¿Quién es el culpable de los males del mundo, de la emisión en aumento del CO2, del cambio climático, del exterminio animal, de la guerra del Yemen, de la desigualdad creciente, de las supremas amenazas de las biotecnologías e infotecnologías, del dominio abusivo de Google, Facebook, Apple o Amazon, y de que el futuro pueda quedar pronto fuera del control humano? El culpable no es nadie. O es Nadie el culpable, pero ¿quién es Nadie?
Sí, lo sabemos, es la economía neoliberal del sálvese quien pueda, esa “libre” competición universal y desigual, responsable de que cada vez menos gente se enriquezca cada vez más y cada vez más gente gane cada vez menos para vivir. ¿Pero quién es “la economía neoliberal”, el sistema ciego y depredador que asfixia la vida en el planeta? Somos todos, unos más que otros, pero en el fondo nadie.
¿Quién es el culpable de las doctrinas asesinas, de las guerras de banderas, de las violaciones, de la violencia de género, de la marginación de la mujer, de la homofobia?
Son los prejuicios, la cultura, las creencias, las ideologías, las instituciones. Nadie.
¿Quién es el culpable de nuestros odios, celos, codicias, envidias, miedos y angustias, causa de casi todos los males de la Tierra? Nadie lo es. Son los genes, la educación recibida, los abusos y las carencias sufridas en la infancia, la exclusión, la miseria, el abandono. Son las neuronas, las hormonas, la falta de serotonina, el déficit de dopamina. Es la bioquímica. Los algoritmos. O el azar. O la necesidad. O, simplemente, no sabemos. Una cosa es segura: nadie hemos elegido aquello que en última instancia nos hace ser lo que somos y hacer lo que hacemos.
¿Y entonces? ¿Nos quedaremos donde estamos, haciendo lo que hacemos? ¿Dejaremos la historia a su deriva, desistiendo de otro futuro? No. No basta con decir “Yo no he sido, soy inocente”, ni con buscar al culpable y castigarlo, ni dejarlo todo como está porque nadie es culpable. ¿Queda algo? Queda la responsabilidad más allá de la culpa, más allá de los tribunales, por necesarios que sean, más allá de sentencias absolutorias o condenatorias, más allá de penas y castigos que a nadie humanizan.
Cuenta el libro bíblico del Génesis que Adán y Eva, es decir, “Tierra” y “Viviente”, fueron creados por Dios inmaculados, indemnes e inmortales, y fueron puestos en un paraíso de armonía donde no les faltaba de nada. Solamente, Dios les prohibió comer el árbol del conocimiento del Bien y del Mal, es decir, creerse el criterio o el dueño absoluto del bien y del mal, porque eso les llevaría a matar y a morir, como sigue sucediendo. Pero de pronto, sin explicación alguna, una serpiente (que es como decir “Nadie” o “No sabemos ni quién ni por qué”) los sedujo, y comieron. Y todo se malogró: se vieron desnudos, se avergonzaron el uno ante el otro, empezaron a exculparse y a inculpar: “Yo no he sido”, “Ha sido Eva”, “Ha sido la serpiente”. Podrían haber dicho “Ha sido Dios”, si Dios fuera el Señor Supremo que se ha imaginado, el que habría creado a la serpiente y luego les habría expulsado del paraíso. Dios ha sido llamado tanto “Todo” como “Nadie”. Dios es la Voz que te dice: “No eres culpable, ni Dios o Nadie te castigará, pero tampoco te castigues tú ni castigues a nadie, a Nadie. Cuídate, cuida al prójimo, cuida la Tierra, la Vida. Responde del daño, sé responsable”.
Es un hermoso mito. Lo malo es que los mitos se vuelvan dogmas que hay que creer a la letra. Por ejemplo, el dogma del pecado original que se impuso con San Agustín (ss. IV-V). Dice este dogma que todos nacemos con la culpa y el castigo de Adán y Eva, y por ello sufrimos y morimos. Que somos culpables de hacer el mal que no queremos y de no hacer el bien que queremos, y de que vaya el mundo como va. Que todos nacemos culpables y condenados, menos una: María de Nazaret, la madre de Jesús. Que solo ella, por singular favor divino, fue concebida y nació inmaculada, sin culpa ni castigo, sin “pecado original”.
Los católicos lo celebramos ayer, Fiesta de la Inmaculada Concepción. ¿Pero qué celebramos? No lo que dice a la letra este dogma, tan absurdo como el del pecado original y todos los demás. El dogma de la Inmaculada, en su literalidad, resalta nuestra culpabilidad universal y, muy en particular, la culpabilidad de la mujer: hace de María la mujer ideal, perfecta, la mujer irreal e inalcanzable, Nueva Eva desencarnada; ante ella, la mujer real, de carne y hueso, se siente indigna y culpable, merecidamente sometida, vieja Eva pecadora, Eva tentadora, Pandora de todos los males.
No, amigos, no es eso lo que celebramos. En la figura de María nos celebramos en nuestra realidad carnal, contradictoria, abierta. No somos culpables ni estamos condenados. El Ángel de la Vida te dice como a María: “No, tú no eres culpable, nadie te ha de castigar. Eres bendito, eres tierra frágil y bendita, llena de gracia. Cuida la gracia de tu ser. Y aunque no seas culpable, hazte responsable del daño que haces, del bien que no haces y hasta del mal que padeces. Tú puedes, como María, sin ser perfecto ni inmaculado, como tampoco lo fue María”.
(Publicado en DEIA y en los Diarios del Grupo NOTICIAS el 9 de diciembre de 2018)
Carta de un residente en Estados Unidos a la locutora Laura Schlessinger
La Dra. Laura Schlessinger es una conocida locutora de radio de los Estados Unidos que tiene-un programa en el que da consejos en directo a los oyentes que llaman por teléfono. Recientemente-saltó la polémica (y más cuando se mezclan temas de religión y homosexualidad, donde cada-persona interpreta lo que dice Dios y la Biblia de una manera distinta) cuando la presentadora-atacó a los homosexuales. Esta locutora ha dicho recientemente que la homosexualidad es una-abominación, ya que así lo indica la Biblia en el Levítico, versículos 18:22, y por tanto no puede-ser consentida bajo ninguna circunstancia.
Lo que a continuación transcribimos es una carta abierta dirigida a la Dra. Laura escrita por un-residente en los Estados Unidos, que ha sido hecha pública en Internet (no tiene desperdicio):
“Querida Dra. Laura:
Gracias por dedicar tantos esfuerzos a educar a la gente en la Ley de Dios. Yo mismo he-aprendido muchísimo de su programa de radio e intento compartir mis conocimientos con todas las-personas con las que me es posible. Por ejemplo, cuando alguien intenta defender el estilo de vida-homosexual me limito tan sólo a recordarle que el Levítico, en sus versículos 18:22, establece-claramente que la homosexualidad es una abominación. Punto final.
De todas formas, necesito algún consejo adicional de su parte respecto a algunas otras leyes-bíblicas en concreto y cómo cumplirlas:
a) Me gustaría vender a mi hermana como esclava, tal y como indica el Éxodo, 21:7. En los-tiempos que vivimos, ¿qué precio piensa que sería el más adecuado?
b) El Levítico, 25:44, establece que puedo poseer esclavos, tanto varones como hembras,-mientras sean adquiridos en naciones vecinas. Un amigo mío asegura que esto es aplicable a los-mejicanos, pero no a los canadienses. ¿Me podría aclarar este punto? ¿Por qué no puedo poseer-canadienses?
c) Sé que no estoy autorizado a tener contacto con ninguna mujer mientras esté en su período-de impureza menstrual (Lev 5:19-24). El problema que se me plantea es el siguiente: ¿cómo puedo-saber si lo están o no? He intentado preguntarlo, pero bastantes mujeres se sienten ofendidas.
d) Tengo un vecino que insiste en trabajar en el Sábado. El Éxodo 35:2, claramente establece-que ha de recibir la pena de muerte.¿Estoy moralmente obligado a matarlo yo mismo? ¿Me podría-apañar usted este tema de alguna manera?
e) En el Levítico 21:20, se establece que uno no puede acercarse al altar de Dios si tiene un-defecto en la vista. He de confesar que necesito gafas para leer. ¿Mi agudeza visual tiene que ser-del 100%? ¿Se puede relajar un poco esta condición?
f) La mayoría de mis amigos (varones) llevan el pelo arreglado y bien cortado, incluso en la-zona de las sienes a pesar de que esto está expresamente prohibido por el levítico, 19:27. ¿Cómo-han de morir?
g) Sé gracias al Levítico, 11:6-8, que tocar la piel de un cerdo muerto me convierte en impuro.-Aún así, ¿puedo continuar jugando al fútbol si me pongo guantes?
h) Mi tío tiene una granja. Incumple lo que se dice en el Levítico 19:19, ya que planta dos-cultivos distintos en el mismo campo, y también lo incumple su mujer, ya que lleva prendas hechas-de dos tipos de tejido diferentes (algodón y poliéster). Él, además, se pasa el día maldiciendo y-blasfemando. ¿Es realmente necesario llevar a cabo el engorroso procedimiento de reunir a todos-los habitantes del pueblo para lapidarlos? (Lev 24:10-16). ¿No podríamos sencillamente quemarlos-vivos en una reunión familiar privada, como se hace con la gente que duerme con sus parientes-políticos? (Lev 20:14).
Sé que usted ha estudiado estos asuntos con gran profundidad, así que confío plenamente en su-ayuda.
Gracias de nuevo por recordarnos que la palabra de Dios es eterna e inmutable.
Como no sé hacer comentarios aunque estoy totalmente de acuerdo y me ha encantado, he guardado la página del diario Guipuzcoa en la que publican el artículo y me he dedicado a recomendarlo y a pasarlo a “to’ quisque”
Eskerrik asko
Gracias José, por tu análisis e inestimable ayuda para salir de la indignación, impotencia, desesperanza que produce tener que vivir en este mundo global, neoliberal, depredador, que no hemos elegido, pero que es con el que tenemos que apechugar, como humanos, pero también como cristianos adultos en la fe en Jesús de Nazaret y fieles a su proyecto ético, basado en la justicia.
En consonancia con tu exposición, creo oportuno citar a Giocoda Belli, cuando dice:
“No escogemos el país donde nacemos,
pero estimamos el país donde hemos vivido.
No escogemos el tiempo para venir al mundo,
pero hemos de dejar huella de nuestro tiempo.
No podemos evadir nuestra responsabilidad.
No podemos taparnos los ojos, los oídos,
enmudecer y cortarnos las manos.
Tenemos un deber de amor que cumplir,
una historia por hacer,
una meta por conseguir.
No escogemos el momento para venir al mundo.
Ahora podemos hacer el mundo,
en el que nacerá y crecerá
la simiente que tragimos con nosotros”.
Esa es nuestra responsabilidad y también nuestra esperanza.
FELIZ NAVIDAD 2018!!!
¡Ta’güeno, Joan, ta’güeno!
Felicidades!
Qué bonito.
Y además realista a tope. Al leer textos como éste, entiendes que hay que seguir.
Un saludo cordial.
Gracias, Joan, buen texto para seguir caminando, luchando y esperando.
La sumatoria de actitudes individuales y su encadenamiento crean las faltas colectivas de las cuales nadie es responsable.
Se puede ver esto en todas las organizaciones humanas.
Hola!
1- Interesante
2- semi-poético
3- muy rebuscado
4- nada “civilizado”
Óscar.
Ayer me acordé de ti. Por el partido.
Uf, tenía miedo que se liara, pero no. Todo el mundo feliz.
Espero que haya ganado tu equipo.
Gracias Carmen!
No ganó mi equipo
Soy viejo de Boca
Las dos cosas (viejo y de Boca)
……………..
Mi hijo y nietos
de River desde siempre.
……………..
¡Viva la diferencia!
No. No basta con decir “Yo no he sido, soy inocente”, ni con buscar al culpable y castigarlo, ni dejarlo todo como está porque nadie es culpable. ¿Queda algo? Queda la responsabilidad más allá de la culpa, más allá de los tribunales, por necesarios que sean, más allá de sentencias absolutorias o condenatorias, más allá de penas y castigos que a nadie humanizan.
Central, lo que aquí se dice. Y me pregunto,¿Cómo se llega a ser responsable viviendo como se vive rodeado de tanta huída e ignorancia?
Muchas gracias. Hay mucho en ello por hacer.
Precioso.
Y cierto. Me ha gustado un montonazo lo que ha dicho: más allá de la culpa está la responsabilidad personal.
Detesto la palabra culpa. Otra más. Me voy a quedar sin palabras a este paso. Pero la culpa la detesto profundamente. Hablemos de responsabilidad , de errores, y dejemos la palabra culpable o no culpable para los jueces, pero los de oposición .
Es usted único. Tiene una habilidad para soltar zascas de manera poética, envidiable.
Feliz Navidad. Ya está aquí, muy cerquita.