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La corrupción de lo mejor

        Hace poco tiempo escribí un artículo con este mismo título: “La corrupción de lo mejor”. Me refería a la corrupción a la que habían llegado algunos dirigentes del frente sandinista en Nicaragua. Ahora una carta escrita por el Obispo de Córdoba congratulándose por el triunfo de la derecha en Andalucía me mueve a escribir este artículo. Una carta, en la que un Obispo celebra el triunfo de unas fuerzas políticas que propugnan las medidas más duras contra los emigrantes y defienden un sistema económico que lleva a una cada vez mayor desigualdad, es un claro símbolo de la corrupción a la que muchos miembros de la jerarquía católica han llegado.

        Efectivamente, un gran sector de la jerarquía de las iglesias cristianas (no sólo de la católica) han traicionado claramente el mensaje de Jesús de Nazaret, lo han vuelto del revés. Porque se puede ser ateo, creyente o agnóstico. Se puede creer en ese mensaje o no, pero su carácter social no puede estar más claro: se trata de una postura a favor de los pobres de la tierra y en contra de los poderes que oprimen a los pueblos.

         El resultado inmediato fue que los poderes de su tiempo condenaron a muerte a Jesús por subversivo y lo ejecutaron de la cruz. Pero a lo largo de los siglos lo que hemos visto es que, bajo el nombre de cristianismo, lo que se materializó fue una alianza entre el trono y el altar con la cual ambos poderes se han apoyado y reforzado mutuamente. Lo no se reforzó fue el pueblo llano, los simples fieles que estaban en la nave del templo, sino la gente del altar, la jerarquía.

        No vamos a hablar de todas las circunstancias que fueron llevando a esa trasformación, pero cuando la economía cambia, la jerarquía se adapta a los nuevos poderes, y esa adaptación no puede ser más escandalosa cuando llega el capitalismo. Si lo miramos con la terminología actual, no cabe duda de que el evangelio de Jesús es un mensaje claramente anticapitalista: “No podéis servir a Dios y a la riqueza” “Más fácil es que pase un camello por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los Cielos”. Frente a la competencia universal que fomenta el capitalismo, Jesús pone como mandamiento principal: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.

        A pesar de la línea marcada por la jerarquía, en la iglesia siempre hubo gente que se mantuvo fiel a un auténtico espíritu cristiano. La Historia nos dice que en la iglesia siempre habían existido corrientes que pretendían una vuelta al espíritu evangélico, pero la jerarquía, con su Tribunal de la Inquisición y la ayuda de su estrecho aliado, el poder secular, reprimían enérgicamente todo intento de apartarse de la ortodoxia marcada desde las alturas.

        Con la evolución de la sociedad y los nuevos aires de libertad se consiguió la supresión de la Inquisición y a la paulatina desaparición de los estados confesionales. Esto permitió que las corrientes contestatarias empezaran a levantar la cabeza, sin peligro de que la Inquisición se la cortara. Surge la Teología de la Liberación, y el Concilio Vaticano II da el espaldarazo a las corrientes renovadoras. Pero era mucho el fango acumulado dentro de la estructura jerárquica, y se produce una fuerte reacción contra la Teología de la Liberación y las corrientes renovadoras del Concilio. No cabe duda de que el obispo autor de esta lamentable carta y muchos de sus compañeros de episcopado pertenecen a esa corriente reaccionaria.

        El problema de la falsificación del cristianismo no se da sólo dentro de la iglesia católica. Muchas de las corrientes llamadas evangélicas son una verdadera plaga en América Latina. En Brasil todas las informaciones coinciden en la importancia que para la elección de Bolsonaro han tenido las iglesias evangélicas. Creo que el argumento central, el más utilizado por los propagandistas de estas doctrinas, es el de presentar la riqueza como una bendición de Dios. Dios premiará a sus creyentes fieles con la vida eterna… y ya en este mundo les anticipa la dicha celestial con una abundante riqueza. Frente a la Teología de la Liberación, propagan la Teología de la Riqueza. Esto no puede ser más antievangélico pero resulta atractivo, y a mucha gente la resulta muy cómodo creerlo.

        Cuando llega el Papa Francisco con un gran ímpetu renovador, la Iglesia conservadora, corrupta, que conserva una gran influencia en la curia vaticana y en muchos episcopados del mundo, se le echa encima. Y, por si no tuviera bastante con esa oposición, también desde una parte la izquierda recibe duras críticas. Los elementos más radicales de la izquierda cristiana consideran que no hace bastante y que tendría que hacer reformas más rápidas y profundas. En la izquierda social y política bastante gente considera que la tradicional postura conservadora es consustancial con la Iglesia Católica, y que de ella no puede venir nada bueno. Piensan que la postura actual del papa Francisco es un teatro para evitar el acelerado deterioro de la influencia eclesiástica en bastantes partes del mundo.

        No voy a entrar en la batalla intraeclesial sobre las posturas del papa Francisco. En lo que me quiero fijar es en la repercusión social y política de estas posturas. Es verdad que no faltan razones para mantener una actitud de rechazo ante cualquier cosa que venga de la estructura eclesial, pero quedarse en estas razones sería una mirada muy simplista. Supondría olvidar a todas las personas que a lo largo y ancho del mundo, movidas por su fe cristiana, dan su vida en la lucha por un mundo más justo y más humano. En América latina son centenares los sacerdotes, religiosas y laicos cristianos asesinados en su lucha por la liberación de los pueblos.

        Hasta ahora lo más normal ha sido que los esfuerzos para caminar hacia una estructura social más humana y más justa tropezaran con la oposición de las estructuras eclesiales. Y realmente poco se ha conseguido en ese camino. Ahora hay una posibilidad de cambio, que la fe cristiana, de ser un adversario, pase a ser un aliado en esa lucha por la liberación de la opresión del capital.

        La humanidad se juega mucho en esta batalla. El resultado puede ser que la religión cristiana siga siendo uno de los principales elementos del entramado conservador de la sociedad, o que se transforme en un nuevo aliento, un impulso renovador que reviva el cansado caminar hacia un mundo realmente humano, justo y fraterno.

2 comentarios

  • Hola.

    No sé quién es usted, aunque creo que he leído algún artículo suyo. Nunca me quedo con los nombres.

    Me ha sorprendido un montón ese argumento que cree que esgrime la iglesia evangélica, si es que es una iglesia, lo desconozco. A lo mejor cada pastor o como se llamen ellos va a su aire. No lo sé. Si tienes riqueza es porque dios te ha bendecido. Pues eso parece un argumento judío más que cristiano. Sorprendente.

    Seguramente tiene razón en lo que dice en la segunda parte de su artículo. Confieso que no me fío un pelo del papa actual. Lo siento. Tengo varias razones. A lo mejor es porque no conozco el funcionamiento interno de la organización eclesiástica. A lo mejor es cierto que no puede hacer más que lo que hace. Pues si es así, pues fíjese. Según la iglesia me condenan por lo menos cuatro o cinco veces al infierno. Pues bueno.

    Sé que ha habido y hay un montón de buenas personas que han dedicado su vida a la iglesia. Conozco a bastantes. Pero esto del cristianismo o hay una crisis de esas tsunåmicas o no tiene arreglo. Bueno, visto según lo que mi cabeza entiende de esto, que no es gran cosa. Hablo desde la orilla laica . No soy en absoluto fundamentalista. La verdad es que no soy nada y si me apura, tampoco nadie. Pero soy observadora. También me gusta pensar. Y, francamente, es que no veo salida, salvo la del tsunami y posterior construcción de un nuevo cristianismo. Un cristianismo que quizás nunca llegó a ser.

    En fin. Una opinión.

    Un saludo cordial.

  • Mª Pilar

    Totalmente de acuerdo amigo Antonio.

    Tuve la dicha de conocer y vivir esa experiencia de iglesia, entregada por completo a las personas, y conocí a laicos, hombres y mujeres espléndidos, curas geniales, con una entrega total y absoluta al Mensaje de Jesús, y viviendo como unos más de la comunidad.

    Siempre, a lo largo de la historia, ha habido personas fieles y entregadas a su Mensaje… pero… ahora es más complicado; no es fácil encontrar personas con ese grado de fidelidad a es Proyecto que de verdad, da:

    ¡Vida!

    Se, que esa rica semilla, seguirá cayendo sobre la tierra buena, y en la mediocre, hasta en la mala.

    Y alguien, en cualquier lugar del mundo, volverá a sacarla a la luz, y jamás dejará de trabajar, por que las personas vuelvan a desear-ansiar, levantarse y caminar erguidos para esa:

    ¡Vida!

    Un abrazo entrañable.

    mª pilar