Alberto me hace el favor de adelantarse en celebrar aquí el tránsito del obispo Setién. Si no lo hace él, tendría que hacerlo yo. Y mis vivencias con él cubren muchos más años, desde 1953 en que nos encontramos en Roma, hasta los 25 años que coincidimos en Consejo de Iglesia Viva desde 1969, tras sucederle yo en el Colegio del Salvador de Salamanca. Me uno a lo que dice Alberto: su extraordinaria inteligencia y apabulladora dialéctica podrían dejar de él una imagen fría y lejana; pero quien traspasaba esta barrera se encontraba con un hombre tierno, lleno de fe cristiana, a quien afectaban profundamente las tragedias humanas que tuvo que vivir. Consummatum est, Josechu. AD.
Nacido a cinco kilómetros de Donosti, en Hernani, donde el 45,63% del censo de votantes lo hace por EHBildu; el 22,60% por el PNV; el 14,71 % por Orain Hernani y el 3,11% por el PP, hace 90 años, ha muerto hoy festividad de los Santos Felix y Felipe, Silano, Rufina y Segunda, Anatolia y Victoria, Sisinio y Canuto (rey), Pedro Nguyen Khac y Verónica Giuliani entre otros muchos confesores, Abades, madres de familia, labradores, mecánicos, obispos y hasta abogados y jueces que lo recibirán alborozados en el Reino de los cielos.
El denostado obispo Setien, lanceado a Moro muerto por valientes alejados de las zonas de peligro, aceptó el episcopado en Guipúzcoa en tiempos recios, sustituyendo a don Jacinto Argaya, el obispo que me ordenó de presbítero, hombre de empatía inmediata, cariñoso, prudente y cercano, justo lo contrario de don José María. Servido el contraste humano, aún fue mayor el contraste episcopal entre ambos, pese al afecto que se profesaban y a que fue varios años auxiliar de Argaya y titular, por el humor celestial, de la diócesis in partibus de Zama Minor, en Tunicia cuando los romanos pasaban por ella camino del Sur.
Llegó a Salamanca yo creo que en 1960 porque cuando ingresé en el Colegio Mayor del Salvador ya explicaba en la Ponti, derecho canónico y teología. Alto, elegante, impecablemente ensotanado, tímido de carácter lo que le hacía aparecer distante, con una inteligencia capaz de expresar los más abstrusos razonamientos con claridad cartesiana, un caballero que en aquel claustro destacaba por su sabiduría, dominio de su materia de cátedra y la facilidad para hacerse comprender. Recuerdo con placer hoy todavía sus clases y sus intervenciones en charlas en El Salvador sobre ética política.
De la raza de don Gregorio Yurre, del que había sido alumno en Vitoria, amigo y compañero de Ricardo Alberdi, pertenecía a un tipo de clérigo de altura intelectual, preparación erudita en materias variadas, elegancia moral, distancia de las miserias eclesiásticas inmediatas y escepticismo en rituales y liturgias diversas. Un hombre de la organización eclesiástica, un hombre de Iglesia, que había conseguido el don graciable de no estar contaminado por el afán de dinero, de poder y de ignorancia en el saber.
El rector del Salvador en esos primeros años de los sesenta era un aristócrata, con título de marqués de Lozoya, preceptor del Príncipe, don Ignacio De Zulueta y Pereda Vivanco, que cuando tenía invitados a almorzar con los seminaristas en el refectorio, gustaba de que los refitoleros que servíamos la mesa rectoral con el invitado a dar luego una conferencia, gastáramos mandilón blanquísimo sobre la sotana y guantes blancos. La primera vez que Setien fue invitado a una conferencia pudo disfrutar con cara de incredulidad histórica y teológica, que recuerdo bien pese a los años idos, de aquel decimonónico servicio de comedor. En la mili mía, siendo repostero del coronel del regimiento, ya había aprendido el rito.
Con don Ricardo Alberdi y la organización de los cursos sobre marxismo y doctrina de la Iglesia en materias sociales y de ética política, tuve ocasión de colaborar con él y aprender, asombrado, de sus intervenciones, precisiones y disección de matices. Ya obispo auxiliar de Guipúzcoa, en 1972, me llamó, junto a Alberdi, para que dejara la parroquia que servía en Cádiz y aceptara ir a ICADE como encargado de cátedra de pensamiento social cristiano.
Los tiempos de su episcopado han sido muy duros. Tanto por la acción de ETA y sus asesinatos, secuestros y extorsiones, como por el clima social de la diócesis, que tan acertadamente refleja Aramburu en su novela, como por las raíces eclesiásticas de muchas familias de militantes etarras y de clérigos cercanos.
No dudó en explicar las raíces políticas del problema vasco de las que, en su opinión, ETA es un síntoma y en afirmar –con enorme escándalo de clérigos, políticos y gentes de toda condición– que aunque no hubiera violencia si no hubiera adecuada solución de aquellas raíces políticas, no se habría procedido a buscar lograr una solución.
Tuvo muchísimo adversarios y no menor número de enemigos que desearon verlo desaparecer. También muchos amigos, gente cercana a su forma ética de analizar la realidad. Ha muerto cargado de años por lo cual ha sido bendecido pues la larga vida en la Biblia es signo del amor de la Divinidad.
Esta madrugada he recordado el salmo 37: guarda silencio delante de Dios y espera en Él. Mementisime, don José María.
Alberto Revuelta
Por lo que dicen de él, deduzco que fue un hombre justo en busca de la justicia, en tiempos difíciles, a la cual puso en servicio su gran inteligencia . Por lo tanto debió sufrir incomprensión tanto de moros como de cristianos.
Pero como parece que no buscaba el aplauso fácil, debe haber muerto con la conciencia tranquila de haber sido fiel a sus talentos y al uso que dio de ellos.
Excelente Panegírico póstumo!
José María Setién fue uno de los seis fundadores de Iglesia Viva en 1966.
En esta revista ha escrito los artículos que van a continuación, con el enlace a cada número para poder ver el contexto del artículo y descargar cada uno fácilmente. Esta es parte de su obra escrita. Porque su obra completa ocupa seis gruesos volúmenes en la Editorial ELKAR.
Artículos escritos por José María Setién en Iglesia Viva
1966: Número 1
Libertad religiosa
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1966: Número 2
Contenido doctrinal de la declaración “Dignitatis humanae”
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1967: Número 8
Ley natural y moral sobrenatural
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1968: Número 13
Institucionalización de las tensiones en la Iglesia
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1968: Número 17/18
Los cristianos en la evolución actual de la Iglesia en España
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1969: Número 21
Secularización y derecho público
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1969: Número 22
Perspectiva histórica: los Concordatos a partir del año 1953
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1970: Número 26
La sociedad de consumo, reto a la fidelidad de la Iglesia al Evangelio
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1970: Número 30
Repercusiones del nacional-catolicismo en la vida de nuestra Iglesia
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1972: Número 38
Clericalismo político
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1976: Número 61
Evangelización y promoción humana en la “Evangelii nuntiandi”
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1977: Número 67/68
Tentaciones de la Iglesia en la sociedad neocapitalista.
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Número 71/72
Las relaciones Iglesia-Estado
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1978: Número 75
La democracia en el interior de la Iglesia
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1979: Número 80/81
Autonomía de los pueblos y unidad estatal
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1980: Número 85
Violencia en Euskadi
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1985: Número 115
Presencia de la Iglesia en el ámbito político-social
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1986: Número 122/123
Razón política y razón ética (Lectura del problema desde el País Vasco)
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1995: Número 178/179
Dios y la política
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2006: Número 227
La situación de la Iglesia Española: Las oportunas distinciones