Patada

Podríamos iniciar este hilo sobre los recientes hechos ocurridos en Tarragona con opiniones exteriores. Pero, dejando solo un enlace de El Mundo para quien quiera informarse, reducimos la valoración a la de nuestro colaborador y amigo Juan (¡felicidades por mañana!) que nos envía este articulito. En él se destaca que el problema está en que una parte independentista que no llega a tener numéricamente ni mayoría simple, actúe como ya una república, sin hablar siquiera con los no independentistas. AD.

          La verdad, hay cosas que no entiendo.

        Resulta que los independentistas catalanes proclamaron la independencia sin consultar a Su Majestad ni dialogarlo con nadie, que se sepa, lo cual le sentó al rey como una dolorosa patada es su borbónico trasero e, indignado como estaba, se soltó (sin más asesoramiento que el de los listos del PP) el discurso del tres de octubre que, al parecer, indignó también a los independentistas, sin acordase de que la primera patada la dieron ellos, de lo que hemos derivado al sainete del lío de la inauguración de los Juegos esos de Tarragona en el que, siguiendo con la conocida táctica de marear la perdiz, el señor Torra, estaba pero no estaba y no se hablaba con el rey pero sí se comunicaba con él y que, según cuentan los cronistas de la cosa, terminó con una ruptura de relaciones del Govern con la Monarquía, lo que a mi me parece que es como si yo rompiera relaciones con mi panadera sabiendo que seguiré comprándole el pan todos los días.

        Pero lo que más me maravilla es que Torra y Cía. quieran arreglar el asunto catalán dialogando con el Gobierno de Madrid y sin cruzar palaba con la otra mitad de catalanes (que también se las traen), lo que resulta extrañísimo para gente que presume de democracia, diálogo, civilización, respeto, derechos humanos, etc., etc. Cualquiera puede darse cuenta que con independencia o sin independencia, lo de Cataluña no tiene solución mientras las dos mitades no echen mano del “seny” y lleguen a algún tipo de acuerdo para seguir viviendo juntos y todo esto sin olvidar que el capitalismo reinante no les deja demasiadas opciones a ninguno de ellos.

        Mientras no se llegue a ese acuerdo no vale de nada echarle las culpas al Gobierno Central, a las imperfecciones de la democracia española, al nacionalismo españolista, a los jueces, al régimen del 78 o al sursum corda, porque el problema básico seguirá allí, como el dinosaurio del cuento.