Hipocresía funeraria

        Cumpliendo lo anunciado el cardenal McCarrick ha sido reducido, hoy, a estado laical y ha sido expulsado del ejercicio del trabajo sacerdotal. Su delito, sin proceso público conocido, haber conquistado como catamitos a jóvenes, seminaristas de sus diócesis y algunos otros definidos así por el el Diccionario de la lengua castellana editado por la Real Academia Española en 1729: «El paciente, en el pecado de sodomía”. Hoy se ha anunciado esa reducción, empleando la frase “expulsado del sacerdocio”.

        Al cardenal McCarrik se le puede prohibir ejercer el ministerio sacerdotal y presidir la eucaristía. Pero no se le puede expulsar del orden sacerdotal. Miente la organización vaticana y la pléyade de aduladores que, a sabiendas, engaña al pueblo cristiano y a la sociedad civil que lee lo que dįcen y escriben. Ni este Papa ni nadie mientras no se cambie la doctrina de la fe de la Iglesia Romana puede hacer eso.

        Dice así el Denzinger:

         Cap. 4. de la sesión XXIII del Concilio de Trento [De la jerarquía eclesiástica y de la ordenación]

• 1767 Dz 960 Mas porque en el sacramento del orden, como también en el bautismo y la confirmación, se imprime carácter [Can. 4], que no puede ni borrarse ni quitarse, con razón el santo Concilio condena la sentencia de aquellos que afirman que los sacerdotes del Nuevo Testamento solamente tienen potestad temporal y que, una vez debidamente ordenados, nuevamente pueden convertirse en laicos, si no ejercen el ministerio de la palabra de Dios [Can. 1]. Y si alguno afirma que todos los cristianos indistintamente son sacerdotes del Nuevo Testamento o que todos están dotados de potestad espiritual igual entre sí, ninguna otra cosa parece hacer sino confundir la jerarquía eclesiástica que es como un ejército en orden de batalla (cf. Ct 6,3; Can. 6], como si, contra la doctrina del bienaventurado Pablo, todos fueran apóstoles, todos profetas, todos evangelistas, todos pastores, todos doctores (cf. 1Co 12,29 Ep 4,11).

        1767 960 Quoniam vero in sacramento ordinis, sicut et in baptismo et confirmatione, character imprimitur (can. 4), qui nec deleri nec auferri potest: merito sancta Synodus damnat eorum sententiam, qui asserunt, Novi Testamenti sacerdotes temporariam tantummodo potestatem habere, et semel rite ordinatos iterum laicos effici posse si verbi Dei ministerium non exerceant (can. 1). Quod si quis omnes Christianos promiscue Novi Testamenti sacerdotes esse, aut omnes pari inter se potestate spirituali praeditos affirmet: nihil aliud facere videtur quam ecclesiasticam hierarchiam, quae est ‘ut castrorum acies ordinata’ (cf: Ct 6,3), confundere (can. 6), perinde ac si, contra beati Pauli doctrinam, omnes Apostoli, omnes Prophetae, omnes Evangelistae, omnes Pastores, omnes sint Doctores cf. 1Co 12,29 Ep 4,11).

        Dicho esto que es lo que permite orientarse en este embrollo, me permito afirmar, con respeto, pero con libertad, lo siguiente:

        1/ es público que varios obispos y cardenales han afirmado que hacía tiempo habían advertido a quien debía saberlo las aventuras del ahora castigado, a los 88 años. La Sede Apostólica está obligada por decencia humana a juzgar a quienes han ocultado esas denuncias, no las tramitaron en su momento, ordenaron callar a otros y han contribuido por acción u omisión al ascenso en la carrera eclesiástica hasta el cardenalato de este anciano condenado ahora. Hay que tener el alma en tinieblas para consentir semejantes atrocidades a lo largo de sesenta años y esperar a la hora de la muerte para pronunciar penas que de nada sirven ya. Los príncipes de las tinieblas que gobiernan la Iglesia Romana, incluso si eran, han sido o son, Papas deben pudrirse en los infiernos, si existen, o ser detenidos por las autoridades civiles y ser llevados ante tribunales civiles para responder de sus delitos como cómplices, encubridores o coautores de los mismos.

        2/ los engañadores profesionales, clérigos y laicos, creyentes o agnósticos o ateos, que blanquean hipócritamente a la Sede Apostólica haciendo coincidir el anuncio del castigo al cardenal McCarrik con el inicio de las reuniones sobre delitos sexuales de clérigos convocadas por este señor Papa, harán bien en tomar nota de que los creyentes católicos estamos hartos de tomaduras de pelo, de mentiras envueltas en capas pluviales, de técnicas de marketing religioso para ocultar la mísera podredumbre en que se mueven, por el bien de la Iglesia dicen, como la noche en que murió Inocencio X y su cuerpo se dejó solo en una catedral de la Umbría después de ser despojado de sus lujosas vestiduras pontificales , explotando por su enfermedad terrible la podredumbre y el horror. Y que la desafección y el alejamiento no ha hecho más que empezar. Sic transit gloria mundi.

        3/ dado que, por experiencia propia, sé que nuestro Sustentador tiene, a través del azar, el albedrío y la necesidad, un excelente sentido del humor, vamos a ver qué hace la Sede Apostólica con los cardenales Pell y Ezati y con el Nuncio del Papa en París, al que están investigando por tocarle el culo a un joven agente municipal, en una recepción [se trata del nuncio en París. Ver en La Croix. NdA]. Porque también son cardenales, también son ancianos y, parece, que les atraen los catamitos.

        Consciente escribo cardenal McCarrick. Con la doctrina vigente se morirá como obispo de la Iglesia Romana, les guste o no a los hipócritas aduladores que medran a costa de callar, engañar, falsear, disimular y oprimir a crédulos y débiles. Si tuviera el cardenal condenado, como miles de indefensos a lo largo de la historia cuando no se pueden defender, la suerte de que al morir servidor fuera su párroco lo enterraría como a un obispo con mitra, báculo, capa pluvial y misa solemne en latín con nocturno de maitines y Dies irae. Y cantaría el In paradisum, sonriendo al Eterno, pidiéndole, con perdón, que se jodieran los hipócritas funerarios más falsos que judas.

        Alberto Revuelta.