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Cultura occidental y cultura china

Tras oír el anuncio de nuevas elecciones en España y reproches a que Maduro pida ayuda a Rusia y China para las necesidades de la población que EEUU impide importar, dejando otros temas para otros día, me parece que lo más interesante es leer y pensar en este texto de Honorio. AD.

 

En base al libro de Marcelo Muñoz La China del Siglo XXI (comprad en librerías o pedir gratis en PDF) presento aquí un resumen de su visión de este tema con un intento de acercamiento de sus propuestas a realidades de las que somos conscientes y se nos informa a diario.

Europeos y americanos, integrados en una civilización que llamamos occidental, vivimos convencidos casi todos de que nuestra civilización es el eje de todas las civilizaciones y las otras – islámica, hindú, china– deben progresar y progresarán en la medida en que acepten nuestros principios y nuestra filosofía y nuestra ética. O sea que somos el eje del mundo y la cultura más avanzada.

O sea que tenemos un acentuado complejo eurocéntrico. Craso y perjudicial error el nuestro, porque hay otras culturas y civilizaciones, y la nuestra no es la única ni la más importante. Esto no impide recoger e integrar las aportaciones de las otras… Dentro del conjunto de las demás, cabe destacar justamente a las otras tres señaladas anteriormente.

Y por supuesto aceptar que los chinos conocen nuestra civilización mucho mejor que nosotros la suya.

Sería necesario cambiar de perspectiva: más que difundir nuestra cultura, deberíamos pensar en contribuir con nuestros valores a construir una cultura global.  Es la hora de “desoccidentalizar” nuestra cultura y caminar hacia una civilización de civilizaciones.

La ONU ha puesto en marcha un Foro de Naciones Unidas en torno al diálogo de civilizaciones, pero al parecer se centra en una visión de este diálogo centrada en el diálogo de religiones. Pero resulta un poco forzado considerar la religión como el eje sobre el que giran filosofía, moral, política, y todos los otros temas.

Es justamente el problema con el que se tropezó Mateo Ricci al darse cuenta de que la cultura china carece de esa referencia a dios y a la religión, visión en la que se mueve la civilización china.

El jesuita Mateo Ricci se vio obligado a moverse en el plano del encuentro entre la cultura europea y la china a escala científica. Comenzó traduciendo textos europeos al chino y debatiendo con los sabios chinos sobre sus conocimientos y los que él traía de Europa. Y justamente fue Mateo Ricci el que logró interesar a los intelectuales europeos por la cultura china. Leibniz, Voltaire, Montesquieu, los Enciclopedistas, Enmanuel Kant, al que sus amigos llamaron “el chino” iniciaron un intercambio prometedor que luego se malogró con la desautorización de Mateo Ricci por la Iglesia y la persecución de los monarcas Borbones a la Ilustración.

Hoy se repite ese encuentro tres siglos después de aquel.  Kissinger, Montobbio, algunas universidades anglosajonas y europeas trabajan en ese encuentro malogrado, ahora reforzado con el clamoroso triunfo de China en todas las esferas del saber, la tecnología, la economía, en todos los aspectos de la vida internacional.

Interesa destacar, mirando a China, que el confucianismo, esencia de la filosofía china, no fue muy del agrado del Partido comunista chino en sus principios. La Revolución cultural que impulsó Mao Tse Tung intentó prescindir de él, Mao pensó única y exclusivamente en aplicar a China los principios filosóficos de Marx y la praxis de la Unión soviética. Un intelectual chino explicó a Marcelo Muñoz que Zu Enlai frente a Mao defendió la filosofía confuciana. La lucha entre estas dos visiones de la política china condujo al desastre de Tiannanmen y a feroces luchas dentro del comunismo chino, que terminaron por la evolución de China hacia un régimen de corte socialista, con la integración en una economía de mercado. Para ese intelectual, el marxismo tiene validez en el terreno de análisis políticos, pero el confucianismo debe seguir siendo la base de la filosofía ética y política china.

Desde Europa, Enmanuel Kant propone como cimiento de la ética el principio de “haz con los demás lo que quieres que los demás hagas contigo” Exactamente el mismo principio de la ética confuciana. O sea que ese podía ser el comienzo de un acercamiento del pensamiento occidental o europeo con el chino.

Los occidentales basamos la construcción de la convivencia y el ejercicio del poder en la elección democrática de los que lo detentarán, el confucianismo otorga el poder a los que han demostrado más eficacia y empeño en la búsqueda del beneficio del conjunto de la sociedad y en la meritocracia.

En uno y otro caso, con Kant al volante o con Confucio, la referencia a un Ser superior, Dios, resulta extraña y ajena, innecesaria. Y casualmente nos acerca a la frase que pregonan cristianos europeos: “deberíamos vivir como si Dios no existiese…ETSI DEUS NON DARETUR.” Pensemos en Dietrich Bonhöffer, un pastor evangélico que fue ahorcado por conspirar parar asesinar a Hitler…

¿Hasta qué punto es posible acercar esas tres proposiciones a una sola? ¿Y aquella otra del Paraíso: Creced, multiplicaos, dominad la tierra? Tal vez no es imperativo para encontrarnos renunciar cada uno de nosotros a nuestras propias ideas, sino acercarnos en aquellas en las que pensamos lo mismo, sin perder las nuestras.

Tal vez también Occidente debería tener más en cuenta los resultados de la política de los políticos para valorarlos en su justo valor, y no solo valorarlos en función del número de votos que obtengan en las urnas…

Otra vez se encuentra Ricci y Leibniz, los misioneros jesuitas del siglo XVI y siguientes con los sabios chinos de su época. Y frente a ellos, haciendo la contra, los Trump, FMI, Banco Mundial y Finanzas especulativas del neoliberalismo, haciendo el papel que hicieron en los siglos de Ricci el Vaticano y las cortes borbónicas de Francia, España y demás…

 

6 comentarios

  • Antonio Gimenez. Torres

    [Este comentarista ha publicado otros comentarios antes como Antonio, Toni, Antonio GT… Rogamos mantener un nombre siempre igual, para ser reconocido por el sistema y pos los lectores. NdA]

    Credo como, Zapatero, que el díalogo de civilizaciones Es impress inedible y nos ayudaria a conocernos a nosotros mismos

  • Antonio

    Hace ya tiempo que Zapatero, siendo presidente de Espana, hablo de la importancia del díalogo de civilizations, muchos se rieron de el, y ahora no nos entedemos entre nosotros

    • Asun Poudereux

      Posiblemente no hay auténtico discernimiento ni posiblidad de comprensión y entendimiento con uno mismo.
      Creemos ciegamente lo que otros nos dicen. Ahí hay un problema personal de fondo.
      Gracias por estar aquí, Antonio.

  • Gonzalo Haya

    Sería muy interesante que Marcelo, Honorio, o quien sea, nos hable del sistema chino (en su complejidad) y de su fundamento en la filosofía de Confucio. Suscribo totalmente lo que dice Honorio: “Sería necesario cambiar de perspectiva: más que difundir nuestra cultura, deberíamos pensar en contribuir con nuestros valores a construir una cultura global.  Es la hora de “desoccidentalizar” nuestra cultura y caminar hacia una civilización de civilizaciones”. De paso añadiría que quizás el fundamento que sostiene la filosofía de Confucio, sin referirse a dios, quizás sea precisamente el Dios misterio (Deus absconditus) que nosotros ahora estamos buscando en nuestra literatura sagrada.

    • Mª Pilar

      Le aconsejo de corazón, lea el libro de Marcelo Muñoz.
      Gratis, si lo pide a “Cátedra China”.

      En el, Marcelo, a base de conversaciones con personas del poder, de la cultura, del comercio; va desgranando una a una, las dudas que vemos desde fuera; le aseguro que es una auténtica gozada; parece que estemos ahí mismo junto a ellos, compartiendo nuestras dudas.

      No le pondrán ningún problema; personalmente se lo puedo enviar, si me dice su dirección de correo, la mía es:
      pitrusca@yahoo.es
      mª pilar

  • Mª Pilar

    Honorio: Leyendo el libro de Marcelo Muñoz, se siente una cercanía especial, como la que él, ha vivido en todos estos intensos años junto a ellos, a su manera de ser, actuar, compartir.

    Se lo he pasado a mis hijos/as, y hablando con la mayor, que ha recorrido media América Latina, durante casi una veintena de años… me responde, que:

    “Marcelo, no puede evitar la cercanía y la gran amistad… yo diría… el amor que le mueve en todo lo que hace mirando a China”.

    La mirada de Cruz, es más fría, y comenta, que el poder en China es, todopoderoso, y ligado al poder del dinero.

    Entonces, desear, que China, en breve… como intenta que le respondan que va a suceder, según nos relata Marcelo en su libro; que sea una democracia abierta y respetuosa con los DD.HH…. Es quizá… ¿mucho soñar?

    Cierto, que tendremos que esforzarnos más  en conocerles, y a la vez, desear, que ellos hagan lo mismo con nosotros.

    Me puso varios ejemplos, de como actúan ante algo que les puede interesar; no se asocian fácilmente con empresas de otros países; sino que, compran la materia prima… y luego ellos se convierten en fabricantes.

    Si eso fuese así… Un ejemplo:

    Los jamones… ahora los compran frescos, y ellos los salan y secan; después serán los  cerdos…

    Ya no ayudan al país exportador, comprando en el lo que les pueda interesar.

    Eso sería, destruir de alguna manera, la esencia o personalidad de otros países.

    Quizá esté equivocada, porque me siento muy cercana a China, desde que Juan (mi amigo=hermano)  entró en nuestras vidas. Él, ha leído el libro de Marcelo, y dice que China, hace unos años va:

    ¡Como un relámpago!

    Suceda lo que suceda, porque nos guste o no… ¡sucederá! dado el gran tamaño del país; es una gozada leer el libro de Marcelo Muñoz.

    Visto desde su experiencia, China, se convertirá en la primera “fuerza” del mundo. Y sería bueno, intentar conocerles, acercarnos a ellos como hizo Mateo Ricci y sus compañeros.

    Quizá así, podamos comenzar una nueva época, donde… los “saltis banquis…” pierdan toda su fuerza y maldad, para seguir ellos siendo los amos del mundo a cualquier precio.

    Gracias Honorio por este art.

    mª pilar