Ester que nos lleva hoy a ‘el origen del mundo‘. AD
Mi bebé tendría poco más de cuatro meses, era un día de verano, cuando empecé a encontrarme muy mal. Mi pareja estaba fuera, y decidí llamar a urgencias. Al cabo de un rato, llegó una médica. Me auscultó, me tomó la presión, y al ver al bebé a mi lado tuvo claro el diagnóstico. No se puede ser mamá primeriza, todo nos desborda. Ella me dijo que también tenía un bebé, pero que no podía estar con él. Había tenido que volver a trabajar, porque si no perdía el puesto. Me lo contó con una tristeza que hoy todavía recuerdo.
Ahora que todo el mundo brinda por la aprobación en el Congreso de la proposición de ley de permisos de paternidad y maternidad iguales e intransferibles, y que nos dicen que esto es un paso adelante hacia la igualdad, pienso en esa madre, y en tantas otras que con un bebé de apenas cuatro meses, y muy a su pesar, lo tienen que dejar a cargo de terceros, para volver al mercado laboral. Madres que han tenido que interrumpir la lactancia materna o que tienen que hacer todo tipo de malabarismos para sacarse la leche y criaturas que pasan horas, algunas incluso más de ocho al día, sin sus progenitores. Y me pregunto, ¿quién defiende sus, nuestros, derechos? El debate sobre los permisos no solo tiene que ver con el reparto igualitario del trabajo de cuidados y combatir la discriminación laboral, sino también con el modelo de maternidad y paternidad y la relación entre el cuidado y el ámbito productivo. Pero este segundo aspecto queda invisibilizado.
Renunciar a todo lo demás
Según apuntan varios estudios, la mayoría de mamás en el primer año de vida de sus criaturas, lo que quieren es cuidarlas. Sin embargo, algunos, y algunas, piensan que esto no se puedo tolerar, que es el patriarcado que nos tiene abducidas y consideran que querer cuidar es sinónimo de renunciar voluntariamente a todo lo demás. Las madres tenemos derecho a recuperarnos de nuestro parto y a dar de mamar, si nos da la gana, y los bebés tienen derecho a estar bien acompañados, alimentados y cuidados por sus progenitores. Los permisos de 16 semanas no permiten ni lo uno ni lo otro, al ser del todo insuficientes.
Claro que es positivo que los padres puedan tener un permiso de 16 semanas, y así poder cuidar del bebé, pero es tan positivo como indignante el hecho de que las madres desde hace años tan solo tengamos 16 míseras semanas y nadie haya planteado ampliarlas. Luchar por la equiparación de los permisos, pero no por el alargamiento del de maternidad sesga el debate, y solo pone el énfasis en una parte del problema. Muchos aplauden que en el Estado español tengamos una de las bajas por maternidad más cortas de Europa, al nivel de las mujeres de Malta, y en un futuro el permiso de paternidad más largo del continente. Un sinsentido. Por no hablar de todas aquellas familias monoparentales, a quienes esta propuesta tampoco les ayuda en nada.
Un período corto de tiempo
Se dice que esta medida nos beneficia como mujeres, porque así vamos acabar con la desigualdad laboral, pero sería ingenuo pensar que una sola disposición, que además ni siquiera afecta a todas las mujeres y que está acotada a un período corto de tiempo va a suponer una mayor equidad en el mercado de trabajo. Se trata solo de una medida parcial. No es que aumentar el permiso paterno sea negativo, al contrario. El problema radica en mantener un esquema de permisos que, por su cortísima duración, supedita la maternidad y la crianza al empleo, anteponiendo la productividad a los cuidados.
Es muy legitimo querer volver a la empresa al poco de dar a luz, pero ¿qué pasa si lo quieres es tomarte tu tiempo, recuperarte y cuidar al bebé? Solo las mamás que se lo puedan permitir, como ya pasa, lo podrán hacer. Además, con esta propuesta, se estigmatiza la maternidad. Lo importante, se sobreentiende, no es cuidar sino competir o sobrevivir en la precariedad. ¿No sería más lógico legislar poniendo en el centro a la vida?
Ha llegado la hora de decirlo: la izquierda tiene un problema, y grave, con la maternidad, la crianza y la familia
Ha llegado la hora de decirlo: la izquierda tiene un problema, y grave, con la maternidad, la crianza y la familia. Algo que se explica por el uso que el patriarcado ha hecho de dichas esferas como instrumento de control y supeditación de las mujeres. En la medida en que la izquierda no es capaz de reivindicar la maternidad y la crianza en clave emancipatoria, igualitaria y feminista nos deja, como madres, huérfanas políticamente, cediendo todo el terreno a la derecha o adaptándose a un feminismo liberal. Ya va siendo hora de reivindicar el papel de la maternidad y el cuidado, sin esencialismos ni idealizaciones. No queremos quedarnos en casa, sino dar a la maternidad el valor social, político, económico e histórico que tiene y exigir que es responsabilidad de todas y todos.
Es una obviedad decir que la maternidad es una cuestión muy compleja y con varios frentes abiertos a nuevas soluciones, alguno de los cuales voy a intentar analizarlo.
El primero es la constatación de que a lo largo de toda la historia la especie ha sobrevivido gracias a las madres, puesto que engendrar un hijo es fácil y, para los hombres, placentero siempre. Pero, la crianza es otra cosa. No menos cierto es que esta tarea, adjudicada casi en exclusiva a la madre, ha dejado todo lo demás, es decir la vida pública y todo lo que conlleva la organización de la misma, en manos exclusivamente de los hombres, quedando la mujer recluida en lo privado y, por tanto, aceptando lo que los hombres han programado para ellas.
Cuando las mujeres hemos querido hacernos presentes y participar en la construcción social, hemos llegado tarde y con inmensas resistencias. Cuando todo, desde la cultura hasta la política, las leyes y normas, el poder y la religión, la economía y ciencia, etc. etc., todo ello ha girado entorno y a la medida de los hombres, intentar hacer presentes otras miradas como las de las mujeres, ha hecho que el machismo, el androcentrismo y el masculinismo, que ya lo impregnaban todo, se reactiven con cierta virulencia. No entro en ejemplos que cualquiera puede comprobar.
Ahora que la sociedad está abriéndose a la realidad hombre-mujer en igualdad, es cuando debemos exigirnos no errar el camino hacia el futuro de las mujeres, empezando por la maternidad.
Así que lo primero debiera ser que el trato político de la maternidad no se quedase reducida solamente a la cuestión laboral de la mujer (que sí, que también, que ineludible, que imprescindible, absolutamente necesaria), pero, ojo, no lo reduzcamos sólo a este parámetro. El contacto físico de madre e hijo/a en esta primera etapa de la vida es imprescindible, y nada ni nadie en este mundo puede sustituir a la madre por mucho que los bebés no puedan verbalizarlo. Vi un documental hace tiempo de un país nórdico en el que se guardaba el puesto de trabajo de la madre durante tres años.
A continuación, conciliación entre trabajo y familia para padres y madres, por supuesto
Otra cuestión es la importancia de que el padre esté presente y en contacto afectivo y físico con su bebé en los primeros meses de su vida y que no es solamente ayudar a la madre. En este caso, no sólo se beneficia el bebé, sino que también se beneficia el padre para que olvide, entre otras cosas, eso de “los niños no lloran”, “los niños son fuertes”, etc. Que viva y disfrute de la ternura, de la expresión y verbalización de las emociones, de que cuando llore su hijo/a sepa lo qué es despertarse o pasarse la noche en blanco, que le cante una nana, etc. etc.
Comprendo que las leyes no entren a especificar o normatizar estos detalles humanos, pero nosotras sí debemos evaluarlos y los padres también, nos haría más iguales en formas de vivir la vida, la vida real, sin los clásicos roles adjudicados según se trate de una mujer o de un hombre.
Nota. Perdón, creo que ha salido un poco largo el comentario.
Cierto todo lo que dices. Bueno, quier decir que lo comparto.
Voy a escribir una herejía de las gordas para las madres de ahora.
Con todos mis respetos a todos los pediatras, madres, padres etc. Lo que voy a decir es una opinión personal, no basada en estudios ni nada de eso, solamente en la observación.
Eso de dar de mamar al bebé a demanda, será necesario durante unas pocas semanas, pocas. Después es una locura. Por no hablar de dar de mamar hasta que los niños tienen dos años o tres. Lo encuentro alucinante por mil cosas, una de ellas es que, sencillamente, estás atrapada porque el biberón lo puede dar el padre, la madre, la abuela … pero el pecho no.
Pues sí. Cuidado. Hay muchos intereses por todas partes. Los bebés a partir de los tres o cuatro o seis eses ya pueden tomar leche de esas de farmacia. Al menos todos los bebés de las mujeres de mi generación así los hemos criado. ¿ qué sucede entonces ahora que parece un sacrilegio el biberón?
Podría decir más cosas pero con esto creo que es suficiente.
Ya lo sé, lo sé, soy una hereje. Pero tendrían que conocer a mis hijos.
Un saludo cordial
Cuanto ganarían las mamas… pero muy especialmente los bebes:
Si las madres no perdieran su trabajo y pudieran ocuparse… mejor aún… ¡Gozar de y con sus bebés, en su primer año de vida!
Pero no, hay que arrancarles a sus hijos/as de sus brazos, y volver al trabajo.
No saben los empresarios, cuanto ganarían sus empresas y comercios u cualquier clase de trabajo, si miraran con otros ojos este reto tan fundamental en todos los sentidos.
Y al volver a sus trabajos, los retomarían con mucha más energía y entusiasmo.
En este país… estamos muy lejos de comprender y desear… la alegría, el buen trato, hacia las personas contratadas..:
¡Y sí nos va!
mª pilar
Es un tema complejo. Cierto, la madre es la madre y el padre el padre. La madre da de mamar y el padre no. Eso es así.
Por otra parte está la incorporación de la mujer al mundo del trabajo. Si desapareces un año, hay trabajos en los que es estupendo y otros en los que ‘ pierdes comba’.
Y luego está el trabajo compartido en el hogar.
He tenido dos hijos, nacidos en el 81 y en el 84. Entonces nos reincorporabamos al trabajo a los tres meses del bebé. Era duro. Sobre todo cuando estaban malicos, durísimo. Tenía una señora en mi casa porque por circunstancias , aún siendo tanto mi marido como yo éramos de familias numerosas, no podíamos recurrir a nadie.
Pero no sé. Creo que sí los padres tuviesen también una baja laboral por paternidad, se implicarían mucho más en todo lo relacionado con los bebés, con los niños. Y mi marido ha sido un padre estupendo.
No sé. No es sencillo. Las bajas laborales son muy cortas para las madres y para los padres son simbólicas. Entonces no sé incentiva la igualdad en las responsabilidades de todo tipo que conlleva tener un bebé.
Es un tema complejo
Un saludo cordial.
Creo que es necesario desterrar el patriarcado y reivindicar la igualdad entre la mujer y el hombre, pero la igualdad en lo que son iguales, en los derechos fundamentales. Considero un error tratar de imponer la igualdad en lo que la naturaleza nos ha hecho diferentes, y en esto se muestra un complejo de inferioridad que -por reacción a abusos anteriores- no se atreve a valorar la dignidad específica de la maternidad. Durante los primeros meses de la infancia, las obligaciones, y los derechos, de la mujer no son iguales a los del hombre, aunque éste también tenga un papel importante que cumplir.