primer inframundo.
Caben dos posibilidades: reírse de la humanidad, o reírse con ella. Nadie acepta llorar por ella y con ella.
Escenificación colectiva: algunos nos damos golpes de pecho, pero su eco no llega a los desheredados de la Tierra. No más golpes de pecho y más fragua de hombres y mujeres nuevos.
Los golpecitos de pecho mean culpa, máxima culpa.
¿Y si tanto nos duele, por qué no hacer cirugía profunda, no estética?
Una idea para los amigos y amigas del couching: incluir en la terapia reconfortantes golpecitos de pecho.
No existe el misterio del mal ni el de iniquidad. El mal tiene nombres y apellidos, y no precisamente Adán y Eva. Hacen falta detectives del mal, un oficio con futuro del mal ni el de iniquidad La dificultad da valor a las cosas.
Muy rentable también el oficio de acogida: al acoger al tú me acojo a mí mismo en lo bueno y en lo malo de mí mismo.
Al acoger al malo acogemos su parte buena, y a la inversa: no al maniqueísmo.
La acogida es más un intercambio de fraternidades que de paternidades pegajosas. Si ejercemos de padres acogedores, acojamos también al adulto y al niño que hay en cada uno de nosotros.
Ne dueles, luego eres importante para mí; no me dueles, puedes morirte, perro. La prueba del amor es el dolor, tú existes para mí porque me dueles, no porque yo piense que existo. Tu dolor despierta el mío.
Antes que pensante, la persona es un ser compasivo.
Compasivo no es pasivo con otro pasivo, es apasionado con otro apasionado.
Quien sufre tiene prioridad. Lo único que ha de tomarse en serio son sus sufrimientos, y después viene lo demás.
Ante el sufrimiento del tú pierde su primacía el yo que desea hacer pero no hace.
La simpatía suele ser un toquecito en la espalda, algo impreciso, lábil., superficial.
¡Tanto hablar de empatía como si consistiera en ponerse en los zapatos del otro! ¿Y si el otro no tiene zapatos, cuál es la percha de nuestra famosa empatía?
La compasión es una empatía del endebilitamiento comunicativo (y no el célebre “empoderamiento”).
Y lo peor: pienso, luego me odian.
Arquímedes llevaba razón: Todo cuerpo empoderado en un líquido experimenta un empuje vertical y hacia arriba igual al volumen del desempoderado desalojado.
En el amor se conoce, en la compasión se reconoce. Amar sin compasión no es amar; no se ama porque se conoce, se ama porque se reconoce. Para conocer al tú es necesario acogerle.
Soy amado, luego existo. Entonces ya casi no es necesario pensar.
Esto es lo de hoy, un mochilero de la cultura como ypo no puede dar más de sí.
Nunca escribiré nada que perdure, como el principio de Arquímedes, pero al menos me las apaño para retorcer su colmillo. Rien ne va plus.
Aquello de “como el Pisuerga pasa por Valladolid” o lo de “hoy es día de San José, y como San José era carpintero y los confesonarios son de madera, hablemos de la confesión” se quedan como dichos muy cortos comparados con lo que razona Oscar para incluir sus dos últimos extensos comentarios: “como Arquímedes enunció un principio y conocer el principio de la cosas es necesario para conocerlas, hablemos de cómo se inició en español el uso de la jota y la Y griega“.
Pero pongamos la atención en el texto de Carlos.
Ingeniosa y preñada de sentido la frase “Los golpecitos de pecho mean culpa, máxima culpa”.
Y elijo para mí estas tres frases concatenadas, verdadero programa de personalismo comprometido que ha sido la filosofía que siempre ha predicado Carlos:
Antes que pensante, la persona es un ser compasivo.
Compasivo no es pasivo con otro pasivo, es apasionado con otro apasionado.
Quien sufre tiene prioridad. Lo único que ha de tomarse en serio son sus sufrimientos, y después viene lo demás.
Cuando ayer Errejón quiso llevar a las cortes-patio de escuela los sufrimientos reales de tanta gente, muchos le insultaron y se rieron como aquella que un día dijo “¡Que se jodan!”. Menos mal que muchos le aplaudieron. Me uno a ellos.
Pues imagínate yo.
Personas como Errejón hacen falta a montoooones.
Aunque tengamos que ir al psiquiatra alguna vez en la vida
Merece la pena.
No fueron muchos. Fue un gracioso que dijo: ve al meeedico. Como si los médicos del alma no fueran importantes, que es lo que había planteado el muchacho. Dijo, entre otras cosas , que el número de suicidios diarios en España son diez. Y que se avecina una hecatombe de soledad y desesperación cuando salgamos de la Pandemia.
Y el hemiciclo casi entero le aplaudió a Errejón.
Luego el del médico pidió perdón en Twitter . Por lo visto su cabeza no da más que para escribir un twitt.
Y eso es lo que hay. No sólo en política
Buenas noches.
Repe…
He querido corregir la palabra hecatombe y me ha salido repe.
Sorry.
Pues ya tienen tres.
Gracias Antonio por des-calificar mis Comentarios …
… menos aquellos que apruebas hasta resaltarlos con “Títulos” que me quedan adjudicados sin que yo me haya enterado.
No lo veo como buena metodología “moderadora”.
Óscar. No seas injusto.
Cuando Antonio habla , que lo hace muy poco, sencillamente da su opinión. Creo que tiene derecho.
Mira, sé que lo que pienso acerca de la iglesia en general y de este papa en particular no lo comparte. Y me deja escribir. A lo mejor porque sabe que mi nivel de influencia es mínimo y no hago daño. A lo mejor piensa que el tuyo es muy alto y debe de expresar la suya.
Me alegro de leerte. No coincido contigo en muchas cosas, no entiendo a veces el porqué, la intencionalidad de los textos que cuelgas. Cuando hablas de Europa como si fuésemos los malos del planeta, el origen de todo mal, me indigno. Pero estaba preocupada, pensaba que estabas un poco malico, pero por lo visto es que estabas un poco enfadadico. Más vale así.
Me alegro que estés vacunado. Aquí en España van ahora a empezar con el grupo de setenta -ochenta.
Sigue cuidándote.
Un abrazo
Hola!
“EL PRINCIPIO de Arquímedes” ¡Ok!
Vale la pena detenerse en lo de “PRINCIPIO”
“Solo se conoce bien aquello que se lo vio nacer”
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LA “I” GRIEGA
La irrupción de la J en el mundo de las letras no logró resolver la cuestión de la I vocal y consonante a la vez. Seguían surgiendo confusiones, usos equivocados y opiniones encontradas. ¿Cómo era posible que el símbolo más chico generara tanto problema? Porque, es importante aclararlo, la iota era el símbolo más pequeño del alfabeto griego. Tanto, que se convirtió en sinónimo de pequeño. En 1630, los ingleses decían iota al referirse a una “suma muy pequeña”. Por aquel tiempo, en Alemania la expresión “Nicht ein jota” equivalía a “Ni la más mínima”. Ahí se encuentra la explicación de la frase “No saber ni jota”. El que no sabe ni jota sobre determinado tema es ignorante en dicho conocimiento.
Para conocer cómo se encontró la solución definitiva al inconveniente que planteaba la I, debemos trasladarnos al mundo de los fenicios. Ellos tenían una consonante denominada waw que sonaba como una V y cuyo dibujo representaba un martillo. Es decir que debajo de la V tenía una línea vertical, que vendría a ser el mango del martillo (Y). En tiempo de los fenicios la parte de arriba era más circular y menos angular (como una U). Los griegos (que la llamaron úpsilon o ípsilon) hicieron que la parte de arriba de la letra se pareciera más a una V que a una U. Pero luego los etruscos le quitaron la parte de abajo. Por lo tanto, cuando el alfabeto llegó al tiempo de los romanos, había dejado de ser una Y; simplemente, era una V.
Esto les acarreó más de un problema. Por un lado, en determinados casos los romanos necesitaban la ípsilon para escribir algunas palabras griegas. Entonces, optaron por recuperar la letra que, por haberla traído del alfabeto griego, se denominó I griega. El otro tema a resolver fue que la V que les había llegado de los etruscos también tenía usos como vocal y como consonante (algo ya hemos comentado sobre este asunto). En un principio, solía usarse más el dibujo de la V que el de la U, pero era posible ver escrita la palabra causa y también cavsa. Paso a paso, cada signo fue definiéndose hasta que el hugonote Petras Ramus impulsó la diferenciación entre ambas, al igual que lo había hecho con la I y la J. Su prédica fue tomada por las imprentas que le dieron un lugar específico a cada letra. Pasaron más de 150 años y en 1726 la Real Academia Española estableció, entre muchas otras cuestiones —por ejemplo, la eliminación de la cedilla de la C—, que la V (también llamada uve) se usara para las consonantes y la U para las vocales.
¿Y el tema de la iota que también era ambigua? Ese asunto lo resolvió en 1815, cuando estableció que la vocal sería la I, mientras que Y se convertiría en la consonante. Con la excepción de los finales de palabra, junto con otra vocal. En esos casos —hay, rey, doy, muy—, la ípsilon de los griegos volvería a sonar como vocal. Así se mantiene hasta… hoy.
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[“Historia de Letras, Palabras y Frases” – Daniel Balmaceda – Págs. 59-60]
Muchas gracias Oscar por este interesante Comentario en este “hilo” ciertamente interesante de Carlos Díaz
Hola!
“EL PRINCIPIO de Arquímedes” ¡Ok!
Vale la pena detenerse en lo de “PRINCIPIO”
“Solo se conoce bien aquello que se lo vio nacer”
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LA “i” HOLANDESA
El 26 de agosto de 1572, París era el infierno y el río Sena mostraba su peor imagen: cientos y cientos de cadáveres eran llevados por la corriente, en una interminable procesión de confusiones e intolerancia. Allí, en aquel escenario nefasto de anónimas víctimas, corría el cadáver de Pierre de la Ramée, el impulsor de la última letra que se sumó a nuestro alfabeto: la J.
Pierre de la Ramée —también conocido como Petras Ramus— fue uno de los tantos hugonotes (protestantes franceses) ejecutados durante la denominada Masacre de San Bartolomé. La misma se inició en la noche del 23 de agosto, cuando Carlos IX y su madre, Catalina de Médicis, no pudieron o no supieron controlar a la turba de fanáticos cristianos que se lanzó a perseguir y matar a quienes consideraban sus enemigos religiosos.
El hombre que terminó siendo un cuerpo inerte más en las aguas del Sena había llevado una destacada carrera como humanista. A los ocho años abandonó a su familia y se instaló en París, donde trabajó para costearse los estudios en un colegio nocturno. A los doce ingresó a la Universidad y a los veintiuno daba clases en la misma institución. Pudo haber llevado una vida acomodada a partir de allí. Sin embargo, se rebeló contra una de las corrientes del pensamiento que en ese entonces parecían intocables. Petras Ramus consideraba a Aristóteles un charlatán sin sentido. Por sus teorías, se lo puso en la disyuntiva de mantener el cargo o corregir sus ideas. Optó por seguir sus principios y perdió el trabajo. Ya fuera de la Universidad de París, continuó dando clases en otras instituciones donde su antiaristotelismo le fue permitido. Hasta que se convirtió a la religión de los protestantes y debió marchar de París en busca de nuevos horizontes laborales.
Gracias a la ayuda de cortesanos y religiosos, pudo regresar y dedicó su empeño —además de enfrentar a la escuela aristotélica— a la gramática. Fue en ese período cuando se erigió como el principal promotor de la letra J. Mejor dicho, en el gestor de su resurrección.
Porque, como ya contamos en el capítulo previo, existía la iota desde los griegos. El inconveniente fue que la letra sonaba como vocal en algunos casos y como consonante en otros, como ocurría con la U y con V. Frente al problema, el célebre gramático español Elio Antonio de Nebrija propuso que se estirara un poco más la I consonante, transformándola en “I larga”. Quien terminó imponiendo la propuesta de Nebrija fue el hugonote De la Ramée, ya que gracias a su Gramática el carácter se incorporó a las imprentas bajo el nombre de “iota larga”. Como la corta era vocal y esta era consonante, no la llamaban iota, sino jota. Pero en España tuvo otro nombre. Al principio la conocían como “I holandesa” porque fueron los holandeses quienes la sumaron al conjunto de caracteres en sus precarias máquinas de impresión. Por otra parte, en esas imprentas la I ya venía con el punto encima. Entonces la J también lo tuvo.
La Biblia comenzaba a multiplicarse gracias al gran invento de los tipos móviles. En ella, por la acción del humanista protestante que fue arrojado al Sena, lesus pasó a ser Jesús.
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[“Historia de Letras, Palabras y Frases” – Daniel Balmaceda – Págs. 57-58]
LAS VENAS ABIERTAS DE AMÉRICA LATINA – Eduardo Galeano
“Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez”.
INTRODUCCIÓN:
CIENTO VEINTE MILLONES DE NIÑOS EN EL CENTRO DE LA TORMENTA
1- La división internacional del trabajo consiste en que
– unos países se especializan en ganar y otros en perder.
– Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz:
– se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta.
2- Pasaron los siglos y América Latina perfeccionó sus funciones.
– Este ya no es el reino de las maravillas donde la realidad derrota a la fábula y la imaginación era humillada por los trofeos de la conquista, los yacimientos de oro y las montañas de plata.
– Pero la región sigue trabajando de sirvienta.
– Continúa existiendo al servicio de las necesidades ajenas, como fuente de reservas del petróleo y el hierro, el cobre y la carne, las frutas y el café, las materias primas y los alimentos
– con destino a los países ricos que ganan consumiéndolos, mucho más de lo que América Latina gana produciéndolos.
– Son mucho más altos los impuestos que cobran los compradores que los precios que reciben los vendedores; y, al fin y al cabo, como declaró en julio de 1968 Covey T. Oliver, coordinador de la Alianza para el progreso,
– “hablar de precios justos en la actualidad es un concepto medieval. Estamos en plena época de la libre comercialización…’’
3- Cuanta más libertad se otorga a los negocios,
– más cárceles se hace necesario construir para quienes padecen los negocios.
– Nuestros sistemas de inquisidores y verdugos
– no sólo funcionan para el mercado externo dominante;
– proporcionan también caudalosos manantiales de ganancias que fluyen de los empréstitos y las inversiones extranjeras en los mercados internos dominados.
– “Se ha oído hablar de concesiones hechas por América latina al capital extranjero, pero no de las concesiones hechas por los Estados Unidos al capital de otros países … es que nosotros no damos concesiones”, advertía, allá por 1913, el presidente norteamericano Woodrow Wilson.
– Él estaba seguro: “Un país -decía- es poseído y dominado por el capital que en él se haya invertido”.
– Y tenía razón.
– Por el camino hasta perdimos el derecho de llamarnos americanos, aunque los haitianos y los cubanos ya habían asomado a la historia, como pueblos nuevos, un siglo antes que los peregrinos del Mayflower se establecieran en las costas de Plymouth. Ahora América es, para el mundo, nada más que los Estados Unidos: nosotros habitamos, a lo sumo, una sub América, una América de segunda clase, de nebulosa identificación.
4- Es América Latina, la región de las venas abiertas.
– Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder.
– Todo: la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos.
– El modo de producción y la estructura de clases de cada lugar han sido sucesivamente determinados, desde fuera, por su incorporación al engranaje universal del capitalismo.
– A cada cual se le ha asignado una función, siempre en beneficio del desarrollo de la metrópoli extranjera de turno, y se ha hecho infinita la cadena de las dependencias sucesivas, que tiene mucho más de dos eslabones, y que por cierto
– también comprende, dentro de América Latina, la opresión de los países pequeños por sus vecinos mayores y, fronteras adentro de cada país, la explotación que las grandes ciudades y los puertos ejercen sobre sus fuentes internas de víveres y mano de obra.
(Hace cuatro siglos, ya habían nacido dieciséis de las veinte ciudades latinoamericanas más pobladas de la actualidad).
5- Para quienes conciben la historia como una competencia,
– el atraso y la miseria de América Latina no son otra cosa que el resultado de su fracaso.
– Perdimos; otros ganaron.
– Pero ocurre que quienes ganaron, ganaron gracias a que nosotros perdimos:
– la historia del subdesarrollo de América Latina integra, como se ha dicho, la historia del desarrollo del capitalismo mundial.
– Nuestra derrota estuvo siempre implícita en la victoria ajena;
– nuestra riqueza ha generado siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros:
– los imperios y sus caporales nativos.
– En la alquimia colonial y neocolonial, el oro se transfigura en chatarra, y los alimentos se convirtieron en veneno.
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(Así empieza lo de Eduardo Galeano)
¡¡¡Hermoso!!!
Para mí es básico el amor compasivo; es prioritario el dolor de las personas siempre apaleadas, porque al resto…les-nos sobra…
Es un regalo para mí este art. porque me estremece la frialdad conque miramos a las personas que cada día…no tienen lo suficiente para vivir dignamente…
Gracias, por esta llamada de atención a nuestras mentes, más preocupadas por tener, que por:
¡Ser!
Y sobre todo, desear que todo ser nacido, tenga la posibilidad de:
¡Ser!
Allá donde le lleve la vida.
Un abrazo entrañable.