Las grandes culturas que conforman hoy la humanidad están estrechamente conectadas y penetradas hasta los tuétanos por otras tantas religiones. Occidente por el cristianismo, la India por el brahmanismo y el hinduismo, Oriente medio y la franja que va desde Marruecos hasta Indonesia por el islamismo, China por el confucianismo, una forma de religión más bien “arreligiosa” no teísta. Digamos por entendernos que el África subsahariana profesa una religión basada en la veneración de los antepasados, algo que es común también a las culturas del Extremo Oriente.
Cada uno de estos bloques culturales ha definido en su seno una visión de los derechos de la persona humana y de la estructura de sus sociedades que oscila entre una pirámide de signo dictatorial o autoritario en que el poder emana de la fuerza o resulta hereditario, y otra de signo democrático en que el poder reside en el pueblo y es delegado por él a través mediante métodos electorales diversos…
En el caso de las democracias, los miembros de la sociedad tienen una categoría única de “ciudadanos”, mientras en las dictaduras o tiranías se desdoblan en nobles (duques, marqueses, condes, virreyes, etc. etc.); y por debajo en hidalgos, vasallos, parias, esclavos, etc etc.
Ahora bien, la Ilustración, un producto de la reflexión filosófica surgido en Occidente con una carga importante de sentido cristiano (que no de sentido católico o de las iglesias que se atribuyen la herencia del evangelio de Jesús de Nazaret), pretende desterrar o erradicar del planeta humano toda otra concepción e integrar a todas las personas, pero al mismo tiempo coexiste con conceptos colonialistas en los que la riqueza y el nivel tecnológico generan diferencias sangrantes entre zonas geográficas diferentes y colectivos humanos ubicados en un mismo territorio. Más tarde, en el siglo XIX, surge con la revolución industrial la división entre empresarios o propietarios del capital y obreros o proletarios sin más recursos que su capacidad de trabajo.
Excesos que posteriormente pretendió corregir Karl Marx y el sistema comunista mediante la eliminación de las sociedades clasistas y el principio sagrado de “a cada uno según sus necesidades, de cada uno según sus capacidades. Paralelamente, desde el mundo de la cultura confuciana o chino, se proclama la igualdad de todos los seres humanos en derechos y obligaciones y la asignación de funciones dentro de la sociedad y niveles de vida en función de las capacidades y dotes de gestión pública de cada uno, siempre desde el principio de la igualdad de derechos de todos como ciudadanos…
El encuentro entre estos grupos culturales a través del progreso y la globalización ha traído consigo la interrelación cada vez más intensa entre todos ellos que llamamos globalización y que nos funde a todos en unos mismos territorios o nos relaciona a todos por encima de las distancias geográficas. Lo cual nos ha traído a un proyecto de comunidad y gobierno mundial que primero se llamó Sociedad de Naciones y tuvo su sede en Ginebra, y después ha tomado el nombre de ONU con residencia en Nueva York, Estados Unidos. Y en niveles de problemáticas a entidades como el Fondo Monetario Internacional, las organizaciones empresariales, de ámbito mundial, las sindicales de trabajadores por cuenta ajena, etcétera etcétera.
Y de todos modos, al margen y prescindiendo de las religiones, o amparándose verbalmente en los principios de las mismas sobre la fraternidad de todos los seres humanos y su condición de hijos o creaturas de Dios se humilla, explota y sacrifica a miles de millones gratuita e impunemente y las dictaduras, autoproclamándose democracias perfectas, actúan como dictaduras; las guerras siguen y se multiplican, con una diferencia: financian la riqueza de los países más desarrollados, que suministran a precios exorbitados las armas, pero suceden lejos del Primer Mundo, con soldados y víctimas del Tercer Mundo, incluso niños. Eso sí, el planeta está sometido a una explotación de sus recursos que amenaza con hacer imposible la vida humana a un plazo no muy largo.
Y las religiones mientras lanzan proclamas y llamadas a la paz y pregonan cada una sus principios sagrados, conviven e interactúan con los “otros” principios de las sociedades capitalistas y de las especulaciones financieras, e incluso mantienen dentro de ellas mismas estructuras sociales nada igualitarias, eso sí, utilizando, en vez de autoridad, el otro de “JERARQUIA” o incluso el de “INFALIBILIDAD”
Las prácticas y reuniones religiosas tienen lugar en edificios suntuosos, cumbres del arte de milenios, románicos, góticos, renacentistas, con imágenes de la misma categoría que las construcciones, que destacan en pueblos y ciudades sobre el paisaje urbano, que son objeto de explotación turística y fuente de nuevas riquezas, que están en su interior cargados de metales preciosos, extraídos y robados durante siglos en países del Tercer Mundo. Y la instrucción religiosa se imparte en escuelas y universidades más bien accesibles solo a los hijos de las clases acomodadas y financiados con recursos estatales o públicos que se retiran de los que deberían invertirse en necesidades sociales.
Subsisten actividades de signo humanitario financiadas por un número importante de ciudadanos pobres, obras de caridad y de beneficencia, y algunas por grandes fortunas que mediante sus limosnas pretenden justificarse de sus latrocinios a gran escala y de sus paraísos fiscales y asegurarse el calificativo de “filántropos”. Para Jesús Nazareno, y para otros fundadores de religiones, estos personajes recibirían el tratamiento de “SERPIENTES, RAZA DE VIBORAS, SEPULCROS BLANQUEADOS”.
Subsisten fórmulas y teorías que pretenden transferir los principios religiosos en forma de “TEOLOGÍAS DE LA LIBERACION”, ignorando quizá que hay una filosofía y una praxis de la política que no admite planteamientos y normas del mundo religioso, porque los problemas de la sociedad civil tienen que ser tratados en base a soluciones técnicas y de signo civil. La misma teoría marxista, válida como denuncia de los problemas, requiere ser aplicada con fórmulas no aptas para revoluciones.
Y justamente en este empeño de desligar lo político, la gobernanza de los estados y del planeta, la praxis china renegó de las teorías de Mao Tse Tung que consiguieron la independencia del país pero no rompieron con la praxis revolucionaria soviética y se embarcaron en una fórmula confuciana, aceptando principios de la praxis capitalista como el mercado, la libertad de empresa y otras muchas pero enfocando toda la actividad económica hacia el bienestar general de toda la sociedad y la superación del calentamiento global.
Necesitaríamos en este segundo milenio una nueva edición de la Ilustración, de los Leibniz, los enciclopedistas, conjuntada con el Mateo Rizzi misionero en China, para encontrar ese camino que a ciegas intentaron ellos. Necesitaríamos unos movimientos religiosos capaces de romper con sus atadura y su dependencia del poder civil y ocuparse de la trascendencia humana y del más allá, entendido como lo que rebasa e ignora el tratamiento técnico de los problemas cívicos. Necesitaríamos unos doce apóstoles que, como el día de la Multiplicación de los panes y los peces, facilitasen a los ciudadanos los materiales que podrían cubrir abundantemente todas las necesidades y deseos de los seres humanos….
En mi opinión la Ilustración y el Modernismo surgieron como respuesta a los cambios de la sociedad civil que produjo la “revolución industrial” y las nuevas relaciones laborales surgidas de ella. Tuvieron que reorganizar los Estados en democracias liberales o dictaduras de izquierdas y derechas que no tardaron en enfrentarse, en las guerras del s XX. Los vencedores fueron las democracias, con la economía de mercado y consumo que hoy domina como pensamiento único. Para encontrar soluciones no buscaron en la Biblia ni en el mensaje de Jesús, sino en la Razón con nuevos sistemas filosóficos y en la Ciencia con el espectacular avance tecnológico que conllevó.
Tanto fue esto así que el monopolio del saber ilustrado, el paradigma de comprensión del mundo y del ser humano ostentado por las religiones cristianas y sus teólogos junto con su poder, le surge una alternativa independiente y válida, un nuevo paradigma que elimina las religiones y a Dios como base para organizar los Estados y las sociedades, y en la comprensión del mundo y del ser humano. Dios y las religiones quedan relegadas del centro a un lugar privado y marginal que me parece irreversible. Esta situación de la religión la encuentro positiva, pues ahora declararse como católico activo es una cuestión opcional y a contracorriente, y no como antes que era prácticamente obligatorio, obtenías el reconocimiento de “hombre de bien” y además considerado como persona culta, ilustrada. Negarse a la religión era pura rebeldía inmoral, pues no existía una alternativa válida.
Ahora estamos a las puertas de una nueva revolución de mucho mayor calado que la “revolución industrial” para la que la Ilustración y el Modernismo supo construir un modelo de comprensión y organización social que funcionó. No hay modelo ahora, para los nuevos retos que la infotecnología y la biotecnología plantean, ni respuestas suficientes a la estupidez humana que está provocando el calentamiento global, ni alejado suficientemente la posibilidad de una guerra nuclear global de consecuencias apocalípticas. El orden social y la comprensión del mundo y del ser humano que el modelo actual sostiene, ante las nuevas tecnologías resulta obsoleto, no sirve. Filósofos, científicos, …, tienen que encontrar un nuevo modelo que pueda funcionar y permitir la convivencia pacífica de nuestras sociedades en el futuro inminente. Las religiones, la Biblia, el mensaje de Jesús, …, no digo que tengan la solución, pero pregunto ¿tienen algo que aportar al respecto o se quedarán al margen o más bien marginadas?
Yo no veo tan claro que la Ilustración tuviera “una carga importante de sentido cristiano”. ¿Por qué afirmas eso, Honorio?
Hasta donde sé, la Ilustración descubrió y estableció la razón humana como método de pensamiento, de adquisición del conocimiento, de crítica de todo tipo de creencias tradicionales y de verificación, junto con el empirismo. Además, postula la bondad innata del ser humano y la necesidad de crear una sociedad basada en la razón que permita al ser humano explayar su bondad ¿Qué tiene que ver todo eso con el mensaje de Jesús?
Honorio amigo:
Real como la vida que estamos viviendo.
¿Seremos capaces de salir de este bucle mortal, para tantos millones de personas?
mª pilar
Ciertamente, da la impresión que estamos viviendo como una auténtica antología de la estupidez humana: El socialismo no es socialismo, ni se le puede mencionar (al PSOE si le cayera la S, no pasaría nada), las democracias no son democracias aunque así se denominen, el fascismo tiene nombre de partidos políticos incrustados en eso que llamamos democracias, mencionar el marxismo, el original, es mencionar al mismísimo diablo, al capitalismo ni siquiera se puede custionar, a la xenofobia la llaman políticas de inmigración, a la homofobia la califican de antinatura, el machismo no existe y lo llaman violencia intrafamiliar, las mujeres asesinadas por sus hombres o ex son las culpables de su muerte y de los suicidios de sus asesinos, las religiones siguen el principio de haz lo que digo pero no lo que yo hago, a la exclusión de la mujer en la Iglesia, lo llaman principio evangélico, a las inmensas riquezas de la Iglesia católica lo llaman patrimonio histórico-artístico, las arcaicas vestimentas de los clérigos las califican de sagradas…., y podríamos seguir.
Si yo fuese una pintora de las de verdad (que no lo soy ni siquiera de mentira), pintaría un cuadro de arte abstracto, porque el realismo sería incompatibles con lo conceptual.
Di que sí!
Fantástico