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Ovejas sin pastor

      En la Palestina de hace dos mil años el evangelio, con el lenguaje de aquella época y de aquellas gentes, nos dice que la multitud estaba como ovejas sin pastor. Hoy, si miramos atentamente a nuestro mundo globalizado, podemos ver que junto a grandes diferencias con el mundo en el que vivió Jesús, en algunos aspectos se da una situación muy similar a la de aquella época. Lo que no se usaría hoy es esa expresión de ovejas sin pastor.

       Buscando como podríamos describir nuestro mundo, Zygmunt Bauman habla de sociedad líquida para definir el estado fluido y volátil de la actual sociedad, sin valores sólidos, en la que la incertidumbre por la vertiginosa rapidez de los cambios y la omnipresente competitividad han debilitado los vínculos humanos. Lo que antes eran nexos potentes ahora se han convertido en lazos provisionales y frágiles.

      Me parece muy acertada esta visión de Bauman, pero creo que en nuestra sociedad no sólo se ha perdido la solidez de las relaciones humanas. Se ha obscurecido algo tan fundamental como el sentido de la vida humana. Y lo que tenemos entonces es una sociedad desorientada, desquiciada. Es la consecuencia inevitable de vivir en una sociedad capitalista. En la mentalidad capitalista la vida sólo tiene un sentido: conseguir la mayor riqueza posible. Piensan que la insoslayable aspiración a la felicidad de todos los seres humanos se satisface gracias a la riqueza, es ella la que nos permite alcanzar todos nuestros deseos y caprichos. Pero eso nos deja como seres humanos disminuidos, incompletos.

      Pues lo que no logrará nunca un buen capitalista es ser un hombre completo. Está condenado, más bien, se condena a sí mismo a ser el hombre unidimensional, para el cual lo económico es lo básico en la vida. Los valores humanos más elevados –la generosidad, la sensatez, la sensibilidad, sentido de la justicia, le solidaridad, el amor– están ahogados por una ambición insaciable. No le gustaría oírlo, pero es una oveja perdida de las que habla el evangelio.

      Los seres humanos somos seres sociales, un hombre aislado se convierte en un hombre lobo. Es la sociedad, el contacto con los otros lo que nos hace humanos. Relaciones humanas positivas, que comienzan con el amor con el que los padres reciben al recién nacido y continúan en el entorno familiar y social que rodea a la familia. Pero a lo largo de la vida las relaciones humanas se van corroyendo. El individualismo posesivo que domina la mentalidad capitalista y la asfixiante competencia que impone el sistema tienden a desgastar la calidad de nuestras relaciones sociales: mantenemos una relación de cualquier tipo mientras nos sea útil, si no, se abandona. Ovejas que se apartan del rebaño buscando pastos más abundantes.

      Este individualismo, el apartarse del rebaño y buscar pastos sin pastor, es presentado por la propaganda del sistema, como un enriquecimiento humano, un ejercicio de la libertad del individuo. Pero la realidad es que nos deja aislados y tremendamente débiles ante un poder económico sin rostro y sin alma.

      ¿Cómo buscaríamos hoy la solución? ¿Buscando nuevos pastores?

Un comentario

  • Carmen

    Buscando nuevos modelos económicos.

    No sé yo si una persona capitalista es una persona limitada. Tampoco se si una persona socialista es más completa que una capitalista.

    Hay que superar muchas cosas. Muchiiiiiisimas.

    Al menos eso creo.