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La razón femenina

        La diferencia de coloración entre la inteligencia masculina y femenina puede tener algún fundamento genético o biológico, pero desde luego tiene un condicionamiento experiencial e histórico. La mujer es caracterizada por su inteligencia emocional y el hombre por su inteligencia abstracta, pero es que la mujer ha sido apartada a sus tareas domésticas y procreativas, mientras que el hombre ha sido elevado a las tareas emprendedoras y creativas. De este modo se desarrolla la interioridad o invisibilidad de la mujer y la exterioridad o visibilidad del varón, aunque el movimiento feminista está cambiando las cosas drásticamente, haciendo visible lo invisible.

        En todo caso podemos hablar de una inteligencia típica y tópica masculina y de una inteligencia típica y tópica femenina; esta es definida como más asuntiva e intuitiva, aquella como más proyectiva y racioide. Pero repito, las cosas están cambiando no solo al nivel teórico de la cuestión, sino al nivel práctico o convivencial, ya que la mujer recupera espacios ocupados por el hombre, mientras este tiene que reocupar cierto tiempo o tempo otrora asignado a la mujer. También el movimiento homosensual se ha introducido en el debate identitario indirectamente, replanteando el viejo rol machista del hombre y su masculinidad tradicional de tipo patriarcal.

        Aquí quisiéramos abordar la cuestión desde el punto de vista de la razón femenina, ya que la mujer tiene razón en su reivindicación. Pues propugnamos una nueva razón femenina frente a la vieja razón masculina; o más bien defendemos una nueva colaboración entre la razón femenina y la razón masculina. Ahora bien, como esta última ha dominado el mundo y ha fracasado en su belicoso patriarcalismo, corresponde apoyar la razón femenina como alternativa colaboradora entre la razón femenina y la razón masculina, en pro de una razón humana completa. Como decía Voltaire, la mujer representa la domesticación del varón y su razón patriarcal; por su parte, L. Aragon veía en la fémina el futuro y no el pasado del hombre.

        La madre (matriarcal) antecede al hombre (patriarcal), pero la mujer es posterior al varón. Ya desde el Génesis bíblico la mujer es posterior al varón, su porvenir abierto; y en el Jardín del Edén la protagonista es Eva y no Adán. Finalmente, en el Evangelio la clave de la encarnación y nacimiento de Jesús es María de Nazaret, al tiempo que María de Magdala será la clave de su renacimiento o resurrección. Algo parecido ocurre en la filosofía socrática, en la que la sacerdotisa y filósofa Diotima de Mantinea enseña la clave del universo: el amor platónico que asciende desde el cosmos, pasa por lo humano y arriba a lo divino. Sin embargo, es la eclosión actual de la fémina lo que confirma a la mujer como motor de nuestra historia, la mujer y lo femenino, que no es exclusiva de aquella sino también inclusiva del hombre, al menos del hombre que cultiva no solo su ánimo o animosidad sino su ánima o afectividad.

        Podríamos seguir interpretando la feminidad como la interioridad y la masculinidad como la exterioridad, pero teniendo en cuenta que la mujer, encarnación específica de la feminidad, quiere hoy con razón exteriorizar la interioridad y salir del armario (como el hombre reprimido y oprimido), así pues, hacerse visible (tangible parece que ya lo era). Ahora bien, si el fracaso del hombre ha consistido en la relegación de la mujer, el peligro del feminismo radica en relegar al hombre. Necesitamos un diálogo masculino-femenino y femenino-masculino, así pues, una nueva androginia o coimplicidad entre mujer y varón, femenino y masculino, interior y exterior. Ya decía nuestro Ramón y Cajal que la mujer siempre tiene razón cuando se inspira en la especie humana (y no en el mero género, añadimos); pero lo mismo cabe decir del hombre que asume no el mero género sino la especie humana, así pues su complemento o más bien implemento femenino (el cual no es ya su mero suplemento como otrora).

        Sin embargo, hay un independentismo feminista que, como en el caso del independentismo político resulta problemático en el tiempo y el espacio de la interdependencia y la interhumanidad, así pues, de la humanidad del hombre y la mujer. A no ser que concluyamos jocosa y autocríticamente con Jardiel Poncela que lo peor de la humanidad son los hombres y las mujeres; en donde por cierto queda a salvo el andrógino o mezclado simbólicamente de lo masculino y lo femenino.

2 comentarios

  • Iñaki SS

    Gracia Andrés por tu aportación.

    Yo de Sócrates se poco más del…”solo sé que no sé  nada”, pero me he quedado con la clave del universo que nos enseña Dña. Diotima de Mantinea. ” El amor platónico que asciende del cosmos, pasa por lo humano  y arriba a lo divino”.

    Quizá suena un poco “panteista”, pero nos habla de un amor inmortal que parece estar en todas partes. Al menos  así lo entiendo yo. Un amor que al pasar por lo humano, como que nos permite a las personas alcanzar una plenitud capaz de transportarnos a lo divino.

    Cada loco con su tema. Me recuerda alguna de las notas que saqué de las explicaciones de M. Luisa.:

    “En el proceso de humanización podemos decir que va habiendo un cambio, un dinamismo y el impulso de la magia del amor humano que van configurándonos , en plenitud, en una realidad que resulta ser una formalidad abierta, trascendentalmente aprhendida”.

    Entiendo como que, al final del proceso evolutivo de la Humanidad, …”se va acabar viendo que todas las personas han sido, somos y serán partículas significativas, perfectamente individualizadas, de lo trascendente (¿le llamamos divino?).

    Total que el camino hacia el “reinado de una solidaridad anclada en el amor”, (me suena más humano que lo de Reino de Dios), lo estamos recorriendo ya, en pos de la plenitud, (¿le llamamos felicidad?). Y lo hacemos amarrados a la cadena inmortal de un amor,(le llamamos platónico?), que nos hace felices cuando lo damos , lo recibimos o lo devolvemos.

    Saludos a todos y disculpas si se nota demasiado que…”solo sé que no sé nada”.

     

  • Honorio Cadarso

    Por cierto, ayer en misa dominicali conseguí que el celebrante, al rezar la oración por la paz, pidiese la paz “PAA EL MUNDO ENTERO”, porque hasta ayer se detenía en pedir la paz para Euskal Herria…Y ya de paso le dije a una que le asistió en el altar que le sugiriese que al empezar loa homilía, en vez de empezarf por “HERMANOS FELIGRFESES, HERMANAS FELIGRESAS” CAMBIASE EL  ORDEN POR “hERMANAS FELIGRESAS, HERMANOS FELIGRESES”.

    Pues no, las feligresas no habían caído en la cuenta del detalle, y una me comentó “ENCIMA QUE EN ESTA MISA SOMOS EL 90% DE LA CONCURRENCIA”…¿Lo pillan ustedes?