DADA CUENTA del domingo 31/01/2021

 UNO. Doy por sabido que los lectores de esta columna conocen de sobra al capitán Flint. En La isla del tesoro se cuentan algunos de sus crímenes y sobre todo se asombran de su tesoro, el que busca Hawkins con los piratas que lo cercan y vigilan. En el capítulo treinta y tres se habla de algo que estos días de vacunas, empresas farmacéuticas, coste de los PCR en los laboratorios privados, negocios funerarios con los miles de muertos, tertulianos trabajando a destajo y toda clase de instruidos dando lecciones magistrales a todas horas sobre lo que habría que haber hecho cuando no se sabía qué hacer y lo que no ha de hacerse cuando se hace lo que se sabe, y que al haber oro por medio, y cada vez más en determinados lugares, conviene traer aquí: “Cuanto habría costado reunirlo (…el tesoro, claro…), en términos de sangre y padecimientos, cuántos barcos había enviado al fondo del mar, cuántos valientes habrían tenido que caminar con los ojos vendados por la tabla de madera, cuántos cañonazos, engaños, mentiras, cuánta crueldad. Seguro que nadie sabría echar las cuentas”.

No podemos perder de vista la batalla, pues eso es, entre la Unión Europea y alguna farmacéutica, o varias ya veremos, de cuyo nombre no quiero hacer propaganda, a cuenta del incumplimiento de un contrato ya firmado y que no se publica por mucha declaración democrática que todo gobernante hace. Es decir: el capitán Flint es como el fantasma de Canterville. Esta vivo.

DOS. Alucinados, idosos, locos, esquizos y demás personas consideradas alienadas médicamente abundan y a lo largo de la historia de la especie de Harari han sufrido mucho y han hecho sufrir a sus familiares y a su entorno. Yakoi Kusama, japonesa, 91 años, artista plástica, pintora, escultora desconcertante pues usa materiales maleables no utilizados habitualmente, dice que necesita el arte para espantar a los demonios que siempre, desde niña, la han perseguido. Tiene obra en el MOMA de Nueva York y un museo para su obra, en un edificio de cinco pisos en Tokio, el museo Kusama, su apellido. En su obra conviven, según ella misma y sus críticos de arte, fantasías y realidades, y en ella nada es lo que parece pues el desorden mental, sus alucinaciones y las inquietantes presencias de las sombras propias o ajenas, están allí silentes hablando quedo a quien escucha sus silencios. Pinta, pues, por decisión consciente, las pesadillas que no la han abandonado. “Mi arte es una expresión de mi vida, en particular de mi enfermedad mental”. Uno de sus films más premiados: “La autodestrucción de Kusama”. En novela ha publicado “La cueva de los estafadores de Christofer Street”. Hoy, con sus noventa y un años, y por decisión consciente tomada hace ya un tiempo, reside en un hospital psiquiátrico de donde sale a diario para trabajar en su estudio. ¿Pensaría en ella Rilke, al escribir sus Elegias de Duino? “¿Quién, si gritara yo, me escucharía en los celestes coros? Y si un ángel inopinadamente me ciñera contra su corazón, la fuerza de su ser me borraría; porque la belleza no es sino el nacimiento de lo terrible; un algo que nosotros podemos admirar y soportar tan sólo en la medida en que se aviene, desdeñoso, a existir sin destruirnos”.

TRES. El 17/10/2020 cumplió un año trabajando como cuidadora de una mujer de 90 años, ciega, con alzheimer y viviendo con otra hermana, que organiza la casa, de 83 años. Es, quien celebra su primer aniversario trabajando, sudamericana, originaria de uno de los países más violentos del continente. Vino a España a comienzos de 2019, estuvo en varios trabajos hasta que en octubre de ese año, a través de una compatriota la contrataron verbalmente para cuidar a la anciana ciega. Le pagan en negro. Sin seguridad social. Está en situación irregular en España. El que aconseja a la dueña de la casa y hermana de la invalida de 90 años es un abogado que ejerce en el foro sevillano. Miembro de una hermandad de penitencia. Cuando la cuidadora ha ido a la oficina de extranjería de la Subdelegación del gobierno estatal, le han dicho que hasta que no lleve tres años aquí y le ofrezcan un contrato no puede iniciar los trámites para disponer de permiso de residencia y trabajo legales. La ley es igual para todos, ¡por favor!, ¡éste es un país de democracia social y de derecho!, y además ¡es la Madre Patria! Si los miles de ancianos y personas mayores de 65 años que han muerto desde marzo de 2020 en las residencias de pago, a precio de oro, privadas, concertadas con las Administraciones públicas, se hubieran quedado en su casa y hubieran contratado legalmente, a una cuidadora como la persona de que narro sus peripecias en este tres, es más que probable que estarían vivas, no se hubieran contagiado, habrían restado cuarenta o cincuenta mil personas del desempleo. Pero eso va contra le ley del PP con Aznar y Rajoy y del PSOE con Rodriguez Zapatero y Sánchez con Iglesias que no la han modificado. Francia, país laico que sigue celebrando el día de la Ascensión como festivo y la Pentecostés también y Todos los santos con varios días de vacación, acaba de otorgar la nacionalidad a setecientas personas que, en situación irregular, han ayudado a otros franceses legales a sobrellevar la pandemia, en hospitales, en servicios de limpieza o en casas particulares. Es demasiado pedir algo por el estilo a los representantes políticos elegidos por los españoles parientes de los muertos que miran las pantallas con los gráficos de fallecidos y contagiados y la indecencia (perdón, la incidencia acumulada) cual si de un IBEX terrorífico se tratara. Nos aprovechamos de las personas inmigrantes, especialmente de las mujeres como cuidadoras o empleadas de hogar sin contratos, con sueldos en negro, con largas jornadas, con ojos cerrados de políticos, fiscales, policías, ….lo anunció Honoré de Balzac en “El pobre Goriot”, ”…….la corrupción abunda, el talento escasea. Por lo tanto, la corrupción es el arma de la mediocridad que abunda”.

CUATRO. Como comentarista y escribidor en esta afable tertulia atriera, anda uno partido por medio entre la libertad y la esclavitud, entre la filosofía (o teología según encarte) y la práctica en mi caso de la labor en tribunales y juzgados. Aunque esté mal la comparación, le pasaba a Platón. Sócrates en el Teeteto (por cierto, en La Línea, ciudad sin par y pueblo único entre los 19 soles que decía Martín hace poco aquí mismo, este señor griego tiene una calle a su nombre por la Huerta Faba pero el personal incapaz de pronunciar correctamente su nombre le llama “calle socatrés”) dice que: “Los que han rodado desde jóvenes por tribunales y lugares semejantes parecen haber sido educados como esclavos, si los comparamos con hombres libres, educados en la filosofía y en esta clase de ocupaciones”. Según el griego feico y barrigón los dedicados a la filosofía no tienen problemas de tiempo y no han de rendir cuentas a nadie. Solamente se dedican a alcanzar la verdad. Después de leer los hilos de esta última semana, muy interesantes en conjunto y aleccionadores de una forma u otra, he llegado a la conclusión de que mi negativa a jubilarme en los tribunales y, por ello, mi esclavitud es causa de que no me haya dado tiempo a alcanzar la verdad. No pienso jubilarme desde luego, así que la alcanzaré sólo después de muerto. Me consuelo pensando que, a pesar de las afirmaciones de algunos hilos, a todos les va a pasar como a servidor. Sólo que discurrir entre sus señorías tiene un plus de dificultad para conocer la verdad. Pregunten a los recién salidos de las prisiones que gestiona la Generalitat catalana.

CODA. Fuese a Catalunya el señor Illa a servir al Rey, con licencia de su coronel, y desplazó a la Villa y Corte al señor Iceta que se dice defensor de una España republicana y federal. Deseo que Eloy nos ilustre sobre los sucesos de aquel otro experimento federal y republicano del que bien y mucho sabe.

Alberto Revuelta