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Meditación de la técnica, 7/12

 Curso-taller basado en libro del mismo nombre de José Ortega y Gasset (1933). Ver Índice y entradas anteriores 

 

VII

EL TIPO «GENTLEMAN» — SUS EXIGENCIAS TÉCNICAS – EL «GENTLEMAN» Y EL «HIDALGO»

Destilado: La vida consiste en aprovechar las facilidades que el mundo ofrece, para vencer las dificultades que se oponen a la realización de nuestro programa.
Para ello cuenta con la técnica.
Ejemplos que muestran cómo los hombres han buscado realizarse como programas vitales.
Para ello han usado la técnica de diferente modo.
Acá se describe el modo de ser del gentleman inglés.
(opuesto al del bodhisatva de la India –ver anterior Lección VI).

 

Pero, ¿qué es ser gentleman? El camino más rápido para com­prenderlo —ya que necesitamos ahorrar al extremo el número de palabras— se nos ofrece si, exagerando las cosas, decimos: el compor­tamiento que el hombre suele adoptar durante los breves momentos en que las penosidades y apremios de la vida dejan de abrumarle y se dedica, para distraerse, a un juego aplicado al resto de la vida, es decir, a lo serio, a lo penoso de la vida; eso es el gentleman. Aquí se ve también en forma hiriente, por lo paradójica, en qué sentido el programa vital es extranatural. Porque los juegos y los modos de comportamiento que en ellos rigen son pura invención, frente al tipo de vida que la naturaleza da por sí. Aquí, aun dentro de la vida humana misma, se invierten los términos y se propone que el hombre sea en su existencia forzada, de lucha con el medio, según es en el rincón irreal y puramente inventado de sus juegos y de­portes.

      Ahora bien, cuando el hombre se dedica a jugar suele ser porque se siente seguro en lo que respecta a las urgencias elementales del vivir. El juego es un lujo vital y supone previo dominio sobre las zonas inferiores de la existencia, que éstas no aprieten, que el ánimo, sintiéndose sobrado de medios, se mueva en tan amplio margen de serenidad, de calma, sin el azoramiento y feo atropellarse a que lleva una vida escasa, en que todo es terrible problema. Un ánimo así se complace en su propia elasticidad y se da el lujo de jugar limpio, el fair play, de ser justo, de defender sus derechos, pero respetando los del prójimo, de no mentir. Mentir en el juego es falsificar el juego y, por tanto, no jugar. Asimismo, el juego es un esfuerzo, pero que no siendo provocado por el premioso utilitarismo que inspira el esfuerzo impuesto por una circunstancia del trabajo, va reposando en sí mismo sin ese desasosiego que infiltra en el trabajo la necesidad de conseguir a toda costa su fin.

      De aquí las maneras del gentleman; su espíritu de justicia, su veracidad, el pleno dominio de sí fundado en el previo dominio de lo que le rodea, la clara conciencia de lo que es su derecho personal frente a los demás y del de los demás frente a él; es decir, de sus deberes. Para él no tiene sentido la trampa. Lo que se hace hay que hacerlo bien y no preocuparse de más. El producto industrial inglés se caracteriza por estas calidades: es todo en él bueno, sólido, acabado, la materia prima y la mano de obra. No está hecho para venderlo sea como sea, es lo contrario de la pacotilla. Sabido es que el fabri­cante inglés no se amoldaba, como luego el alemán, a los gustos y caprichosas exigencias de los clientes, sino al revés, esperaba con gran pachorra que el cliente se acomodase a su producto. No hacía, apenas, propaganda, que es siempre falsedad, juego sucio y retórica. El buen paño en el arca se vende. Y lo mismo en política: nada de frases, farsas, provocación vil de contagios demagógicos —nada de intolerancia—, pocas leyes, porque la ley una vez escrita, se convierte en el imperio de puras palabras, que como no se pueden literalmente cumplir, obliga a la indecencia gubernamental que falsea su propia ley. Un pueblo de gentleman no necesita constitución; por eso, en rigor, Inglaterra se ha pasado muy bien sin ella, etc.

      Como se ve, el gentleman en oposición al bodhisatva quiere vivir con intensidad en este mundo y ser lo más individuo que pueda, centrarse en sí mismo y nutrirse de una sensación de independencia frente a todo. En el cielo no tiene sentido ser gentleman, porque allí la existencia misma sería efectivamente la delicia de un juego y el gentleman a lo que aspira es a ser un buen jugador en la aspereza mundanal, en lo más rudo de la ruda realidad. De aquí que el ele­mento principal y, por decirlo así, la atmósfera del ser gentleman reside en una sensación básica de holgura vital, de dominio super­abundante sobre la circunstancia. Si ésta ahoga, no es posible educarse hacia la gentlemanerie. Por esto, este hombre que aspira a hacer de la existencia un juego y un deporte, es lo contrario de un iluso; precisamente porque quiere eso sabe que la vida es cosa dura, seria y difícil. Por ello se ocupará a fondo en asegurarse ese dominio sobre la circunstancia —dominio sobre la materia— y sobre los hom­bres. De aquí que haya sido el gran técnico y el gran político. Su afán de ser individuo y de dar a su destino mundanal la gracia de un juego le ha hecho sentir la necesidad de separarse hasta física­mente de los demás y de las cosas y atender al cuidado de su cuerpo ennobleciendo sus funciones más humildes.

      El aseo, el cambio de camisa, el baño —desde los romanos, en Occidente no se lavaba nadie—, serán cosas que tome el gentleman con gran formalidad. Séame perdonado recordar que el water-closet nos viene de Inglaterra. Un hombre de módulo muy intelectual no hubiera nunca ideado el water-closet, porque despreciaba su cuerpo. El gentleman, repito, no es intelectual. Busca el decorum en toda su vida: alma limpia y cuerpo limpio.

      Pero, claro es, todo esto supone riqueza; el ideal del gentleman llevó, en efecto, a crear una enorme riqueza, y a la vez la supuso. Sus virtudes sólo pueden respirar y abrir sus alas en un amplio mar­gen de poderío económico. Y, efectivamente, no se logró de hecho el tipo de gentleman hasta mediados del siglo último, cuando el in­glés gozaba de una riqueza formidable. El obrero inglés puede, en alguna medida ser gentleman porque gana más que el burgués medio de otros países.

      Sería de gran interés que alguien bien dotado y que de antiguo posea intimidad con las cosas inglesas, se ocupase en estudiar cuál es el estado en que hoy se encuentra el sistema de normas vitales que hemos llamado gentleman. En los últimos veinte años la situación económica del hombre inglés ha cambiado; hoy es mucho menos rico que a comienzos del siglo. ¿Cabe ser pobre y, sin embargo, ser inglés? ¿Pueden subsistir sus virtudes características en un ámbito de escasez?

      He oído que precisamente en las clases superiores inglesas se ad­vierte la decadencia del tipo gentleman, coincidiendo con el descenso de las técnicas específicas del hombre británico y con la atroz mengua de las fortunas aristocráticas. Pero no garantizo al lector la exactitud de estas noticias. La incapacidad para percibir con precisión los fenó­menos sociales que padecen aún las personas en apariencia más inte­ligentes es incalculable.

      De todas suertes, hay que ir pensando en un tipo de vida que conserve lo mejor del gentleman y sea, a la vez, compatible con la pobreza que inexorablemente amenaza a nuestro planeta. En los ensayos mentales que para construir esa nueva figura ejecute el lector, surgirá inevitablemente, como término de comparación, otro gran perfil histórico, en algunos rasgos el más próximo al gentleman y que, no obstante, lleva en sí la condición de florecer en tierra de pobreza. Me refiero al «hidalgo». Su diferencia más grave del gentleman consiste en que el hidalgo no trabaja, reduce al extremo sus necesidades materiales y, en consecuencia, no crea técnicas. Vive alojado en la miseria como esas plantas del desierto que saben vegetar sin humedad. Pero es no menos incuestionable que supo dar a esas terribles condiciones de existencia una solución digna. Por la dimensión de dignidad se enlaza con el gentleman, su hermano más afortunado.

18 comentarios

  • mª pilar

    Después de leer atentamente no solo el art. presente, y todos los comentarios, y reconociendo mi sencilla preparación en estos temas.

    Creo, que al leer cómo define Ortega y Gasset, a los gentlemans; creo que nos tenemos que posicionar en el hoy, y hoy, según mi mirada a cuanto me rodea:

    “La mayoría… de esa minoría…no tiene ni de lejos, esas capacidades de buen hacer; dado que lo único que les interesa es, acrecentar sus riquezas a cualquier precio, cueste  lo que cueste”.

    Como siempre habrá excepciones, y hay que agradecer que así sea, porque esas personas, si crean riqueza en su entorno, y propician una vida digna a quienes les ayudan con su trabajo; que sigan creando riqueza no solo para ellos, sino para cuanto les rodea.

    Sé, que es un sueño, que esto fuera una hacer general, pero el ser humano tiene algo en si mismo, que lo adormece y lo convierte en un depredador para el resto de la humanidad, cuando de riqueza se trata.

    Solo tenemos que entrar en nuestra historia… ya ahora sin ir más lejos con la pandemia…

    Solo es, mi sencilla manera de mirar.

    Si fuéramos capaces de vernos como una unidad social, donde toda persona tiene sus derechos:

    ¡Toda!

    Las más capaces y las menos capaces, que de todo hay en este ancho mundo.

  • Honorio Cadarso

    Aunque llego tarde, me ineresa destacar una página de El Quijote, aquella en la que El Cabballero dee la Triste Figura se enfrenta al vizcaíno Iñigo de Azpeitia y lo vence, y lo manda a rendir homenaje a Dulcinea. Don Quijote, de entrada, se tiene a menos de pelear con un criado, por no tener la categoría de hidalgo, pero Iñigo le recuerda que los nacidos en Euskadi, sean nobles o plebeyos, trabajadores manuales o liberales, son todos pos su nacimiento hidalgos.

    A Don Quijote, en mi cuentol, se le vienen abajo todos sus pensamientos, y termina por dejar su oficio de caballería y dedicarse a vender ene Bilbao la leña, madera y carbón vegetal que producen los carboneros del monte Gorbea.

    Esa España que descubrio “mi” Don Quijote sería hoy muy diferente…

  • Honorio Cadarso

    “La pobreza, inexorablemente, amenaza a nuestro planeta”, afirma o pontifica el tema que se nos propone…

    Me sorprender la seguridad y alegría con que se afirma esta visión pesimista de la historia y del presente y del futuro que nos espera. Creo que en el caso de China no se cumple en absoluto ese axioma…Y que termina por ser una justificación de nuestra pereza en la búsqueda y persecución de un mundo mejor.

    Caminamos todos en el mismo barco, la tierra es nuestra única vivienda, el medio ambiente nos envuelve a todos por igual… ¿Acaso Ortega y  Gasset no se quería dar por enterado de esta realidad?

    En cambio, Victor Manuel cantaba “aquí cabemos todos, O NO CABE NI DIOS”

  • oscar varela

    APÉNDICES a “Una Interpretación de la Historia Universal” (OCT9.233-242)
    [El hombre español]
     
    “Toynbee contempla la conducta de españoles y portugueses con los pueblos primitivos que hallaron en África, en América y Oceanía en grueso y en junto, desde fuera y a dis­tancia de periodista extranjero, es decir, a una absoluta distancia.
    – No tiene, pues, la menor idea de aquella realidad, veo que está hablando de lo que, por completo, ignora.
     
    1- Preferiría no hablar nunca en general de un pueblo o nación,
    – no usar expresiones como «los ingleses son de este o del otro modo», «los españoles sienten así o de tal otra manera», sin mostrar antes con suficiente rigor por qué procedimiento se llega a esas generalizaciones y, por tanto, qué sentido ajustado tienen y pretenden.
     
    2- Un estar desde luego abierto a las otras humanidades personales,
    – a los otros seres con­cretos humanos que evidentemente posee el español,
    – lo cual, aunque parezca mentira, es rarísimo entre las demás naciones.
     
    3- ¿De qué procede, a su vez, y en qué se funda esta capacidad de estar previamente,
    – desde luego y como cosa constante y que va de suyo,
    – abierto a los otros hombres que, al menos en esa dosis, es exclusiva del español,
    – hasta el punto de que comparados con él los otros tipos de hombre
    – parecen siempre estar normalmente cerrados,
    – prevenidos y como a la defensiva?
     
    – ¡Menudo tema, señores, escrutar esto a fondo! ¿No es cierto?
     
    4- A esa pregunta, por fortuna, creo sí que puede responderse brevemente, con sencillez y de plano:
    – aquella capacidad de estar siempre -—es decir, normalmente y desde luego— abierto a los demás se origina en lo que es, a mi juicio, la virtud más estupenda y la fuerza histórica más básica del ser español.
    – Es algo elementalísimo, es una actitud primaria y previa a todo, a saber:
    – la de no tener miedo a la vida o, si quieren expresarlo en positivo,
    – la de ser valiente ante la vida.
     Noten que digo «ante la vida».
     
    5- Se puede ser valiente
    – ante este o ante aquel,
    – ante esta o aquella situación,
    – para ejecutar esta o aquella performance, y,
    – sin embargo, ser cobarde ante el vivir mismo, es decir,
    – sentirse incapaz de vivir,
    – sentir terror a vivir si no se dan ciertas condiciones,
    – si no se satisface tal o cual necesidad o placer,
    – si no se logra tal o cual aspiración, comodidades, lujos, éxitos, glorias.
     
     6- Todo condicionamiento de la relación primaria del hombre con la vida
    – quita a aquél independencia con respecto a esta,
    – lo supedita a determinadas condiciones de esta que pueden darse o fallar;
    – le hace, pues, siervo de cierta figura precisa que tiene que tomar la vida
    – para no ser penosa y temible.
     
    7- Mas el español no pone originaria­mente,
    – en esa primera actitud desde la cual se existe y se hace y toma todo lo demás
    – todas las contingencias del destino-,
    – no pone originariamente condición ninguna a la vida.
    – Está dispuesto a vivir sin condiciones,
    – ve la vida como una infinita desnudez, como una ausencia de todo y, sin embargo,
    – eso no le produce ni angustia especial ni desánimo ni pavor.
    – De aquí la famosa falta de necesidades del español
    – que ya señalaba Aníbal y después los romanos y
    – que se ha repetido tanto, pero que no se había explicado.
     
    8- San Francisco de Asís decía: «yo necesito poco, y ese poco lo necesito muy poco
    – Esto puede generalizarse y decirse del modo de ser hombre el es­pañol.
    – El español no tiene última y efectivamente necesidades
    – porque para vivir, para aceptar la vida y tener ante ella una actitud positiva no necesita de nada.
     
    9- De tal modo el español no necesita de nada para vivir,
    – que ni siquiera necesita vivir, no tiene últimamente gran empeño en vivir
    – y esto precisamente le coloca en plena libertad ante la vida,
    – esto le permite señorear sobre la vida.

    • J .Antonio Pastor M.

      Como Franciscano secular o seglar que soy, no puedo resistir a la tentación de nombrar a San Francisco de Asís, que si en los días actuales viviera, al entrar en unos grandes almacenes diría feliz “de cuantas cosas inútiles puedo prescindir”. Esto lo he leído en algún libro que ahora no me acuerdo su titulo y autor pero algo así decía. Por lo que yo me atrevo a decir también que la técnica fabrica o crea muchos objetos y procesos que pueden ser útiles pero también otros muchos que son inútiles o no útiles. Gracias Oscar un taller que toca muchos aspectos. Salud y paz o paz y bien como diría San Francisco de Asís (utilizaba los dos saludos parece ser).

  • oscar varela

    “Algo con que con­viene contar en el presente (1949).
     
    1- Los pueblos europeos están desde hace siglos habituados
    – a que conforme van aconteciendo los cambios históricos haya gentes que se encargan de intentar aclararlos, de procurar definirlos.
    – Ha sido esta la labor de la pura intelectuali­dad.
    – No creo que la pura intelectualidad tenga en la historia un papel cuantitativamente muy importante, pero la realidad es que los organismos sociales europeos estaban habituados a contar con que se haga luz sobre lo que va pasando.
    – Es una función, como la vitamínica, de escaso valor cuantitativo, pero sin la cual el orga­nismo no puede vivir.
     
    2- Por vez primera desde hace muchos siglos esa labor de esclarecimiento
    – ha quedado incumplida durante los últimos veinte años.
    – Los más auténticos intelectuales, por razones diversas y bien fundadas, han guardado absoluto silencio.
    – Y es el caso que durante ellos han acontecido hechos históricos que por su tamaño y su índole pertenecen a una fauna nueva en la his­toria; por tanto, aún más necesitados de aclaración.
    – Al faltar ésta, resulta que, a las angustias, dolores, derrumbamientos, penalidades de toda clase se ha añadido para aumentar el sufrimiento de los europeos, la falta absoluta de claridad sobre eso que sufrían.
    – El dolor quedó y queda multiplicado por la tiniebla en que se produce.
    – Las gentes enduraban tormentos y no sabían ni saben de dónde estos vienen ni quién o qué las atormenta.
     
    3- Europa es ciertamente un espacio, pero un espacio impregnado de una civilización
    – y esta civilización, la nuestra, la europea, se nos ha convertido a nosotros mismos los europeos en algo problemático.
    – Más aún: conversar sobre cualquier tema importante es hoy sobre­manera difícil, porque las palabras mismas han perdido su sen­tido eficaz.
    – Como acontece siempre al fin de un ciclo cultural, los vocablos de las lenguas están todos envilecidos y se han vuelto equívocos.
    – Las dos únicas palabras que conservaban algún pres­tigio —cárcel y muerte— hoy ya no significan nada
    – porque se ha llevado a la cárcel por los motivos más opuestos y más fútiles,
    – porque se ha asesinado bajo todos los pretextos y
    – porque una re­ciente filosofía macabra, una filosofía que viene a ser como una nueva «Danza de la muerte» ha querido convertir a la muerte en borne a tout faire.
     
    4- En el siglo tercero después de Cristo, cuando declina la civili­zación grecorromana,
    – en su poema sobre la caza, el poeta Nemesianus dice ya: “Todo lo que se venía diciendo de antiguo, todas las creencias y todos los decires están envilecidos”.
    – La palabra democracia, por ejemplo, se ha vuelto estúpida y fraudulenta.
    – La palabra democracia era inspiradora y respetable cuando aún era siquiera como idea,
    – como significación algo relativamente controlable.
     
    5- Pero después de Yalta esta palabra se ha vuelto ramera
    – porque fue pronunciada y suscrita allí por hombres que le daban sentidos dife­rentes, más aún, contradictorios:
    – la democracia de uno era la anti­democracia de los otros dos,
    – pero tampoco estos dos coincidían suficientemente en su sentido.
    – Para el inglés es la democracia ameri­cana aquella constitución que permite al pueblo elegir cada cinco años un nuevo tirano.
    – El presidencialismo sería sentido por el inglés como una tiranía con pulsación periódica de ritmo lustral.
    – La palabra democracia, pues, ha quedado prostituida porque ha recibido sobre sí los nombres más diferentes.
    – Esto es de sobra conocido y si yo ahora, un poco más enérgicamente, lo repito es tan solo  porque basta enunciarlo para hacer patente que no es en palabras como esa donde puede resultar fértil y saludable apoyar la palanca para levantar la situación política del mundo.
    – Si los políticos actuales que son ciegos de nacimiento, creen lo contrario, pese sobre ellos íntegra la responsabilidad del fracaso.
     
    6- En verdad, la palabra «democracia» ha sido siempre de una incoer­cible equivocidad.
    – Ya hacia 1850 decía Tocqueville:
    «Ce qui jette le plus de confusión dans l’esprit, c’ste l’emploi qu’on fait de ces mots: Démo- cratie, gouvernement démocratique. Tant qu’on n’arrivera pas á les definir clairement et a s’entendre sur la dófinition, on vivra dans une confusión d’idées inextricables, au grand avantage des démagogues et des despotes. On dirá qu’un pays gouverné par un prince absolu est une démocratie parce que ce prince gouverne au milieu d’institutions qui sont favorables a la con- dition du peuple. Son gouvernement sera un gouvernement, une monarchie démocratique. Or les mots démocratie, gouvernement démocratique ne peuvent vouloir dire qu’une chose, suivant la vraie signification des mots: un gou- vemement auquel le peuple prend une partie plus ou moins grande. Son sens est intimement lié á l’idóe de la liberté politique. (?) Appeler démocratique un gouvernement ou la libertó politique ne se trouve pas, c’est dire une absurdité palpable suivant le vóritable sens du mot.» (Tocqueville, Mélanges, páginas 184-85).
    – No puede decirse que la definición de Tocqueville salve a la palabra «démocratie» de su ingénita confusión.
    – Es más, la definición de Toc­queville, que era un hombre genial, revelaría un radical desconocimiento de lo que es la democracia, a pesar de haber dedicado a su estudio entera su vida.
    – Pues es bien claro que la democracia por sí es enemiga de la libertad y por su propio peso, si no es contenida por otras fuerzas ajenas a ella, lleva al absolutismo mayoritario.
    – Nueva prueba de que es el diabólico vocablo una escopeta cargada que no debe dejarse manejar a esos párvulos del pensamien­to que son los políticos.
    – Pero Tocqueville tiene mucho más y mejor que de­cir sobre la democracia. Es él, por lo pronto, quien nos dice que «elle immatérialise le despotisme». Por supuesto, Aristóteles lo sabía y lo decía más enérgicamente que nosotros: «La de­mocracia radical es una tiranía».

    • mª pilar

      ¡Gracias Oscar!

      Por estos apartados que nos brindas; me parecen importantes, y nos dejan ver con más claridad su pensamiento ante el tema que trata este curso.
      Abrazo.

  • M. Luisa

    El progreso tecnológico según Ortega no está hecho para las masas sino para las élites. En cambio en mi opinión, como ya exprese en otro capítulo, no es así, aunque lo primero que habría que hacer es sacarle ese término tan peyorativo al concepto de masa y reconocer que la técnica está al alcance de  cualquier ser humano.

    Dicho esto ya se intuye que la técnica se concibe ahí de modo genético, por tanto no es que se haya de ir a buscar la técnica en un campo distinto de lo natural  sino considerando su espacio como aquel  marco de realidad donde quedan circunscritas las cosas y al cual  nos mueven a preguntarnos su por qué y su cómo. Es decir, las cosas en nuestro mundo no quedan sólo como tales, como tales cosas o tales otras, para el mero vivir,    sino como reales, como cosas reales para, precisamente, constituirlo. Creo que en este trabajo consiste la técnica.

    Ya Bergson  en la “Evolución Creadora” publicada en 1907 había ya afirmado que el ser humano antes que homo sapiens, es homo faber.

  • Patricia de Buenos Aires

    El punto es (o un punto, al menos) que casi con seguridad

    la mujer (esposa, compañera, como la llamemos) del gentleman

    es, en cuanto a sus posibilidades de realización personal (las que sus “circunstancias” le habilitan)

    casi igual

    a la esposa del bodhisatva

    y a la del hidalgo

    ¿ o no?

     

    Siempre les leo, desde hace muchos años. Con algunos de ustedes concuerdo en casi todo; con otros en casi nada. Casi nunca he participado.

    La cuarentena puede ser también motivadora. Gracias.

     

    • ELOY

      Muchas Gracias Patricia.

      Muy interesante “apunte”.

    • carmen

      Pues si. Seguramente.
      Personalmente no me fío un pelo de esos que llaman gentleman. Suele ser todo fachada y buen hacer…en sociedad.

      Me ha gustado mucho ese apunte,como te ha dicho Eloy.
      Y no me atrevo a hablar más. Como no sé filosofía, debe de haber un montonaaaaazo de cosas que se me escapan de los textos de este señor. Prácticamente todo.

      Pues si. El confinamiento es tremendo. Pero no hay otra . Y tienes tiempo para pensar. Tampoco hay otra. Se plantean muchas cosas.
      Cuídate mucho.

  • Honorio Cadarso

    Bueno, ¿qué hacemos con los gentlemans de las Malvinas, con los que esclavizaron a China en otros tiempos, con los que despojaron a Egipto y a la India de todos sus tesoros artísticos e históricos… etc  etc etc?

    Yo alucino…

  • carmen

    Madre mía y madre mía.

  • Jose Antonio Pastor M.

    La lectura de este texto me ha recordado la maravillosa novela “La vuelta al mundo en ochenta días” del escritor francés Julio Verne. Las peripecias del británico Phileas Fogg y su ayudante Jean Passepartout. Cautivador relato salido de las mas grandes mentes de la imaginación humana y una gran obra de la literatura mundial. No seria de extrañar que Jose Ortega y Gasset estuviera influenciado por esta obra pues estos dos escritores se cruzan en la historia.
    Aquí el gentleman opuesto al bodhsatva de la India se mezclan. Pues este viaje es argumento como tantas veces lo ha sido en otras muchas obras mitológicas del viaje al Oriente. Recorrer la tierra en ochenta días, un señor Británico con su escudero al estilo Don Quijote de la Mancha y Sancho Panza, los eternos opuestos yin y yang del Oriente. Philias Fogg el yang el Don Quijote hacia las causas nobles, Jean Passepartout Sancho Panza el yin, con los pies en la tierra y el buen consejo. Viajar hacia el Oriente, el sueño de todo Señor o Señorito como le llamaban aquí en España, en aquellos años de la democracia orgánica. Ese ciudadano Británico, hombre que tenia todas sus necesidades básicas cubiertas y se permitía el lujo de viajar hacia las tierras de su Imperio y sus colonias, la mujer claro esta, en esa época tenia restringidos los viajes a no ser que fuera con el marido a las colonias como he dicho. El Imperio Británico no solo fue a base de las guerras, si no de la técnica, la máquina de vapor, el barco de vapor, y otros muchos artilugios que ademas utiliza el gentleman Phileas Fogg para lograr su hazaña y ganar la apuesta en la city. La city núcleo de la bonanza económica y laboratorio de lo que ahora es la globalización. Este gentleman Ingles en contraposición a los bodhisatva de la India son dos místicas distintas, pero son dos místicas…otra vez el juego del yin y del yang y el encuentro de ambos en una síntesis que nunca se produce pues es el juego de la vida, todo yin tiene dentro de si algo de yang y todo yang tiene algo de yin dentro de si, es la danza de los opuestos que genera la vida. Y el viaje transcurre también por tierras americanas, donde la técnica y el indio (como así se le llamo al indígena de américa), otra vez la India, se encuentran en una lucha feroz, uno por conquistar el espacio, otro por no desaparecer como desapareció el búfalo. El viaje, símbolo de la vida…como diría Antonio Machado …
    Caminante, son tus huellas
    el camino y nada más;Caminante, no hay camino,se hace camino al andar.Al andar se hace el camino,y al volver la vista atrásse ve la senda que nuncase ha de volver a pisar.Caminante no hay caminosino estelas en la mar.

  • oscar varela

    Fernando Vela: (Secretario de la “Revista de Occidente”) -1932-
    —Pues entonces vamos a ver si, al fin, nos dice usted lo que quedó intacto en su ensayo sobre “el hombre interesante”, a saber, cuál es “el hombre interesante” para la mujer.
     
    Ortega y Gasset:
    —Es un tema sutil que sólo puede ser cazado con red fina,
    como la que usan los pajariteros para coger jilgueros en los alrededores de Madrid. En broma, en broma, se trata de un asunto muy grave. Es evidente que en la evolución de la especie humana influye hon­damente la mujer con sus preferencias. Bajo el título “el hombre interesante” se trata de averiguar cuál es el nódulo humano que la mujer prefiere.
    – ¿Hay alguna tendencia permanente a lo largo de la historia en ese preferir, o cambia en cada pueblo, en cada época, en cada generación?
    – Como ve usted, se pretende nada menos que husmear en uno de los secretos más recónditos de nuestra especie.
     
    Fernando Vela:
    —Sobre ese influjo que ejerce con sus preferencias y sus ensue­ños la mujer en la historia ha publicado usted páginas muy esencia­les en su “Epílogo” al libro de Victoria Ocampo, De Francesca a Beatrice, y en aquellos artículos no reunidos en libro y que se titu­lan La elección en amor.
     
    Ortega y Gasset:
    —Pero en el ensayo de la revista intentaba contestar ya concre­tamente a esas preguntas que acabo de plantear.
    – El trozo publicado no hace sino iniciar la fabricación del microscopio con que habría que investigar el asunto.
    – Se dice en él que hay tres órdenes de condiciones para el enamoramiento auténtico: condiciones de per­cepción de las calidades personales, de emoción con que, una vez percibidas aquéllas, responde el sujeto dejándose arrastrar, y de cons­titución del alma.
    – Un amor auténtico requiere, pues, ciertas dotes muy precisas en esos tres órdenes.
    – Recuerde usted lo que allí sosten­go: “No es cualquiera capaz de enamorarse ni de cualquiera se enamora el capaz“,
     
    El hombre interesante es, sin duda, el que posee en su persona ciertas calidades—lo que hoy se llama “valores“- que, por lo visto, son preferidas por la mujer.
    – Ahora bien: la mujer, individual o racialmente, es más o menos perspicaz para descubrir las calidades varoniles.
    – De aquí que el tipo de “hombre interesante“—de Don Juan triunfante en cada país—nos permite sorprender el secreto de cómo es la mujer de ese país. La sorprendemos in fraganti.
     
    Por otra parte, algo de coincidencia habrá entre esos diversos “hombres interesantes” nacionales que nos permita extraer, acotar un último esquema general de su figura.
     
    Creo que, en postrer resumen, así había yo premeditado planear la cuestión.
    – Ahora bien: ¿qué “valores” son los que parece preferir la mujer en el hombre?
    – No nos fijemos en los matrimonios.
    – El casa­miento no tiene que ver con el amor si no es per accidens.
    – El casamiento tiene otras raíces—sociales, económicas, etc. Y así debe ser.
    – El casamiento es una institución civil y no se te debe estudiar ni juz­gar ni evaluar mirándolo desde la intimidad de la persona—como debe hacerse con el amor—, sino desde la vida colectiva a la cual pertenece.
    – Esto será todo lo paradójico que usted quiera—que el sentido del matrimonio, que es el “hogar” y el “interior” de la fami­lia, etc., tenga poco que ver con la intimidad—, pero es la pura verdad.
    – Hay que hablar del matrimonio como se habla del Parla­mento, de los Tribunales de justicia o del sistema electoral…
     
    Pero volvamos al asunto: ¿qué valores parece preferir la mujer en el hombre?
    – Evidentemente, no prefiere que sepa matemáticas, ni que sea un buen abogado o un excelente físico.
    – La mujer no se ena­mora de eso, ni de ninguno de los talentos que preferimos los hom­bres.
    – También es falso que la mujer se enamore de la belleza mascu­lina.
    – Sobre esto hay mucho que hablar, y hablo largamente en el libro ese que usted me exige tantas veces y del que tiene usted, hace cinco o seis años, impresas ya 150 páginas de gran formato y tetra menuda, titulado: Estudios sobre el amor. Ahora se ha publicado en Alemania, pero yo no quisiera darlo aquí hasta que no pueda escribir las otras 150 páginas que le faltan.
     
    Fernando Vela:
    —Después de molestarle insistentemente por no haber termi­nado este libro, confieso que prefiero esas 150 páginas que acaso es­cribirá ahora a las 150 páginas que usted hubiera escrito entonces. No quiero decir por qué; es cosa que va unida con los años y con ciertos años de la vida.
    – En tratados sobre el amor, tos años deposi­tan decantaciones más exquisitas y maduradas en el hombre que hace el tratado y en la mujer que es un tratado. Pero siga usted.
     
    Ortega y Gasset:
    —¿De qué se enamora, pues, la mujer?
    – Pues lo mismo que nos­otros de una mujer que tenga la cara bonita, ellas de un hombre que tenga el alma “bonita”.
    – No encuentro palabra mejor ni más ade­cuada para lo que quiero decir.
     
    Pero eso que quiero decir es muy difícil de decir, se escapa de entre las manos, de las palabras, como un ratero.
    – El estudio sobre “el hombre interesante” tiene que ser largo y… hemos hablado ya demasiado.
    – El próximo número de la revista reclama su solícita laborio­sidad de abeja, amigo Vela, y a mí me reclaman mis problemas actuales, que son todavía más interesantes que “el hombre interesante“.
    – ¿No le parece a usted que debemos suspender en este punto las confidencias?
    – Queda el tema con un pie en el aire, torsionado en figura de interrogación…
    – ¿Qué será eso de que hay hombres de alma boni­ta?
    – Sólo enunciar tal cosa irrita profundamente a la gente estúpida de nuestro país y es conveniente que la irritemos de cuando en cuan­do…
    – Todos esos pseudo-políticos, pseudo-médicos, pseudo-profesores, pseudo-intelectuales que, incapaces de buscar la verdad, no tienen con ella más relación que irritarse ante ella siempre que la presien­ten, son los hombres de alma más fea, más irremediablemente fea…
     
    La generación que ahora anda alrededor de los veinte años se suble­vará históricamente contra toda esa gente de alma hórrida… Ahí tiene usted una profecía más.
     
    Fernando Vela:
    La conversación ha terminado, como suelen terminar todas las conversaciones, por una interrupción, simplemente porque ya se lleva mucho tiempo hablando, como si una charla tuviera también sus dimensiones, rigurosamente determinadas, como las tiene otro género literario: el drama, la novela, la epístola.
    – La conversación con Ortega siempre resulta rica, fértil, superabundante.
    – Pertenece a ese linaje, muy continuado en España, de los hombres que influ­yen más por su palabra hablada, en la conversación, que por su palabra escrita, en el libro, aun siendo ésta tan enormemente ope­rante.
    – Hay en esto un rasgo muy español, quiero decir muy huma­no, pues el español es quien más importancia da al hombre, al hombre de alma, carne y hueso, presente y mano a mano.
    – Yo me había propuesto con mi interrogatorio encaminar al interpelado hacia cier­tos temas, pero la conversación un género literario, insisto tiene sus formas propias: comienza por un lado, termina por el que me nos se piensa, se interrumpe a lo mejor.
    – Hay que respetar su estilo y no forzarla demasiado.
    – Por eso, aunque no haya conseguido completamente mi objeto, si la mía con Ortega ha sido interesante, henchida de sugestiones y profecías, me contento.

  • mª pilar

    Sería maravilloso, que el “gentleman”  fuera así de “puro en su esencia”.

    Lo que de verdad me impresiona, es, que sea capaz de comprender y valorar a quienes llevan adelante, todo aquello que los “gentleman”  ponen en marcha, porque también eleva la vida de los trabajadores.

    Creo que ahora ese sentido tan total en la persona…se ha deteriorado mucho…

    Sería una hermosa realidad, si en todos los estratos de la vida, hubiera más gentlemans, porque eso:

    Enriquecería la vida, en todo el universo.

    ¡Gracias!

  • Román Díaz Ayala

    Tienes razón, desde el punto de vista de las clases sociales no tiene cabida. Tendríamos que aproximarnos a lo que quiere expresar desde el punto de vista del tipo que encarna el modelo social, igual que decía del bodhisattva que vivía permanentemente colgado de una cuerda ascendente en plan ascetas, pero no quería decir que toda la sociedad india se alimentase del aire.

    Acuérdate que con Ortega se inauguró la generación del 14, un grupo de intelectuales que quería redimir a España salvándola de sí misma y que inauguró Ortega (La  Liga de Educación Política, la conferencia “Vieja y Nueva Política y “Meditación del Quijote”)

    Lo que me maravilla de Ortega es el olfato que tenía para percibir los cambios sociales y aquí lo demuestra manifestando que el modelo inglés estaba ofreciendo signos de decadencia, y no creo que se estuviera refiriendo al crash del 29. El modelo y su sociedad, como demostró la historia posterior.

    Ha sido un placer me ausento de Atrio por un tiempo por asuntos propios.

  • ELOY

    Estamos hablando de una clase de hombres ricos, que en el mundo son minoría., como reconoce el artículo.

    “Sus virtudes sólo pueden respirar y abrir sus alas en un amplio mar­gen de poderío económico.”

    No parece que el modelo pueda establecerse como universal ni en su propio ámbito geográfico.