Mañana domingo se celebrará en la plaza de San Pedro de Roma la canonización colectiva de siete nuevos santos (ver en página enlazada sus nombres y vidas, que es interesante). En orden oficial, tras el papa Pablo VI, está el arzobispo Oscar Romero. Sus seguidores (empezando por Bergoglio) se rinden ante las pompas de Vaticano. Aunque otros, como José María Vigil, no se olvidan que el pueblo quien ya canonizó a San Romero de América. AD.
Me preguntaron: ¿Tiene sentido para nosotros la canonización de Romero?
«Que no canonicen nunca a san Romero de América, porque le harían una ofensa. Él es santo de un modo muy particular. Ya está canonizado. Por el Pueblo. No hace falta nada más».
Se lo decía yo a Jon Sobrino cuando visité el sepulcro del arzobispo mártir. Le decía: “Mira, Jon, que a nadie se le ocurra canonizar a Romero, porque sería como pensar que la primera canonización no sirvió”…». (Pedro CASALDÁLIGA, El vuelo del Quetzal. Espiritualidad en Centroamérica, Managua 1988, p. 10; disponible en: http://independent.academia.edu/PedroCASALDALIGA).
Pedro Casaldáliga se lo contaba así a los campesinos y agentes de pastoral de Panamá, a su vuelta de Nicaragua y El Salvador, allá por los años 1987/8, en diferentes retiros, charlas meditaciones. Me pasaron la transcripción de los casetes, e incluí ese pensamiento en El Vuelo del Quetzal, el libro que organizamos con aquellos y otros materiales pastorales de su «campaña de solidaridad pastoral» con tantas comunidades de base y grupos campesinos de Centroamérica.
Ciertamente, la tumba de Romero que visitó Casaldáliga –instalada al principio en el propio crucero de la catedral de San Salvador, a sólo unos metros del altar desde el que pronunciaba aquellas sus homilías de fuego, que paralizaban el país y se escuchaban en la montaña reproducidas por los radiotransistores de los campesinos y los pobres de todo el país–, aquella tumba, grande por cierto, literalmente cubierta de flores, candelas, velas, exvotos y fotografías de agradecimiento, sobres llenos peticiones escritas… era tan visitada y acariciada y besada por aquella interminable fila constante de salvadoreños de los estratos más pobres y populares… que hubo que trasladarla a la cripta, porque aquel «clamor popular» inutilizaba la catedral para servir como tal, con el culto normal de una catedral.
Y así mismo eran las cosas en los primeros siglos de la Iglesia. Obviamente, no había «procesos de canonización». Era la «aclamación y la devoción popular» lo que de hecho definía el «canon», la medida de la santidad reconocida en la Iglesia. No había un registro oficial –lo que luego sería el «Santoral y el Martirologio Romanos»–, ni mucho menos se había concretado todo en un proceso jurídico especializado (y económicamente costoso) en la Curia Romana. Esto no sucedería hasta el siglo XIII, cuando las canonizaciones quedaron reservadas a Roma y al Papa.
El estudio estadístico de la «población» canonizada en el último milenio no deja de ser significativo: «Entre los siglos X y XIX Roma canonizó un 87% de hombres y un 13% de mujeres. Aquí se revela un modelo masculino ampliamente predominante, que corresponde fielmente a la tradicional inferioridad de la mujer en la Iglesia. Sin que el procedimiento se haya modificado para favorecer a las mujeres, en el siglo XX la proporción pasa a 76% de hombres y 24% de mujeres» (cfr. RELaT nº 150, servicioskoinonia.org/relat/150.htm). El modelo predominante de persona canonizada es blanca, masculina, no casada, clérigo, religioso/religiosa… y mayormente de clase alta.
Tradicionalmente la canonización ha venido estando prácticamente vedada a los cristianos/as laicos, por lo trabajoso que resultan los procesos investigativos e históricos necesarios, la lentitud de la burocracia de las congregaciones romanas y, sobre todo, el elevadísimo costo económico de los procesos. Sólo clérigos que cuenten con el respaldo de una Iglesia local, o religiosos/as cuya congregación esté interesada en exaltar su santidad, pueden ser «candidatos» viables y con posibilidades reales de clasificar.
Canonización rápida y muy aclamada fue la de José María Escrivá; el Opus Dei, colocado por aquel entonces en la cumbre del escalafón de las entidades influyentes en el Vaticano del papa Vojtyla, se empleó a fondo en su promoción, y su «canonización» resultó ser –dijo el Opus– la que había reunido más gente en la Piazza di San Pietro de Roma… La explicación no era difícil: sólo el fundador de una institución con muchos miembros laicos de clase alta podría pagarse tantos vuelos a Roma desde todos los continentes. Pero dejó de ser la más numerosa cuando, al poco tiempo, fue canonizado el P. Pío de Pietralcina, cuyos devotos no eran tan pudientes económicamente, pero eran mayoritariamente italianos, y se pudieron acercar muy fácilmente a Roma, masivamente. El número de asistentes a una canonización no mide el valor de la «aclamación popular» de un santo.
El caso de Romero fue también una «aclamación popular». Romero se convirtió en «el centroamericano más conocido» en todo el mundo, el «salvadoreño más universal». No fue un santo local, de una Iglesia diocesana concreta, ni de un país, ni siquiera de la Iglesia Centroamericana, o de la entera Iglesia de América Latina, sino un santo «universal» –aclamado en todas las geografías–, y «ecuménico», reconocido también por las Iglesias protestantes –se ha hecho célebre la figura de Romero, en piedra, entre las figuras de la catedral de Westminster…–. Fue también un santo «macroecuménico», reconocido y aclamado por agnósticos y no creyentes, más allá de las fronteras de la fe y de las religiones. Santo, pues, Romero, por «aclamación popular» del Pueblo de Dios, por «aclamación mundial», en los muchos «pueblos de Dios».
¿Qué más canonización necesita Mons. Romero? ¿Qué le falta? ¿Qué le podría añadir una «canonización oficial» en Roma? Son las preguntas que, decimos, ya se respondió a sí mismo Casaldáliga cuando visitó la tumba de Romero en San Salvador en los 80 del siglo pasado: «él es santo de un modo muy particular. Ya está canonizado. Por el Pueblo. No hace falta nada más». A muchos de nosotros hoy nos sigue valiendo aquella respuesta que él se dio hace treinta años.
Pero es que, además, con todo este tiempo que ha transcurrido desde entonces, hemos entrado «en otra época»… Han cambiado muchas cosas, y hemos cambiado también mucho nosotros mismos. Extrapolando las palabras de Casaldáliga, hoy podríamos decir: «Que no lo canonicen, porque sería como si continuáramos en aquella época de la que ya hace tiempo que nosotros hemos salido».
En efecto, hoy, la pregunta es más honda: ¿sigue teniendo sentido el concepto clásico de «santos canonizados» de la Iglesia Católica? Y podríamos desdoblarla en varias otras:
- ¿Existen los «santos canonizados», los oficiales, los clásicos, los que están en la «corte celestial» del «Rey y Señor» del cielo y de la tierra, en el «segundo piso»? Todos nuestros abuelos pensaron que sí, y a ellos/as les sirvió de mucho su intercesión… Pero, ¿y a nosotros, hoy?
- ¿Se puede ingresar en esa corte privilegiada porque el candidato sea sometido a una evaluación por parte de una comisión examinadora especializada, de la Congregación Vaticana para los Santos? Un proceso de canonización, ¿puede «hacer santo» a alguien?, o es algo externo que no puede afectar a su santidad?
- ¿Podemos aceptar como algo natural, sin ruborizarnos –¡en pleno siglo XXI!– que aquella evaluación incluya como requisito la realización –«¡científicamente» comprobada!»– de dos «milagros»?
Tratemos de responder, cuasi-telegráficamente, a estos desdoblamientos del cuestionamiento:
- La canonización de santos en la Iglesia Católica es una creación medieval, oficialmente establecida en 1234 en las Decretales de Gregorio IX, aunque sólo a partir del Papa Urbano VIII, en 1634, fue reconocida prácticamente en toda la Iglesia. No forma parte de su patrimonio bíblico, ni dogmático, ni teológico. Quizá este su «segundo plano» en la jerarquía de lo esencial en la Iglesia es lo que le ha permitido subsistir y pasar desapercibida en momentos evaluativos altos de la Iglesia, como los últimos Concilios ecuménicos. Ha habido siempre cosas más importantes en la Iglesia, que han reclamado la atención prioritaria. Así, las canonizaciones –su significado y sus procesos concretos, tal como han llegado hasta nosotros–, hoy son un «anacronismo» que ha sobrevivido por la desatención de que han sido y siguen siendo objeto, y forman parte de esa lista de atavismos que «claman al cielo» pidiendo ser revisados y actualizados drásticamente.
- Como el benemérito teólogo jesuita flamenco Roger Lenaers (cfr. Wikipedia) nos ha mostrado tan pedagógicamente (en Otro cristianismo es posible, Abya Yala, Quito 2008, colección Tiempo Axial nº 10), no existe un segundo piso cósmico en el que instalar aquella célebre y admirada «corte celestial», que tantos y tan afamados artistas nos han presentado en inolvidables obras de arte, en cuadros, estampas, retablos, bóvedas… que marcaron (incluso inconscientemente) nuestra espiritualidad, y poblaron de rostros beatíficos, angelitos, nubes… nuestro imaginario colectivo religioso.
La ciencia y la filosofía mayoritaria actual no reconocen nada «externo» a la Realidad. No existe ese segundo piso ahí arriba (up there), ahí fuera (out there), donde instalar la sede de esa corte, que no es corte, ni es celestial. Podremos quedarnos con la intuición contenida en esa creencia tradicional, como quien ha lavado en la jofaina a su niña, y tira el agua jabonosa sucia que ya no sirve, pero sujetando a la niña. Podemos salvar la niña, la intuición profunda ahí vehiculada, pero será partiendo de otras bases (otros paradigmas) y expresándola con otras metáforas (no las ya obsoletas), y siendo conscientes de que son eso, metáforas, de ninguna manera descripciones realistas. También la canonización es un conjunto de metáforas.
- Obviamente, una canonización no «hace santo/a» a nadie. La persona que es santa a la hora de su muerte, lo es, y no dejará de serlo, aunque nadie lo sepa, o a nadie le importe luego presentar su candidatura ante la Congregación de los Santos. Y la persona que no lo es, no lo será ya nunca, ni aunque esa Congregación la «haga» santa, es decir, simplemente la «declare» tal. La canonización no es más que una «declaración», no una «santificación»; cuando morimos, cuando se acaba nuestro status viatoris, ya no es posible cambiar, ni crecer en santidad –sin entrar ahora en la necesaria relectura de la escatología clásica–. Si la sangre martirial culminó la santificación personal de Romero, él fue un santo, aunque nadie nunca después de su muerte lo hubiera pensado ni proclamado. Y que ahora se proclame, no le añade un milímetro a la santidad que consiguiera en vida, hasta su muerte; simplemente dará a sus admiradores más motivos y más posibilidades de conocerlo, admirarlo e imitarlo. En realidad, lo que se juega en una canonización es algo totalmente exterior a la santidad misma del propio candidato.
- Subrayado aparte merece la cuestión de los «milagros». Resulta inexplicable cómo, ya bien entrado el siglo XXI, todavía persiste entre las Congregaciones Vaticanas una que «comprueba» científicamente la veracidad de los «milagros requeridos» para una canonización institucional… Es otro anacronismo de origen medieval, un extraño superviviente en medio de una Iglesia que en el Vaticano II pareció reconciliarse con la sociedad culta, profundamente marcada por la ciencia. ¿Será que sobrevive, por interesas económicos de la Curia Romana? ¿O quizá también por el inmovilismo y la pereza consuetudinaria de las instituciones religiosas ante su propia renovación? ¿O porque no se dan cuenta de que la «acreditación de un milagro» hecha por la Iglesia, acredita igualmente la cosmovisión medieval vigente en sus cuarteles centrales? ¿Hasta cuándo quieren hacer comulgar con ruedas de molino a los creyentes que tienen ya configurada su cabeza en sintonía con la sociedad moderna?
- Una buena noticia, urgente para muchas personas que se sienten mal ante estos procesos y declaraciones eclesiásticas de canonización, es que, aunque durante siglos fueron consideradas oficiosamente «dogmáticas, de fe» (como si la canonización fuera una especie de proclamación del dogma de que «tal persona está en el cielo» –recuerdo perfectamente que así nos lo presentaron a nuestra generación en la catequesis–), hoy sabemos que podemos prescindir de todos estos elementos mítico-medievales que se nos han ido adhiriendo subrepticiamente a lo largo de las oscuras edades pasadas. Es cierto que no se nos debe ir en ello la vida: bien comprendemos que tanto en la Iglesia como en la Sociedad encontramos personas que están claramente en la Edad Media, y que se sienten bien en ese ambiente religioso «tradicional». Hoy aceptamos con gusto la interculturalidad, la pluralidad cultural y religiosa. Y reivindicamos la misma libertad para nosotros. Junto a quienes están mentalmente en el siglo XIII, hay ya personas que piensan como se pensará en el siglo XXII. Todos tenemos derecho a vivir coherentemente con nuestra conciencia y a ser respetados.
Diremos, pues, finalmente, que nos sentimos en comunión, en aprecio vivo hacia Mons. Romero, sin necesitar esa albarda añadida de su título oficial de «santo canonizado», que nos evoca tantos elementos sobrepasados o incluso obsoletos para nosotros. Pero no nos tiene que molestar su uso por parte de aquellas otras mentalidades que también expresan su cariño y su comunión con Romero por medio de ese mundo de categorías y supuestos que nosotros abandonamos hace tiempo. Respetamos esta pluralidad que caracteriza a nuestro tiempo y a nuestra Iglesia hoy, y somos muy capaces de aceptarla, sin que, por eso, un simple título de atribución de santidad canónica, nos retrotraiga, cual caballo de Troya, a una mentalidad de la que ya salimos. Nos sentimos, tanto convencidos en nuestra forma de ver, cuanto tolerantes con los antiguos puntos de vista; tan fieles a la esencia-esencia de la buena tradición, cuanto libres de adherencias medievales, platónicas, mitológicas, agrarias… neolíticas incluso.
Desde esta visión, es claro que no necesitamos que Romero sea canonizado. «Él es santo de un modo muy particular. Ya está canonizado. Por el Pueblo. No hace falta nada más». (Y, desde luego, acabada la Edad Media, es obvio que sobran todos los milagros «requeridos»). Pero comprendemos que mucha Iglesia y buena parte de la sociedad se van a sentir ayudados, y hasta conmovidos, por esta «declaración oficial de reconocimiento de su santidad y su martirio». Compartimos su alegría. A estas alturas de la historia, con lo mucho que ha llovido después del 24 de marzo de 1980, ya no nos parece una «ofensa», sino más bien una «rehabilitación» adicional, redundante, pero útil, sobre todo para las jerarquías religiosas y civiles que por décadas se opusieron al reconocimiento de «San Romero de América». Es una buena noticia.
Supongo que un Santo es un modelo. Aunque hay algunos de estos modelitos que no los dejaría entrar en mi casa. Pero Monseñor Romero, según lo que he leído, lo mataron porque se tomó en serio su papel de Arzobispo y comenzó a denunciar públicamente en sus homilías, los asesinatos masivos a los campesinos que eran parte de esa guerra sucia.
Es decir, en medio de la corruptela, el mostró la verdad, porque sabía que la única manera de hacer justicia, es enfrentando la verdad haciéndose cargo de la información.
La mentira que nos alimenta cada día, es parte de un gran abuso de conciencia que nos tiene a todos anestesiados y es la base de la corrupción de la que tanto se habla. Los políticos mienten descaradamente, también los periódicos. Siempre que uno escucha una noticia, parce que hace falta una pieza en el engranaje.
Con esa falta de verdad, y esas pocas ganas de enfrentar la verdad,para las nuevas generaciones la verdad es un tema pasado de moda y ni siquiera es importante. Así se corrompen las democracias, y las masas desencantadas votan por oposición a alguien. Y salen a la palestra unos personajes carasduras que dicen las cosas mas horrendas con gran desparpajo. Cosa de ver a Macri, Bolsonaro y su fun club chileno. Y al final quienes manejan los países son los economistas, ministros de Economía y Hacienda con sus modelitos estadísticos matemáticos en que los seres humanos no están incluidos.
Y la verdad no es la realidad, es lo que dicen las estadísticas.
Pienso que hablando del presente e interesante artículo que los que vivimos en la época pre-conciliar Vat. II sabíamos que la “corte celestial” no era una “corte” al estilo Luis XV sino una manera “figurada” de expresar verdades que sobrepasan la capacidad del lenguaje humano…pero que de alguna forma tenemos que formular de la misma manera que los místicos experimentales “tratan” de expresar una experiencia de carácter sobrenatural…que va mas allá de lo simplemente natural…
Sin embargo, sabemos que la única Realidad se encuentra muy por encima de nosotros…Esta realidad es Dios mismo…Nosotros sólo somos receptores co-participantes en nuestra propia realidad fragmentada…La ciencia lo que ha reconocido -independientemente de la filosofía y teología- es que el Cosmos está organizado en un “diseño inteligente”. Este “diseño” no ha podido resultar de la casualidad…Imposible a la materia-energía pensarse a si misma y decidir formular algoritmos programados intracelulares que requieren una super-inteligencia externa capaz de procesos complejísimos que sostienen y han sostenido la vida cósmica…Es por eso, que ese diseño inteligente precisó de un Autor inteligente…el mismo que dio lugar a la explosión inicial cósmica que no hubiera sido posible sin la intervención de una energía que sobrepasó los límites y las medidas de nuestra ciencia física en términos humanos…No somos pues autocreadores sino meros receptores de la vida…y de la vida del Cosmos…
La Iglesia no puede, por su puesto, “crear” santos…Su misión no es esa, sino de proclamación de la Verdad…Pero la Iglesia, por el carisma dado por Cristo a Ella, posee los medio para conducirnos por el camino de la santidad ya que el primer santo es Jesús…Es por eso que los santos forman parte de la comunión de la Iglesia, que tienen su base en la Escritura y son los profetas que anuncian el Reino en todos los siglos…En el AT tenemos al santo Job, a Abraham, a Moisés y a los profetas cuya fe los hizo caminar hacia el bien supremo..Y San Pablo en el Nuevo Testamento se dirige “a los santos que están en Éfeso y que son fieles en Cristo Jesús” (Ef. 1,1) Y en otro lugar: “Y otro ángel vino..y le fue dado mucho incienso para ofrendarlo con las oraciones de todos los santos junto al altar” (Apoc. 8,3-4)
El reconocimiento de los santos -personas que viven en la amistad de Dios- por la Iglesia pertenece al “sensus fidelium” que es la percepción de esta santidad por parte de los fieles…Los primeros santos fueron “aclamados” por estos fieles que reconocían objetivamente e intuitivamente este carisma de Cristo en estas personas…Entre ellos notablemente se encuentran los mártires, venerados desde los primeros siglos de la Iglesia como los primeros que confesaban con sangre la fe…Sin embargo, en el decurso de los años no fue tan claro en que consistía esta santidad y hubo una serie de abusos…Por eso en el siglo III Cipriano de Cartago empezó por exigir un mejor discernimiento de estas “aclamaciones” de los fieles…
De ahí que al principio, hacia el siglo X, los obispos de las diócesis intervinieron para decidir quien debía ser reconocido como verdadero “siervo de Dios”…No fue hasta alrededor de 1234 AD que el Papa se reservó la misión de esta proclamación que consiste en un proceso…Es un proceso bastante prolijo desde entonces…Existen diferentes vías, diferentes pasos, diferentes intervenciones por el postulador y el que se le opone…se inicia una exhaustiva pesquisa para reconocer o rechazar tal santidad…La Iglesia exigen además hechos inexplicables desde el punto de vista natural…como sería la reconstrucción de un órgano, la desaparición total inexplicable de células cancerosas, la desaparición inmediata de una peritonitis tuberculosa, la resurrección súbita de una persona declarada totalmente y médicamente muerte…
Con todo la declaración del Obispo de Roma es simplemente que aquella persona, de acuerdo a la investigación, merece ser llamada santo o santa, y que puede dársele culto público…No es una definición doctrinal y existen opiniones en la Iglesia sobre su extensión…Creo que consiste mas bien en reafirmar que aquella persona vivió la amistad con Dios y que es digna de veneración…
Yo también creo que Mons. Romero es digno del culto de los altares y que su santidad vive en los fieles…A pesar de que tanto la derecha y la izquierda han querido atraparlo de alguna manera..el murió mártir por defender la Verdad de Cristo, que es la no violencia…No era ni comunista ni capitalista…Defendió el magisterio ordinario de la Iglesia…Se especializó en teología ascética y en la Perfección Cristiana del Venerable Luis de la Puente…Era un conservador social…y abogaba por los pobres y vulnerables a la manera cristiana evangélica…en el Diario de Oriente el 28 de Agosto 1973 escribió:
“La mas profunda revolución social es la seria, sobrenatural reforma interior de un cristiano”.
Recemos a este gran santo porque imitemos a Cristo en su mansedumbre y en el rechazo del odio de la violencia en el mundo..
Un saludo cordial
Santiago Hernández
Hola!
San Romero de América!
Ok! y rapidito por ser un Perseguido y martirizado. Ok!
……………………
Ahora faltaría, tal vez, dar otro pasito:
hacia los “perseguidos y martirizados” por la Iglesia.
Por ejemplo: la pareja compañera:
Jerónimo Podestá – Clelia Luro.
A Monseñor Romero no le faltó martirio por parte de la Iglesia. Sus colegas obispos echaban chispas contra él, y el Santo Súbito lo retó bien retado y dicen que salió llorando de esa entrevista.
La bala que lo mató fue la guinda de la torta.
Un gran santo,a la altura de un San Fco de Asís.Que luego algunos hagan merchandising de los santos es su problema.Es bueno que le hagan santo porque la vida cambia mucho y si cuando este Papa palme alguien discute la santidad de Romero,siempre se dirá es que la ICAR lo hizo santo.Además obtiene más difusión su vida y obra.
Hola!
Dejo constancia de que hube percibido la inteligencia
de titular el Artículo
con el SAN entre preguntas (¿?)
La Plata, próxima sede del Encuentro de Mujeres
https://www.pagina12.com.ar/148954-la-plata-proxima-sede-del-encuentro-de-mujeres
Bolsonaro: “El error de la dictadura fue torturar y no matar”
http://piensachile.com/2018/10/bolsonaro-el-error-de-la-dictadura-fue-torturar-y-no-matar/#disqus_thread
https://www.pagina12.com.ar/148946-liberaron-a-las-diez-detenidas-en-el-enm
“Nos reventaron a patadas, nos cagaron a palos”, denunciaron
Más de cincuenta mil mujeres se concentraron en el Encuentro de Mujeres en Trelew
Masivo, combativo, nacional
Aborto legal, derechos indígenas, una fuerte y clara agenda trans, duras críticas al Estado, la Iglesia Católica y los evangelistas fueron los puntos fuertes de la agenda. El feminismo “nómade” y las delegaciones internacionales.
Por Luciana Peker
“Ni la tierra ni las mujeres somos territorios de conquista”, fue el grito que surgió en la apertura del Encuentro Nacional de Mujeres. El discurso inaugural en Trelew, Chubut, estuvo marcado por la geografía y la historia patagónica en una clara huella de como la federalización del feminismo marca diferencias según cada punto cardinal desde donde se habla y se marcha. “Las recibimos hoy en territorios ancestrales, donde mujeres originarias han resistido y continúan haciéndolo desde hace más de 500 años”, dio la bienvenida la locutora Karina James, integrante de la Comisión Organizadora.
El 13 de octubre, un día después del 12 de octubre, que ahora se nombra como día de respeto a la diversidad cultural, la apertura del 33º Encuentro Nacional de Mujeres respaldó el pedido para que sea un Encuentro plurinacional. “Bienvenidas a todas. El pueblo tehuelche, mapuche y guaraní están presentes. Venimos a fortalecernos y a querernos plurinacional. Somos mujeres criminalizadas por el Estado. Estamos para compartir sabiduría”, contextualizó Ivana Huenelaf, mapuche tehuelche. También hablaron las mapuches Verónica Tellado y Jeanette Calfú; Lolita Chávez, maya quiché, de Guatemala y Adriana Guzmán Jimena Tejerina, del feminismo comunitario de Bolivia.
Los puntos centrales del documento rechazaron la mega minería, el extractivismo, la represión a la protesta y los derechos de los pueblos originarios. También marcaron el aumento del desempleo y el impacto del ajuste sobre las mujeres. Y se pidió la aprobación del aborto legal, seguro y gratuito, la emergencia en violencia de género y el cupo laboral trans.
Mirando al sur
La sede patagónica se eligió, el año pasado, en Chaco para que el movimiento de mujeres mire al sur. La criminalización de la protesta social fue uno de los disparadores. Además, el fallo F.A.L, que respalda en todo el país los abortos legales (en medio de acciones de boicot de grupos antiderechos como el de la semana pasada en el Hospital Rivadavia), surgió de un aborto realizado en Comodoro Rivadavia en 2010, que fue judicializado y mereció el respaldo de la Corte Suprema. Ahora el fallo es fundamental para defender el acceso a los abortos legales por causales (ante una violación, un embarazo inviable o problemas para la salud o riesgo de vida de la madre) en el contexto de una embestida de los sectores conservadores.
Trelew es la ciudad más chica en donde se realizó el Encuentro y su elección no fue azar. A pesar del centralismo político de Buenos Aires, donde se realizó la marcha del 8 de marzo, de Ni Una Menos y las vigilias por el aborto frente a la Cámara de Diputados/as y Senadores/as, el Encuentro es una oportunidad de mostrar un feminismo nómade que irrumpe en ciudades donde se demoniza a las mujeres y las voces quedan silenciadas. La ciudad sentía como un temblor que estaba tomada por una marea verde federal e imparable. Hasta último momento, en Trelew creían que el Encuentro era una leyenda que no iba a concretarse o que quedaría como un fantasma agigantado por la estigmatización. Sin embargo, llegaron –con mucha dificultad, por la distancia, el costo y la falta de infraestructura turística– más de cincuenta mil mujeres de todo el país.
A la tarde, a través de los vidrios de las casas acostumbradas a las siestas, el frío y el viento, entraban los gritos de la marcha contra los travesticidios. “Señor, señora, no sea indiferente, se matan las travestis en la cara de la gente”, gritaban en una marcha sorora, diversa y sonora, a las 19:30, con furia trava, gritos, aplausos y cantos. El pueblo, acostumbrado a recibir pocos turistas, viajar a descansar por el fin de semana o salir a probar mariscos, pudo ver lo que la televisión no muestra: la intensidad y unidad de la unidad entre el feminismo y la diversidad sexual y la lucha para que la vida de los y las trans deje de ser los 35 años para dar el derecho a la identidad autopercibida y una expectativa de vida que no se vea cortada por los asesinatos y la falta de acceso a la salud y oportunidades laborales.
Sacayán
Una de las oradoras de la apertura fue la trans Nadia Zuñiga, a cargo de la Dirección de Diversidad y Género en Trelew. Además, el documento central reclamó una ley de cupo laboral trans “Diana Sacayán” (dirigente travesti asesinada e impulsora del cupo laboral trans en la Provincia de Buenos Aires) y que la norma que ya rige en Chubut sea reglamentada y aplicada.
Otras de las integrantes de la comisión organizadora que tomaron la palabra fueron Marita Quiroga, Magalí Stoyanoff, Andra Leonette, Karen Nasuti y Ornella Spina. Entre todas recordaron a distintas víctimas de la violencia machista. “Hoy volvemos a ocupar la Laguna con una Feria Artesanal que lleva el nombre de la artesana Evelyn Molly, víctima de femicidio. Evelyn y Cintia Guevara Orellano, Rosita Acuña de Trelew, Soledad Arrieta de Comodoro y Daiana Morales de El Maitén engrosan la lista de los más de 130 femicidios sucedidos este año a nivel nacional. Por ello, denunciamos al Estado que no destina recursos ni da respuestas integrales e inmediatas frente a la violencia contra las mujeres y a la justicia patriarcal que avala la impunidad de violentos y femicidas”.
El Encuentro Nacional de Mujeres es autónomo, pero pidieron el respaldo del Instituto Nacional de las Mujeres (INAM) para que las mujeres puedan comer. “Le pedimos cuarenta mil viandas para las mujeres con problemas socioeconómicos. Nos aceptaron solo veinte mil y, un mes y medio antes del Encuentro, nos bajaron a doce mil viandas que cuestan alrededor de diez pesos y tienen un sándwich y una fruta”, criticó Mariana Rivas, de la Comisión Organizadora del Encuentro.
A partir de la mañana se abrió la discusión en setenta y tres talleres a los que se sumaron, este año, el de futbol y mujeres por la libre autodeterminación de los pueblos. Uno de los puntos fuertes en un año donde la campaña por el aborto motorizó la demanda en el Congreso, es reclamar por el derecho a decidir. Los sectores anti derechos quisieron infiltrar los talleres, práctica que tiene una larga tradición de religiosas mandadas a quebrar los mandatos de las discusiones, pero no llega a ser masiva. Y sí la confirmación que se reclama por la aprobación de la norma.
Los talleres llaman a debatir las estrategias para el aborto legal dejan claro que el feminismo argentino no tiene fisuras. Pueden existir mujeres que no respaldan el aborto legal, pero no pertenecen al feminismo organizado. El movimiento de mujeres está firmemente a favor del derecho a decidir sobre los propios cuerpos. A los pañuelos verdes se sumaron pañuelos blancos estampados con la consigna del Encuentro, los violetas contra la violencia machista y los naranjas por la separación de la Iglesia y el Estado. Se criticó el avance de la Iglesia Católica y de las evangélicas como un foco global de organización conservadora contra los derechos sexuales y reproductivos y la disidencia sexual. Por eso se reclamó que no haya injerencia del evangelismo y el catolicismo en las políticas públicas y que no se subsidie a escuelas y actividades religiosas con fondos del Estado. También se criticó la reducción del Ministerio de Salud a Secretaría y se reclamó por la falta de anticonceptivos e insumos.
El acto de apertura se realizó en el Autódromo Asociación de Volantes “Mary Valle”. En medio de una geografía de bardas, a donde la historia quiso nombrar un desierto y las mujeres originarias reivindican sus huellas y descalzan la conquista, donde se quiso reducir los derechos sexuales con la justificación que gobernar es poblar, también tomar el territorio para hablar de deseos y derechos fue una victoria. “Las mujeres habitamos el autódromo solamente con calzas en el culo y con tetas mojadas de champagne”, diferenciaba, tajante, Rivas, sobre la apropiación de la tierra, el cuerpo y la palabra.
En medio del desierto patagónico, con la tierra entrando en los ojos y la garganta, con la sed en los poros y el horizonte como un fondo de estepas con el cielo abierto de horizonte, la convocatoria festejo: “Acá estamos: reunidas, empoderadas, politizadas, autopercibidas, rebeladas, organizadas, apasionadas, liberadas, abrazadas, encendidas, entusiamadas, emocionadas¸ encontradas”.
La centralización y exclusividad del poder de decisión
de la jerarquía eclesiástica
a través solo de los obispos
hoy por hoy,
¿que genera en la comunidad laical?
Provoca
– conflictos,
– malestares y
– confusión
– de muchos bautizados por el cristianismo católico.
* Entonces,
– no podemos desestimar la influencia del pasado,
– no podemos obviar la tradición histórica,
– tampoco podemos invisibilizar el aporte cultural
– del mundo occidental cristiano europeo;
* sin embargo,
– las exigencias de la contemporaneidad de nuestros días y
– la emergencia de la era de los derechos humanos universales
– nos obliga a cambiar el paradigma del poder:
– de un poder autoritario
– hacia uno más comunitario y democrático.
* Hay que volver a las fuentes de la vida evangélica y
– devolverle el carácter del servicio al poder,
– humanizándolo y
– democratizándolo.
Movimiento También Somos Iglesia – Chile
Miembro de la Red Nacional de Laicas y Laicos de Chile
Hace pocos años, me entró la idea en la cabeza de que a la monja que fundó mi colegio, el mio, en el que he trabajado, no la fundadora de la congregación, esa ya es santa, pues que la hiciesen el grado más pequeño de santo, que por lo visto es siervo de dios. No saben ustedes la talla humana, su lucha, en fin. La gente en Murcia que la conociø la adora.
Por aquel entonces me escribía correos esporádicos con un señor que decia ser el secretario general de los jesuitas. Nunca me lo crei del todo, aunque llenaba sus correos de sellos. Tenía una paciencia conmigo infinita
Pues le pregunté qué tenía que hacer para iniciar el proceso. Todavía me río cuando lo pienso. La respuesta fue correctísima y con cierta sorna.
Hablé con mis monjas. Creían que había perdido la cabeza del todo.
Pero ahora, en el salón de actos hay dos fotos enormes, una de la fundadora de la congregación a un lado de las cortinas del escenario y otra de las mismas dimensiones al otro lado de esta monja que les digo.
Bueno, suficiente.
Me producía indignaciøn el que los alumnos y alumnas desconocieran a la mujer que tanto luchó para lograr que la clase de los pobres se convirtiese en un colegio independiente y estupendo.
Por lo visto, eso de ser santo de altar, es cuestión de dinero e influencias.
Pues bueno.
Un saludo a todos.
Por deformación profesional o añoranza del pasado he asistido por vatican media a toda la ceremonia. No dejaba de preguntarme cosas: ¿quien vende y quién compra los centenares de casullas iguales de los cardenales y obispos, toditas iguales y nuevas? ¿Y los centenares de copones para distribuir la comunión? ¿Quién decide que el cardenal Osoro -Ay mi Carlos! Responsable de la feisima catedral de la Almudena, ¿con qué beatería escaparás del conflicto de las dos españas?- haya sido uno de los dos concelebrantes, uno a cada lado del papa? Y más cosas.
Pero lo que más me ha gustado, casi lo única, ha sido la homilía de Francisco, totalmente dedicada a comentar el pasaje del joven rico de Marcos 10. So en el último párrafo ha hecho una alusión a los siete nuevos santos. A mí me ha gustado -no hace falta mucho para quien buscando algo positivo en la cúspide de su iglesia de siempre- ha sido estas frases, resumiendo ese pasaje de lo que le faltaba a joven rico, aunque cumplidor:
Así es Antonio!
Lo de Pancho es eso:
DEFORMACIÓN PROFESIONAL.
Cabe, todavía, preguntarse:
¿De que PROFESIÓN?
¿Te animas a decirla?
Gracias!
En eso está el camino de llegar a ser uno mismo, Antonio.
Gracias por tu esfuerzo en transcribir lo que ha valido la pena.
Creo comprender que estamos siempre recomenzando lo que empezamos, como no puede ser de otro modo. Y aunque hayamos ido integrando y hasta trascendido, el anhelo sigue ahí.
Un abrazo atriero.
Hoy contra una cruzada para abolir el celibato, aquí tenemos a siete personas que dejaron TODO ( matrimonio, profesión, casa, hijos etc) para imitar a su Maestro, todos ellos, CÉLIBES por el Reino de los Cielos. Dieron su vida para ocuparse con más tiempo de las cosas de Su Señor.
Todos nacieron y murieron como hijos en la Iglesia Católica.
Pues no le cuento la cantidad de personas que han dedicado su vida a la de sus hijos y nietos , los que a lo largo de la historia, entre otras cosas, han llenado las iglesias.
Cuando usted vea a un fiel en su iglesia, piense que detrás hay una madre y un padre.
Eso vale menos? Porque no llegan a los altares? No sé yo. Que mis padres están en el mismo lugar en el que están esos siete señores, eso se lo aseguro. Al menos eso es lo que les deseo a los siete nuevos santos.
Un abrazo.
Carmen, dices verdades como catedrales. A ver si algún día descubren un baremo nuevo para calibrar la santidad de la madre, el padre, el abuelo o la abuela. Cuántos héroes y heroínas va dejando atrás la historia, especialmente la historia de la Iglesia en su historia.
Parece que cambian las cosas, pero me temo que es apariencia o lo hace en cuestiones nimias. Lo pilares de la Iglesia, sus dogmas, y sus ritos, cada día están más desfasados e igual de fortalecidos.
Pues sí, chicas. Sin altares. Benditos son.
Así lo ve quien saborea, siempre con agradecimiento a toda la vida, amor y tiempo incondicionalmente entregados y compartidos.
Este proselitismo de la Santidad resulta demoledor, cuando se insiste en ignorar a los más, marcando barreras físicas y psíquicas infranqueables.
¡Cuánta obcecación y trampas! …Que Dios nos libre…
COROLARIO
– Esa forma de la Gobernanza
fue inventada y puesta en marcha en Argentina
por los GRUPOS PIQUETEROS
que no eran una reacción de los sindicatos,
sino todo lo contrario.
Fue inventada por la gente sin trabajo.
………………..
periodistas de todo el mundo vinieron a ver y escribir de cómo funcionaba eso.
Y así sigue funcionando hoy en Argentina.
(sigo y final de la trilogía)
Proponer como ejemplo a un Señor jerarca
no pareciera que está en consonancia
ni con la Estructura que la Iglesia busca
ni con la que intenta don Pancho:
Una Iglesia SINODAL.
(ojito que no salga alguno
diciendo que estoy contra Romero)
…………………………..
La Iglesia Sinodal quiere decir que
La Jerarquía actúa por CONSENSOS de Pares.
Es la nueva forma de la Gobernanza.
Más aún…
La Actuación de la Iglesia
debe ser en Obras concretas de Proyectos.
Esos Proyectos han de ser Encargados
a personas del Sínodo
para cada caso.
Se evita la corrupción del soborno
y el de “instalarse” en un Cargo.
Porque los “sobornadores” no sabrán con quién
habrán de vérselas y ni cuánto le durará
el Encargo al nombrado Encargado.
………………..
En fin, termino como empiezo: trablenguando!
(sigo)
Romero es Santo
porque es Mártir.
Proponer tal ejemplo
habrá quien lo califique
de promociona
una epidemia de esquizofrenia.
……………..
O, tal vez no! Vaya uno a saber!
Hola!
Romero es Santo,
por doble partida.
El que lo des-santifique
y lo vuelva a santificar
gran santificador será!
Totalmente de acuerdo en que no necesita ser canonizado; ni nosotros necesitamos que lo canonicen para reconocerlo.
El único valor que encuentro para su canonización, va en la línea de la reivindicación que señala José María. Ahora Romero pasa a ser modelo propuesto no solo para lo que ya lo teníamos como tal; es modelo propuesto para todos y todas en la Iglesia. Incluso para los que nunca creyeron en Él y hasta lo repudiaron y condenaron.
Me recuerda la parábola del samaritano, en la que Jesús propone como modelo para los sacerdotes, levitas, fariseos y todos los judíos al que habías sido considerado hasta entonces como el enemigo, el impuro, el hereje.
Al reivindicar a Romero y proponerlo como modelo, también se reivindica el modelo de iglesia que Él representa: la iglesia del Vaticano II; la iglesia de Medellín y Puebla; el modo de ser iglesia plasmado en las cebs; la iglesia comprometida con los y las pobres en la lucha por la justicia.
Romero representa un modelo distinto de presbiterado y de episcopado; un modelo distinto de seguimiento de Jesús; un modelo distinto de espiritualidad y experiencia de Dios y ese modelo, ahora, después de ser tan atacado, es reivindicado y propuesto como el modo de vivir el compromiso creyente para todos y todas.
Genial. Pero genial.
La última parte es alteridad pura.
Me encanta.